Ecuador. Salario mínimo 2019: Neoliberalismo y subvención a las élites empresariales

Resumen Latinoamericano / 2 de enero de 2019 / Jonathan Báez, ISIP

En medio de estos posibles procesos, la apuesta por el Gobierno a través del Ministerio de Trabajo es aumentar el salario pero generando un subsidio para las empresas. Algunas voces cercanas al ajuste inmediato insisten en que no se debería subsidiar porque existe un problema de déficit fiscal y, por tanto, es mejor no aumentar el salario. Al contrario de esta propuesta, el salario mínimo debería subir pero sin el subsidio. Considerando que ha existido una serie de concesiones al empresariado en temática fiscal, en especial a las élites, este debe asumir estos montos declinando su tasa de ganancia y el Estado no debería –ni está en la posibilidad por su renuncia voluntaria en una suerte de crisis autoinflingida- subvencionar esta tasa de ganancia. Lo cual demuestra que está bien subvencionar a las empresas pero no a la población como se observó en la última proforma Presupuestaria y en la eliminación de subsidios ya realizados a la gasolina súper. Es decir, el salario no implica una relación con una espiral inflacionaria –o deflacionaria-, sino un conflicto entre las ganancias de las élites y la población. Por tanto, como demuestra la evidencia, aumentar el salario mínimo no causa los efectos que dicen generar.

Es diciembre y nuevamente el aumento del salario mínimo vuelve a discusión. En palabras de ciertos analistas se trata de un tema “cansino”, porque aumentar el salario siempre trae consigo consecuencias negativas: desempleo, pérdida de competitividad, colapso de la economía, etc. Sin duda debe ser agotador repetir este discurso, considerando que carece de toda evidencia. De tal manera que su sustento se fundamenta más en redundar sobre él, en lugar de analizar los estudios que dan cuenta de otra realidad.

Existe una amplia literatura de cómo el aumento del salario mínimo no genera una disminución del empleo (Lester, 1960; Katz y Krueger, 1992; Card, 1992a; Card, 1992b; Machin y Manning, 1994). En uno de los trabajos en el que se analiza un aumento del salario mínimo en New Jersey, con una evaluación de impacto -método diferencias en diferencias-, Card y Krueger (1994) encuentran que la “la ganancia relativa (…) es de 2,76 empleados (o 13 por ciento), con una estadística de 2,03 [significativa]” (Card & Krueger, 1994, pág. 778). Por lo tanto, existe evidencia de que aumentar el salario mínimo no destruye el empleo.

En Ecuador un análisis descriptivo permite observar el mismo patrón en clave histórica. El periodo en que la flexibilización operacionalizada en una disminución del salario mínimo primo, la tasa de desempleo aumentaba a niveles exhorbitantes. Una situación contraria ocurrió cuando esta tendencia se revirtió: un aumento consistente del salario mínimo no elevó las tasas de desempleo, al contrario, estas disminuyeron considerablemente.

Gráfico 1. Evolución del salario mínimo y tasa de desempleo en Ecuador 1980-2016.
Salario
Fuente: CEPAL.
Elaboración: Jonathan Báez.

Desde luego, la decisión de aumentar o no el salario depende de varios factores, entre los principales están el ritmo económico y la política de los gobiernos. En ese sentido, es claro que si existe un panorama de crecimiento del PIB y una disminución de los salarios mínimos, la apuesta por el sector trabajador es nulo y una acción pro-élites empresariales está marcada. Eso ocurrió entre 1988 y 1999 en el que se observaba un crecimiento económico pero el nivel de los salarios mínimos era cada vez menor, se trataba de lo más agresivo de las políticas neoliberales. Aquellas que en ofrecían bienestar pero en realidad implicaron un deterioro de las condiciones de vida de la población ecuatoriana que, con el nivel de salario mínimo, apenas le alcanzaba para cubrir sus necesidades. Esa situación encontró su punto final en la crisis financiera del año 1999 con un salvataje bancario a los cuenta-ahorristas de diversas instituciones, la expulsión/migración de cientos de miles de ecuatorianos y la dolarización del país.

Gráfico 2. PIB nominal y Salario mínimo nominal1 por gobierno en Ecuador2 1968-20163.
jbaez-salario-1
Notas: 1) Salario mínimo nominal=salario mensual prorrateado, que se obtiene sumando al S.B.U. el promedio anual de la décimo tercera remuneración y el promedio anual de la décimo cuarta remuneración. 2) PIB nominal (eje derecho) en miles de dólares; Salario mínimo (eje izquierdo) en dólares. 3) En algunos casos los años corresponden a los meses en el que se fijó el salario mínimo, de acuerdo a la información disponible, en los demás corresponde al mes de diciembre del año inmediatamente anterior.
Fuente: BCE .
Elaboración: Jonathan Báez.

En los siguientes años la tendencia crecimiento del PIB y aumento del salario mínimo vuelve a correlacionarse. No obstante, existe una diferencia interesante entre las aspiraciones del empresariado sobre el aumento del salario mínimo que depende más del carácter del gobierno que del crecimiento económico. En efecto, el gráfico 3 se observan estas variables, entre ellas las propuestas de alza salarial del sector empresarial y lo fijado por el gobierno. De esa manera se muestra que en el año 2004 la economía creció un 8.2% en relación al año anterior y al aspiración del empresariado era aumentar el salario mínimo en un 5% aproximadamente, finalmente el gobierno de la época decidió incrementarlo en 8%. Por otro lado, en 2008 el crecimiento del PIB aumentó en un 6.4% y el empresariado propuso un aumento del 8%. No obstante, la decisión del gobierno fue incrementar el salario mínimo en un 18% (pasó de USD 198 a USD 233). Ese crecimiento más allá de la aspiración empresarial y del aumento del PIB muestra la diferencia entre distintos tipos de gobierno y, por tanto, el contraste entre beneficiar a las grandes mayorías en búsqueda de configurar un mercado interno o fomentar a una élite económica que solo observa costos en lugar de personas.

Gráfico 3. Propuestas de aumento del SBU en Ecuador 2004-2019 (%)
salario 3 mod
Fuente: BCE-Prensa nacional (Ver Anexo 1).
Elaboración: Jonathan Báez.

El periodo después de la crisis mundial 2008-2009 hasta 2014 mostró la tendencia antes señalada y el incremento realizado por el gobierno era superior al propuesto por el empresariado (que se estancó esos años en un 5%) pero esta vez el crecimiento económico era un factor más relevante. Eso es más visible en los años siguientes 2015-2016 en que, efecto de varios shocks exógenos –desplome precio del petróleo, apreciación del dólar, devaluación socios comerciales, terremoto- determinaron un crecimiento negativo; a pesar de ello en 2015 y 2016 existió un aumento realizado por el gobierno pero similar al propuesto por el empresariado. Sin embargo, ante la recuperación económica de 2017 existió por primera vez un acuerdo entre trabajadores y empresarios. En ese año el empresariado propuso un aumento del 2% pero el aumento acordado llegó al 2.46%. Por otra parte, en el año 2018 el incremento salarial propuesto por empresarios llegó al 1% y lo decidido por el gobierno alcanzó el 3% con un crecimiento del PIB cercano al 1.1%.

Además de lo mencionado, destaca la tendencia declinante del aumento del salario mínimo propuesto por el empresariado. De esa manera, con un cambio que configuró un gobierno abiertamente pro-empresarial a partir de situar figuras de las cámaras y grupos económicos en lugares claves de decisión estatal, la propuesta de este sector para el 2019 es del 0% con una previsión de crecimiento para ese año del 1.43% superior a la de 2018.

Desde esa perspectiva, si no existe un aumento del salario mínimo -como sugiere el sector empresarial- lo más probable es que sea el inicio de una situación parecida a la del neoliberalismo más agresivo en temática salarial, con sus efectos ya observados (crecimiento económico pero salarios que decrecen; con lo cual el desempleo como se mostró tendencialmente se disparará, el mercado interno puede colapsarse, etc.) pero con características distintas: sin mercado interno, institucionalizando la fuga de capitales, un Estado sin recursos fiscales para el gasto social -vía impuestos progresivos con la ley de fomento productivo y cambio de contratos petroleros- que generará más gasto para las familias de escasos recursos, con reservas internacionales en un nivel peligrosamente bajo, aspiraciones de préstamo con el FMI, una catarsis económica se está tejiendo.

En medio de estas posibles procesos, la apuesta por el Gobierno a través del Ministerio de Trabajo es aumentar el salario pero generando un subsidio para las empresas. Algunas voces cercanas al ajuste inmediato insisten en que no se debería subsidiar porque existe un problema de déficit fiscal y, por tanto, es mejor no aumentar el salario. Al contrario de esta propuesta, el salario mínimo debería subir pero sin el subsidio. Considerando que ha existido una serie de concesiones al empresariado en temática fiscal, en especial a las élites, este debe asumir estos montos declinando su tasa de ganancia y el Estado no debería –ni está en la posibilidad por su renuncia voluntaria en una suerte de crisis autoinflingida- subvencionar esta tasa de ganancia. Lo cual demuestra que está bien subvencionar a las empresas pero no a la población como se observó en la última proforma Presupuestaria y en la eliminación de subsidios ya realizados a la gasolina súper. Es decir, el salario no implica una relación con una espiral inflacionaria –o deflacionaria-, sino un conflicto entre las ganancias de las élites y la población. Por tanto, como demuestra la evidencia, aumentar el salario mínimo no causa los efectos que dicen generar.

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