Pensamiento crítico. Malas palabras


Por Juan Carlos Giuliani*, Resumen Latinoamericano, 14 abril 2020

Pobreza, discriminación, desigualdad, explotación, pandemia, contaminación. Palabras que azotan la conciencia colectiva. Dependencia, corrupción, extractivismo, represión, hambre, capitalismo. Malas palabras. Contra lo que ellas representan hay que lidiar todos los días si lo que se quiere es cambiar la historia y no dejarse enredar en los hilos argumentales de los profetas de la resignación.

En el principio existía la palabra. Sujeto, verbo y predicado. Palabras y frases vacías que tratan de explicar lo inexplicable apelando al diccionario del posibilismo. Palabras que duelen cuando nombran a un chico que muere de hambre o por causas evitables en un país regado con los frutos generosos de la naturaleza.

Un mundo de palabras que conforman el relato del poder tan distante de la realidad como la tierra del cielo. Decir lo que se piensa y hacer lo que se dice. Algo tan sencillo y tan ausente en la conducta de la mayoría de los líderes políticos, sociales, culturales y religiosos que cultivan con pasión de cipayos el Pacto de Gobernabilidad que permite mantener inmodificable el sistema de expoliación basado en la injusticia social. Patrimonio intocable de los que mandan en el altar del sacrificio de las mayorías. El cinismo y la hipocresía terminan barriendo cualquier atisbo de sensatez.

En el principio era el verbo. Tierra, fuego, agua, aire: Para los antiguos pueblos, los elementos que explican los patrones en la naturaleza. Bienes comunes amenazados con su extinción por la voracidad de los dueños del poder. Recursos finitos que se van extinguiendo de la mano del saqueo y la codicia perpetrados por las minorías del privilegio. La lucha por desterrar la irracionalidad consumista del capitalismo está plagada de búsquedas y aprendizajes en Nuestra América. Las búsquedas de alternativas crecen y se multiplican día a día en las prácticas de sobrevivencia y exploración de nuevos horizontes productivos y reproductivos de los pueblos. En ellas conviven -contradictoriamente- lo viejo y lo nuevo.

El proceso de vida que se encadena en palabras, ideas y acciones, tiene razón de ser si entendemos que llegamos al ancho y caudaloso río de la historia navegando aguas que otros hombres ya han surcado. Aguas que después de nosotros serán la pila bautismal de las generaciones futuras.

Palabras vulgares. El hombre es el lobo del hombre. Edificar sobre lo comunitario resistiendo la tentación del individualismo. Acertar en la definición de un proyecto que le devuelva supremacía a la vida por sobre los otros valores humanos y devuelva la felicidad a nuestra gente. Felicidad, bienestar, igualdad, la propiedad de volver a nombrar a las cosas por su nombre. Como en los viejos tiempos. Si alguna vez se pudo, se puede.

Recuperar el estado de ánimo que se asocia a la dicha de encontrarse pleno como pueblo por disfrutar de hechos positivos para el conjunto. Perón lo decía con palabras sabias: “Nadie se realiza en una comunidad que no se realiza”. Es decir, no existe el éxito personal aunque sea ensalzado por la cultura dominante y replicado por los medios de comunicación hegemónicos. Existen los aciertos, los triunfos o derrotas colectivas que es lo que, en definitiva, marca el devenir de los pueblos y las naciones.

Palabras que reconfortan. Dignidad, entrega, compromiso, militancia, esperanza. Palabras insoslayables para construir un nuevo orden político, económico y social soberano, justo, libre y solidario.

*Vocal de la Comisión Ejecutiva Regional de la CTA Autónoma Río Cuarto. Congresal Nacional de la CTA-A en representación de la provincia de Córdoba

Ilustración: Jericles

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