VENEZUELA: Lo que oculta el Comando Sur/Nuevo llamado a la intervención de la oposición/El senado chileno contra Venezuela y Cuba

Resumen Latinoamericano/Misión Verdad, 18 de abril 2017.

Por Luis Delgado Arria

El máximo funcionario militar de los Estados Unidos para América Latina presentó el pasado jueves 7 de abril de 2017 un informe al Senado advirtiendo que Venezuela podría ser un factor “desestabilizador”  en la región.

La verdad es que EE.UU. ha sido históricamente -y sigue siendo hoy día- el principal factor de desestabilización de la región y del mundo. Y Venezuela ha sido y es el principal factor de estabilidad política, económica y energética de América del Sur.

No hablemos de la gesta independentista en la que Venezuela ofrendó a cambio de la gloria, la sangre de sus próceres para liberar lo que hoy son otras 5 naciones soberanas: Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia y lo que hoy es Panamá.

Tampoco hablemos que Venezuela no ha emprendido en toda su historia otra guerra que no sea la de la independencia. No hablemos del papel de paz y unión continental que ha jugado Venezuela durante toda su historia.

Venezuela ha incorporado en las últimas dos décadas a un contingente de desplazados por razones económicas y políticas -generadas por el imperialista Plan Colombia- estimado entre 6 y 8 millones de colombianos. De no haberlo hecho, un  importante contingente de ellos estaría condenado a la mendicidad, la delincuencia, la trata de humanos o la eventual muerte por inanición.

Esto por no contar el contingente de decenas o centenas de miles de miles argentinos, chilenos, uruguayos, peruanos, bolivianos y hasta brasileños y centroamericanos y caribeños que recibimos al menos por varias décadas tras la bestial arremetida regional imperialista desatada durante el Plan Cóndor entre 1960 y 1990.

Por lo demás, el Almirante Kurt Tidd afirma recién que: “Venezuela atraviesa un período de inestabilidad significativa el año en curso debido a la escasez generalizada de medicamentos y comida, una constante incertidumbre política y el empeoramiento de la situación económica”.

La verdad es que la inestabilidad que atravesamos es generada principalmente por la fuerza de ocupación que despliega EE.UU. mediante el uso de sus corporaciones trasnacionales, sus protocolos y acciones de inteligencia, la formación, financiamiento y entrenamiento de pseudo-políticos mercenarios; y el pago sistemático de centenares de medios masivos mercenarios de desinformación y alienación.

Lo cierto es que Venezuela está siendo sometida a la más bestial arremetida de guerra imperialista de VI generación. Como lo aprecia el analista geopolítico Rosso Grimau, la guerra de VI generación es “una Guerra Difusa, en la cual el imperialismo hace uso de todos los mecanismos de ataque posibles contra los pueblos del mundo que desea dominar a objeto de expoliar sus recursos”.

La premisa geopolítica central de la hegemonía imperial ha sido siempre que toda colonización económica imperialista de un país o región viene precedido por el despliegue de una fuerza militar capaz de garantizar la permanencia en el tiempo de su esquema de sujeción.

Así las cosas, las relaciones promovidas por Rusia, China e Irán con los países de la región no suponen una amenaza para los intereses del país del norte. Lo que sí suponen es una cierta competencia que les exigiría optimar sus esquemas de competitividad, santo y seña del supuesto “libre mercado”. Ni China, ni Rusia ni Irán se plantean hoy desarrollar un socialismo ni un comunismo. Pero están jugando, y extraordinariamente, con las reglas del capitalismo.

Queda claro sí que lo que defiende EE.UU. es lo que consideran su zona económica exclusiva: Latinoamérica.  Por lo que buscan tratar a toda posible competencia internacional, diferente de sus socios de la Unión Europea y Japón, como forasteros/ enemigos.

Esta política económico-comercial expansionista pone la ofensiva de EE.UU. contra la región en un plano de antagonismo potencialmente militar con el resto del mundo, lo cual ha sido el antecedente de todas las guerras mundiales.

Razón tiene el Papa Francisco al decir que vivimos tiempos de III guerra mundial, pero por etapas.

En este contexto el pretexto político-discursivo de la intervención se basa en la crisis humanitaria por déficit de alimentos, medicinas y depauperación del salario real.

Resulta vital, por ende, acelerar la normalizacion de estas tres variables como estrategia de evitación de una invasión soportada en el pretexto de la crisis humanitaria.

De cara a una inminente recuperación sustancial de los precios del crudo y de las materias primas en el mercado internacional en los próximos dos años, lo cual significaría cierto oxígeno financiero para América Latina y, sobre todo, para Venezuela, sería sensato plantearse una política de moratoria del pago de los intereses de la deuda a fin de descomprimir la presión política y social.

Occidente está apelando a una política de asfixia económico-financiera y comercial de Venezuela a fin de colocar a las mayorías populares en una situación proclive a la desmoralización y la explosión social.

Resulta clave así redefinir el desplome del salario real y la carestía de bienes esenciales (alimentos, medicinas, productos de higiene personal) como estrategias capitalistas/ imperialistas dirigidas a desmoronar nuestra moral rebelde y nuestra vía venezolana al progresismo/ socialismo.

La señora en su cola para comprar pan o víveres, el niño en la casa alimentándose de sopa de costilla en lugar de carne de solomo, la muchacha haciendo jabones caseros o sembrando en el jardín de la casa en lugar de comprárselos a una trasnacional, todos están construyendo la resistencia concreta en su ámbito local. Y es cardinal visibilizar y honrar esta lucha.

Asimismo, toda persona, funcionario o empresa que contribuya a ahondar la guerra económica contra el pueblo debe ser tratado y juzgado en este contexto como traidor a la patria.

Cerremos resonando, por ahora, con este par de frases iluminadas de nuestro Padre Bolívar:

“La Justicia es la reina de las virtudes republicanas y con ella se sostiene la igualdad y la libertad”.

“La libertad del nuevo mundo, es la esperanza del universo”.


Nuevo llamado a la intervención: el turno de Julio Borges

El líder de Primero Justicia declaró a un medio estadounidense que la intervención del presidente Donald Trump en los asuntos internos de nuestro país tiene un efecto positivo para la MUD.

En un café de Los Palos Grandes (urbanización ícono de la clase media caraqueña), Julio Borges dijo a The Washington Times en una entrevista (en inglés, aquí) que para la oposición venezolana es muy valioso el hecho de que el presidente Trump tiene a Venezuela presente en todas sus conversaciones con presidentes latinoamericanos.

Dijo Borges que “es muy importante para nosotros que el presidente Trump sea un factor de ayuda para crear la máxima presión internacional” sobre el Gobierno de Nicolás Maduro.

Esta declaración se da a pocas horas de la “megamarcha” del 19 de abril convocada por la dirigencia antichavista, que intenta establecer a partir ella un punto de ebullición para que la agenda de golpe en marcha amplifique el caos y la violencia, hoy contenida por el Estado venezolano. Esto motivado, en buena parte, por que los aliados de Estados Unidos desde la OEA calculan -por los momentos- muy bien sus pasos antes de emitir declaraciones subidas de tono con respecto a Venezuela, algunos optando por el repliegue y otros por la cautela, producto de un escenario marcado por las improvisaciones de los partidos opositores que podría dejarlos muy mal parados en la arena internacional.

Este llamado a la injerencia directa de la administración Trump en los asuntos internos del país busca -con rasgos de desespero- motorizar un nuevo empuje que logre homogenizar esas vocerías internacionales dispersas y cuidadosas en un tono confrontativo uniforme.

Así lo hizo ver Julio Borges: “Venezuela no es ya un problema local de gobernabilidad y autoritarismo sino una enfermedad contagiosa que tiene raíces y tentáculos en todos los problemas de la región”.

El periodista de The Washington Times hace un recuento de la intromisión del gobierno estadounidense en la vida política venezolana, comenzando con la orden ejecutiva firmada por Barack Obama en 2015 que califica a Venezuela como “una amenaza extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos”.

Julio Borges agradeció al ex presidente Barack Obama, y acotó que las sanciones a funcionarios venezolanos -incluida la aplicada contra el vicepresidente ejecutivo Tareck El Aissami, a quien tilda de “jefe narcotraficante”- son acciones pertinentes para Estados Unidos, que meramente defiende sus intereses, los mismos que intenta proteger Julio Borges.

Su plan sigue siendo el caos y la violencia para activar un golpe de Estado

En medio de la entrevista, imploró a la administración Trump el aplique contra Venezuela de los mismos recursos de intervención extranjera y guerra económica utilizados en el siglo pasado contra Cuba y Nicaragua, y recientemente contra Rusia, Irán, Siria y Libia, por tener una política contraria a la Casa Blanca: “EEUU podría prohibir el intercambio comercial o político con Venezuela, imponiendo la Carta Democrática Interamericana de la OEA, lo que significaría el aislamiento completo de Venezuela: un país bajo cuarentena”. El uso político de esas expresiones no es gratuito.

Julio Borges pide, desde una tribuna mediática importante a lo interno de los EEUU, que a Venezuela se le bloquee económica y financieramente -con Luis Almagro y la OEA de trampolín- con el interés de asfixiar al país, llevar al extremo el asedio financiero en su contra, frenar la recuperación económica encabezada por el chavismo y distribuir los costos de las sanciones en amplios sectores de la sociedad venezolana, incluidos los que asisten a sus convocatorias. Acelerar el golpe antes de que el país se recupere.

Este llamado se suma a la exigencia de intervención gringa que la semana pasada realizaran David Smolansky y Rafael Poleo, quienes acusaron al Gobierno venezolano de utilizar “armas químicas” contra “manifestantes pacíficos”. El mismo falso positivo que allanó el terreno para el ataque (unilateral) de Estados Unidos sobre Siria, que viola incluso la legalidad internacional.

Estos pedidos de intervención extranjera recalcan no sólo su papel de intermediarios en el plan de las corporaciones estadounidenses por apropiarse de los recursos venezolanos y de sacar a la fuerza a quien ejerce su uso soberano (el chavismo), también devela cómo la publicitada negación por parte del antichavismo de la guerra económica y la intromisión foránea en los asuntos venezolanos han perdido todo sentido. Ya no hay tiempo para cuidar las formas.

Y vale la pena preguntarse. Si la opisición asume que es una mayoría aplastante y que barrería al chavismo en cualquier elección que fuera convocada por el CNE (las regionales y municipales, por ejemplo), ¿por qué el desespero de que Estados Unidos le imponga condiciones duras y dolorosas a la población venezolana? ¿Por qué alentar una intervención si ya ganaron, supuestamente? Aunque la respuesta evoque una obviedad, es necesario recalcarla: el plan que los ubica como gestores no es electoral, sino de violencia política y caos para generar las condiciones de un golpe de Estado. Ese cálculo ya lo hicieron sus verdaderos dueños.


El papel injerencista del senado chileno a favor de los enemigos de Venezuela y Cuba

Dos pasos en contra de naciones progresistas de América Latina –Cuba y Venezuela– acaba de dar el Senado chileno como muestra de su apego a la guerra mediática contra estas naciones y su posicionamiento a favor de los planes hegemonistas de EEUU en la región, manipulando el controvertido tema de los DDHH y la democracia. El primero fue la resolución adoptada en marzo mediante la cual acordó solicitar al gobierno de Michelle Bachelet que apoye la iniciativa del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, de suspender a Venezuela del organismo, “si no se convocan elecciones democráticas en un corto plazo”. El segundo acaba de ocurrir ayer cuando dieron aprobación a un proyecto –presentado por los senadores Adriana Muñoz, Jacqueline Van Rysselberghe, Ena Von Baer, Pedro Araya, Carlos Bianchi, Francisco Chahuán, Juan Antonio Coloma, Alberto Espina, José García Ruminot, Alejandro García-Huidobro, Antonio Horvath, Hernán Larraín, Iván Moreira, Manuel José Ossandón, Víctor Pérez Varela, Jorge Pizarro, Baldo Prokurica, Rabindranath Quinteros, Patricio Walker y Andrés Zaldívar– mediante el cual solicitan a la presidenta y a su canciller “promover en todos los foros internacionales el derecho inalienable del pueblo cubano a elegir su futuro y apoyar la realización de un plebiscito vinculante con este fin en Cuba”. Dicho acuerdo fue respaldado por 21 votos a favor y una abstención.

De acuerdo con este proyecto dan un espaldarazo a las pretensiones de los grupúsculos contrarrevolucionarios internos en Cuba de promover un plebiscito vinculante para pretender cambiar el orden institucional en la Isla. Argumentando manipuladamente el derecho soberano de los cubanos a decidir sobre su gobernabilidad, se suman a las campañas de los enemigos de la Revolución cuyo objetivo es desmontar el socialismo en nuestra Patria. Particularmente, su objetivo es dar validación al proyecto contrarrevolucionario Cuba Decide, impulsado por la mercenaria Rosa María Payá.

En franca violación de la soberanía cubana y dando muestras de una abierta injerencia en nuestros asuntos internos, dicho proyecto invita “al gobierno cubano a respetar y proveer las condiciones que garanticen la oportunidad de participación y la soberanía ciudadana en el proceso plebiscitario, garantizando: la independencia e imparcialidad del organismo electoral encargado de la organización del proceso, para que todos los votos sean contados de manera precisa, justa, igualitaria y transparente; la presencia de observadores nacionales e internacionales en todas las etapas; la libertad para hacer campaña electoral en el pleno uso de la libertad de expresión y asociación, así como el acceso igualitario al censo, al electorado y a los medios de comunicación, incluso en los que son de propiedad estatal o son controlado por el mismo”.

Pretender que tienen facultad alguna para hablar en nombre del pueblo cubano sobre su futuro constituye una muestra de irrespeto hacia el mismo, el cual tiene bien claro cuáles son sus aspiraciones con respecto a su futuro político y social. Los cubanos repudian a las falsas democracias capitalistas y neoliberales. Sería más honesto que estos senadores atendieran con honestidad y empeño los problemas que en materia de derechos humanos afectan a su nación.

Fuente: Percy Alvarado

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