Puerto Rico/ Recordando a dos patriotas: ​Elías Beauchamp e Hiram Rosado

Por Rafael Cancel Miranda, Resumen Latinoamericano, 23 febrero 2018

​Elías Beauchamp e Hiram Rosado: Gracias, compañeros, en nombre del pueblo patriota puertorriqueño.

¿Por qué les doy las gracias? Para la década de 1930 el pueblo puertorriqueño escuchaba a don Pedro Albizu Campos y la voz nacionalista. Para ese mismo tiempo surgió la huelga de los trabajadores de la caña, industria puertorriqueña de la cual los gringos se habían apoderado. Franklin D. Roosevelt, entonces presidente de los Estados Unidos, envió a Puerto Rico a un tal coronel Elisha F. Riggs como jefe de la policía colonial y a otro tal general Blanton Winship como gobernador con la encomienda de exterminar al Partido Nacionalista de Puerto Rico y para que pusieran fin a la huelga cañera. Riggs y Winship ya antes habían sido asignados por Washington para planificar el asesinato del General de Hombres Libres, Augusto César Sandino, en Nicaragua. Poco después de llegar a Puerto Rico, tanto Riggs como Winship declararon a la prensa, Frente a los nacionalistas, tiren a matar.

Siguiendo ese mandato, y bajo órdenes del coronel Riggs, el 24 de octubre de 1935 la policía masacró a unos jóvenes nacionalistas que se dirigían a la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Pero esa masacre no quedó impune gracias a Elías Beauchamp e Hiram Rosado, quienes ajusticiaron al criminal Riggs el 23 de febrero de 1936, aunque poco después la policía los asesinó en el mismo cuartel de la Policía.

Pero los pueblos no olvidan a quienes les han ofrendado sus vidas y hoy recordamos que un 23 de febrero de 1936 los jóvenes nacionalistas Elías Beauchamp e Hiram Rosado ajusticiaron al criminal responsable por la Masacre de Río Piedras.

Elías, Hiram, ustedes están vivos en la memoria de su pueblo. Y somos más de los que el imperio y sus lacayos de oficio quisieran. ¡Gracias!

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ELÍAS BEAUCHAMP E HIRAM ROSADO: AJUSTICIAMIENTO DEL CORONEL FRANCIS RIGGS

 

EL NACIONALISMO PUERTORRIQUEÑO Y LOS AÑOS 30

Por: Lydia Collazo Cortés y Margarita Maldonado Colón
Desde la invasión a Puerto Rico en 1898, el gobierno militar yankee ha asesinado una buena parte de nuestra juventud y ha convertido a otra en esbirro a sueldo para acallar las voces de aquellos que honrosamente defienden su patria. Es la misma política empleada por los ingleses cuando se apoderaron a la fuerza de la India por trescientos años y convirtieron a los nativos de esa tierra en soldados sepoys, de ahí la palabra “cipayo”. Es la misma táctica y principio del imperialismo, no importa la potencia que sea: España, Francia, Portugal y otros, desde inicios de la historia. La política es invadir, asesinar la oposición y dividir al pueblo para luego explotarlo.


Coronel Francis Riggs al centro (el más alto)Añadir leyenda

Aquí en Puerto Rico, cuando fue nombrado el gobernador Blanton Winship, militar de carrera –uno de los más sangrientos personajes de la historia de Estados Unidos, nombrado por el enfermizo presidente Franklin Delano Roosevelt en 1934–, el país se encaminaba sin presentirlo, a una ola de asesinatos por parte del gobierno yankee. Este Blanton Winship, racista nacido en Georgia, al sur de los Estados Unidos, comenzó su tarea en Puerto Rico con mano dura y, para colmo, nombró a otro militar, el morboso coronel E. Francis Riggs como jefe de la policía. Ambos parecen haber tenido gangrena en la sangre porque en Puerto Rico no hubo más que ataques, asesinatos y encarcelamientos desde que asumieron sus cargos. La orden del día era: Frente a los nacionalistas, tiren a matar. Y así sucedió. Esos dos bribones, racistas del Norte, nos veían con desprecio.

La matanza de cuatro jóvenes –uno se salvó–, de cinco que pasaban en un auto frente a la Universidad el 24 de octubre de 1935, fue algo que jamás había visto el pueblo de Puerto Rico. No había motivo para esto y he aquí los detalles: Don Pedro Albizu Campos, presidente del Partido Nacionalista de Puerto Rico, había pronunciado un impresionante discurso en Maunabo en el que acusaba al régimen como culpable de actos represión y violencia contra el pueblo que no estaba de acuerdo con la situación que estaba viviendo. Un grupo de estudiantes identificados con el gobierno colonial planeaba celebrar una asamblea para declarar a don Pedro enemigo de la cultura nacional. Al hablar de cultura nacional ellos se referían a la de Estados Unidos.


Poco antes, en la Universidad de Puerto Rico Don Pedro Albizu Campos había dictado una conferencia que fue muy aplaudida. El propósito de estos estudiantes era provocar un atentado contra don Pedro, quien era muy bien recibido en la institución. El atentado no se llevó acabo y la policía, en represalia, tiroteó el auto de Ramón S. Pagán que pasaba en dirección contraria a la entrada de la Universidad. En el auto, además de él iban cuatro estudiantes más: José Santiago Barea, Pedro Quiñones, Eduardo Rodríguez y Dionisio Pearson. De los cinco jóvenes nacionalistas, cuatro mueren en el ataque excepto Dionisio Pearson. Otro joven, Juan Muñoz Jiménez ajeno a los hechos, muere en ese tiroteo. Dionisio fue herido y a José lo fusilaron minutos después de entregarse porque fue a auxiliar a sus compañeros. Pearson fue acusado posteriormente, por el régimen, de terrorista y de asesinato porque supuestamente iban a bombardear la Universidad. Lo irónico del caso es que ellos estaban desarmados y ni siquiera habían entrado a la Universidad. Es importante que se sepan estos detalles por ser parte de la historia.


Cuatro meses después, el 25 de febrero de 1936, Elías Beauchamp e Hiram Rosado ajustician al jefe de la policía, el coronel E. Francis Riggs. Es interesante conocer otro detalle: El Lunes 16 de Marzo de 1936 aparece un artículo de prensa que dice así: “Que conteste quien pueda: ¿Por qué se ordenó a los vecinos del cuartel de la policía de SanJuan que se quitaran de las ventanas y puertas que daban vista al lugar de los sucesos? ¿Por qué no se dio acceso al cuartel a los reporteros de los diarios de San Juan cuando aún estaban vivos Beauchamp y Rosado y al contrario, se amenazaba con carabinas y revólveres a los que al cuartel se acercaban? ¿Por qué dejaron en el cuarto macabro a Rosado después de haberlo herido gravemente y esperaron a que estuviera agonizante para llevarlo al Hospital?” Estas preguntas nunca fueron contestadas por el gobierno alcahuete y cómplice de esa ejecución que acabó con la vida de esos jóvenes. El imperialismo con sus cipayos no tiene límites. Todo lo que se le antoje lo toma por la fuerza y si no lo consigue, lo destruye. Los imperios del presente, como los del pasado, son los mismos. Les anima la codicia del expansionismo y explotación. Cuando se apoderan de tierras ajenas jamás piensan en devolverlas. La explotación es un medio para exprimir la mínima gota de sangre de ese pueblo y reprimir las fuerzas que combaten ese saqueo a como dé lugar. El imperialismo es igual a una fiera voraz con su presa que no le permite escape alguno porque su único deseo es satisfacer su vientre pero, antes de comer la huele y se entretiene jugando con su víctima. Así han jugado con nosotros estos malditos bárbaros del norte hasta que sean expulsados de nuestras tierras para siempre.


                                                                          Hiram Rosado

¿Quién fue Hiram Rosado? Hiram era un joven de Ciales, a quien le gustaba la música y la lectura. Su padre don Pedro Rosado, sabía que su hijo era estudioso y se esmeraba por comprarle libros. Era apasionado estudioso del violín y un modelo de la juventud que se levantaba muy decidida a defender su patria a toda costa. Ocupaba un puesto de supervisor local en una compañía conocida FERA. La vida de Hiram Rosado y de Elías Beauchamp ambas se parecían. Como se conocieron? Es algo que no sabemos. El día del acontecimiento en San Juan nadie sospechaba de sus planes. Lo cierto es que tomó una decisión que terminaría con su vida y la de su compañero. Pero esa decisión no fue una idea cualquiera porque tuvo su propósito: Ajusticiar a Riggs por la muerte de los cuatro jóvenes en Rio Piedras, hacer justicia. Palabras de Hiram Rosado: “Ante el inmenso dolor de la patria esclava, el sufrimiento personal nos empequeñece”. Del ideario íntimo del joven nacionalista son estas palabras que deben ser leídas con respetuoso recogimiento espiritual.

                                                                  Elías Beauchamp cuando fue arrestado

¿Quién era Elías Beauchamp? Su familia era natural de Lares y las Marías, área montañosa en Puerto Rico. Su familia era muy conocida en esa parte y tenían ya una hermosa historia de cómo lucharon contra el imperio español para los años de 1865. De estos hombres y mujeres luchadores descendía Elías. Su padre estaba muy orgulloso de él, no sólo como estudiante sino por ser un buen hijo. Era muy conocido en su pueblo. Trabajaba con el licenciado Leopoldo Santiago Carmona. Después con los tabacaleros de Bayamón y luego, J. Ramírez e hijo. Así que Beauchamp era muy parecido en su crianza y conducta a Hiram Rosado. Su último trabajo fue en San Juan antes de morir. Elías también tenía sentimientos nacionalistas. Conocía del asesinato de los cuatro jóvenes el año anterior en Río Piedras y sentía notable indignación como ser humano. Algo tenía que suceder ante la muerte de esas víctimas. Se unió al plan con Hiram, Juan A. Corretjer y Plácido Hernández para sacar de circulación al jefe de la policía, el sangriento Coronel Riggs que vino a nuestra país a aterrorizar a un pueblo pacífico. Porque aquí el terrorismo lo trajo el imperio norteamericano. Nunca Puerto Rico fue consultado para que entraran a nuestra tierra como amos. El gobierno norteamericano para este tiempo lo que hizo fue desacreditar sus propias leyes y a los que estaban en la cúpula del gobierno. No había justicia ni lástima sólo asesinatos horrendos y esa conducta no podía seguir. Hoy los restos de ambos jóvenes reposan en el cementerio de Barrio Obrero donde todos los años el Partido Nacionalista deposita flores para recordar a esos mártires que lo dieron todo por una causa noble.

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NOTAS DEL PERIÓDICO EL IMPARCIAL SOBRE LOS SUCESOS

25 de febrero de 1936- Según el Periódico El Imparcial

“BEAUCHAMP CANTÓ EN EL BAÑO MIENTRAS
SE ASEABA EL DOMINGO POR LA MAÑANA”

Elías Beauchamp: Nadie sospechaba que Elías, ese domingo, daría muerte al jefe de la policía, Coronel Riggs. La muerte de ese jefe es el primer acto de esa índole que registran los anales de la historia política puertorriqueña. Elías Beauchamp era natural de Utuado. Su padre era don Francisco Beauchamp. Elías era miembro de una familia respetable y vino a vivir a San Juan, algún tiempo y trabajaba con la Comercial José B. López y Cía., corredores de arroz. Casado con la señora Ana Luisa Pérez, tenía dos hijos. Elías Beauchamp era un fervoroso nacionalista, pero tolerante con aquellos que no comulgaban con su credo. Vivía en la calle Luna de San Juan y en su casa había una foto de don Pedro y material alusivo a la independencia. Era buen trabajador, dedicado a sus quehaceres. A las once de la mañana salió de su casa y nunca dejó entrever su propósito.

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29 de febrero de 1936- Según el Periódico El Imparcial

“AL DECIRLE LA NURSE A HIRAM ROSADO:
‘¡ESTÉSE TRANQUILO!’ EL SONRÍE… SABIENDO QUE YA TODO ES INÚTIL”

Hiram Rosado: Era amante de los libros y de la música, el violín. Su padre alimentaba esos deseos de su hijo porque era un buen muchacho. Era un modelo de hombre. La causa de la libertad llegó a constituirse en una idea fija. Su vida, como la de Beauchamp, había sido casi paralela. De buena familia, honrados y amantes de su patria, apenas se conocían. Hiram saldría de su casa ese día y nadie sospechaba su propósito.

En la esquina Allen, en San Juan, ese día ambos, Elías e Hiram, iban dispuestos a morir.

Después del atentado, son acribillados a balazos por la policía. Elías Beauchamp cae primero e Hiram, gravemente herido va a auxiliarlo. En el hospital, antes de morir, Hiram Rosado, antes de morir, intenta hablar. La enfermera le pide que se esté tranquilo y luego le regunta si el reloj pulsera sobre la mesa era de él. Él le responde: “Sí, y suyo también”. Pregunta de nuevo: “¿Cuántos balazos tengo? Me duele un poco el pecho”. Y muere. Una de las declaraciones que hace: “Ante el inmenso dolor de la patria esclava, el sufrimiento personal personal nos empequeñece”.

En el cuartel de la calle San Francisco, Núm. 305, el jefe Vázquez y otros policías y agentes impedían la entrada a personas ajenas, momentos después de haber dado muerte a Elías Beauchamp y de herir a Hiram Rosado, quien muere en el hospital más tarde.

                                                             El joven Elías Beauchamp

El joven Hiram Rosado

                                                       Velatorio de Hiram Rosado y Elías Beauchamp

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