Dos tercios de los cigarrillos del mercado negro mundial proceden de las propias tabacaleras, según un estudio

Resumen Latinoamericano / 28 de agosto de 2018 / David Ruiz Marull, La Vanguardia

Investigadores de la Universidad de Bath afirman que las grandes compañías del sector “facilitan el contrabando, mientras intentan controlar el sistema diseñado para prevenirlo”

¿Y si todo lo que creemos saber sobre el mercado negro del tabaco no fuera del todo cierto? Durante años, gobiernos de todo el mundo se han fiado de estudios financiados por la propia industria tabacalera para definir sus estrategias contra el contrabando de cigarrillos. Pero los investigadores de la Universidad de Bath afirman que estos informes “han sobreestimado rutinariamente la escala” de este comercio ilegal.

Las conclusiones de su estudio incluso van más allá y afirman que los grandes productores de tabaco están “facilitando todavía el contrabando de tabaco, mientras intentan controlar el sistema global diseñado para prevenirlo”. Según sus estimaciones, “aproximadamente dos tercios de los cigarrillos del mercado negro mundial proceden de las propias tabacaleras”.

Los investigadores tuvieron acceso a documentos restringidos.

Dos análisis del Grupo de Investigación de Control del Tabaco (TCRG) han sido publicados recientemente en la revista Tobacco Control. Para realizar el primero, que salió en junio, los autores tuvieron acceso a documentos restringidos que apuntaban cómo las compañías tabacaleras han intentado “socavar un acuerdo internacional importante (el Illicit Trade Protocol (ITP), protocolo de comercio ilícito), diseñado para evitar que la propia industria siga con el contrabando de tabaco”.

Los profesores de la Universidad de Bath Allen Gallagher y Anna Gilmore recuerdan que el ITP se comenzó a adoptar cuando algunas de las principales empresas del sector fueron juzgadas y multadas en 2012 por su participación en operaciones globales de contrabando de tabaco. “Se creó un sistema que rastrea los paquetes a través de su ruta de distribución”, señalan.

Una estanquera, vendiendo tabaco
Una estanquera, vendiendo tabaco (Mané Espinosa)

“En este punto, la industria tabacalera aseguró que había cambiado y se presentó ya no como perpetradora del contrabando, sino como víctima de este mercado ilícito”, apuntan. Las principales compañías desarrollaron entonces su propio sistema, conocido como Codentify (patentado por Phillip Morris y que también usan British American Tabacco, Imperial Tobacco Group Japan Tabacco International).

“Presionaron a los gobiernos de todo el mundo para que adoptaran el Codentify como sistema mundial de seguimiento y rastreo. Los documentos filtrados muestran que trazaron un plan conjunto para usar lobbies para promover el Codentify y hacer creer a las autoridades que era independiente de la industria”, apuntan los investigadores.

La industria se presentó ya no como perpetradora del contrabando, sino como víctima de este mercado ilícito.

Pero cada vez hay más evidencias, según sugiere el estudio, de que las tabacaleras “facilitan el contrabando de tabaco”. “En el mejor de los casos, la industria no estaría controlando su cadena de suministro, aunque evidencias recientes procedentes de investigaciones gubernamentales, denunciantes y documentos filtrados indican que las compañías tienen una participación continua” en este proceso.

“Esta tiene que ser una de las estafas más grandes de la industria tabacalera: no solo sigue involucrada en el contrabando de tabaco, sino que se está posicionando para controlar el sistema que los gobiernos de todo el mundo han diseñado para detener esta práctica”, destaca en un comunicado Anna Gilmore, directora del TCRG.

Tabaco intervenido en la Seu d'Urgell.
Tabaco intervenido en la Seu d’Urgell. (Guardia Civil)

El segundo estudio, publicado apenas una semana en la misma revista, ha examinado la calidad de los datos e informes sobre el tabaco ilícito que las tabacaleras han financiado y los autores entienden que se sobreestiman los niveles de contrabando y que hay “una falta de transparencia en cada etapa del proceso de investigación”.

“En la década de 1990, había pruebas abrumadoras de que Big Tobacco (las cinco empresas más grandes de la industria tabacalera: Philip Morris International, British American Tobacco, Imperial Brands, Japan Tobacco International y China Tobacco) estaba involucrado en el mercado ilícito del tabaco. Según las estimaciones de la época, un tercio de las exportaciones mundiales de cigarrillos anuales no podían contabilizarse a través de rutas de distribución legales”, dicen los expertos.

En la década de 1990, había pruebas claras de que Big Tobacco estaba involucrado en el mercado negro de tabaco.

“A pesar de la abrumadora evidencia de complicidad histórica en el contrabando de tabaco y que las últimas pruebas sugieren que las compañías continúan impulsando este comercio ilícito, la industria se presenta como clave para resolver el problema, mostrando la financiación de estudios como un ejemplo de sus intentos de reducir el estraperlo”, señalan.

En 2016, por ejemplo, Philip Morris International prometió destinar 100 millones de dólares a analizar el mercado negro de tabaco. “Pero si los datos no logran alcanzar los estándares esperados de la investigación académica, debemos preguntarnos si tiene algún uso más allá de ayudar a la industria a enturbiar las aguas en un importante problema de salud pública“, indica Allen Gallagher.

Tabaco de distintas marcas inglesas
Tabaco de distintas marcas inglesas (Mané Espinosa)

Lo habitual es que las grandes compañías tabacaleras utilicen los hallazgos de los estudios que patrocinan para argumentar que las políticas de control del tabaco lo que hacen es conducir a un aumento en el contrabando e inciden en que si los gobiernos quieren subir los impuestos eso alentará a más personas a comprar cigarrillos ilegalmente.

Anna Gilmore entiende que los gobiernos y las autoridades fiscales y aduaneras de todo el mundo “parecen haber sido engañados por los datos y las tácticas de la industria”. “Es vital que se despierten y se den cuenta de cuánto está en juego. Los estudios financiados por la industria del tabaco no son confiables”, añade.

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