México. Desde Chiapas: “Es fundamental apoyar a los agentes comunitarios, con una visión de la salud colectiva y no meramente individual”

Resumen Latinoamericano 22 de abril de 2020

Determinaciones sociales de la pandemia: Una mirada desde Chiapas

Radio Zapatista:

Este 20 de abril de 2020, un número de organizaciones sociales, asociaciones civiles y colectivos publicaron un Pronunciamiento por la vida en el que analizan las dimensiones sociales de la pandemia del COVID-19 y ofrecen insumos para generar estrategias para enfrentar solidariamente la situación, tanto a nivel nacional como en el contexto específico de Chiapas. Se trata de organizaciones y colectivos que desde hace años han trabajado por la defensa y promoción de derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales en Chiapas.

En conferencia de prensa transmitida ese día por Rompeviento TV, integrantes de algunas de las organizaciones firmantes detallaron el análisis de las dimensiones sociales de la pandemia en el contexto de Chiapas: Ana Valadez Ortega (investigadora de CECCAM e integrante de DESMI), Deyanira Clériga Morales (colaboradora de Voces Mesoamericanas y Acción con Pueblos Migrantes), Marcos Arana Cedeño (director del Centro de Capacitación Ecológica y Salud para Campesinos) y Pedro Faro Navarro (director de Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas).

Como explicó Ana Valadez, el proceso de discusión colectiva surgió a partir de una iniciativa por parte de trabajadores y trabajadoras de la salud que trabajan desde hace 30, 40 años en la salud colectiva en Chiapas, muchos de ellos formando a un gran número de promotores y promotoras campesinos a lo largo de varias décadas, desde el refugio guatemalteco hasta el proceso de conformación de la salud autónoma de las comunidades zapatistas. Fue la conciencia adquirida en esos años de trabajo lo que los llevó a examinar las determinaciones sociales de la pandemia, una discusión “que ha surgido en el seno de una agenda de discusión crítica de los grandes pensadores de la salud a nivel latinoamericano”.

Marcos Arana analizó los orígenes y las consecuencias de la pandemia. El virus SARS-CoV-2, la variante del coronavirus que provoca la enfermedad del COVID-19, argumenta Arana, no es de origen “natural”; su mutación es producto del sistema de producción agroindustrial de alimentos, mismo que ha dado origen a otras enfermedades como la del A H1N1, que surgió en México en una granja porcina en 2009, y que muy probablemente seguirá dando origen a nuevas enfermedades.

Por otro lado, Arana apuntó a las disparidades en las consecuencias de la pandemia. Las diferencias en el acceso a la información, el hacinamiento, la mala alimentación, el poco acceso al sistema de salud, la desnutrición, la prevalencia de enfermedades de mayor incidencia en la pobreza (como la obesidad y la diabetes)… todo eso hace que los de abajo, los menos privilegiados, sufran consecuencias de la pandemia mucho más graves.

Pedro Faro llamó la atención a dos poblaciones particularmente vulnerables, en particular en el estado de Chiapas: las víctimas de desplazamiento forzado y los presos. En Chiapas hay casi 10 mil desplazados, víctimas de un desplazamiento íntimamente relacionado a altos niveles de violencia por parte de grupos de corte paramilitar. Entre los ejemplos está el caso de Aldama, donde, a pesar de la presencia de la Guardia Nacional, los disparos y agresiones continúan. Por otro lado, las cárceles de Chiapas se encuentran en condiciones de hacinamiento sin ningún tipo de acciones de salubridad, por lo que la población carcelaria es altamente vulnerable al contagio.

Deyanira Clériga Morales se centró en la situación de los migrantes, tanto internos como externos. Las recomendaciones de “quedarse en casa” representan un oximorón en el caso de los migrantes internacionales, los migrantes retornados (ya sea deportados de los Estados Unidos o quienes regresan de otros estados de México tras perder sus empleos), así como para quienes se encuentran en condiciones de calle. El retorno de los migrantes internos o externos a sus comunidades está sucediendo sin las condiciones necesarias: medidas de recepción y cuarentena que garanticen el bienestar de los propios migrantes y la seguridad de las comunidades.

Ana Valadez apuntó a la disonancia entre las medidas gubernamentales (así como de las instituciones de salud privadas), cuyas políticas se enfocan en los sujetos individuales, y la organización comunitaria, que se basa en una visión colectiva. El quedarse en casa, por ejemplo, de acuerdo a esa visión colectiva, significa quedarse en comunidad. El problema de dicha disonancia, argumenta Valadez, es que refuerza un discurso en el que supuestamente “todo está bajo control” y sostiene un paradigma que no es suficiente para resolver la situación, justamente porque no contempla la dimensión colectiva.

En ese sentido, el papel de los sindicatos (como la Sección 50 en Chiapas), los técnicos y las organizaciones de la sociedad civil que desde hace años trabajan con salud colectiva y en especial las parteras, es fundamental. Las parteras y promotores y promotoras de salud son particularmente importantes, pues son ellas y ellos quienes pueden contener el problema en su inicio y promover medidas a nivel comunitario, eso es, de manera colectiva. La respuesta de las comunidades zapatistas, que declararon alerta roja y han tomado medidas muy eficaces, es ejemplo de esto. Pero hay muchas otras comunidades que, debido a los años de guerra “de baja intensidad” y políticas destinadas a dividir y confrontar a los pueblos, han visto su organización comunitaria comprometida. En suma, es fundamental apoyar y promover la participación de los agentes comunitarios, con una visión de la salud colectiva y no meramente individual.

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