Argentina. El sol del 25 vienen asomando… (Por Manuel Gaggero*)

Resumen Latinoamericano, 25 mayo 2020

foto: Banderas de las organizaciones revolucionarias en la cárcel de Villa Devoto el 25 de mayo de 1973

Esta melodía fue interpretada por Carlos Gardel y José Razzano en 1910. Sus estrofas resonaban en mis oídos en aquella madrugada del 25 de mayo de 1973 cuando cruzábamos la Avenida General Paz en un colectivo que habíamos contratado con los compañeros de Paraná. En el mismo se trasladaban 40 militantes del peronismo revolucionario, comunistas, socialistas, cristianos tercermundistas y activistas sindicales. Nuestra intención era la de participar de la toma de posesión del elegido Presidente de la Nación y sumarnos al reclamo por la libertad de los presos políticos sin ninguna dilación.

Oriundo de nuestra ciudad y en esa condición estaba “Cacho” Galarraga, hermano de Olga, la compañera de Mario Arnau. Nosotros, pese a nuestro alineamiento, no apoyamos a la fórmula del Frente Justicialista de Liberación en nuestra Provincia ya que la integraban dos claros exponentes de la fracción burguesa del Movimiento y de la burocracia sindical: Tomas Cresto y Dardo Blanc. Pese a ello considerábamos que ponerle punto final a la Dictadura Cívico Militar constituía una clara victoria popular. Sin vacilar un minuto nos dirigimos a la Federación Grafica Bonaerense para sumarnos a la columna que partiría de este lugar histórico que era la sede de la C.G.T. de los Argentinos.

Al llegar nos recibieron, con claras muestras de afecto, Raymundo Ongaro, Jorge Di Pasquale, los dos Alfredos: Ferrarese y Carballeda y una infinidad de compañeros con los que habíamos compartido alegrías y tristezas desde aquel nefasto 28 de junio de 1966. Luego de un breve descanso nos sumamos a la marcha que se empezaba a movilizar hacia la Plaza de Mayo. Todas las consignas resaltaban el repudio al régimen castrense y la clara convicción de que los crímenes no serían negociados. Trelew, los secuestros y desaparición forzada de nuestro hermano Luis Pujals, de Néstor Martin, los esposos Verd, Maestre y de decenas de militantes populares.

Tampoco olvidábamos los asesinatos de Santiago Pampillón, Luis Cabral, Mena y de los mártires en la lucha por una sociedad socialista y una Patria para todos. En el trayecto se fueron sumando las agrupaciones sociales y políticas que se referenciaban en nuestra Central. Al llegar a la histórica Plaza observamos que la misma estaba ocupada por miles de personas. Un tercio eran integrantes de los sindicatos alineados con la burocracia sindical pactista que nos recibieron con su grito habitual :”Ni yankys, ni marxistas –peronistas”. Esa consigna fue rápidamente anulada por un clamor que recorrió el perímetro del lugar que expresaba la decisión de nuestro pueblo que el gobierno entrante llevara adelante un Programa de unidad popular para la Liberación. Al mismo tiempo que se coreaba la marcha peronista con la incorporación de la letra que hacía mención a las organizaciones revolucionarias de este Movimiento: ”FAP, FAR y MONTONEROS son nuestros compañeros “.

Para iniciar la ceremonia del traspaso un batallón de infantes de Marina pretendió izar la bandera. Ello generó una airada reacción que se manifestó con agresiones verbales a los exponentes de unas Fuerzas Armadas responsables de la represión, el profundo deterioro del nivel de ingresos de los trabajadores y el deterioro del aparato productivo. Frente a la situación y a la hostilidad creciente los “marines” abandonaron el lugar. Al mismo tiempo intentaba llegar a la Casa Rosada el titular del Ejecutivo del Uruguay Juan María Bordaberry que estaba llevando a cabo una violenta represión en la Patria de Artigas. La multitud le cerró el paso al grito de “Tupamaros, carajo” en homenaje al Movimiento de Liberación Nacional que con ese nombre luchaba por una sociedad de iguales. Diferente fue la emoción que se produjo cuando se anunció la llegada de los presidentes de Chile y Cuba: Salvador Allende y Osvaldo Dorticós. Al grito de “Chile ,Cuba el pueblo los saluda “, con vivas a Fidel, al Che, miles de compatriotas le daban un marco especial a ese momento histórico. Se produjeron algunas corridas por movimientos extraños de la Guardia de Infantería de la Policía Federal al mismo tiempo que se anunciaba que el Dictador saliente Alejandro Agustín Lanusse desistía de su propósito de llevar a cabo un desfile militar. La respuesta fue “Se van, Se van, nunca volverán”. Había lágrimas en los ojos de muchos de los concurrentes que sentían que por fin, luego de algo más de 14 años de la Revolución Cubana, podíamos homenajear a ese heroico pueblo en la persona de su Presidente.

Como ya prácticamente empezaba la trasmisión formal del bastón de mando y el posterior discurso de Héctor Cámpora con unos colegas amigos decidimos trasladarnos a la cárcel de Devoto que estaba prácticamente ocupada por los presos políticos que exigían su inmediata liberación. Para poder ingresar asumiríamos el rol de “asesores” del diputado nacional electo Héctor Raúl Sandler ya que sabíamos que este nos respaldaría. Era un extraordinario ser humano y consecuente demócrata y defensor de los derechos de los explotados. Efectivamente al llegar no tuvimos problemas para ingresar a la unidad penitenciaria. En las adyacencias se encontraban familiares de los detenidos comunes preocupados por los incidentes que se podían generar y la reacción del servicio penitenciario. En el interior compañeros de las diferentes organizaciones populares y revolucionarias abrieron los pabellones y preparaban carteles con consignas y el reclamo de libertad ya. Teníamos alguna información que daba cuenta del debate en el seno del oficialismo. Algunos proponían que fuera el Congreso el que dictara una ley de amnistía. Por su lado el “Tío”, fiel a su plataforma electoral y con las atribuciones que le otorga la Constitución, pensaba indultarlos por decreto. Este fue el camino que puso fin a largos cautiverios y respondió al clamor popular. Nosotros regresamos a la Plaza de Mayo y nos sumamos a la inmensa columna que comenzó a desplazarse hacia Devoto. Allí me encontré con mi hermana Susana que con una escuadra del ERP, pertrechada por si la situación se desmadraba, estaba a la espera de que se abrieran las compuertas y salieran nuestros compañeros. Nos sentíamos como en aquél París de la “Toma de la Bastilla” .Finalmente se produjo la salida enmarcada en abrazos, besos y la alegría de recuperar la libertad de los encarcelados y la nuestra de estar en un momento inolvidable. Nos reagrupamos los paranaenses e iniciamos el camino de regreso. Tenía la impresión que en un día había vivido situaciones y experiencias que recordaré toda mi vida. Además la sensación que la ciudad era territorio liberado. Una anécdota, al transitar las calles de la misma, nos confirmó esta. En un semáforo un agente de policía ascendió al colectivo que nos llevaría a Paraná pensando que era una unidad del transporte de línea. Sorprendido por las características particulares del pasaje nos dijo “muchachos. No se preocupen les dejo mi arma”. Nosotros se la devolvimos ya que teníamos como trofeo algunos de los candados utilizados en la cárcel de Devoto. El efectivo policial descendió apresuradamente. Este fue uno de aquellos días que “conmovieron” al país y al Continente.-

*Abogado y periodista.-Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”.-

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