Guardias garantizan la protección de indígenas, campesinos y negros en Colombia

Resumen Latinoamericano / 29 de diciembre de 2018 / CI

“La guardia somos todos, carajo”. Entonaban, caminando en círculos, más de una centena hombres, mujeres, niños y ancianos, que recibían respuesta cantada de otra centena de participantes indígenas, negros y campesinos.  

Por Vivian Fernandes* Así se presentaron la Guardia Indígena, Campesina y Cimarrona (de los pueblos negros) en la apertura de la Asamblea Legislativa Popular y de los Pueblos, realizada por más de 40 organizaciones y movimientos sociales colombianos. La asamblea fue realizada en el último mes de octubre, en Bogotá.

Las guardias populares garantizan el buen funcionamiento de la actividad política aportando defensa, identidad y disciplina. Son responsables de cuidar la seguridad y la participación en los espacios, además de mediar cualquier conflicto que pueda surgir entre los más de 1.300 militantes que participaron de la asamblea. Garantizando además la no injerencia de policía o fuerzas militares estatales.

Vistiendo chalecos verdes, azules, marrones o negros, que a su vez representa sus orígenes, localidades, identificados además con símbolos en las espaldas. Siempre acompañados de un “bastón de mando”, que no es vista como arma de violencia o represión, es símbolo de respeto y resistencia.

“No nos definimos como un ejército. Nosotros servimos y acompañamos las comunidades, obedecemos las decisiones y los mandatos de nuestras comunidades y nuestras organizaciones”, explica Luis Acosta, Coordinador nacional de la Guardia Indígena de Colombia.

Dentro de esta estructura, los guardias poseen tareas internas de disciplina, orden, control de entrada y salida y logística en organización, realizadas tanto al interior de las comunidades, como en la Asamblea. Explica Luis Acosta que “también cumplimos tareas de acompañamiento a situaciones de emergencia, de riesgo, por parte del conflicto armado y acompañamos todo lo que son misiones humanitarias”.

En el cortometraje “Mientras no se apague el sol”, de Romeo Langlois, es posible entender lo que eso significa. En medio del fuego entre guerrilla y Ejército, la guardia indígena orienta la comunidad para protegerse, busca dialogar con los actores del conflicto para que en conflicto no se apropie del territorio ni de la comunidad, garantizando autonomía

Para participar de la guardia, es necesario formarse. La capacitación y el estudio se dan en formación política, criminalística, primeros auxilios, derechos humanos, empezando desde niños –en los “semilleros de resistencia indígena”- hasta los abuelos.

“Ahí se enfatiza mucho la formación del ser, de la persona. No es a partir de lo militar. Nuestra base fundamental es el trabajo de formación para la vida, para la conciencia y para defender la Madre Tierra”, explica Luis Acosta. Y además añade que “también la guardia se convirtió en ese símbolo de resistencia y de acompañamiento al proceso social en todo el país”, usando constantemente el término de “solidaridad”, explicando que acompañan también procesos, movilizaciones y asambleas de otras organizaciones sociales o plataformas de encuentro y diálogo.

Orígenes de resistencia

Luis hace parte de la Guardia Indígena desde hace 35 años, del pueblo Nasa, pueblo arraigado en el departamento del Cauca, es hijo de una “mamá muy revolucionaria y de un papá desaparecido por la guerra”.

Él cuenta que la Guardia Indígena tiene origen en la invasión española en Colombia, en el siglo XVI. “Podemos decir que somos herederos de esa historia de genocidio, pero también de esa historia de resistencia”.

También explica que la guardia tuvo un auge durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, presidente de extrema derecha, entre los años 2002 y 2010. Periodo en el cual la violencia se agudizó mucho en los territorios indígenas. Primero en el Cauca y después en todo el país, los indígenas comenzaron a organizarse como guardias en un “proceso de resistencia, de defensa territorial, sin armas”. Enmarcada en el reconocimiento que brindó los artículos 7, 330 y 246 de la Constitución Colombiana de 1991

Según el texto constitucional, “las autoridades de los pueblos indígenas podrán ejercer funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial, en conformidad con sus propias normas y procedimientos, siempre que no sean contrarias a las Constitución y a las leyes de la Republica”.  Así, la guardia indígena afirma: “Tenemos todo el valor y la fuerza para defender, o para hacer soberanía”.

Campesinos en lucha por la tierra

Walter Quiñones, también oriundo del Departamento del Cauca, es el coordinador de la Guardia Campesina colombiana. “Desde muy tierna edad me fui vinculando a procesos organizativos, sociales en los pueblos. E hicimos un trabajo que nos permitió ir pensando diferente, que nos permitió ir soñando que somos capaces de construir un país donde haya justicia”:

Miembro de la Organización para el Desarrollo Urbano y Campesino (Ordeurca), articulada con el Coordinador Nacional Agrario (CNA), ha vivido la historia de la Guardia Campesina que empezó, hace 5 años, a crear una estructura para “defender los derechos de las comunidades y, sobre todo, para exigir el derecho a la tierra, recuperarla”.

Con expansión a nivel nacional, vinculada a las organizaciones integrantes del CNA, las Guardias Campesinas defienden los derechos de los campesinos y sus territorios, derechos que ven violados con la presencia de multinacionales y que ven constantemente amenazados por la falta de protección estatal. Así Walter Quiñones afirma “la mejor protección está en las comunidades”.

Según un estudio del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), Marcha Patriótica y Cumbre Agraria, solamente en el primer semestre de 2018 fueron asesinados 123 líderes sociales en Colombia.

Y la solución para esta realidad, Walter apunta que es por medio de la construcción en el interior de las comunidades y por la paz. “Nosotros (…) tenemos la necesidad de poder tener personas que puedan soñar la defensa del territorio, la defensa de los líderes, y comenzamos a montar las guardias dentro de las mismas comunidades en que estamos”.

“Un guardia no es cualquier persona. Un guardia debe respetar la comunidad y buscar que la comunidad y buscar que la comunidad también lo respete, no a la fuerza, pero a través del diálogo, de un ejercicio de solidaridad, de bondad, de compartir. Porque los guardias deben ser humanos, pues son defensores de los derechos humanos y constructores de caminos de paz”.

Y esa trayectoria que llevan caminando desde hace mucho tiempo, está marcada por la propia historia de violencia en Colombia. “Los campesinos hicieron luchas históricas, en las cuales tuvimos que pelear contra el asesinato de líderes sociales, contra los desplazamientos forzados, la masacre de comunidades; hay mucha gente resistiendo”.

Comunidades negras por la vida

La defensa, además, está atravesada por identidades étnicas y culturales, como el caso de la Guardia Cimarrona. “El nombre se refiere a los cimarrones, cuando la esclavitud, de la época de nuestros ancestros, en cual decimos que descendemos de África. Ellos conformaron los cimarrones, de guardia, para que se defendieran de la esclavitud que los trajo a ellos. Ellos fueron conformando esa cuestión de guardia para protegerse y se liberaran del yugo que nos habían colocado”.

Así es explicado el origen de la Guardia Simarrona por Helimelec Blanta, coordinador de la Guardia Cimarrona y representante de la Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca (Acon), provincia que hace parte del mismo departamento colombiano del Cauca.

De acuerdo con Helimelec, cada uno de los 43 consejos de las comunidades de la región definirán la formación de la Guardia Cimarrona en sus territorios, frente a las violaciones de derechos que enfrentan.

“La guardia defiende la vida, el territorio, nuestros líderes. Y lo que nos llevó a conformarla son las mismas inseguridades a las que somos sometidos. Porque vemos que en el Norte del Cauca somos masacrados, y no solamente ahí.”

Uno de los puntos centrales para los pueblos negros también se centra en la protección del agua como recurso y el medioambiente como lugar de comunidad. Así, reconocen la amenaza de la minería pues “es lo que acaba con la naturaleza, y nosotros defendemos, como guardia (…) la vida y la naturaleza”

Territorio de paz y no de violencia es lo que pregona la Guardia Cimarrona, que, así como las otras, congrega hombres y mujeres, y cuenta con la participación y formación de y para niños y abuelos de las comunidades.

“Como coordinador, estoy haciendo un trabajo de conformar guardias en los colegios, para que nuestros niños crezcan con ese impulso de cuidados de su territorio y de su vida”, apunta el dirigente Cimarrón. “En la guardia, lo que queremos es que sea una persona humilde, que tenga relación y conozca los derechos humanos”.

Creciendo junto a las comunidades negreas de todo el país, la Guardia Cimarrona tiene ahora otro desafío que es la unidad entre los distintos colectivos de autodefensa, como apunta Helimelec.

Unidad, territorio, cultura y autonomía

Con sus distintas identidades étnicas y culturales, indígenas, campesinos y negros colombianos organizados en guardias se reunieron en la Asamblea Legislativa Popular y de los Pueblos para dar un paso adelante en su conformación, con la creación de la Guardia Interétnica Intercultural.

“En los territorios y en la defensa de la vida, todos estamos unidos”, define el coordinador de la Guardia Cimarrona, que además habló del próximo paso que las tres organizaciones comienzan a dar en este proceso.

En línea de la unidad de pensamiento y de los esfuerzos, el representante de la Guardia Campesina también aporta  que la intención es “hacer una guardia donde estemos los negros, los indígenas y los campesinos, y donde estemos los urbanos”.

En la palabra desde el amor y el respeto hacia los reunidos en la asamblea, el más antiguo en comandar una de las guardias, Luis Acosta, trae al mismo tiempo la mística que circunda ese ejercicio colectivo de defensa y autonomía. “Somos una guardia de mil colores, como yo lo digo, de mil sabores, de millones de pensamientos. Donde la palabra es fundamental. La palabra, el intercambio, la formación”.

Con el desafío lanzado, las tres guardias retornan a sus territorios para hacer crecer esta idea de unidad plantada durante la Asamblea, respetando el ciclo de su propia construcción: quien decide son las comunidades.

*Vivian Fernandes es periodista de Brasil de Fato. Especial periodístico realizado por Marcha, Brasil de Fato, Peoples Dispacht, y Colombia Informa.

CI VF/YA/29/12/18/7:30

You must be logged in to post a comment Login