Cuba. Mujeres protagonistas insurreccionales de Santiago de Cuba

Por: José Luis Cuza Téllez de Girón, Cubadebate, Resumen Latinoamericano 11 de enero de 2019

Continuadoras de las tradiciones patrióticas de la mujer cubana, en cuanto Batista dio el golpe de Estado de 1952, las mujeres santiagueras se manifestaron contra él.

Al parque Céspedes, aquel 10 de marzo, se fueron a protestar las combatientes de las luchas de la frustrada revolución de 1933 contra la dictadura del general Gerardo Machado Morales; las de La Joven Cuba de Antonio Guiteras, las del partido Ortodoxo de Eduardo Chibás, encabezadas por la combativa Gloria Cuadras, con Leyla Vázquez, Pura Amador, Maria Antonia Figueroa, Fela Tornés, Isabel Benavides, Antonia Lara, Gumersinda Ferrer, Cira Carbonell y también la nueva generación: Nilsa y Vilma Espín, Asela de los Santos, Leyla Vázquez y otras quienes junto a Frank País y Pepito Tey fueron para el Cuartel Moncada, cuyo jefe, el coronel Álvarez Margolles, en horas de la mañana aún no se había plegado al golpe de Estado.
Al asumir la jefatura del Cuartel Moncada, el capitán Alberto del Río Chaviano, ascendido a coronel en dos horas, comenzó de inmediato la represión contra la población santiaguera.
La juventud comenzó a fortalecer sus Asociaciones estudiantiles y recrudecieron las protestas en las fechas históricas de la patria. Las más combativas eran las de la Escuela de Comercio, dirigidas por Félix Pena Díaz, el Instituto de Segunda Enseñanza, liderado por Cuqui Bosch y la Escuela de Artes y Oficios, que aglutinaba a los sectores más humildes del estudiantado santiaguero, cuyo líder era Temístocles Fuentes.
En Santiago de Cuba se creó Acción Libertadora. En ella militaron valerosos santiagueros: Otto Parellada, Casto Amador Hernández, Emiliano Corrales y hasta Renato Guitar Rosell.
La Asociación de alumnos de la Escuela Normal para Maestros en diciembre de ese año 1952 celebró elecciones. Fue elegido el joven Frank País García, quien designó como su vicepresidente al que había sido su adversario en las elecciones, José Tey Saint Blancard.
El golpe de Estado los había conmocionado a ambos, y a un grupo de jóvenes normalistas: Antonio Colomé, Pedro García Lupiáñez, Alberto Fernández Montes de Oca, y muchachas del plantel estudiantil, Ena Rizo, Cira Lauhau, Lolita Montero, Ivonne Blanco, Lucila Prego Ortiz, así como la guantanamera, Elia Frómeta.
De inmediato crearon una organización que denominaron Bloque Revolucionario Estudiantil Normalista (BREN), fundaron su Directorio Estudiantil Revolucionario (DER) y lo dieron a conocer en el vespertino periódico santiaguero Oriente.
De esta forma Frank País y Pepito Tey fueron guiando a los normalistas a manifestaciones más combativas contra la dictadura.


Una primera gran experiencia fue el 5 de diciembre de ese año 1952, cuando el gobierno quiso realizar un homenaje al General Antonio Maceo con la presencia, como figura principal gubernamental, de la hija del general Leonardo Wood, primer interventor norteamericano en Cuba. Esto motivó la repulsa del estudiantado santiaguero que tomó la casa de los Maceos apoyados por los familiares del Titán de Bronce e impidió el desfile oficial.
El incremento de la represión, hizo que la juventud se fuera forjando en la lucha, y es así como los más combativos del BREN, dirigidos por Frank y sus hermanos Agustín y Josué, y Pepito Tey, junto a Félix Pena, Eduardo Yasells, Nilsa y Vilma Espín, Rafael Rivero Pupo, Alberto Fernández Montes de Oca, Arsenio Stable, Rosendo Ojeda, Pedro García Lupiáñez, Luis Felipe Rosell y otros, pasen a formar una organización totalmente insurreccional, Decisión Guiteras, inspiradas en el pensamiento de Antonio Guiteras Holmes quien enfrentaría con las armas a la dictadura de Gerardo Machado Morales.
En enero de 1953, ocurre una ofensa al busto del dirigente estudiantil y comunista Julio Antonio Mella y los jóvenes habaneros realizan una manifestación en desagravio que es balaceada por la policía. Es herido de gravedad el estudiante universitario Rubén Batista Rubio, quien fallece días después, el 13 de febrero.
¡Es el primer mártir de la lucha contra la tiranía de Batista! En Santiago de Cuba una manifestación estudiantil trató de llegar ese día con una bandera cubana y una corona de flores al cementerio, y fue brutalmente reprimida.
El ataque a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, conmocionó a la aguerrida juventud santiaguera, que de inmediato se organizó para ayudar a los moncadistas. Unos cuantos de ellos fueron escondidos en casas de familias santiagueras.

Melba Hernández y Haydeé Santamaría presas después del asalto al cuartel Moncada

La familia Atala protege al combatiente Mario Lazo, que llega herido; Micaela Cominches escondió a los tres jóvenes, José Ramón Martínez, Ángel Sánchez y Abelardo García, que habían participado en la toma de la Audiencia, junto a Lester Rodríguez y Raúl Castro. En la casa de huéspedes de Etelvina Menéndez y en la de sus sobrinas, en la calle San Gerónimo entre Calvario y Carnicería fueron escondidos varios moncadistas.
Félix Pena y Marinita Malleuve recorrieron la carretera de Siboney a Santiago en busca de las armas que los moncadistas pudieran haber botado en el repliegue. Igual hicieron los tres hermanos País, Pepito Tey, Chichito Colomé y otros miembros de Decisión Guiteras.

La Dra. Melba Hernández, María Antonia Figueroa, María Teresa Taquechel, Vilma Espín, Amalia Ros viuda de Vinent, Anita Céspedes y otras, asistían a los juicios y llevaron a los moncadistas la solidaridad y el apoyo moral y material de la sociedad santiaguera. Ellos, que no eran santiagueros, nunca dejaron de sentir amor familiar.
El 28 de enero de 1954 se pretende realizar un homenaje a José Martí en la Universidad de Oriente. La dirección de la FEU invitó a hablar al Dr. Armando Hart, defensor el año anterior del Dr. Rafael García Bárcenas, quien en abril de 1953 había tratado de tomar el cuartel de Columbia, principal fortaleza militar del país, por medios pacíficos y dirigía el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), del cual Dr. Hart era uno de sus principales dirigentes.
A pesar de la protesta estudiantil, el acto no se pudo realizar, pero, identificados con el programa del MNR: Nacionalismo, socialismo y dirección de la revolución por una nueva generación, la dirección de Decisión Guiteras acordó incorporarse al MNR.
En todo este proceso de protestas estudiantiles coordinadas por las asociaciones de los planteles de las enseñanzas media y universitaria del país, tuvieron un importante papel los dirigentes de la FEU de La Habana y Santiago de Cuba, José Antonio Echeverría y Jorge Ibarra Cuesta, y otros dirigentes como Orlando Benítez Hernández, Félix Pena Díaz, Belarmino Castilla Más, Cira Lauhau, Ena Rizo, Radamés Heredia y Jesús Suárez Gayol, entre otros.


Batista pretende legalizar su golpe militar y en 1954 convoca a unas elecciones. Jorge Ibarra y Frank País viajan a La Habana a conocer lo que se va a realizar por el MNR contra esa farsa. Al conocer por el Dr. Faustino Pérez que nada se hará, deciden separase del MNR.
Al regreso a Santiago convocan a los jefes de células y crean una nueva y más combativa organización: Acción Revolucionaria Oriental (ARO).
El 27 de noviembre se realizó una manifestación en recordación a los ocho estudiantes asesinados en 1871. Fueron apresados sus dirigentes Temístocles Fuentes y Radamés Heredia, y un grupo numeroso de valerosas muchachas del Instituto, entre ellas Marta Correa, Nancy Ojeda, Marina Malleuve, Osmalizan Belén, Juanita Yasells, Elsa y Gloria Ducasse, Juanita Peña, Lidia de Feria Pal y Ofelia Gámez.
El alegato histórico de Fidel Castro, La Historia me Absolverá, llegó a Santiago en los primeros meses de 1955 y fue guía y arma de combate en manos de la juventud santiaguera, que lo leyó ávidamente.
En 1955, ARO se dedica a buscar armas con qué combatir la dictadura de forma más efectiva. Así el 17 de abril, Frank País, Emiliano Díaz, Emilio Lamelas, Alfonzo Verdaguer y Lorenzo Reina asaltan el Club de Cazadores y se llevan 10 escopetas, 200 cartuchos y un revólver.
Con esas armas Frank, Pepito Tey, Reinerio Jiménez Lage, César Perdomo, Emiliano y Carlos Díaz Fontaine, Santiago Montes de Oca, Ariel Rojas y Bilin Santa Cruz Pacheco atacan el cuartel de la Policía del Caney, y obtienen el fusil Springfield y la canana del policía Ernesto Castillo Moya, quien resultó muerto en la acción.
Frecuentemente eran desarmados miembros de los órganos represivos por revolucionarios, quienes se acercaban a ellos como parejas de enamorados y realizaban la acción de desarmarlos.
Al salir de la cárcel los moncadistas, Fidel conoce por Lester Rodríguez sobre la organización creada por Frank País y Pepito Tey en Santiago y al fundarse el 12 de junio el Movimiento Revolucionario 26 de Julio, lo envía junto con María Antonia Figueroa, Pedro Miret y a Armando Hart a proponerles que se incorporen como organización al 26 de Julio.
Este fue un proceso que duró unos meses, pues Frank y Pepito consultaron a toda la membresía de la Acción Nacional Revolucionaria (ANR), que tenía grupos de revolucionarios de otras provincias orientales.

Fidel debe marchar a México para preparar la expedición con la que reiniciar la lucha. Frank lo va a conocer y le informa lo realizado en interés de la insurrección armada. De México trae la confianza en la segura dirección de la Revolución bajo el mando de Fidel Castro y el modelo de uniforme del Ejército Revolucionario a crear en las montañas de Cuba.
De inmediato, se organizan en Santiago de Cuba talleres para la confección de los uniformes. Uno de ellos es en la casa de Nayive e Ibis Atala en la calle Santa Rita entre Corona y Estrada Palma, hoy Félix Pena, donde las costureras eran Moraima Belén Medina y María Teresa Valentino.
A través de los Almacenes DAU, propiedad de la familia Atala, se obtenían las telas para su confección. En la calle Corona No. 353, por Luisa y Cristina Díaz Bernardo y en Trinidad No. 114, casa del matrimonio de Silvia Lara y Nano Riera, se confeccionaron muchos uniformes, brazaletes y banderas del 26 de julio, al igual que en los talleres de confecciones de los esposos África Durán y José Vizcaíno. En Palma Soriano, las hermanas Durruty y Doila Noa también confeccionaron uniformes, brazaletes y banderas del 26 de Julio.

Otra tarea muy importante cumplida por las mujeres santiagueras con vistas a garantizar la llegada a Cuba de los expedicionarios con Fidel al frente, fue la preparación médico-sanitaria de quienes iban a trabajar en las casa-botiquines para atender las bajas de los combates que se librarían.
Los doctores Quinidio Armigñan, Carlos Mirabal, Juan Martorell, Alfonso Araujo, Francisco Durán y el enfermero López Pego prepararon a las compañeras en los conocimientos necesarios. Cubrieron con preparación en primeros auxilios y responsabilidad sus puestos en los Botiquines: Asela de los Santos, Cira y Nilda Ferrer, Nayive e Ibis Átala, Fe Carbonell, Arminda Castellanos, Tina Esteva Lora, Alba Griñán, Esther María y Lala de la Torre, Silvia Sánchez, Nidia Leyva, Teresa y Violeta Valentino, Gisela Rodríguez, Aurelia Medina, Antonia Lara García, Isabel Benavides, Estrella Figueredo entre otras valerosas revolucionarias, bajo la responsabilidad de Vilma Espín.
A las 7 de la mañana de aquel 30 de noviembre de 1956, todos los botiquines estaban activados en las casas previstas.
La información de la salida de Fidel de México llegó a la casa de la Abuela María Lara Fonseca, nacida en 1891, militante comunista junto a su esposo Rafael Riera, en San Fermín No. 356. Su nieto, Arturo Duque de Estrada, fungía de secretario de Frank País. A su nombre llegó el esperado telegrama.
En la organización del 30 de noviembre de 1956 trabajaron arduamente las mujeres santiagueras…Todo lo relacionado con el armamento, municiones, medicinas, vestuario, se realizó sin ser detectado por las fuerzas enemigas, las que amanecieron sorprendidas por la actuación decidida de los jóvenes combatientes en Santiago de Cuba y en muchos otros pueblos y ciudades del país, como fue en Puerto Padre, en el Central Ermita y Cienfuegos.

El pueblo santiaguero vitoreó a sus “muchachos” al verlos de verde olivo y armas largas el 30 de noviembre. Les ayudó con su aliento y ayuda material, y cuando se efectuó el repliegue, le abrió las puertas de sus casas para preservar sus vidas y armamentos para poder así reiniciar la lucha.
Los tres combatientes muertos ese día fueron fielmente acompañados con valentía ciudadana. Junto a las viudas de Tony, Otto y a la novia de Pepito, estuvieron familiares, amigos, y también los que habíamos quedado de reserva para continuar la lucha por la patria. Nunca faltaron flores en sus tumbas, como en las tumbas de los 21 muertos del “Granma”. En Niquero siempre lo haría la jovencita Adelaida Bécquer por iniciativa de Celia Sánchez.
Los prisioneros de ese día, de la expedición y sus familiares contaron con el apoyo organizado por la dirección del 26 de Julio y la Resistencia Cívica creada en pueblos y ciudades de la Nación.… ¡Nada ni nadie fue olvidado! … ¡Ya era un pueblo en Revolución hasta lograr la victoria frente a la ignominia y el crimen!
Toda actividad docente, deportiva, cultural, recreativa se paralizó… ¡Todo fue Revolución!
Ya el 1ro. de diciembre, en horas de la mañana, estaba Frank en la casa de Vilma en San Jerónimo, como se había acordado. De inmediato comenzó a contactar a los jefes para planear las acciones a realizar en demostración de que la revolución no estaba derrotada. Así se comenzaron a colocar en solares yermos proyectiles dentro de estopas con gasolina, las explotaran semejantes tiroteos.
Una valerosa acción realizó por esos días Mérida García, quien aprovechando la familiaridad con un soldado del cuartel Moncada, logró penetrar en él y colocar una bomba en la cantina del Club de alistados. De ahí, fue para la cercana Escuela Normal para Maestros, y desde allí, junto con Frank y otros compañeros, escuchar la explosión. Ese día Frank la bautizó, por el cumplimiento de misiones inauditas, como La Bruja.
El año 1957 se inició en Santiago de la Cuba con una combativa manifestación de mujeres reclamando el cese de los asesinatos de sus hijos. William Soler Ledea, de 15 años, Hugo de Dios Soto del Rey, de 18, y Froilán Guerra, de 20, habían sido torturados y luego asesinados.

Ricas y pobres, blancas y negras, creyentes y no creyentes, jóvenes y viejas, todas unidas ante la desgracia de ver cómo perdían a sus hijos. A la vanguardia, un gran letrero: CESEN LOS ASESINATOS DE NUESTROS HIJOS. MADRES CUBANAS, portado por las valerosas mujeres Fela Tornés y Cira Ferrer.
El régimen tenía suspendidas las garantías constitucionales, y es sorprendido por la demostración de las madres cubanas que desfilan por la calle más céntrica de la capital de la antigua provincia de Oriente. Un destacamento de policías y soldados trata de detenerlas sin lograrlo… ¡Se les ve el miedo en los rostros ante la valentía de las madres santiagueras!
Ningún jefe importante se atreve a enfrentar la valiente denuncia y la manifestación culmina su recorrido en el centro de la ciudad: Enramadas entre San Félix y San Pedro.
La prensa local y nacional recoge el hecho y en las fotos se ve a la anciana maestra Elimena Portuondo y a Vilma Espín increpando a los soldados por su abuso de poder.
Ya Santiago de Cuba sabe que Fidel y un buen grupo de expedicionarios están vivos y en las montañas de la Sierra Maestra y con ellos los valiosos campesinos Crescencio y Mongo Pérez, Guillermo García, Manuel Fajardo, José Arias Sotomayor y otros, organizados desde meses atrás por Manuel Hechavarría, Celia Sánchez, Rafael Sierra, Felipe Guerra Matos y Frank País, quienes habían estado esperando el arribo de la expedición de Fidel.
A través de la bien organizada red de la lucha clandestina se había llevado a un prestigioso periodista norteamericano, Herbert Matthews del New York Times, a la Sierra Maestra a entrevistar a Fidel y sus barbudos el domingo 17 de febrero.
El jefe del MR 26 de Julio aprovechó la oportunidad para reunir a la Dirección Nacional en horas de la tarde del 17 de febrero, elaboró el Manifiesto No. 1 al pueblo de Cuba y solicitó a Frank un refuerzo de al menos 20 hombres para continuar la lucha en las montañas.
Más de mil combatientes habían actuado nacionalmente el 30 de noviembre y de ellos 50, los mejores, fueron seleccionados. Prácticamente todos eran conocidos revolucionarios, por lo que su traslado seguro hasta el campamento organizado por Felipe Guerra Matos en un marabuzal a 10 kilómetros de Manzanillo, fue una peligrosa tarea que cumplieron valerosas mujeres como Haydee Santamaría, Vilma Espín, Asela de los Santos, América Domitro, Graciela y Mirta Aguilar, Omsmaliza Belén Medina, Orfelina Cansío, Marinita Malleuve, las que hicieron posible que el 24 de marzo el Comandante en Jefe del Ejército Revolucionario pudiera reconstruir, en la Derecha de la Caridad, su Columna guerrillera, que recibiría el nombre glorioso de José Martí.
En Santiago seguía la lucha de los combatientes clandestinos y la represión aumentaba. Presos una gran cantidad de revolucionarios por los sucesos del 30 de noviembre, incluyendo a Frank País detenido el 9 de marzo en la Avenida Martí, y 21 expedicionarios del “Granma”; las fuerzas de la dictadura se concentraban en tratar de apresar a los que habían tomado la cárcel de Boniato y liberado a presos políticos con sus armas.
Uno de los más buscados con saña era al ex sargento Braulio Curuneaux. Para su ayuda, busca de escondites, traslados y protección, el sustituto de Frank al frente de Acción y Sabotaje del MR, Carlos Iglesias Fonseca, Marcos, había situado a una de las más valerosas muchachas clandestinas, Marta Correa.
Otro muy buscado era Raúl Menéndez Tomasevich, quien contó con la ayuda de Félix Rodríguez, su esposa Edith y su hermana Mary Llanos. Varias familias lo escondieron: Emilio Morcillo y su esposa Nini Enamorado; Caridad Munder, Luisa Geordana Barcaz, hasta que fue a parar a las seguras manos de Nalty González Sigas.
Otras casas a disposición de la revolución eran las de Fe Carbonell en San Basilio 456, de Mercedes Cautín en Santa Rita 418, la de Romelia Ramírez en San Basilio 412, la de Rosaura Vázquez en San Basilio 459, la de Mercy Fernández en San Félix entre Trinidad y Habana, así como la de las Grave de Peralta en San Félix y Trinidad, la de Julia Ibarra Hernández en San Fermín 358, la de Nenita Girón en Reloj 355, la de Gumersinda Ferrer en San Agustín No. 9.


Eran decenas de casas de familias que acogían a los revolucionarios como a sus hijos más queridos, estando en disposición de protegerlos a costa de sus propias vidas.
Las armas que no se emplearon en el asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957 fueron enviadas a Fidel a la Sierra Maestra ocultas muy bien en automóviles. Estos eran preparados en la casa del matrimonio de Lorna Bursal y Manuel Piñeiro en La Habana y conducidos hasta Santiago de Cuba. Para completar el enmascaramiento, fueron siempre conducidas con la participación de mujeres, siendo tres de ellas Esperanza Sánchez Jimeno, Marta Correa y Ofelia Gámez.
En esos días se desplegó una gran labor con la propaganda clandestina en la que la mujer tuvo un importante papel. Se creó una estación de radio, que, si bien no tenía mucha potencia, sí daba información sobre la Sierra Maestra y las principales acciones insurreccionales. Los que la oían, luego propagaban sus noticias, en la denominada por el pueblo como Radio Bemba.
Se comenzó a publicar el periódico Boletín informativo, Últimas Noticias, Sierra Maestra y luego Revolución: Más adelante Vanguardia Obrera, así como, por iniciativa de Fela Tornés y autorizado por Frank País, se creó Ciudadanía Consciente, cuya labor era publicar escritos de Antonio Guiteras y Pablo de la Torriente Brau relacionados con la lucha clandestina y las posibilidades de la guerra en las montañas contra enemigos superiores en número, así como divulgar noticias de la marcha de la Revolución.

Se imprimía en la oficina de la Escuela del Hogar, en la calle Calvario, frente al periódico Oriente y se distribuía la propaganda envuelta en papeles de regalo de la tienda “El Encanto” con sus sellos. En esto participé junto a Fela, Alba Griñán, Electra Fernández y María Teresa Taquechel.
Los locales del Colegio de Maestros y la Universidad de Oriente fueron muy utilizados por los responsables de la propaganda, cuya primera responsable fue la valerosa Gloria Cuadras y luego se incorporaron los hermanos Enzo y Renaldo Infante, José Nivaldo Cause, Wilfredo Alonso, Candita Candelaria, Gabriela Muyines, Miguel Deulofeu, Víctor Salas y el profesor Gabriel León entre otros valerosos combatientes, que ayudaban a mantener informada a la población del curso de la lucha contra la dictadura.

Algo muy importante que se logró por Vilma con Carlos Amat, su compañero de la Universidad, fue la célula clandestina en la central de comunicaciones de la Compañía de teléfonos en Santiago.
A pesar de la estrecha vigilancia de los militares presentes junto a las operadoras, se lograba escuchar por los líderes del 26 de Julio las conversaciones de los jefes militares. También situaban teléfonos clandestinos en las casas donde se escondían los principales dirigentes revolucionarios.
Muchas veces alertaron sobre acciones represivas que se iban a realizar y se lograban adoptar medidas oportunas, se interrumpían actos de la dictadura y se lanzaban por la radio consignas revolucionarias, como fue el 30 de junio de 1957 cuando Agustín Navarrete, jefe de Acción de Oriente, dio Vivas a la Revolución y abajo Batista, interrumpiendo el mitin de Alliegro y Masferrer en Santiago de Cuba, y se escuchó en todo el país.
Junto a Amat laboraron Rosita Casan, Celia Cañizares, Josefina Caminero, Adela Reiner y otros valiosos obreros telefónicos, pues se logró crear una red nacional al servicio de la Revolución.
En mayo de 1957, la dictadura envió para Santiago de Cuba a uno de sus más crueles asesinos, al teniente coronel José María Salas Cañizares. De inmediato, se dio a conocer con el asesinato de los jóvenes del pueblo del Caney, Joel Jordán, Roberto Lamelas, Salvador Rosales y Orlando Fernández Badell, lo que hizo que se le comenzara a llamar Masacre.
Nada amilanaba al pueblo santiaguero, que junto con sus acciones combativas cumplía con lo dispuesto por Frank: Todo para la Sierra Maestra.
La incorporación de nuevos combatientes era constante. En la Avenida Carlos Manuel de Céspedes, en el Reparto Sueño, la familia Céspedes ocupaba varias casas. Luisito, uno de sus hijos, había estado involucrado en el atentado a Batista en la carretera del aeropuerto junto a Otto Parellada, Cesar Montaña y Casto Amador en 1954 y Manolito, combatiente del 30 de noviembre, por lo que esto motivó a María Fernández y su esposo Manolo Céspedes, a Anita, Marcia y Merceditas Verdecía a participar más activamente.
Comenzaron bajo las órdenes de Agustín Navarrete escondiendo y trasladando a éste, a Vilma, al dirigente obrero de la Nuez por la facilidad de que Anita Céspedes manejaba el automóvil de la familia y con gran serenidad.

Era extraordinario ver moverse a estas valerosas muchachas trasladando explosivos, armamentos y documentos muy secretos, siempre sonrientes y felices. Marcia Céspedes Somoza acompañó muchas veces a Haydee Santamaría en sus viajes con su serenidad y alegría características.
Merceditas Verdecía Fernández, junto a otras valerosas muchachas, realizaría viajes a los Estados Unidos para traer pistolas bajo su falda.
Anita sería la confianza de René Ramos Latour durante más de un año, hasta que el Comandante Daniel se reincorporó al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra en mayo de 1958. Siguió en la lucha clandestina en Santiago de Cuba, alternando su labor con la de abastecimiento a las tropas del Segundo Frente Oriental “Frank País”. ¡Los carros microondas de la tiranía tenían su foto, hasta ofreciendo recompensa por su captura!
Igual sucedió con la familia Ruiz Bravo. Su casa en la calle Estrada Palma, hoy Félix Pena, se convirtió en un cuartel de la revolución incorporándose los padres y sus hijos, María, Ramona, Fernando, María Cristina y demás, a la lucha frontal contra la dictadura. La madre de la familia, Esperanza Bravo, marchaba siempre al frente en las manifestaciones de las mujeres santiagueras.
La bomba bajo la tribuna del mitin de Alliegro y Masferrer el 30 de junio fue colocada por la valerosa Cuca Rodríguez acompañada por Agustín País.
Con Josué, Floro y Salvador ese día andaban Gloria y Elsa Casañas. Menos mal que Josué las obligó a bajarse del auto antes de comenzar el desigual combate con las microondas de la policía, que originara la muerte de los tres valerosos combatientes aquel domingo 30 de junio de 1957.
El vil asesinato de Frank País estremeció a Santiago de Cuba y a la nación entera. Lo primero fue recuperar su cuerpo. Junto a su madre, su novia y compañera de ideales América Domitro Terlebauca, Graciela Aguilar, Marinita Malleuve y Carmona taponearon los 22 impactos de balas y las 36 perforaciones ocasionadas por estas al traspasar su cuerpo.
Esa tarde desde la central telefónica se oiría la reclamación del cabo Basoll al general Tabernilla de 3 000 pesos por la muerte de Frank País.

Vilma Espín enfrentando la represión

El Frente Cívico de Mujeres Martianas convocó a las mujeres santiagueras a la Catedral para protestar por los crímenes de la dictadura delante del nuevo embajador de EEUU, Earl M. Smith, su esposa Florence Printchett y las autoridades provinciales.
La manifestación de protesta estaba organizada, pero la muerte de Frank y su fiel compañero Raúl Pujol, la multiplicó. Con las valerosas Gloria Cuadras, Pura Amador, Estrella Figueredo, Amalia Ros e Isabel María Benavides al frente, gran cantidad de mujeres acudieron al parque Carlos Manuel de Céspedes, delante del Ayuntamiento santiaguero, y en presencia de la comitiva gubernamental y el embajador yankee, originaron una extraordinaria protesta contra la dictadura y sus crímenes.

La brutal represión con que fueron recibidas por las fuerzas militares de la dictadura origino una batalla campal contra Salas Cañizares y sus esbirros. Nada amedrentó a las valerosas mujeres santiagueras.
Esa mañana participó Pilar Pérez Lescay, a quién nueve meses después, el 17 de abril de 1958, le asesinaran a cuatro de sus hijos, Conrado, Melquiades, Hernán y Sergio Marañón Pérez, y un sobrino, Marcelo Pacheco Pérez, sacados por la fuerza de su propio hogar en Aguilera No. 860 por el teniente Despaigne y sus esbirros.
Ese 31 de julio de 1957 Santiago de Cuba despidió a su hijo más querido con la más grande demostración de amor y decisión de combate jamás vista en sus calles. Cerca de 40 mujeres no pudieron desfilar por haber sido brutalmente apresadas durante la protesta de esa mañana.
Sonia Martínez y Olga Maidique se ocuparon de confeccionar y poner a buen recaudo la mascarilla mortuoria de Frank País para la posteridad.
La mujer santiaguera siguió trasladando combatientes para la Sierra Maestra, confeccionando uniformes, trasladando armas, realizando sabotajes, haciendo todo lo que pudiera conducir a la derrota de la dictadura. Valerosas mujeres insurreccionales fueron también África Durán, Consuelo Massó, María Soto, María Rosa Martínez (Chachi), Nuria García, Nenita Cuza, Nelis Benítez, Lucia Parada, Iris e Ibia Rodríguez Lambert, Kenia Mora, Martica Pérez, Xiomara Oliva, María Fuentes, Mercedes Riera, Julia Ibarra, Melba Falls, Liduvina López Leyva, Maira y Manolita Lavigne, Virginia Amador, Ania Martínez, Mirta Trujillo, Xiomara Olius, Margot Rodríguez, Aminta Álvarez, Vilmita Rosell, Claudia Rosés, Francesa, Ligia Trujillo Aldama, Delfina Yero, Mary Núñez, Bertica Tamarel, Dionys Ornellas y muchas más.…¡Mientras más aumentaba la represión y el crimen, más crecía el valor de la mujer santiaguera!
La delicada y linda Madeline Santa Cruz Pacheco desde una de las ventanas de su casa vio a José María Salas Cañizares y sus asesinos, matar a Frank. Su valor se multiplicó. Periódicamente recogía en la cafetería de la China en Aguilera entre Reloj y San Agustín los explosivos para las acciones insurreccionales.
En octubre un magnífico destacamento de combatientes fue trasladado para la Sierra Maestra. La mano de la mujer siguió presente y al conmemorarse el 1er. Aniversario del 30 de noviembre de1956, un auto explotó en Martí y Carretera Central, a una cuadra del Cuartel Moncada. Fue la obra de las muchachas del Instituto y la Escuela Normal para Maestros, Nancy Ojeda Miranda y Mérida García.
En ese año de 1957 las mujeres insurreccionales santiagueras, como las de toda la República de Cuba, se enfrascaron en una sangrienta lucha contra la más bárbara y criminal represión, en la que vieron caer a su lado a sus compañeros de lucha y de vida, sufrieron torturas, violaciones, cárceles y muerte sin retroceder ni amedrentarse, por el contrario, fueron un importante factor en la victoria del 1ro. de enero de 1959.

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