Venezuela: Reinaldo Iturriza: el chavismo y sus singularidades

El escritor y teórico caraqueño aborda algunos de los retos que enfrenta el chavismo hoy día en esta entrevista realizada en Caracas.

Por Cira Pascual Marquina, 19 agosto 2018

Reinaldo Iturriza es un prolífico blogger reconocido por Hugo Chávez, autor de El chavismo salvaje y ex‐Ministro de Comunas y de Cultura. Actualmente, Iturriza trabaja en un nuevo libro, Caribes, mientras participa en el Centro Nacional de Historia y se desempeña como campesino asociado a la Comuna el Maizal. En esta entrevista el escritor caraqueño aborda algunas de las cuestiones más complejas que enfrenta el chavismo hoy día, desde la tensión entre democracia interna y liderazgo en el PSUV, las contradicciones que los comuneros rurales enfrentan con las oligarquías regionales y sus aliados en el gobierno y la percepción del Chavismo internacionalmente.

Cira Pascual Marquina (CPM). La historiografía hegemónica interpreta la historia en un desarrollo lineal. Así, implícitamente, busca continuidades. Sin embargo, en tu interpretación del fenómeno Chavista, este está marcado por singularidades y rupturas, ¿puedes profundizar sobre esto?

Reinaldo Iturriza (RI). Sí, este asunto es clave. La historiografía de impronta conservadora hace un enorme esfuerzo por demostrar la familiaridad del chavismo con lo más “atrasado” de la tradición política venezolana. Y más allá de nuestras fronteras, ciertamente, se ha pretendido despachar el fenómeno emparentándolo con los “populismos” característicos de, nuevamente, países “atrasados”, centrando la atención en la figura del líder y relegando a un segundo plano a las clases populares. Implícitamente, se considera a estas últimas incapaces para la política, al igual que a nuestros países, más bien propensos al desorden, la irracionalidad y la violencia. Cuántas veces no hemos leído opiniones de este tipo.

Sin embargo, la singularidad del chavismo consiste, entre otras cosas, precisamente, en el protagonismo popular. El chavismo es el resultado de un extraordinario proceso de subjetivación política que tiene su origen en la década de los 90, por una serie de circunstancias históricas, y el mismo liderazgo de Chávez sería inconcebible sin ese influjo popular.

Chávez es pura hechura popular, es el resultado de un proceso y no a la inversa. Su liderazgo tiene que ver directamente con su capacidad para hacer resonancia, para traducir los anhelos y las aspiraciones del sujeto popular. Luego, ciertamente, pueden identificarse relaciones de continuidad con la cultura política adeca: clientelar, fundada en la lógica de la representación, relegando a las clases populares a un rol subordinado, “participando” a través de formas tradicionales de la política (partidos, sindicatos, etc.), privilegiando el corporativismo. Las líneas de fuerza más conservadoras del chavismo se sienten muy cómodas repitiendo estas mismas prácticas, pero, de nuevo, eso no es lo que define la naturaleza del chavismo. Lo que hay de novedoso en el chavismo es precisamente todo lo que rompe con la vieja cultura, pariendo una nueva: el sujeto chavista es fundamentalmente esa parte mayoritaria de la sociedad venezolana que fue invisibilizada históricamente, mantenida al margen, que siente una profunda desconfianza en las formas tradicionales de organización, que le apuesta a la lógica de la participación directa, a los espacios de autogobierno. El desconocimiento de esto último suscita equívocos de todo tipo respecto a la revolución bolivariana.

CPM. Recientemente concluyó el IV Congreso del PSUV, y los debates han sido intensos, duros en algunos momentos. El debate más tenso se centró en el tema de la democracia interna en un partido con millones de militantes. Una corriente planteó la proclamación de Nicolás Maduro como presidente del partido, y que él mismo, dadas las complejas condiciones generadas por la agresión imperialista, escoja la dirección del PSUV, mientras otra corriente planteó la elección de la dirección por las bases, manteniendo a Nicolás Maduro como presidente del partido. La primera fórmula se impuso. Partiendo de tu interpretación creativa del presente y del pasado, ¿qué tipo de partido necesitamos hoy en la construcción del socialismo en el S XXI? Obviamente la cuestión de la democracia (y el debate entre iguales) es fundamental, pero también la autonomía del sujeto comunal.

RI. En primer lugar, considero un acierto que el IV Congreso del PSUV haya decidido ratificar a Nicolás Maduro como presidente del partido. La unidad del chavismo se hará reconociendo el liderazgo del Presidente, no al contrario. Luego, urge la renovación del liderazgo del partido. Y la mejor manera de hacerlo hubiera sido apelar a las bases, jugársela con las bases. No estoy de acuerdo en lo absoluto con aquello de que más democracia genera desunión. Es un argumento falaz. Con más frecuencia de lo recomendable, la clase política chavista decide no prestar atención al profundo descontento popular con la clase política en general, chavista y antichavista, a la que considera desconectada de la realidad, sin conocimiento real de los problemas que debe afrontar día a día la población. Hay una muy severa crisis de mediación política que debe ser encarada, con valentía y audacia. Entre otras cosas, un partido del socialismo del siglo XXI sería uno que se atreva a dar ese paso. Ya hemos tenido demasiado de estos políticos de rango medio y alto que exigen al pueblo sacrificios que ellos mismos no están dispuestos a hacer, valiéndose, al contrario, de las posiciones que ocupan para obtener beneficios, prebendas y privilegios.

CPM. Parecería que hoy el campo es el espacio de lucha más activo contra el despotismo del capital y de un sector de la burocracia. Vemos casos como el de la construcción comunal en El Maizal, la resistencia en el Sur del Lago y ahora la Marcha Campesina Admirable, ese recorrido heroico que están realizando los campesinos desde el interior hasta Caracas para hacerse escuchar. ¿Por qué crees que el campo es el eje más activo en un proceso que hasta recientemente se ubicaba principalmente en el territorio urbano, en los barrios?

RI. En cada caso, el pueblo organizado está enfrentando o interpelando a sectores de la oligarquía y poderes fácticos regionales, que sin duda alguna consideran dadas las condiciones para “restaurar” su poder en el campo, y la aberrante alianza de una parte del Estado (funcionarios, fuerzas policiales, efectivos militares, jueces, etc.) con estos mismos poderes. Es sencillamente intolerable que esta alianza se produzca en circunstancias que más bien tendrían que obligarnos a concentrar fuego en nuestras tierras con vocación agrícola, brindándole todo el apoyo necesario al sujeto de la política revolucionaria (pueblo campesino y comunero, pequeños y medianos productores), dando por hecho que aquí sigue mandando un gobierno revolucionario. Extraño sería que esta situación no generara una respuesta popular.

El encuentro reciente de los campesinos y las campesinas con el Presidente, y particularmente todo lo que dijeron durante la hora en que tuvieron oportunidad de hablar, además en cadena nacional, es uno de los acontecimientos políticos más importantes de los últimos tiempos. Creo no equivocarme si digo que la mayoría del país se sintió representada en sus palabras, en sus reclamos y exigencias. Es la misma lucidez política de la gente de El Maizal y de tantas otras Comunas, de la gente del Sur del Lago, y en general de todo el que piensa que para superar este trance histórico, tenemos que ser capaces de producir lo que comemos.

CPM. En el ámbito internacional, algunos sectores de la izquierda dicen que no están ni con el Chavismo ni con sus enemigos, ni con el imperialismo ni con el Gobierno Bolivariano. Ese, en realidad, es un falso dilema, ya que hay una tercera opción, el Chavismo de base, que por supuesto es más afín al gobierno o, cuando menos, forma frente con el gobierno frente al imperialismo, mientras expresa sus antagonismos a menudo muy fuertes con el bloque en el poder estatal. ¿Cómo evalúas estos posicionamientos?

RI. Me parece que es el típico posicionamiento de quienes idealizan las relaciones de poder. Por más diferencias que puedan tenerse con el Gobierno, está absolutamente claro que el antichavismo simplemente no es una opción. Esos sectores de izquierda de los que hablas hacen alarde de su derecho a no elegir. Cuando vives en una sociedad como la venezolana, donde intentamos llevar a cabo una revolución, con sus maravillas y sus miserias, donde no es una opción que nos gobiernen los criminales de otrora, los mismos que están apelando a absolutamente todas las formas de lucha para derrotarnos, incluyendo el magnicidio, aquel alarde se nos parece mucho a la impostura: mi posición es no tomar posición. Francamente, creo que tampoco hay que ser tan severos. Ya lo entenderán, cuando hagan su propia revolución. Cuando tengan al imperialismo intentando asfixiarles, entenderán que la única opción es respirar.

Fuente Venezuelanalysis.com.

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