Bolivia. El desafío de Trump

Por Camilo Katari, Resumen Latinoamericano 6 de abril de 2020

¡Fuera Añez! Es la frase que ha comenzado a circular en las redes sociales. Para muchos parece un desatino, para otros el pedido se justifica por la pésima gestión de la salud pública; incluso algunos compañeros de ruta en la aventura golpista sugieren a la mandataria dejar su candidatura para superar la crisis, que ya no es solamente de salud, sino que se está convirtiendo en una crisis política.

Desde nuestro punto de vista, el pedido de cambio de gobierno, más allá de las consideraciones de política interna, es válido por el escenario político, continental y mundial, que los EEUU han inaugurado con el movimiento de tropas hacia el Caribe.

El viejo anhelo de todos los presidentes de EEUU, desde Kennedy, ha sido derrotar la revolución cubana; es cierto que lograron frenar su expansión, creando fuerzas paramilitares como en Nicaragua, Colombia y el Salvador. No obstante, Chávez, los Kirchner, Mujica, Lula y Evo Morales, en el marco de la democracia liberal, abrieron una nueva época para América Latina.

El medio oriente era entonces la principal preocupación de EEUU. Con Donald Trump, nuevamente cobra importancia la idea de tener el control del “patio trasero” y la estrategia desestabilizadora de gobiernos comienza, Paraguay, Brasil, Argentina, Nicaragua, Ecuador, son escenarios de la guerra jurídico-mediática, con éxito y en Bolivia, con algún matiz se retorna al Golpe de Estado tradicional.

Aquellos defensores oficiosos, del actual régimen boliviano, ya no tienen ningún argumento valedero, para justificar el sangriento golpe; las instancias internacionales de la defensa de los derechos humanos, así lo han demostrado. Cambiar el gobierno en Bolivia, es poner un freno a la arremetida imperial en el continente, es frenar al operador político del Departamento de Estado, instalado en el Palacio Quemado.

El panorama político nacional, no puede estar separado de la pugna geopolítica mundial, hemos aprendido que debemos superar nuestra mentalidad de alasitas. El desmantelamiento de los mecanismos de unidad latinoamericana, ha sido el primer llamado de atención, y no tenemos que esperar que los cañones comiencen su letanía de muerte para, despertar de esta especie de letargo que nos persigue, desde hace varios años atrás.

En Bolivia, hemos rifado un proceso, que era la esperanza para el continente, no es hora de abrir heridas, pero lo cierto es que aún no podemos encontrar una dirección que encamine el devenir de las fuerzas populares; como ayer estamos repitiendo que: “Las masas empiezan a darse cuenta de que han sido traicionadas miserablemente por la comedia democrática.

Hemos tenido tantos caudillos y motines por la libertad que es imposible contarlos. Los partidos tradicionales han entrado en descomposición. Posiblemente se sostendrán algún tiempo más merced a hábiles taumaturgias, pero su muerte está decretada”. (1)

Los años del proceso de cambio, tienen que mostrar hoy sus resultados, no en los datos económicos, no en las reformas realizadas, sino en la conciencia acumulada, en la formación de una clara conciencia. revolucionaria.

1 Carta de Tristán Maroff a J. Carlos Mariátegui. 15 de marzo de 1927.

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