México: Miles de bases zapatistas participaron como público de un particular Festival de Cine

El festival imposible, realmente era imposible o sólo era inevitable

Por Noe Pineda/ noviembre 2018

Foto: Noe Pineda

Recientemente se realizó el festival de cine Puy ta Cuxlejaltic (Caracol de nuestra vida) en el Caracol zapatista de Oventic. Sucediendo del 1 al 10 de noviembre, donde miles de bases e insurgentes zapatistas pudieron ver en formato de maratón, decenas de películas, la mayoría documentales, que se han producido en diversas geografía, con diversas motivaciones y la enorme mayoría, parte de la cartelera de los festivales más importantes del país.

La curaduría fue una especie de muestra de festivales, prácticamente todas las películas documentales han participado en algún festival, las menos no lo han hecho, las películas de ficción igualmente, y qué decir de Roma de Alfonso Cuarón con la que, según algunos, dio inicio oficialmente el festival, aunque en realidad comenzó con producciones más modestas y colectivas. La diversidad de producciones que se vieron tuvo desde producciones autogestivas o de muy bajo presupuesto, como producciones con altos financiamientos públicos y/o privados, que eso no define ni su contenido, ni su posición en los temas que abordan, o quizá sí, eso todavía estaría a discusión que de momento no me interesa abordar.

Pero ¿eso que menciono es lo destacado? no, definitivamente no, lo destacado son muchas otras cosas, como que haya sucedido el festival en un Caracol zapatista; como que miles de indígenas zapatistas hayan visto muchas películas que difícilmente o nunca, hubieran podido ver de no suceder el festival; que muchos realizadores, productores y otros etcéteras del mundo audiovisual, no sólo del cine, pudieron tener un primer acercamiento con los Tercios Compas (antes radialistas y promotores de comunicación); que muchos de los invitados que asistieron intercambiaban, por primera vez, palabras con un/una zapatista de carne y hueso, muchos ya los conocen bastante bien.

El cine llegó a un Caracol zapatista, eso me hizo pensar en los recuerdos de la infancia cuando llegaban las proyecciones de cine al barrio, claro, no era lo mismo, no eran maratones, era una o dos películas pero el efecto en el gusto cinematográfico quedaba como huella indeleble, así supongo lo habrán vivido algunos compas, así, quizá lo habrán vivido algunos Tercios Compas.

Pero ¿los zapatistas se encuentran por primera ocasión con el mundo del cine? No, tampoco. Los zapatistas han vivido el cine de formas diversas, el audiovisual para no restringirnos. Los zapatistas han protagonizado un sin fin de películas documentales desde su surgimiento, por ejemplo, Viaje al centro de la selva de Epigmenio Ibarra 1994; Las compañeras tienen grado, 1995 de Guadalupe Miranda y María Inés Roqué; Caminantes, 2001 de Fernando León de Aranoa o su protagonismo en la ficción Corazón del tiempo, 2009 de Alberto Cortés. Sí, los zapatistas han visto y han sido vistos de cerca, sin olvidar el encuentro con Oliver Stone en 1996 en pleno auge y globalización del EZLN.

En casi todo este tipo de cine los zapatistas habían estado del lado del lente, es decir, delante de la cámara, era la mirada del de afuera a los rebeldes de adentro, pero los zapatistas también saben de estar del otro lado de la cámara, tampoco es que están descubriendo el audiovisual en este festival, desde hace 20 años que los primeros zapatistas se enfrentaron a un equipo de filmación y de edición análogo.

Cuentan los que estuvieron en ese inicio que: “En febrero 1998 sostuvimos los primeros talleres bi-nacionales como parte de nuestro proyecto de intercambio cultural juvenil bajo el nombre de Chiapas Youth Media Project; los participantes eran Street Level Youth Media de Chicago, el grupo de jóvenes indígenas de Fabio de Ciudad de México y el grupo de videastas indígenas de Guillermo de Oaxaca.” Nos dice Alex Halkin en su texto “Fuera de la óptica Indígena: Zapatistas y Videastas Autónomos” publicado en libro Global Indigenous Media: Cultures, Poetics, and Politics , 2008.

Los primeros equipos usados en lo que se consolidaría primer como Centros Regionales de Medios, después como Centros de Comunicación Rebelde Autónomos Zapatistas, fueron cámaras S-VHS y equipos de edición analógicos igual S-VHS. La necesidad y solicitud de continuar con el proceso obliga a que se formalice la relación y la formación, por lo que en marzo 1998 se instituye el proceso con el proyecto Chiapas Media Project (CMP) y en México se incorpora en el 2001 como Promedios de Comunicación Comunitaria, en adelante se refieren como Chiapas Media Project/Promedios.

Desde hace ya varios años, CMP primero y ProMedios después, no trabajan directamente el proceso formativo con los comunicadores zapatistas, ambos han desarrollado otros proyectos y procesos, pero mientras duró el trayecto juntos, las producciones zapatistas tuvieron dos destinatarios, las comunidades, bases civiles del zapatismo y los externos, que no sólo se hizo como un trabajo de mera difusión del movimiento, sino también, de visibilidad y estrategia de fondos para equipamiento en los CCRAZ. Así que en común acuerdo de 1999 a 2006, algunas de las producciones audiovisuales participaron en festivales y muestras de cine. Algunos de los título que salieron a festivales fueron: Son de la tierra, La tierra es de quien la trabaja, Educación en resistencia, El huerto zapatista, entre otros.

La primera ocasión que se vio un cortometraje en un festival de cine fue en 1999, ese años se presentaron en diversos festivales, por ejemplo, el Taos Talking Picture Festival, Nuevo México; el First Peoples Festival, en Montreal. Las producciones destinadas al exterior viajaron por América del Norte, del Sur, por Europa, Oceanía, llegaron a la India, Sudáfrica y Rusia. Su última gira cinematográfica se haría en Francia, con la campaña “El Ojo Zapatista” en 2006 y los cortos fueron proyectados en diversas salas con diversos públicos que gustan del cine, nos dice Nicolás Défossé, ex integrante de ProMedios: “Hablo de cines donde se proyectan películas que estrenan comercialmente el mejor cine de autor internacional. Nada equivalente se realizó en Estados Unidos más allá de festivales.

A partir de entonces, los cortometrajes y la documentación audiovisual se concentró en el interior de la organización, sus producciones no saldrían de nuevo a los públicos externos, sino hasta 2013, en la Escuelita Zapatista los promotores de comunicación fueron los responsables de realizar varios trabajos audiovisuales que fueron material entregado a quienes asistieron como estudiantes de la Escuelita. Después, en 2014 se fusionan los equipos de comunicación (radios y videastas) de las zonas y se conforman como Tercios Compás, un cuerpo de todas las regiones zapatistas quienes realizan el registro audiovisual de todos los eventos, lo que venían haciendo de por sí años atrás, pero ahora, vuelven a retomar la producción hacia el exterior.

El festival de cine Puy ta Cuxlejaltic (Caracol de nuestra vida) en el Caracol zapatista de Oventic no sólo es un “desfile de famosos”, ni un “maratón de películas”, es un paso más en un proceso de construcción permanente de la autonomía, con sus contradicciones inevitables e innegables, en que por primera vez el trabajo audiovisual es uno de los protagonistas, donde los equipos de promotores de comunicación, Tercios Compas, si bien no mostraron todo lo que saben, sí mostraron 4 cortometrajes, si bien no muestran todo lo que son, sí se encontraron de frente con un sector que en estos años, también se ha venido consolidando con narrativas y una presencia propia.

Si bien hay claroscuros en el festival, ausencias que se sienten (que quizá aborde en otro texto), después de noviembre de 2018 veremos qué resulta del encuentro con la gente del cine mexicano, veremos qué resulta en la narrativa audiovisual de los Tercios Compas, veremos “cine zapatista como Dios manda” y ¿Cómo manda Dios que sea el cine?. El festival de cine Puy ta Cuxlejaltic (Caracol de nuestra vida) culminó, y aunque no tuvo mayor repercusión en los medios de comunicación nacional, podemos afirmar que está por verse sus efectos en las bases civiles zapatistas que están cambiando, que son consumidores de discursos audiovisuales como no lo habían sido sus padres y abuelos, y que es ahí donde tienen un camino todavía muy largo que andar. Como diría un chiste popular: “Ya veremos dijo un ciego…”.

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