ARGENTINA / PUNTA QUERANDÍ: UN ENCLAVE DE RESISTENCIA CULTURAL ENTRE LOS COUNTRIES

Informe: Marcelo Magne para Resumen Latinoamericano, marzo 2017.-

Ubicado en la región de los humedales del Río Luján, partido de Tigre (provincia de Buenos Aires), subsiste un territorio sagrado del pueblo querandí en plena disputa con los mega-emprendimientos inmobiliarios de la zona. Desde hace varios años, el Movimiento en Defensa de la Pacha asumió la lucha por resguardar los tesoros culturales y ambientales del lugar, donde se han encontrado algunos de los restos arqueológicos más antiguos de Argentina, pertenecientes a un cementerio indígena, y también los de Ana María Martínez, militante desaparecida y asesinada durante la última dictadura militar. En esta nota, el profesor Marcelo Magne, investigador y miembro de la Comisión de Derechos Humanos “Pancho Soares”, relata la historia de esta lucha y comparte la crónica de una visita a Punta Querandí.

I

Punta Querandí es un espacio ubicado entre la calle Brasil y la desembocadura del Arroyo Garín en el Canal Villanueva, en Dique Luján, Partido de Tigre. En este sitio se han encontrado y se siguen encontrando numerosos y diversos materiales  arqueológicos indígenas de antigüedad milenaria. La aparición de restos óseos humanos en el lugar confirma la existencia de enterratorios ancestrales, motivo por el que miembros de comunidades aborígenes comenzaron a reivindicarlo como un espacio sagrado.

Desde hace varios años, esta zona, rodeada de barrios privados, está en la mira del empresario Jorge O´Reilly (presidente de la constructora EIDICO, hombre del Opus Dei y enlace entre la Iglesia Católica Argentina y la Embajada de los EEUU), quien movido por una ambición ilimitada ignora al importancia arqueológica, histórica, religiosa y espiritual del lugar, minimiza cuestiones tales como la preservación del paisaje autóctono, la conservación del ambiente natural y el disfrute del mismo por parte de los sectores populares.  Desconoce además la declaración del Honorable Concejo Deliberante de Tigre de este paraje como Espacio de la Memoria, ya que allí fue encontrado el cadáver de Ana María Martínez, militante política víctima del Terrorismo de  Estado.

Ante la desmedida codicia empresarial, en enero de 2009 surgió el Movimiento en Defensa de la Pacha, organización formada por familias guaraní, quechua, qom, ambientalistas y vecinos, se propuso resguardar este espacio de la desenfrenada expansión inmobiliaria que viola derechos humanos, ambientales e indígenas, proteger uno de los últimos lugares públicos con acceso al río, y comenzar a recuperar la historia y la cultura de los pueblos originarios. En 2010 se inició el acampe permanente para resistir el avance destructivo de las máquinas de EIDICO. Las presiones, el hostigamiento y la violencia instrumentada por O´Reilly y los suyos continuaron a pesar del reconocimiento que Punta Querandí logró de distintos organismos oficiales como el Consejo Provincial de Asuntos Indígenas (2011), el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (2015) y la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires (2016).

La situación de los pobladores de Punta Querandí es preocupante puesto que EIDICO cuenta con la ayuda inestimable de las autoridades municipales. En el caso del Municipio de Tigre la decisión política de oponerse a esta lucha se hace evidente en la falta de arreglo del puente que se cayó en agosto de 2015, debido a su deficiente instalación y a la falta de mantenimiento por parte de las autoridades, motivo por el cual las familias del paraje no tienen acceso público hacia sus viviendas. Por su parte la Intendencia de Escobar no exige al barrio privado San Benito la apertura de la calle pública perimetral, una obligación de carácter legal, incumplida por los empresarios que buscan por todos los medios desgastar la resistencia de los pobladores del sitio.

 

Crónica de la visita de la Comisión de DDHH “Pancho Soares”

Días atrás, los integrantes de la Comisión de Derechos Humanos de Tigre “Pancho Soares” junto a miembros de la Comisión de la Memoria de Zona Norte, visitamos el lugar con la idea de respaldar la lucha de Punta Querandí, acercar nuestra solidaridad a los pobladores e interiorizarnos de la difícil situación que injustamente y en desigualdad absoluta enfrentan.

Desde Dique Luján, llegar a Punta Querandí no es tarea fácil. Luego de recorrer tres kilómetros, por un dificultoso camino de tierra que se corta abruptamente, se llega al  Arroyo Garín. Cruzar dicho curso de agua implica hacer equilibrio en la orilla barrosa y subir a un viejo casco de lancha desmantelado. Un joven kolla es el encargado de conducir la precaria embarcación, lo hace con habilidad llamativa afirmando sus manos en una soga que va de orilla a orilla, haciendo las veces de pasamano. Atrás, a la vera del polvoriento camino distinguimos en medio del yuyal, el puente que desde agosto de 2015 padece, al igual que las aisladas familias de Punta Querandí, el abandono municipal.

En tierra, acompañados por los referentes del Movimiento de Defensa de la Pacha, recorrimos el sitio, que poco a poco se ha ido convirtiendo en un espacio de fortalecimiento de la identidad ancestral y de transmisión de conocimientos: armado de techos con paja brava, cestería, construcción con barro, alfarería con arcilla, música sikuri y lenguas indígenas son algunas de las propuestas.

Observamos con detenimiento una buena cantidad de restos arqueológicos hallados en el lugar, vemos un Opy (templo guaraní) en construcción. La indignación crece cuando Pablo Badano nos cuenta que en septiembre de 2016, el Opy fue destruido por desconocidos que ingresaron violentamente al predio, reconstruido el sitio sagrado, nuevamente fue atacado y destrozado en diciembre último.

Por último visitamos el recientemente construido Museo Autónomo de Gestión Indígena, un proyecto que entusiasma y enorgullece a propios y extraños.

Cae la tarde, la larga jornada, sumamente enriquecedora, llega a su fin. Caminamos despaciosamente los 250 metros que nos separan del “embarcadero”, a nuestra izquierda garitas de seguridad privada y un cerco perimetral establecen claramente el límite entre riqueza y pobreza, opulencia y necesidad, poder y debilidad, privilegios y exclusión…

Pablo, antes de despedirnos, señala una iglesia que asoma entre las ostentosas construcciones del barrio privado y nos dice con cierta consternación: “Allí se alzan voces contra nosotros y contra nuestra cultura”. La respuesta de Jorge Marenco, cura párroco de Nuestra Señora de Carupá (Tigre) y miembro de nuestra comisión no se hace esperar: “Quienes avasallan derechos no son verdaderamente cristianos”.

 

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