México. Las fortalezas del régimen caduco (Opinión)

Por Gerardo Fernández Casanova, Resumen Latinoamericano, 16 de agosto de 2018.-

Una de las principales motivaciones de los treinta millones de votos que le dieron el triunfo a López Obrador se explica por el rechazo popular al régimen caduco y a los privilegios que le son inherentes. Meade y Anaya perdieron por haber sido identificados como representativos del modelo impuesto por dicho régimen. El problema es que, con todo y su caducidad, ese régimen y su oligarquía disponen de innumerables instrumentos para defenderse de la intención de cambio.

En el ámbito mexicano no hemos vivido experiencias como la que hoy se registra; para el cambio que se busca no son válidas las recetas del otros países; habrá que inventar sin perder la brújula, pero con paso ligero y cuidadoso. Por lo contrario, los que temen ser afectados cuentan con un arsenal de métodos para desestabilizar y destroncar proyectos de interés nacional, disponibles y conocidos a nivel internacional; ahí no hay adivinanza sino plena certeza. Para detectarlos se requiere acudir a la observación de lo que sucede en el mundo y, particularmente, en América Latina.

Uno de los instrumentos de mayor peligrosidad es el de la politización de la justicia empaquetado con la manipulación de los medios de comunicación bajo el dominio de la derecha. El caso de Brasil es plenamente explícito: la mafia arrebató el poder que les fue negado en las urnas; destituyeron a Dilma Rousseff y encarcelaron a Lula da Silva con la finalidad de erradicar el proyecto nacionalista y popular. En Argentina ganaron una elección precedida por el más feroz bombardeo de la prensa derechista contra Cristina Fernández y su partido; ahora pretenden también encarcelarla, igual que a Lula, sin razón legal que lo sostenga. En ambos casos los jueces actúan por consigna del poder faccioso, son partidistas y corruptos, con disfraz de impolutos.

Aquí hemos conocido lo inverso, esto es: la judicialización de la política ejercida desde la presidencia y su procuraduría en contra de quienes no le son afectos. En la campaña electoral se manifestó en el caso de Anaya con especial dedicatoria por algún negocio dudoso; lo intentaron con AMLO sin encontrar ni un solo asomo de delito. Napoleón Gómez Urrutia ha sido perseguido y acosado por la justicia por el capricho del dueño del monopolio del cobre y la defensa de los intereses de los trabajadores contra la precarización laboral tecnocrática (Lozano Alarcón como juez “honorario”). Néstora Salgado estuvo varios años presa por su actuación honesta en defensa de su comunidad. Se pueden contar por miles los así perseguidos y encarcelados. Incluso el caso de Elba Ester Gordillo obedeció a motivos políticos, que por cierto no aplicaron para casos igual de ofensivos como es el de Romero Deschamps y tantos otros líderes sindicales obsecuentes con el régimen.

Viene al caso lo anterior para alertar y observar con especial cuidado la demanda “social”, liderada por la Confederación Patronal, para la instauración de una fiscalía “independiente” del presidente. El tema visto desde el ángulo del régimen corrupto ya caduco, tendría validez, pero analizado en términos de un nuevo régimen electo por una abrumadora mayoría por su discurso contra la corrupción y la injusticia, no podría valorarse igual; menos aún si AMLO ha asumido como responsabilidad personal, no delegada, la atención de los asuntos relacionados con el combate a la corrupción y la delincuencia; mal podría hacerlo sin contar con un fiscal general sujeto a su autoridad. El privilegio de López Obrador es que, además de la legal y la legítima, cuenta con toda la autoridad moral para entregarle, sin remilgos, todo el poder posible. No va a fallar, pero si falla, a los tres años, podrá ser revocado su mandato, por propia iniciativa que se convertirá en ley, con todos los riesgos que implica.

Entrecomillé el término social en el párrafo anterior también para alertar en relación con las llamadas organizaciones de la sociedad civil, entre las cuales se cuenta con magníficos ejemplos de participación cívica y patriótica, pero que también se tienen casos de fachadas para influir en la población con fines subliminales de defensa de los intereses que se van a combatir (ojo con los patrocinadores). El lobo gusta de vestirse de oveja y, por ejemplo, la CIA tiene toda la metodología para lograr el engaño; en todo el mundo se conocen sus tretas y podemos dar por descontado que López Obrador y el nuevo régimen no le son especialmente simpáticos. ¡Aguas!

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