México. AMLO ¿político o estadista? (Opinión)

Por Gerardo Fernández Casanova, Resumen Latinoamericano, 8 de diciembre de 2018.-

Decía Bismarck que el político gobierna para las próximas elecciones, mientras que el estadista lo hace para las próximas generaciones. Con todo respeto al Canciller alemán de la cita, resulta que López Obrador lo corrige por conjugar en su persona al político y al estadista. Como político, no sólo gobierna para las próximas elecciones, sino que por iniciativa de ley que enviará al Congreso se somete a la posibilidad de revocación del mandato a la mitad del sexenio y, desde luego trabaja para que tal no suceda; es más actúa como si todos los días estuviese en la víspera de su elección. Como estadista se ha dado a la tarea de provocar la IV Transformación del país para construir un nuevo régimen y una nueva república; por lo menos a crear unas bases tan sólidas durante su gestión que la hagan irreversible en el rumbo de un país de gran potencia, tanto internacional, como con especial énfasis en la idea de hacer de México un país en que su población alcance la mayor felicidad posible; esto es su condición de estadista-

De ello se ha dado perfecta cuenta la oposición conservadora que ya se avoca a ponerle todos los obstáculos posibles para que fracase, particularmente la de los panistas que ya soltaron todos los perros de la Internacional Demócrata Cristiana y sus santones ubicados en Miami, junto con cubanos y venezolanos, expertos en la desestabilización de gobiernos progresistas.

AMLO mostró su talante renovador desde la campaña electoral, no la cambió durante el largo período de transición, la refrendó el día de la toma de posesión y en su primera semana de gobierno, siguiendo en todo tiempo una actitud plenamente congruente con su postulado político, convocando al pueblo a respaldar su proyecto y entregándose a su participación: “sin ustedes soy nada, pero con su apoyo los conservadores me van a hacer lo que el viento a Juárez”(Taibo II hubiera empleado frases de mayor contundencia y claridad).

El público celebra los símbolos en que el Presidente cifra su forma de gobernar republicana: deja la residencia presidencial de Los Pinos, para abrirla como espacio de esparcimiento y cultura para la gente dada su fastuosidad; se deshace del Estado Mayor Presidencial destinado a su protección personal, órgano de peso exagerado que, so pretexto de protección, significaba el divorcio entre el presidente y la población; envía el lujosísimo avión presidencial a California para su venta y se traslada en avión comercial; se acabaron las camionetonas negras blindadas y usa un automóvil utilitario y sin mayor escolta; se reúne todas las mañanas a las 06:00 A. M. con su gabinete de seguridad para luego a las 07:00 A.M. presentarse ante la prensa para la conferencia diaria; instala por decreto la comisión de la Verdad para el caso de los desaparecidos de Ayotzinapa; establece el régimen de austeridad, comenzando con la eliminación de los privilegios y grandes sueldos de la alta burocracia, el propio por delante, y muchas otras acciones confirmatorias de su estilo de gobernar sin engaños ni palabras rimbombantes, carentes de compromiso y definición, ante las que el pueblo estaba cansado de escuchar sin entender de los políticos.

En pleno discurso inaugural en la Cámara de Diputados, los conservadores panistas le exigen bajar el precio de las gasolinas, lo que le llevó a dar respuesta en el mismo discurso, recordándoles que ellos votaron por su aumento; le protestan por la invitación a Nicolás Maduro, que no estaba presente, y le contaron los 43 y la petición de justicia, robando de manera espuria la demanda de los padres de los desaparecidos, cuando ya antes AMLO se había comprometido a hacerlo. Incluso en la primera semana de gobierno hacen público un spot mediático en que se le compara con Stalin, Hitler, Chávez, Maduro y Kim el norcoreano, advirtiendo que no permitirán un dictador en México, haciendo alusión a López Obrador; el aludido le da la bienvenida a la oposición y sólo les sugiere que aprendan a hacerlo bien.

Va a ser muy ardua la resistencia conservadora y habrá que consolidar orgánicamente el soporte popular; ya tendrá que formularse el frente de trabajadores democrático e independiente que ha anunciado Napoleón Gómez Urrutia, así como la incorporación de las guardias comunitarias al esquema de la Guardia Nacional, con la intervención de Néstora Salgado y del Dr. Mireles. También MORENA tendrá que guardar su carácter electoral para reasumir su función como movimiento popular. Para luego es tarde.

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