Palestina. El último obstáculo de la ONU para que Israel pueda librarse de los palestinos

Resumen Latinoamericano / Jonathan Cook, Counterpunch / 20 de junio de 2017

Funcionarios israelíes y estadounidenses están en el proceso de evitar conjuntamente el supuesto “acuerdo final” de Donald Trump para poner fin al conflicto entre israelíes y palestinos. Esperan así rebajar la cuestión palestina a una nota al pie de página en la diplomacia internacional.

La conspiración −una de verdad− fue muy evidente la semana pasada durante una visita a la región de Nikki Haley, representante de Washington ante la ONU. Su escolta era Danny Danon, su contraparte israelí y un ferviente oponente al Estado palestino.

Danon hace que el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu parezca moderado. Ha defendido la anexión de Cisjordania y que la población palestina sea gobernada al estilo apartheid. Haley parece imperturbable. Durante una reunión con Netanyahu, le dijo que la ONU era “un matón para Israel”. Ella le ha advertido al poderoso Consejo de Seguridad que se centre en Irán, Siria, Hamas y Hezbolá, en lugar de Israel.

Para proteger a su diminuto aliado, Washington está amenazando con recortar miles de millones de fondos estadounidenses al organismo mundial, sumiéndolo en crisis y poniendo en peligro las operaciones humanitarias y de mantenimiento de la paz.

De camino a Israel, Haley se detuvo en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, exigiéndole que pusiera fin a su oposición “patológica” a las muchas décadas de ocupación y violaciones de derechos humanos por parte de Israel.

Washington siempre ha mimado a Israel, dándole millones de dólares cada año para que compre armas para oprimir a los palestinos, y usando su veto para bloquear las resoluciones de la ONU que obligarían a cumplir el Derecho Internacional. Informes expertos de la ONU, como el reciente sobre el régimen de apartheid que Israel impone sobre el pueblo palestino, han sido enterrados.

Pero lo peor está por venir. Ahora el marco de las leyes e instituciones internacionales establecidas después de la Segunda Guerra Mundial corre el riesgo de ser desmembrado.

Ese peligro se puso de relieve el domingo, cuando se supo que Netanyahu había instado a Haley a desmantelar otra agencia de la ONU muy odiada por Israel: la UNRWA, que se ocupa de más de cinco millones de personas palestinas refugiadas en toda la región.

Desde la guerra de 1948, Israel se ha negado a permitir que estas personas refugiadas regresen a sus tierras (ahora en territorio de Israel), obligándolas a vivir en campamentos miserables y atestados, a la espera de un acuerdo de paz que nunca llega. Esta población palestina desposeída sigue dependiendo de la UNRWA para la educación, la atención de salud y los servicios sociales.

La UNRWA, dice Netanyahu, “perpetúa” en lugar de resolver sus problemas. Prefiere que pasen a ser responsabilidad del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que se ocupa de todas las demás poblaciones refugiadas.

Su demanda es un giro en U monumental, tras 70 años en proceso. De hecho, fue Israel quien en 1948 insistió en que hubiera un organismo de refugiados de la ONU separado para la población palestina.

UNRWA fue creada para impedir que las y los refugiados palestinos cayeran bajo responsabilidad del precursor del ACNUR, la Organización Internacional para los Refugiados. Israel temía que la OIR, formada inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, diera a la población palestina refugiada la misma importancia que a los judíos europeos que huían de las atrocidades nazis.

Israel no quería que los dos casos fueran comparados, especialmente porque estaban tan íntimamente conectados. Fue el surgimiento del nazismo lo que reforzó la reivindicación sionista de un Estado judío en Palestina, y que los refugiados judíos se asentaran en tierras de las cuales la población palestina acababa de ser expulsada ​​por Israel.

Además, a Israel le preocupaba que el compromiso de la OIR con el principio de repatriación pudiera obligarlo a aceptar de nuevo a los y las refugiadas palestinas.

La esperanza de Israel entonces era precisamente que la UNRWA no resolviera el problema de las personas palestinas refugiadas; más bien, que se las arreglara por sí misma. La idea estaba encapsulada en el axioma sionista: “Los viejos morirán y los jóvenes olvidarán”.

Pero millones de descendientes de la población palestina refugiada todavía claman por su derecho al retorno. Y si no pueden olvidar, Netanyahu prefiere que el mundo les olvide.

En la medida que las guerras sangrientas se apoderan de Medio Oriente, la mejor manera de lograr ese objetivo es disolver a las palestinas entre los 65 millones de personas refugiadas en el mundo. ¿Por qué preocuparse por el caso palestino cuando hay millones de sirios y sirias recientemente desplazados por la guerra?

Pero la UNRWA plantea un desafío, porque está profundamente arraigada en la región e insiste en una solución justa para la población palestina refugiada.

El inmenso personal de la UNRWA incluye a 32.000 administrativas, docentes y médicos, muchos de los cuales viven en campos de refugiados de Cisjordania −territorio palestino que Netanyahu y Danon codician. La presencia de la ONU es un impedimento para la anexión.

El lunes Netanyahu anunció su determinación de impedir que Europa financie a organizaciones israelíes de derechos humanos, que son los principales organismos de control en Cisjordania, y una fuente de datos clave para las agencias de la ONU. Y ahora se niega a reunirse con cualquier líder mundial que hable con estos grupos de derechos humanos.

Con Trump en la Casa Blanca, una Europa plagada de crisis y cada vez más débil, y el mundo árabe en caos, Netanyahu quiere aprovechar la oportunidad para sacar también a la ONU del camino.

Las instituciones globales como la ONU y el Derecho Internacional que ella defiende fueron creadas después de la Segunda Guerra Mundial para proteger a los grupos más débiles e impedir una repetición de los horrores del Holocausto.

Hoy, Netanyahu está dispuesto a arriesgarlo todo, derribando el orden internacional de posguerra, si con este acto de vandalismo colosal finalmente puede sacarse de encima a los palestinos.

Traducción: María Landi.

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