Colombia. [Opinión] Lodazal

Carlos Alfonso Ortíz L., Colombia Informa / Resumen Latinoamericano / 02 de abril de 2017

En un verdadero lodazal se han convertido las distintas acusaciones, alegatos y denuncias de supuestos hechos de corrupción en los que han incurrido “los mismo con las mismas”, es decir, la minoría gobernante, élite por excelencia, que ha dirigido el país político, arropada en su momento de fieles escuderos de un desdibujado “uribismo” o en la actualidad de un desacreditado “santismo”.

Lo que en realidad opera en este país de clientelas, es el más ruin de los oportunismos acompañado, claro está, de fatales hechos de apropiación de recursos públicos con fines privados. En ello han incurrido en porciones que son difíciles de calcular, los apellidos y delfines de las mismas castas dominantes que han gobernado el país desde hace décadas.

Los Gerlein, Santos, Rojas, Galán, Gaviria, Pastrana, Uribe, Corzo, Iragorri, Martínez, Valencia, Char y Lleras, han tenido diferentes posiciones de gobierno en el país político durante las últimas décadas, como aliados, apasionados seguidores o contradictores, y son una constante en la representatividad de la política colombiana. Ocupando puestos como Ediles, Concejales, Senadores, Embajadores, Ministros, Fiscales, Procuradores, Asesores y hasta Presidentes, todos han tenido relación entre sí; ya sea por contratos, subordinación o miembros de una misma bancada o partido. De manera que lo que se realiza como un acto de acusación de formas no éticas de ejercer la política, inmediatamente se convierte en una recusación, pues quien se supone ser juez o acusador carece de la autoridad moral y falta de imparcialidad cuando sugiere que su antiguo aliado, jefe de cartera, o mandatario que lo designó en una labor diplomática, es culpable presumiblemente de un acto de corrupción.

Este doble rasero es típico de una representación e intermediación política minoritaria como la colombiana, ¿o es que en su época el entonces presidente Uribe no era clientelista cuando nombró a Juan Manuel Galán en el equipo diplomático en Londres y, a su vez, Juan Manuel Galán en época de Uribe, no incurrió en prácticas clientelares desde la Fundación Galán para su candidatura al Senado?

También, ¿no incurrió Santos en hechos de graves violaciones de Derechos Humanos cuando era Ministro de Uribe? Ahora, ¿puede Néstor Humberto Martínez, que ha trabajado en el gobierno colombiano ininterrumpidamente desde la época de Barco, ser acusador de los presumibles hechos de corrupción de los gobiernos de Uribe y Santos?

Esto nos lleva, a que quienes nos gobiernan sean pocos y que su dominio se consolide cada vez más porque quienes suceden a los jefes políticos por tradición son sus hijos, esposas, o apadrinados. Es importante reconocer que la forma de hacer política en Colombia está viciada; la verdadera oposición en el país es duramente reprimida, desprestigiada y reducida, al tiempo que es estigmatizada, masacrada o coaptada.

Ejemplos hay de sobra: el extermino de la UP, el asesinato sistemático a líderes de “A Luchar”, la cooptación que hizo el presidente Pastrana de una figura de la izquierda como Angelino Garzón convertido en su Ministro de Trabajo, luego Vicepresidente de Juan Manuel Santos. Así, como del ex líder sindical y primer Alcalde de Izquierda en Bogotá Luis Eduardo Garzón, por parte de Santos y luego de la ex presidenta y candidata por la Izquierda Democrática, Clara López. Queda mencionar la estigmatización y tratamiento militar de la que ha sido víctima la protesta y la movilización social.

En conclusión, la minoría gobernante se atornilla en los lugares de poder, mientras clava a las mayorías heridas mortales de despojo, exclusión y empobrecimiento, todo esto a través de las urnas, pues como lo dijera un representante de la élite del siglo XIX: “el que escruta elije”.

CI CO/DM/2/4/17/11:00

You must be logged in to post a comment Login