LLAMADO A LA UNIDAD CONTINENTAL. Desde el epicentro, evitemos el sismo

Resumen Latinoamericano/ 24 de julio 2017 .-

“Socialismo o Barbarie”

Rosa Luxemburgo

 Argentina,  Brasil, Colombia, México y  Venezuela representan en este momento el epicentro de un sismo: somos el punto donde se proyecta verticalmente el foco del cataclismo que está por sacudir al mundo: la oxigenación y renacimiento del imperialismo estadounidense, su triunfo  en el objetivo recolonizador de América.

Normalmente, el epicentro del sismo es el espacio que sufre los mayores daños. Y, en Argentina, Brasil, Colombia, México y Venezuela, ya  los estamos viendo.

En Argentina, el Gobierno de Macri puso en práctica un programa neoliberal que arrasó con la seguridad  y estabilidad social de millones de mujeres y hombres, quienes sólo tienen su fuerza de trabajo para sobrevivir, y que  ahora experimentan depauperización y desamparo.

Tras todo esto, y la inevitable reacción del pueblo afectado,  volvió a la Argentina                la represión y violación de los Derechos Humanos. Hay un rostro de mujer que refleja este cuadro: Milagro Salas, dirigente indígena, condenada a prisión por insubordinarse contra los arrases neoliberales, sacrificada como escarmiento por la dictadura neoliberal.  Ahora, el Gobierno de Macri adquirió una deuda externa, con la cual condenó a  esta  nación a  un siglo de expoliación que sufrirán las clases trabajadoras.

En Brasil, luego del golpe parlamentario contra la Presidenta legítima Dilma Rousseff, vino el arrebato de las conquistas sociales con niveles de misoginia alarmantes. El pueblo volcado a las calles para exigir sus derechos solo ha recibido  represión masiva. Hace una semana recibimos con estupor la  coronación del  programa brutal de Temer: una reforma laboral que arrasa con derechos  históricos, como la jornada de ocho horas que, en adelante, será de 12 horas mínimo; además de la eliminación de remuneración por horas extras, descansos por tiempo para el almuerzo, lapso de estudio, entre otros; y la restitución de discriminación por maternidad, al permitir que los empleadores exijan a las trabajadoras reporte de embarazo con plazo máximo de treinta días, y otorgar libertad patronal para el despido de mujeres que estén gestando.

Para cerrar el anillo,  ordenaron  prisión para Luiz Inácio Lula da Silva, como política preventiva contra el liderazgo que podría encausar la lucha del pueblo brasilero contra la dictadura neoliberal de Temer y sus secuaces.

En Colombia, la violación del Acuerdo de Paz entre la fuerza  insurgente Farc-EP y el Gobierno de Santos, ya ostenta 186 asesinatos de dirigentes sociales, en menos de un año; y una huelga de hambre de 1346 prisioneras y prisioneros políticos a quienes  se les siguieron imponiendo las rejas, pese a que la Ley de Amnistía que ordenaba su libertad estaba vigente desde diciembre del año pasado.

Ya,  la huelga de alimentos,  tras 25 días de heroica resistencia y la presión de movimientos, organizaciones e individualidades de distintos espacios del planeta, fue concluida, alcanzando  la promulgación del  Decreto 1252 del 19 de julio de 2017, tras el cual debería hacerse efectiva la Amnistía.

Sin embargo, las y los prisioneros políticos seguirán en rebeldía carcelaria, porque  la actitud terrible del Estado colombiano, casi inmutable frente a esta protesta que puso en riesgo la vida de mujeres y hombres que sólo reclamaron su derecho a la libertad, es totalmente ajena al espíritu del Acuerdo de Paz y asoma la duda sobre el cumplimiento de los compromisos.

Lo peor es que,  aunque el Acuerdo de Paz en Colombia fue firmado ante organismos internacionales, como la ONU, y su incumplimiento contempla sanciones; hasta ahora,  la llamada “comunidad internacional”  no se ha pronunciado sobre sus abiertas violaciones.

Por si fuera poco, los grupos paramilitares han revivido y comenzado a tomar los territorios donde antes estuvieron las Farc-EP; todo para favorecer a las trasnacionales del extractivismo, que, desde el año anterior hasta la fecha, han incrementado en 44% la desforestación. En ese contexto, el pueblo trabajador vive en dura lucha por la sobrevivencia  contra los efectos de la privatización generalizada de los servicios básicos, en combinación con el deterioro del ingreso; hecho que ha forzado a diversos sectores sociales  a  lanzarse a las calles  para reclamar derechos básicos, recibiendo sólo represión y falsas promesas.

En México, los niveles de violencia social se incrementan, registrándose el Feminicidio y los asesinatos de periodistas, comunicadores sociales y dirigentes sociales, como práctica cotidiana de terrorismo, directamente vinculado al Estado. Los estragos económicos, sociales y culturales ocasionados por el Alca, en este hermano país latino, registra índices aberrantes de miseria, desempleo, trabajo esclavizado, desnutrición, deserción escolar, hacinamiento, explotación sexual, depredación ambiental, y migración, entre otros flagelos típicos de las consecuencias de la dominación imperial sobre este territorio, en medio de la complicidad de sus  corrompidos narco gobiernos. Situación que tiende a empeorar con la llegada a la Presidencia de Estados Unidos de Donald Trump, personaje siniestro que abraza el racismo y la xenofobia como bandera, y abiertamente ha comenzado a implementar una política de furioso ataque contra el pueblo mexicano que radica y trabaja en ese país.

En Venezuela, la Guerra Económica y Mediática, sumada a una ofensiva violenta de la derecha agrupada en la MUD, ha generado graves afectaciones a la estabilidad económica, social y emocional del pueblo trabajador. Todo ello, en el contexto de la amenaza de intervención directa que  pende sobre la nación, por parte del imperialismo estadounidense, que descaradamente está marcando una agenda para destruir la soberanía nacional.

Además, de la Orden Ejecutiva que declaró a Venezuela una “amenaza”, es público y notorio el financiamiento a la derecha fascista para el desarrollo diario de eventos violentos con sus nefastas estadísticas de 72 muertos por “guarimbas”, 14 personas quemadas en estado de hospitalización, 847 heridos, y miles de millones en pérdidas por ataques a estructuras, instalaciones y espacios públicos, comunales   y privados, en sólo cien días de iniciada su nueva fase de la mal llamada “resistencia”.

Ahora, tras convocar a una “Consulta  o Plebiscito”, sin apegarse a la normativa legal,  pretenden evitar las elecciones a la Constituyente, convocada por el Presidente de Venezuela en legítimo uso de sus atribuciones, y apego al texto constitucional, sólo para fingir ante el mundo, en medio de su cobertura mediática manipuladora de índole trasnacional, que “el pueblo venezolano” se manifestó contra este mecanismo del ejercicio del Poder Originario y, por extensión, negar la legitimidad de Maduro, para  justificar una intervención.

Ante su fallida convocatoria, porque no lograron alcanzar, en términos reales más de 2 millones 500 mil firmas; aunque han mediatizado que alcanzaron más de 7 millones; aparece la amenaza directa de Donald Trump contra la Constituyente, en una actitud que recuerda las vísperas de invasión a Granada, Panamá, Cuba y pueblos árabes.

Si todo lo anterior lo relacionamos con el “ejercicio militar” que se realizará en noviembre, en la triple frontera: Brasil, Colombia, Perú, con la dirección de Estados Unidos, a fin de establecer una base militar en la Amazonía; se advierte, claramente, lo que nos espera: vienen por este pedazo de tierra.

Nada de lo que está sucediendo en Nuestra América representa un fenómeno propio. Es parte de un tejido. Estamos obligadas y obligados a cerrar filas como pueblos contra el plan imperial que nos ubicó como su oxígeno reponteciador.

Por eso, desde el Congreso Articulador de Mujeres de Izquierda, espacio de unidad, análisis, debate y acción práctica, donde nos juntamos mujeres de diversas nacionalidades y organizaciones que tenemos en común banderas de lucha y el ideal del Socialismo, llamamos a la unidad continental de las organizaciones, movimientos, partidos e individualidades de izquierda.

Consideramos urgente tomar la iniciativa, desde nuestras bases y organizaciones, para detener el avance imperial y de las derechas fascistas continentales. La situación que se nos avecina no es asunto sólo de gobiernos ni instituciones; es competencia de los pueblos.

Si no queremos terminar siendo una Patria errante, donde miles de mujeres y hombres terminen lanzados al mar en busca de sobrevivencia, tal como están las poblaciones de países árabes  víctimas del imperialismo estadounidense, articulemos nuestras banderas, unifiquemos la lucha. ¡Ya basta de acciones dispersas, unidad de palabra y acción!

¡Por la Transformación Económica, la Justicia Social y la Paz!

 

 CONGRESO ARTICULADOR DE MUJERES               

DE IZQUIERDA

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