Desconectados en Cuba: sí, ¿pero cuánto?

Jóvenes cubanos utilizan el Zapya para compartir aplicaciones y conversar. Fotografía: Fernando Medina/CachivacheMedia.

Por Cachivache Media

Hablar de Cuba e internet no es sencillo. Desconexión e inexistencia son de las primeras variables que vienen a la mente cuando se piensa en una ecuación que los involucre. Es cierto que una gran parte de los cubanos jamás se ha conectado a internet, pero la realidad es más matizable que las (a menudo escuchadas) aseveraciones del tipo “en Cuba no hay internet” o “en Cuba la gente no tiene acceso a la información”. Desde redes informales hasta compendios de información que circulan en dispositivos de almacenamiento, pasando por otro rosario de alternativas, los cubanos han sabido buscar soluciones para contrarrestar las privaciones económicas y las ineficiencias de las instituciones encargadas de facilitar la conexión.

En 2014, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) de Cuba, el país tenía 271 usuarios de internet por cada mil habitantes, cerca del 27% de la población. No queda claro si ese por ciento incluye a los usuarios del conjunto de redes nacionales, que no tienen acceso a la mayoría de los contenidos fuera del dominio .cu, y cuyas cuentas son otorgadas por el Estado a médicos, trabajadores de la cultura y otros profesionales de diversos sectores. Por años, burlar los proxys de esas redes locales se convirtió en algo muy habitual para los usuarios; hubo momentos incluso en los que existió una brecha a través de la cual era posible navegar rumbo internet.

En contraste con el dato anterior, otros reportes indican que antes del surgimiento de las salas de navegación y las zonas wifi, la conectividad a internet desde la Isla era de un 5%, pero tampoco esta es una cifra confiable.

Sea cual sea la exactitud de los datos anteriores, el 4 de junio de 2013 Cuba dio un paso hacia un mayor acceso a internet con la apertura de 118 salas de navegación a un precio de 4.50 CUC la hora (1 CUC equivale a 1.15 USD aproximadamente). Dos años después, el 1 de julio de 2015, se inauguraron 35 zonas wifi en diferentes puntos del país, se autorizó a los usuarios cubanos conectarse desde las wifi de los centros turísticos, y se bajaron los precios de conexión a 2.00 CUC la hora, acciones todas que han redundado en un aumento considerable de la presencia –a tientas, sin conocer demasiado sus capacidades– de cubanos en los predios de internet.

Según la presidenta de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S. A. (ETECSA), ingeniera Mayra Arevich Marín, en una entrevista ofrecida al sitio cubano CubaSí el 24 de diciembre de 2015, al cierre del año existían 339 salas de navegación con mil 174 computadoras para conectarse. De igual forma, al comenzar el 2016 existían 65 áreas públicas para conectarse al wifi y se espera crear la infraestructura para abrir 80 nuevos puntos. Arevich Marín declaró que, como promedio, más de 150 mil cubanos acceden diariamente a internet solo por estas vías. Asimismo, agregó que al cierre de noviembre de 2015 existían 1.2 millones de cuentas de correo Nauta, un servicio de correo electrónico internacional usado en los celulares con conexión de datos móviles, una variante muy útil porque no depende de la conexión a internet para su funcionamiento.

En cualquier caso, la estadística de cuántos usuarios se conectan a través de la wifi nunca será completamente fiable, ya que muchas personas comparten su conexión a través del celular, o usando aplicaciones como Connectify, que permite conectar a varios usuarios a partir de una misma cuenta, un servicio que suele ser revendido en las zonas wifi como la opción de un internet más lento –e inseguro, lo cual la mayoría no sabe– pero más barato.

Además de este internet “puro”, en Cuba existen algunas plataformas nacionales desarrolladas desde la década del noventa para organizar y conectar sectores priorizados para el desarrollo del país. Por ejemplo, más de 40 mil médicos se conectan desde sus casas a Infomed, la red dedicada a la medicina que forma parte de la intranet cubana, no exenta de problemas pero que contribuye al desarrollo del gremio. Infomed posee numerosos servicios como correo electrónico, bibliotecas virtuales, servicio de descargas de archivos ftp (file transfer protocol), plataformas de blogs con fines científicos, grupos de participación social y, sobre todo, una comunidad dedicada al desarrollo científico médico.

Otro portal es Cubarte, más enfocado en la difusión de la información de carácter cultural y en la prestación de servicios a artistas y profesionales de la cultura. En 2013 existían más de 11 mil cuentas en esta plataforma que, entre sus servicios, además del correo electrónico, cuenta con sitios web y boletines con materiales periodísticos sobre el campo cultural y una cartelera bastante actualizada que puede funcionar a través de servicios de SMS. Al igual que su par Infomed, está lejos de ser perfecta, pero es una herramienta útil –aunque aún no explotada de la mejor manera– en los procesos de conexión y desarrollo del sector de la cultura.

Trasteando internet desde Cuba

Muchas personas utilizan la app IMO para comunicarse con sus familiares y amigos. Fotos: Fernando Medina / Cachivache Media

En Cuba, cuando se recorren los parques, hoteles y otras áreas públicas con zonas wifi resulta recurrente una escena: personas — muchas personas — hablando eufóricas a la nada, apuntándose con el teléfono al rostro y (en el mejor de los casos) un par de audífonos conectados a este. La causa de ese comportamiento es IMO, una aplicación gratuita para móviles utilizada para realizar videollamadas, y con la que los cubanos suelen comunicarse con familiares y amigos del exterior. No existe una estadística pública de la cantidad de usuarios que utilizan IMO desde nuestro país pero lo habitual de la escena anteriormente descrita da una idea de la popularidad que goza la aplicación

En la investigación Adolescentes y jóvenes cubanos: Retos y oportunidades para la sociedad cubana actual, realizada por María Isabel Domínguez García para el Grupo de Estudios sobre Juventud-Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) en 2013, en un estudio del uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) entre jóvenes de 11 a 24 años, un 88,2% declaró haber utilizado Facebook alguna vez. Otro dato menos concluyente pero que brinda una idea precisa de cuán familiarizados están los jóvenes cubanos con esa red social es el protagonismo de la Isla en los likes de las páginas de algunas de las principales estrellas del fútbol mundial. En un fan map publicado por esa red social, Cuba es el décimo país en aportar más likes a Lionel Messi, tercero para Iker Casillas, octavo en el caso de Andrés Iniesta, cuarto entre los fans de Gerard Piqué y duodécimo entre los seguidores de David Villa. Lo anterior no permite asegurar que sean usuarios asiduos, pero sí afirmar la existencia de por lo menos un primer contacto de los jóvenes cubanos con la plataforma creada por Mark Zuckerberg.

Google Trends proporciona más referencias acerca de cómo los cubanos usan internet. Desde 2011 hasta 2014, por ejemplo, Belleza Latina estuvo en el top de los picos de búsqueda para Cuba. Las telenovelas de turno también ocuparon un espacio relevante, al igual que el Mundial de Sudáfrica 2010, las Olimpiadas de Londres 2012 y el Mundial de Brasil 2014. En 2015, año de la explosión de la navegación a través de la red wifi, el premio se lo llevó IMO, la aplicación para videollamadas ya mencionada, junto a las páginas de entrada y salida de las cuentas de Nauta, otra señal del auge ya apuntado del uso del servicio de las zonas wifi.

El Paquete Semanal

El consumo informal de audiovisuales se ha convertido en una práctica muy habitual en Cuba. Fotografía: Fernando Medina/CachivacheMedia.

Internet no es la única –ni siquiera la más importante– fuente de información y conexión de los cubanos. Ante la imposibilidad de los usuarios de conectarse a internet, el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones tomó en Cuba un camino muy particular en el campo del entretenimiento a través del consumo informal de audiovisuales, un fenómeno que nació en la época de los cintas de video Betamax y VHS y se ha actualizado tecnológicamente hasta llegar a la era del USB. En ese mundo de consumo informal destaca el fenómeno conocido como El Paquete Semanal, que ha devenido en una de las más populares y mejor estructuradas variantes nacionales para combatir la desconectividad.

De manera sucinta, El Paquete Semanal es un compendio de información de 1 Terabyte que se actualiza periódicamente, a través del cual sus distribuidores “emulan” el universo de contenidos de la web y en el que, como en internet, se encuentra casi todo tipo de materiales –películas, shows, programas de talento, series de televisión, novelas de diferentes países, dibujos animados, youtubers, noticiarios, páginas web salvadas con noticias nacionales e internacionales, aplicaciones para celulares (iOS y Android), programas para diferentes sistemas operativos, videojuegos, documentales (cubanos y extranjeros), programas de la parrilla televisiva nacional, libros, revistas, música, videoclips nacionales y extranjeros, entre otros–.

La composición de estos contenidos reproduce los patrones usuales de difusión de la industria del entretenimiento; en El Paquete más del 60% de los productos son estadounidenses, en los que destacan programas de importantes cadenas como HBO, CNN, CINEMAX, ESPN, FOX, ABC, CBS y DISCOVERY. No obstante su carácter mimético en materia de diversidad cultural, por su amplitud, El Paquete Semanal es un coloso con tantas opciones de consumo que termina por suplir, según el gusto de las personas, buena parte de las necesidades de esparcimiento de la mayoría.

La forma de acceder a este es bastante sencilla. En la versión más tradicional, el terabyte completo de información cuesta 2 CUC –aunque en La Habana, el 70% de los encuestados para una investigación de tesis de grado declararon no pagar nada–. Los precios fluctúan de acuerdo a varios factores, como la distancia que deba viajar el distribuidor, la actualidad de los materiales y la cantidad de información comprada, pues muchas personas solo poseen memorias flash (pendrives) con una capacidad de entre 8 y 32 gigabytes, por lo que consumen una especie de Paquete a la carta, con contenidos seleccionados por ellos del total.

Según numerosos reportajes, la creación y distribución de El Paquete funciona a través de un núcleo de personas que se dividen las funciones y se encargan de obtener los diferentes materiales, por lo general, gracias a descargas de internet o capturados a través de antenas satelitales. Luego realizan una curaduría y preparan un terabyte de información. Estos proveedores cobran por sus servicios entre 100 y 400 CUC cada semana. No existe una única matriz, sino varias, e incluso cuando comienza la distribución, muchas personas y estudios de música incluyen sus propios contenidos y/o los cambian en dependencia de sus intereses.

Muchos de los distribuidores de El Paquete Semanal tienen un amparo legal bajo la licencia de vendedores de discos, una patente de corso otorgada por el gobierno cubano a las personas que distribuyen materiales audiovisuales que, a pesar de estar sujetos a derechos de autor, su salvaguarda no parece ser prioridad para las autoridades en la Isla.

De acuerdo a diferentes investigaciones, entre los principales motivos de consumo de El Paquete se encuentra el entretenimiento y el acceso a la información. Si bien la televisión nacional transmite numerosas películas estadounidenses –muchas de ellas blockbusters que aún no han sido estrenadas en las televisoras de pago de ese país– en El Paquete Semanal pueden encontrarse mucho más rápido y en alta definición. Por otra parte, funciona como un Internet offline, donde el usuario selecciona los materiales que desea consumir y en qué momento hacerlo. Un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Sociales del Instituto de Radio y Televisión (CIS) durante el 2014, develó que al menos el 40% de la población capitalina consumía El Paquete Semanal.

En la actualidad, el gobierno cubano ha creado otras variantes como La Mochila o el Pa que te eduques en un intento de brindar modelos de consumo cultural alternativos. Por varias causas que van desde problemas en el diseño de selección hasta la presentación propiamente dicha del producto, hasta el momento el resultado de estos empeños ha sido un fracaso.

Los dispositivos móviles se han convertido en una de las principales formas de consumo digital en Cuba. Fernando Medina/CachivacheMedia.

Otras alternativas a la desconexión

Recientemente Cachivache Media dedicó un artículo a la Street Network (SNET), una red informal autogestionada que conecta a todos los municipios de la capital de forma inalámbrica o por LAN, y se extiende desde el poblado capitalino de Cojímar hasta Bauta, en la provincia de Artemisa.

Pero SNET no es la única red de su tipo en el país. Fuera de la capital, muchos otros municipios también poseen redes informales autogestionadas donde se pueden encontrar versiones de redes sociales, plataformas configuradas para jugar, foros de discusión y los habituales ftp, además de El Paquete Semanal y diversas iniciativas como revistas especializadas o de información local.

Otra de las opciones usadas por los cubanos para comunicarse y compartir contenidos es Zapya; la aplicación se ha convertido en un espacio offline donde las personas comparten contenidos de todo tipo, en especial aplicaciones por las que ya no tienen que pagar. Zapya también es empleado para chatear, una suerte de red social donde el usuario decide si mantenerse incógnito o no, compartir fotos y hablar de cualquier tema. Uno de los usos más controvertidos es el empleo de la misma para el sexting y la concertación de citas sexuales, una práctica que, ante la ausencia de conocimientos mínimos de seguridad informática por parte de muchos usuarios, ha provocado varios casos de acoso y abuso.

Al panorama descrito se suma el surgimiento, en los últimos años, de una serie de proyectos enfocados en ofrecer servicios y satisfacer necesidades aprovechando las nuevas tecnologías, adaptados a las carencias de conectividad de la escena cubana. Entre los principales empeños impulsados por los emprendedores nacionales destacan ejemplos como Vistar Magazine y Play Off –revistas dedicadas a la cultura y al deporte, respectivamente– ; Suenacubano –plataforma de difusión de la música cubana–; y aplicaciones móviles como ConoceCuba –compilación de sitios de interés cultural–, Ecumovil –versión para celulares de la enciclopedia colaborativa cubana Ecured–, AlaMesa –guía de restaurantes del país–, y Ké hay pa’ hoy? –una cartelera cultural del país– (estos dos últimos se encuentran disponibles en Google Play).

Por fin… Conectados o desconectados???

En Cuba existe una realidad sui géneris, donde la desconexión a la red de redes no es sinónimo de aislamiento cultural ni informativo. A pesar de la escasa penetración de internet, que nos mantiene aislados de importantes procesos económicos, científicos y culturales, los cubanos hemos sabido buscar soluciones para estar “conectados” de alguna forma al mundo, ya sea a través del acceso a internet proporcionado por el Estado o mediante las diferentes iniciativas de ciertos emprendedores que han permitido a los cubanos no estar ajenos a qué ocurre “en el exterior”. Como resultado, los gustos de consumo de la Isla no difieren mucho del resto de los integrantes de la cultura occidental: cada rumor, fichaje y noticia del fútbol europeo –cuyos partidos se transmiten con frecuencia en vivo por la televisión nacional– se vive con la misma emoción que la de cualquier vecino del Viejo Mundo; en cualquier cafetería o carro de alquiler resuenan a toda hora los éxitos de las listas de Billboard; apenas cinco días después de liberada en Netflix, la cuarta temporada de House of Cards –en Alta Definición– ya viajaba de memoria en memoria por La Habana. Falta mucho por hacer en materia de aprovechamiento de las herramientas de internet, falta mucho por avanzar en la “domesticación” y “cubanización” de la red de redes. En materia de cultura y conocimiento, tenemos un delay, pero solo eso. La idea de una Cuba ciega y sorda, de una especie de El Dorado que espera por ser descubierto y descubrir al resto del mundo, está lejos de ser real.

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