En lo que se perfila claramente como una operación psicológica la noche de este martes un piloto de la policía criminalistica de Venezuela y actor de una película que protagonizó (en la que también era el coproductor), sobrevoló (acompañado por cuatro encapuchados) con un helicóptero de ese cuerpo de seguridad el casco central de Caracas y disparó contra la terraza de la sede del Ministerio del Interior y lanzó dos bombas o granadas contra el edificio del Tribunal Supremo de Justicia. El evento fue programado como parte de las acciones violentas y/o de fuerza para derrocar al presidente Nicolás Maduro, e incluyó el uso de un cartel invocando el artículo 350 de la CRBV como base constitucional de pretendida rebelión, así como la difusión de videos con declaraciones y un comunicado politico. Algunos datos y elementos clave de este hecho son:
1.- El piloto es un inspector del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), la policía de investigación criminal, con más de 16 años en la institución (tiene 36 años de edad), quien además de haber sido detective policial, se formó para operar aeronaves y se convirtió en el jefe de Operaciones Aéreas del Grupo BAE, la unidad de operaciones especiales e intervención tipo SWATT, del CICPC. Es también buzo de combate y paracaidista según ha contado en entrevistas en 2015. Ese año estrenó una película de acción en la que participa como actor y al mismo tiempo es su coproductor. El aparece como el creador de la historia, la cual se convierte en la plataforma de promoción del cuerpo policial. En la producción se proyectan, supuestamente, los valores de la organización por lo que recibe un extraordinario impulso institucional al punto de transmitir la idea de que era una producción de la policia.
2.- La “incursión” fue realizada con un helicóptero del CICPC, debidamente permisado e identificado, por lo que no puede entenderse como una acción que compruebe alguna debillidad o falla de seguridad por parte del gobierno.
3.- El elemento hostil, al no tratarse de una aeronave artillada, se debió incorporar manualmente con disparos con algún arma personal y el lanzamiento de bombas lacrimógenas. Obviamente un equipo con esas características no represente una real o contundente amenaza más allá de la ventaja de sobrevolar.
4.- Sin duda el efecto más importante de la incursión es el simbólico, cuya eficación y contundencia está determinada por los antecedentes cinematográficos del piloto y de la aeronave, que es la misma usada en Muerte Suspendida. A su vez, la construcción gráfica de esa combinacíón hombre-máquina es similar o se inspira en clásicos del cine de acción estadounidense.
5.- Que la máxima demostración del “poder de fuego” de la contrarrevolución sea un actor que opera un helicóptero civil es bastante elocuente sobre la incapacidad del antichavismo para captar a miembros de la FANB.
6.- En contrapartida refleja nítidamente que las más concretas amenazas de violencia provienen de sectores civiles policiales, en el contexto de un proceso general de “privatización” de la seguridad con el mecanismo de contratación de mercenarios. No deben olvidarse las revelaciones del coronel Ricardo Zomacal, capturado a finales de marzo, sobre la disponibilidad de un pequeño pero competente ejército policial para derrocar al gobierno.
7.- La acción tuvo sí la suficiente fuerza para generar miedo y angustia y en términos iconografícos para homologarla con la toma de control de los sistemas móviles de armas, como un avión bombardero o un blindado.
8.- El Presidente Maduro destacó que Pérez había sido piloto de Miguel Rodríguez Torres, antiguo ministro del Interior que hoy descubre sus nexos con la CIA. Lo responsabiliza directamente de haber ordenado el sobrevuelo.
9.- No puede dejar de considerar que ese cuerpo de policía (antigua PTJ) ha tenido una tendencia histórica a ser la más utilizada para atacar a la Revolución Bolivariana. Entre 2000 y 2002 el antiguo jefe del Grupo BAE, Ivan Simonovis, devenido en director de seguridad de la Alcaldía Metropolitana artículó máximos esfuerzos y recursos hasta el desenlace de abril de 2002. La misma noche del 11A el entonces director de la PTJ, Miguel Dao, puso la organización al servicio del dictador Carmona. Y uno y dos años después funcionarios de la policía judicial (los hermanos Guevara) infiltraron al colaborador de Fujimori, Montesinos, en Caracas, y organizaron el asesinato del fiscal Danilo Anderson.
10.- El comportamiento y actuaciones de Pérez durante los ultimos dos o tres años ofrecieron suficientes elementos para encender las alarmas. La sola peliculo lo era, al igual que su actuación como filántropo en hospitales y su propia línea discursiva sobre el combate a la delincuencia, con una tendencia preponderante de “liquidar el barrio” como espacio de reproducción de la vida.
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