Un déjà vu somalí

Guadi Calvo*/Resumen Medio Oriente, 3 de noviembre de 2015 –Los cables internacionales, lo periódicos de todo el mundo, los noticieros de televisión y radio, parecen haber sufrido al unísono un déjà vu. Otra vez Somalia, otra vez Mogadiscio, otra vez ataques con explosivos contra un hotel, otra vez una veintena de muertos, otra vez al-Shabbab.

Exactamente igual, calcado de los últimos tres o cuatro atentados de este año en la capital somalí y que se vienen repitiendo más o menos desde 2009, un grupo de asaltantes abrió fuego con armas automáticas contra el hotel Sahafi, donde se hospedan funcionarios de naciones Unidas, del gobierno central y periodistas.

La operación salafista continúo, como es de rigor, con dos vehículos cargados de explosivos que se lanzaron contra la fachada del hotel. Mientras tanto, milicianos de al-Shabbab seguían disparando contra la policía desde los techo. El breve combate se extendió durante más de tres horas, dejando un primer estimado de entre 15 y 20 muertos, con un número de heridos que se cree superan la treintena.

Entre los muertos se han reconocido al propietario del hotel, un diputado, el exjefe de las fuerzas armadas somalíes, General Abdikarin Dhegabadan, varios hombres de la seguridad, funcionarios del gobierno y un periodista, entre otros civiles.

Es importante señalar que el general Dhegabadan fue quién, en 2011, dirigió la ofensiva que terminó expulsando a al-Shabbab de Mogadiscio, por lo que se podría presumir que el atentando tiene mucho sabor a venganza. De confirmarse esto, quedaría demostrado el alto nivel de la Amniyat, la división de inteligencia de la banda wahhabita.
El hotel Sahafi se ubica sobre la rotonda de la calle K-4, que es una de las más concurridas de la capital. La gran cantidad de puestos de venta concita a muchos mogadiscios, por lo que se estima que el número de muertos pueda aumentar significativamente.

Los voceros de las fuerzas de seguridad confirmaron que el ataque se inició poco después de la medianoche y aunque se seguían escuchando disparos y explosiones -ya habiendo amanecido-, la NISA (Agencia Nacional de Inteligencia y Seguridad de Somalia) junto a los hombres de la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) confirmaba que habían repelido el ataque y que la situación había sido controlada y que se estaba batiendo la zona en búsqueda de supuestos terroristas.

Esta última información absolutamente formal, también puede ser considerada como parte del espectral déjà vu que cada tanto sacude al país del Cuerno de África.

La búsqueda de víctimas entre los escombros del hotel continúa por parte de los agentes de seguridad, que estiman encontrar más cadáveres.

El presidente de Somalia, Hassan Shiekh Mohamud, si faltar al ritual de las excusas ha condenado el ataque y ha amenazado con lanzar una ofensiva contra la banda salafista, que opera esencialmente en el sur del país y en la frontera con Kenia, donde desde hace tres años viene realizado periódicos y sangrientos atentados. El presidente también declaró que: “Matar a gente inocente no es un acto del Islam”. En realidad, el Corán no contempla asesinar ni a inocentes, ni a culpables tampoco. Finalmente llamó a “eliminar a estos lobos”.

Este último ataque se produce un día después de los duros combates entre combatientes takfiristas y tropas de la Unión Africana (UA) en Bakool, cerca de la frontera con Etiopía.

La banda terrorista al-Shabbab (los jóvenes) que ha jurado fidelidad a al-Qaeda en 2012, se atribuyó de inmediato la responsabilidad del doble atentado.

El largo castigo somalí

La situación de guerra civil y caos generalizado que vive el país desde 1991, tras la destitución del dictador Mohamed Siad Barré, se prolonga sin miras de solución. El desorden general no ha logrado en estos casi 25 años que ningún gobierno pueda encausar al país que hoy se ha transformado en el epitome del Estado Fallido.

Sin un Estado efectivo que pueda extender su poder más allá de unas pocas calles de la casa de gobierno, el país, tal cual esta pasando en Libia, se ha infectado de milicias radicales wahaabitas, señores de la guerra y bandas de delincuentes comunes vinculados al narcotráfico, el contrabando y el tráfico de personas.

Según algunos informes que circularon en abril último, la organizaciónHarakat al-Shabaab al-Mujahideen (Movimiento de Jóvenes Muyahidines) o comúnmente al-Shabaab se estaría debilitando por una combinación de enfrentamientos internos y derrotas militares, lo que podrían estar acelerado una alianza con Daesh o Estado Islámico (EI), que recién ahora se está confirmando.

Al-Shabbab es la principal organización de su tipo que opera en el Cuerno de África y se tiene presunción de que algunos de sus miembros han cruzado el estrecho de Bab-el-Mandeb o Puerta de las Lamentaciones, para involucrase en la guerra de Yemen.

Al-Shabbab ha sido el responsable de dos importante atentados en Kenia el pasado 2 de abril: miembros de la banda salafista asaltaron la Universidad de Garissa, al este de Nairobi, dejando cerca de 170 muertos, lo que se considera el mayor atentado terrorista de la historia de Kenia. En septiembre de 2013 la misma organización tomó el Centro Comercial de Westgate en Nairobi provocando más de 70 muertos. A lo largo del año pasado en distintos atentados en Kenia al-Shabbab produjo cerca de 200 muertos.

En diciembre de 2014, las fuerzas de seguridad keniatas allanaron varias mezquitas de la ciudad de Mombassa, donde incautaron gran cantidad de granadas, municiones de armas ligeras y explosivos, además de detener a más de 300 talib (estudiantes del Corán) de las madrazas allanadas.

En septiembre de 2014, el líder de la organización, el emir Mukhtar Abu Zubayr Godane, fue muerto por un dron norteamericano cuando transitaba en un vehículo por el distrito de Sablabe, a unos 170 kilómetros al sur de Mogadiscio.

En marzo del mismo año, Adan Garaar, tercero de la jefatura de Amniyat, la división de inteligencia de al-Shabbab, también fue eliminado por el ataque de otro dron.

En junio de 2013, el emir Mukhtar Godane había realizado una importante purga para eliminar toda disidencia, por lo que su muerte pareció desmembrar la organización y provocó la perdida del apoyo de importantes clanes de las zonas que controlan los salafistas.

Un necesario cambio de franquicia

A pesar del juramento de lealtad al proyecto global de al-Qaeda y a su líder Ayman al-Zawahiri en febrero de 2012, la organización somalí pasó a ser la única franquicia de al-Qaeda en el este de África. El actual líder de al-Shabbab, Ahmed Omar, tras su asunción reafirmó su lealtad con al-Qaeda.

Se sabe que han empezado a producirse cierto tironeo internos en la organización somalí de lo que podría resultar una alianza con el Estado Islámico.

Hay que tener muy en cuenta que no hace más de 10 días, un sector minoritario de al-Shabbab ya juró lealtad a Califa Abú Bakr al-Bagdadí, el líder de Daesh. El comandante de al-Shabbab con base en las colinas de Galgala, en la región semi autónoma de Puntlandia, al norte del país, Abdiqadir Mumin y una veintena de sus combatientes, ya han jurado lealtad. Se estima que los combatientes takfiristas establecidos en Galgala, no superan los 300, pero de ser cierta la versión, habría que espera enfrentamientos entre las facciones pro Daesh y pro al-Qaeda, tal como se ha dado en Siria y Afganistán.

Con la necesidad de mantener su actividad, al-Shabbab puede intentar buscar un acercamiento con al-Bagdadí, teniendo en cuenta el “éxito” del grupo nigeriano Boko Haram tras su juramento, o bay’ah, al Estadio Islámico en principios de marzo de 2015. Zakariya Hersi, un antiguo miembro de al-Shabbab, hizo conocer que las relaciones entre los salafistas somalíes con al-Qaeda no están en su mejor momento y que un cambio de “franquicia” es una cuestión de tiempo.

Los militantes más jóvenes de al-Shabbab estarían exigiendo a la dirección ese cambio, lo que le procuraría incrementar el reclutamiento de combatientes extranjeros, ya que se han perdido muchos hombres en los últimos años por las importantes purgas, más que nada por rivalidades personales que ejecutaron los líderes. Además se cree que los somalíes podrían acceder a mayores recursos financieros y armas, muy difíciles de conseguir desde que el grupo perdió el dominio de los puertos en la costa del Índico.

De no producirse el cambio reclamado, podría comenzar un desgarro por goteo, lo que sin duda generaría castigos y respuestas de un lado y del otro, como sucedió entre los talibanes pakistaníes, Tehrik-e-Taliban Pakistan, que han fundado una célula del Estado Islámico, llamada Wilaya Jorasán, lo que terminará debilitando el movimiento islamista radical en el país asiático.

De todos modos es difícil preveer si este cambio de “sponsor” pueda darse si se mantiene este estado de cosas, aunque hay que tener muy en cuenta que el trabajo de demolición que está haciendo la aviación rusa en Siria podría obligar a miles de salafistas a buscar protección en otras regiones u organizaciones, por lo que al-Shabbab podría ser una de la beneficiadas.

Dada la actual situación nada hace inferir que pronto no vuelva a repetirse otro déjà vu somalí.

*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

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