Argentina. Museo del Che “La Pastera” celebra 12 años con visita virtual y saludos de los protagonistas de su historia

CLATE /Resumen Latinoamericano, 21 junio 2020

El museo de homenaje al Che que la Asociación Trabajadores del Estado (ATE) de Argentina fundó en la ciudad de San Martín de los Andes, cumple 12 años este sábado 20 de junio. Y en tiempos de pandemia, lo celebrará en forma virtual con una visita guiada desde el propio museo y con saludos de todas y todos los protagonistas de su vida institucional y su historia, a través de sus redes sociales.

La Pastera, uno de los espacios argentinos de homenaje a Ernesto Guevara, fue fundado por la Asociación Trabajadores del Estado el año del 80º aniversario de su nacimiento. A pocos días de la inolvidable celebración en la ciudad de Rosario, ATE abrió las puertas de un nuevo faro de divulgación de la vida y el pensamiento del Che en la Patagonia.

La historia de La Pastera se remonta a aquel 31 de enero de 1952 cuando Ernesto junto a su amigo Alberto Granado llegan en su moto que llamaban “La Poderosa”.  “El primer ataque contra un dispensario de Salud Pública falló completamente, pero se nos indicó que podíamos hacer parecida tentativa en la dependencia de Parques Nacionales, cuyo intendente acertó pasar por allí y nos dio enseguida alojamiento en uno de los galpones de herramientas de la citada dependencia. Por la noche llegó el sereno, un gordo de 140 kilos bien medidos y una cara a prueba de balas, que nos trató con mucha habilidad, dándonos permiso para cocinar en su cuchitril. Esa primera noche la pasamos perfectamente, durmiendo entre la paja de que estaba provisto el galpón, bien abrigados, lo que se hace necesario en estas comarcas donde las noches son bastante frías”.

Y luego la historia de ese joven que se transforma en el Che, y el deseo y la decisión inquebrantable de los trabajadores de Parques y su sindicato para hacer allí un homenaje. Pasaron los años, dictaduras, gobiernos de todo tipo y factor, y los trabajadores siguieron detrás de eso que parecía un sueño. En uno de los peores momentos de la historia argentina, en los noventa, estuvo a punto de ser derribada, pero no pudieron. En esos días de lucha para evitar que se borre ese lugar de memoria del Che, apareció su amigo Alberto para ayudar. Ya no en la moto, pero si con la misma fortaleza de siempre llegó Granado a sumarse a la defensa del lugar. Una nota en el diario La Nación donde Alberto certificaba que en ese galpón habían estado con Ernesto se sumó positivamente a la pelea. Y se logró ganar esa batalla. Pero la lucha continuó. Y ahí aparecieron compañeros que están en la memoria de esta gran historia colectiva que es La Pastera: los dirigentes de ATE que lucharon y gestionaron por la existencia de este espacio, Leopoldo González y Héctor Méndez, pioneros fundadores de este museo patagónico, junto Julio Fuentes, hoy presidente de la CLATE, entre muchos hombres y mujeres del sindicato.

Ernesto y Alberto preparando la moto para el viaje. 1951

Unos años antes de la apertura como museo se realizó un primer intento de inaugurar un espacio cultural de homenaje, pero sin contar con todas las condiciones para habilitarlo al público. Fue punto de encuentro de charlas y reuniones culturales. Y así llegamos al 20 de junio. Trabajando en los últimos días para lograr el objetivo, de día y de noche. Ese día, uno típico de invierno cordillerano, con mucha nieve y rutas inaccesibles, se logró la inauguración definitiva. Casi no llega el vehículo que traía a la hija del Che, Aleidita, al embajador de Cuba, Aramís Fuente Hernández y Norita Cortiñas, madre de Plaza de Mayo, Línea Fundadora. Pero lo lograron. Ese día hubo muchas personas presentes: dirigentes de ATE y de la CTA de todo el país, las hijas de Pedro Olate, el sereno que los había recibido a Alberto y a Ernesto, compañeras y compañeros, amigos del Che, de Cuba, de las utopías de un mundo más justo… y desde ese día, de La Pastera, museo del Che.

Foto histórica del galpón de Parques Nacionales que llamaban “la pastera”

A partir de ese 20 de junio las puertas siempre estuvieron abiertas. Pasaron por allí miles y miles de visitantes y viajeros. También lo hicieron muchas mujeres y hombres cercanos al Che, ya sea recorriendo el galpón o dando su testimonio desde distintos lugares del país y del mundo. Los amigos de sus viajes, Alberto y Calica, combatientes que lucharon junto a él en Cuba, Bolivia y  El Congo, sus familiares de aquí y de allá, Aleidita su hija, y su hermano Juan Martín… Y no sólo los que lo tuvieron cerca, sino también los que llevan como estandarte, que admiran su pensamiento, que militan por las mismas utopías en un sindicato, en una organización social o política, o en la cooperadora de la escuela o en el club del barrio. Esos y esas que siente una injusticia cometida contra cualquiera en cualquier lugar del planeta, como propia.

Con el apoyo del Centro Che, la institución de investigación que dirige la que fuera su esposa, Aleida March, y que coordina María del Carmen Ariet, fue quien cedió las imágenes para el montaje y el respaldo para el punto de partido. En el primer aniversario firmamos un convenio de hermanamiento con el Memorial de Santa Clara, el museo de homenaje más importante del mundo donde descansan sus restos. Ambos fueron clave en el desarrollo de contenidos y de relaciones institucionales de La Pastera. Ese mismo año, junto al museo de Alta Gracia y al de Caraguatay (luego se sumaría el Cel Che de Rosario) creamos el programa de turismo cultural “Los Caminos del Che” y lo presentamos con Juan Martín, su hermano en el Congreso de la Nación. Y luego vinieron los encuentros en Bolivia, en Cuba y en el país.

Aleida, hija del Che, junto a Nora Cortiñas y el entonces embajador de Cuba en el país

Gracias a una gestión y relaciones institucionales, La Pastera logró integrarse a la ciudad. Hoy se coordinan actividades con el municipio, con la industria del turismo local, con las autoridades y trabajadorxs del Parque y con las organizaciones culturales y sociales de la ciudad. Y desde hace varios años con los establecimientos educativos de todos los niveles. Los estudiantes llegan al museo y reciben una visita guiada adecuada al nivel de escolaridad. Los universitarios de la carrera de guías de turismo hacen sus prácticas. Y todos los años hacemos nuestra Semana del Che en el verano. Así es que junto a las organizaciones de jóvenes de la ciudad y artistas invitados hemos renovado por cuarta vez los paredones lindantes al museo con sus expresiones artísticas. Una muestra de ello es que nunca fueron vandalizados. Siguen intactos.

Tan intacto como el compromiso del Consejo Directivo Nacional de ATE, hoy con Hugo “Cachorro” Godoy como secretario general,  y del equipo del museo, para continuar la tarea que nos encomendaron los pioneros de este espacio de homenaje al Che: difundir la vida y el pensamiento del Che. Y en eso estamos desde el primer día.  Gracias a todos y a todos los que a lo largo de todas estas décadas hicieron algo para que este museo de homenaje al Che esté de pie y siendo un referente en el país y en el mundo. Gracias, gracias, gracias.

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