“No se entiende el mundo sin Marx”

Resumen Latinoamericano / 13 de diciembre de 2018 / Salvador López Arnal, El Viejo Topo, Rebelión

Entrevista con Clara Ramas San Miguel sobre Fetiche y mistificación capitalistas. La critica de la economía política de Marx (I)

Doctora europea e investigadora de la Universidad Complutense, Clara Ramas San Miguel ha centrado principalmente su labor investigadora en la obra de Karl Marx, buscando conectarlo con la tradición filosófica alemana. Ha trabajado con figuras de la talla de Michael Heinrich, prologuista del libro, dentro de la iluminadora “nueva lectura de Marx” alemana, o Günter Figal, en la línea hermenéutica y heideggeriana. Autora de numerosos artículos, ha participado en congresos y publicaciones colectivas con contribuciones sobre la obra de autores como Marx, Heidegger, Jünger, Hegel, Žižek, Gramsci o Schmitt (a quien ha traducido al castellano, como también a Michael Heinrich). Habitualmente participa en coloquios y foros de debate y recientemente ha colaborado en medios de comunicación. Sus principales líneas de investigación actuales son filosofía política y del Derecho, teoría crítica, metapolítica, formas políticas contemporáneas y populismos.

Clara Ramas San Miguel se define, de manera muy sugerente, como “marxista heterodoxa, anti-liberal ortodoxa”.

La conversación se centra en el libro publicado por Siglo XXI en abril de 2018.

Una versión parcial de esta entrevista apareció en El Viejo Topo, n.º 369, octubre de 2018, pp. 36-45.

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Enhorabuena por el libro, por el denso y muy interesante libro que ha publicado en Siglo XXI.

Déjeme explicar el índice a los lectores de la entrevista: prólogo (M. Heinrich), introducción, ocho capítulos (“Acerca del proyecto de una crítica de la economía política”, “El fetichismo y sus formas”, “La mistificación y sus formas”, “Teoría del valor y fetichismo”,…), epílogo (Carlos Fernández Liria) y bibliografía. En la introducción puede verse un apretado resumen de los contenidos de los capítulos. Añado un aviso dirigido también a nuestros lectores: voy a dejar mil preguntas en el tintero. El libro que comentamos las sugiere; las limitaciones de una entrevista… nos limitan.

Mi primera pregunta: ¿a quién va dirigido su ensayo? ¿Qué lectores espera? ¿Personas muy puestas en asuntos y categorías marxianas y en temáticas de la tradición?

Ante todo, quiero agradecerte la oportunidad de realizar esta entrevista para “El Viejo Topo”, una de mis publicaciones de referencia por su calado histórico y su orientación, tan rigurosa como valiente y estimulante. Es para mí un verdadero honor, y una ilusión.

Mil gracias, el honor es nuestro.

Diría que este libro va dirigido a dos grupos amplios de lectores. Ciertamente, es un trabajo teórico y de cierta erudición, pues tiene su origen en el proyecto de mi tesis doctoral, de modo que los estudiosos de Marx encontrarán aquí una propuesta de lectura más o menos especializada. Ahora bien, me gustaría creer –y esto me interesa mucho- que el libro puede atraer al público general interesado en conocer las dinámicas de nuestro sistema socio-económico y nuestra herencia de la Modernidad. Por ambos motivos, en realidad, lo que menos presupone el libro es la necesidad de ser “marxista” de antemano o dominar las polémicas, categorías y distinciones de esta tradición interpretativa, que en demasiadas ocasiones enterró a Marx bajo un conjunto de fórmulas, dogmas o recetas estériles. Lo que se pretende es un acercamiento a Marx como pensador vivo, a los caminos que abre, a las raíces que encierra. Cuando preguntaron a Mao en 1972 por su opinión sobre la Revolución Francesa, respondió: “es demasiado pronto para decirlo”. Estamos en el 200 aniversario de su nacimiento y quizás Marx no ha terminado de nacer todavía.

El prólogo del libro lo firma Michael Heinrich. ¿Por qué este autor? ¿Nos hace una breve presentación de Heinrich? Le dedica el libro.

Michael Heinrich es mi maestro en lectura de Marx y su trabajo es internacionalmente reconocido como una de las contribuciones más importantes a la recepción de Marx en las últimas décadas. No sólo a nivel teórico, sino por su apoyo y ayuda en los años no fáciles de una tesis doctoral y subsiguientes –especialmente en el momento de una universidad española destruida por la crisis-, le debo mucho.

Le conocí en mi época de estudiante en Berlín cuando pude asistir a algunos seminarios de Frieder Otto Wolf, otro gran especialista en Marx, que nos mostró todos los textos poco conocidos que rodean a El capital (borradores, versiones, capítulos inéditos, cartas…). En Alemania desde los años 70 se han tomado muy en serio la tarea de leer a Marx. Es entonces cuando nace esta llamada “Nueva lectura de Marx”, a la que Heinrich pertenece, junto a autores como Reichelt o Backhaus, inspirados por el énfasis de Adorno en la “abstracción real”.

En la importante obra de Heinrich, Die Wissenschaft vom Wert [La ciencia del valor], aún no traducida al castellano, se fijan las relaciones y rupturas de Marx con la ciencia económica, así como las tensiones en su propia comprensión del valor. En castellano podemos leer su comentario a El capital y también Crítica de la economía política, traducida a seis idiomas, que recomiendo absolutamente como la obra esencial para iniciarse en el pensamiento de Marx. Acaba de salir en alemán y en portugués el primer tomo de la “Gran Obra” en la que está embarcado, la que será la obra de su vida: una biografía intelectual de Marx. Es decir, no un relato de su vida o sus hechos psicológicos, sino una reconstrucción del entorno y relaciones históricas, sociales, intelectuales, teóricas, científicas y filosóficas a lo largo de toda su vida. Este primer tomo se titula Karl Marx y el nacimiento de la sociedad moderna (1814-1844) y abarca su juventud como estudiante y periodista, así como un friso riquísimo de la vida intelectual y social de la Alemania de primera mitad del XIX. Es una obra descomunal que abarcará tres tomos y de la que ya tiene miles de páginas escritas. Esperamos poder contar pronto con una traducción al castellano de esta obra que marcará época.

Eso espero yo también. Insisto yo también en la traducción de Die Wissenschaft vom Wert El epílogo de su libro es de Carlos Fernández Liria. ¿Por qué Carlos? Creo que no ha sido el director de su tesis doctoral, tesis en la que el libro que comentamos, como ha señalado usted, toma pie.

En efecto, Carlos no fue director. Sí estuvo en el tribunal de la tesis, y me parecía obligado invitarle a realizar el epílogo dado que es de las personas más influyentes en la introducción de Marx en la universidad española, especialmente en mi casa madre, la UCM, y con cuya lectura llevo debatiendo todos estos años. Además de eso, con Carlos me he formado desde que entró en esa clase de 1º de carrera poniendo círculos en la pizarra sobre el ágora de Platón, y con él he aprendido a leer a autores como Hegel, Kant, Heine o Schmitt, que han sido mi “educación filosófica”. El lector encontrará en su epílogo un resumen de su propia posición sobre Marx y los puntos en que choca con la mía, que sobre todo son su lectura de la teoría del valor y el rol del fetichismo en ella. Aunque no es un epílogo al uso en el sentido de que comente el libro, sino que más bien presenta una visión alternativa en polémica, nos pareció interesante presentar ambas yuxtapuestas al lector para que él pudiera contrastar y juzgar por sí mismo.

Excelente e inusual decisión. El capital, comenta usted en alguna ocasión, es una obra inacabada. Engels, con la ayuda de alguna hija de Marx, ¿hizo bien su trabajo de edición en su opinión? ¿Los libros II y III son más engelsianos que marxianos como se afirma en ocasiones?

Ciertamente Engels realizó un trabajo importante de intervención, reordenación y uniformización en ocasiones donde en la cabeza de Marx había huecos o titubeos. De hecho, la base que Engels utiliza para publicar los libros II y III es un manuscrito que Marx escribió entre 1863 y 1865, a pesar de que un par de años más tarde Marx había elaborado otro manuscrito completamente nuevo para estos libros. Esto revela la convicción de Marx de la necesidad de seguir trabajando esos contenidos. No pudo continuar con ello por dedicarse a la traducción francesa del libro I y su reelaboración, en un importante manuscrito que cambia sustancialmente la parte dedicada a la forma y teoría del valor. Una vez acabado este trabajo del libro I, Marx retomó, en 1875, un intensivo trabajo sobre los libros II y III, donde se ve claro que pretendía desarrollar algunos de sus temas más allá de lo que hizo en 1863-65. Sin embargo, este fue el texto que Engels utilizó para la edición que hoy en día leemos de los libros II y III. Los manuscritos de reelaboraciones de Marx se encuentran recogidos en MEGA. Todo esto nos habla de la importancia de MEGA para entender El capital como una obra en curso, abierta, inacabada.

Pone usted mucho énfasis en estudiar a Marx como se lee a un clásico del pensamiento. Permítame dos preguntas sobre esta consideración. Parece elemental lo que señala; si es así, y parece que debería serlo, ¿por qué no se le ha leído así durante años y años? ¿De dónde la confusión?

Es claro que la recepción histórica de Marx, especialmente vinculada a avatares políticos, ha dificultado el acercamiento riguroso a su pensamiento, en muchas ocasiones simplificado o trivializado para servir a fines concretos. Esto introduce dificultades específicas, pero también le da un peso innegable. El manifiesto comunista es el segundo libro más vendido de la Historia, después de la Biblia. Hace poco la UNESCO lo ha incluido, junto con el libro I de El capital, en el registro documental “Memoria del mundo”, reconociendo así su contribución al patrimonio espiritual de la humanidad y su influencia en la configuración de nuestro pasado histórico y los destinos de muchos pueblos. No se entiende el mundo sin Marx.

Gracias por la información; desconocía esa sabia decisión de la UNESCO. Destaco esa afirmación suya: “No se entiende el mundo sin Marx”. De hecho, la cité en un artículo que escribí sobre Sacristán el pasado mes de agosto.

Desde otro punto de vista, no muy alejado del anterior, Marx será un clásico pero digamos que es un clásico muy especial. No hay muchos filósofos que hayan sido referencias explícitas de varios Estados y de muchas organizaciones políticas durante más de un siglo y medio. ¿Se puede realmente tratar a Marx como un clásico del pensamiento, como el que lee e interpreta a Locke, Spinoza, Platón o Hobbes por ejemplo?

Esto me parece un malentendido muy frecuente y que es imperativo deshacer. Diría exactamente lo contrario. Son Locke, Spinoza, Platón o Hobbes los que han de ser leídos como Marx. Todo gran pensador, y todos los que mencionas lo son, alumbran un mundo e iluminan su sentido, el horizonte histórico en que se hallan, con independencia de que haya referencias más o menos explícitas en los programas políticos del momento -en muchas ocasiones debido simplemente a un elemental imperativo de prudencia: el Caute de Spinoza-. No puede entenderse el Estado moderno sin leer a Hobbes ni la polis griega sin Platón.

Hegel dice que la filosofía es “su propio tiempo concebido en pensamientos”. Este es el reto de la filosofía: “aquí esta Rodas, salta aquí”, fórmula de la fábula de Esopo que Marx retoma en ese famoso momento de El capital. Sería estúpido, dice Hegel, que la filosofía, igual que el fanfarrón de la fábula, saltara por encima de su mundo presente. Cuando la filosofía hace esto y proyecta un mundo imaginario, es mera especulación, mera opinión, algo muy débil, porque cabe allí cualquier cosa. Es un error frecuente, decíamos, entender que la filosofía se reduciría a esto, y que están los autores “abstractos”, como los que mencionas, y los “concretos”, como Marx. No es así. Precisamente Hegel, que se suele presentar como el colmo de la especulación abstracta y alejada del “mundo real” -así ha sido trivializado-, dice que esa abstracción que no permite comprender la realidad efectiva es una “atadura”. La liberación de esa atadura de la falsa abstracción es el concepto, que com-prende [be-greift, de greifen, prender y agarrar] lo real y por eso es libre. Lutero dijo que Jesucristo era la rosa que conciliaba en la cruz el drama de la Historia. Hegel recoge esta imagen para la filosofía y dice que “La filosofía es la rosa en la cruz del presente”. Aquí está el presente, aquí está nuestra cruz: encontremos su concepto y seamos libres, nos dice Hegel, el maestro de Marx. Este cruce entre inmanencia y trascendencia, anudado en nuestro presente: esto es la filosofía y no puede ser otra cosa. Esto es Platón, Spinoza o Marx, e, insisto, no puede ser otra cosa.

Es muy hermoso e interesante lo que acaba de señalar. Cambio de tercio. A propósito de las ediciones de la obra de Marx ¿Nos explica sucintamente las diferencias entre las MEW, la MEGA, la Nueva MEGA? ¿No hay un proyecto en marcha, descomunal donde los haya, de edición de sus obras en muchos, en muchísimos volúmenes?

En efecto. El proyecto en marcha es la segunda fase de MEGA [Marx-Engels Gesamtausgabe], la publicación de Las obras completas de Marx y Engels, desde los 90 a cargo de la Fundación Internacional Marx-Engels y la Academia de las Ciencias de Berlín-Brandenburgo. Se trata de la publicación todos los escritos, manuscritos y cartas de Marx y Engels siguiendo los principios de una edición histórico-crítica. Esto quiere decir que se publica todo lo que se ha conservado en su forma y lenguaje originales, incluyendo borradores, textos anotados, variantes, correspondencia…; las intervenciones editoriales como correcciones o reordenaciones son reducidas al mínimo estrictamente imprescindible y quedan debidamente consignadas.

Este proyecto comenzó en los años 20 como un proyecto ruso-alemán, pero tuvo que ser interrumpido por la guerra y no se retomó hasta los 70. Esta segunda edición de MEGA es más rigurosa que la primera, puesto que en esta algunos manuscritos fueron reordenados, y, la nueva MEGA, además, contiene todos los extractos completos y cartas que Marx y Engels recibieron, no sólo escribieron. Hasta la fecha, se han publicado 65 volúmenes; la edición completa constará de 109.

MEW [Marx-Engels Werke], Obras de Marx-Engels fue la primera edición más o menos sistemática de las obras de Marx y Engels en alemán, acometida en 1956 por el Comité Central del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) de la RDA. Consta de 44 tomos. No es una edición histórico-crítica porque contiene exclusivamente la última edición preparada por los autores o, en los manuscritos no publicados, fuerza la presentación de un trabajo prácticamente terminado mediante correcciones o reordenaciones, tratando de descubrir “las intenciones originales del autor”. MEW es la edición más extendida y manejada en la literatura, y es utilizable si uno es consciente de sus limitaciones y acude a MEGA² cuando es necesario. En mi libro manejo por lo general MEW, y MEGA² para los textos no incluidos en ella.

En cuanto a la expresión “economía política” que aparece como subtítulo de su libro; “La crítica de la economía política de Marx”, ¿a qué ciencia, a qué autores remite? ¿A Smith, a Ricardo?

Marx hace una distinción entre economía política “clásica” y “vulgar” en unos textos preciosos de Teorías del plusvalor (erróneamente conocido como el Tomo IV de El capital), y la mantiene en todo El capital.

La primera se refiere sobre todo a Smith y Ricardo, que abrieron el camino de una ciencia al abstraerse de los fenómenos para tratar de encontrar las leyes que los regulan. Sin embargo, por un trabajo conceptual insuficiente caen en una serie de contradicciones y confusiones que propician que la ciencia económica posterior se limite a recoger de forma apologética la apariencia inmediata de los fenómenos, limitándose a la superficie. Esta es la economía vulgar: la que considera la apariencia inmediata la verdad última. Marx le reprocha que ni siquiera sospeche que la apariencia inmediata de las cosas puede no coincidir con su razón de ser o su ley interna, cuando esto es precisamente lo que hace necesario una “ciencia”: que la apariencia inmediata de las cosas [Schein] no tiene por qué coincidir con su realidad efectiva [Wirklichkeit].

Hay toda una dialéctica entre cómo se manifiestan las cosas y lo que son, sin que ello signifique que la aparición o fenómeno [Erscheinung] sea mera apariencia. Marx está poniendo aquí en juego todo el instrumental conceptual de la tradición filosófica clásica alemana, desde Kant a Hegel, y especialmente su Ciencia de la lógica. No se entiende a Marx sin su asunción del modo de pensar de la filosofía clásica alemana, y esto es otro punto que he trabajado y espero desarrollar en publicaciones futuras. En fin, con esto, incide Marx, la economía vulgar no hace sino sistematizar y hacer apología de las representaciones espontáneas de “los agentes atrapados en las relaciones de producción capitalista”, tomadas de la superficie empírica de los fenómenos, lo que les merece el epíteto en otras ocasiones de “voceros de la burguesía”.

Esto nos hace reflexionar hoy. Para Marx, “había sonado la hora de la economía vulgar” cuando a economistas empiristas como Senior y J.S. Mill, tan cómodos en burdas contradicciones, les resultaba en cambio totalmente ajena “la contradicción hegeliana”, de la que Marx afirma que es “la fuente de toda dialéctica”. Es decir, el pensamiento para Marx –y para Hegel- avanza mediante contradicciones, recogiendo el carácter no acabado de lo real, no reconciliado. Lo real alberga siempre tensiones y posibilidades de apertura. La hora de la economía vulgar es la negación de eso, la hora del burdo empirismo, del “esto es así y es lo que hay”. Esta hora suena también hoy. Imaginemos lo que opinaría Marx de la actual economía neoclásica, heredera de las teorías de la utilidad marginal, apoyadas sobre un individualismo metodológico y un enfoque positivista que considera que sólo existe lo traducible, por un lado, a preferencias subjetivas, y por otro, a datos y números que las cuantifican. Para la economía actual, un individuo es un agente económico maximizador de beneficio -o “emprendedor de sí mismo”, según versiones-, un grupo es un agregado estadístico, todo ello regulado por las leyes de hierro del mercado. A diferencia de esto, Marx intenta, mediante un enfoque estructural, formal y conceptual, desentrañar qué clase de abstracción real nos constriñe bajo la forma-mercancía en relaciones opacas y mistificadas.

Una duda: ¿no sería mejor hablar de contraposiciones -o término afín- que de contradicciones? “Marx fue el compañero de Jenny Marx” y “Marx no fue el compañero de Jenny Marx” son dos enunciados contradictorios y no parece que, a partir de esta contradicción, pueda avanzar mucho el pensamiento. Los peligros son conocidos. Recordemos el dicho clásico: ex contradictione quolibet, cualquier cosa a partir de una contradicción.

Sí, es un buen matiz. Sin embargo, la traducción literal de contra-posición sería Gegensatz, y la palabra que utiliza Marx es Widerspruch (literalmente, contra-dicción). Pero el sentido de lo que señalas es correcto: Marx está hablando de oposiciones reales o contraposiciones, no de meras contradicciones lógicas o lingüísticas (de las cuales frecuentemente se burla). Que Marx lo entiende así, como Hegel, queda claro por otra cita de El capital, en el capítulo del dinero, que creo que te gustará: Marx habla de la “contraposición/contradicción real” como modo en que se crea una forma que resuelve oposiciones en la realidad. ¿Qué ejemplo pone? Es una “contradicción” [Widerspruch], dice, que un cuerpo caiga sobre otro y a la vez se aleje de él. La elipse, dice, es una forma de movimiento donde esta “contradicción a la vez se realiza y se resuelve”. Suelo utilizar “contradicción” para respetar la elección terminológica de Marx, pero es claro que podríamos usar perfectamente, como sugerías, “contraposición”, puesto que Marx está hablando de una oposición real, utilizando como metáfora la oposición entre fuerzas físicas.  

Me interesa el ejemplo, efectivamente. Gracias. Tomemos un descanso ahora si le parece. Continuamos en breve.  

De acuerdo.

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