Siria: El ejército y el pueblo cerca de la victoria final contra los invasores

Resumen Latinoamericano/Manuel Vázquez/Prensa Latina – Los actuales combates en las montañas sirias del Qalamoun van llegando a su fin, pues los extremistas islámicos que una vez se atrincheraron en la región se encuentran cercados en unas pocas localidades, con todos los accesos cortados.

En su recientes avances, las fuerzas armadas han reconquistado las principales ciudades y villas de esa árida cadena de elevaciones, fronterizas con el Líbano, desde donde los irregulares armados pretendieron aislar militarmente las zonas sur y norte de Siria, desencadenar acciones bélicas en toda la región central, y lanzar el “ataque definitivo” contra Damasco.

Además, desde el territorio libanés, y a través de 18 cruces ilegales transfronterizos, los llamados opositores armados recibían armamento (enviado a su vez desde terceros países), alimentos, medicinas, nuevo personal, y hacia allá trasladaban a sus heridos. Ante semejante relevancia militar, el gobierno sirio le prestó una especial atención, entre los diversos escenarios de combate en el país.

Así, a inicios de este año, el Ejército Árabe Sirio comenzó la reconquista del Qalamoun, estableciendo su control sobre las ciudades de Deir Attiye y al-Nabek, a lo cual siguió la recuperación, junto a las tropas del movimiento libanés Hezbollah, de la estratégica ciudad de Yabrud, a unos 80 kilómetros al norte de Damasco.

Días después caía en manos de las tropas gubernamentales la ciudad de Ras al-Ein, donde, al igual que en Yabrud, los armados tenían talleres de fabricación de morteros y artefactos explosivos improvisados, en los cuales se hallaron varios coches bombas con matrícula del Líbano.

 

Un final previsible

 

En estos momentos, según explicaron a Prensa Latina oficiales del Ejército desplegados en la región, los principales grupos de extremistas islámicos, principalmente del Frente al-Nusra (rama de la red al-Qaeda en Siria) se concentran en la villa de Evra, a un tiro de piedra de la frontera libanesa, y la ciudad de Rankous.

En ambas localidades, esos grupos de armados se encuentran totalmente cercados, aislados de todo tipo de refuerzos o apoyo, y constantemente hostigados por el fuego artillero de las fuerzas de Damasco.

En los alrededores de Evra, a una altura media de unos dos mil metros, los combates de las semanas recientes se saldaron con la muerte de más de 100 extremistas islámicos, algunos de cuyos cadáveres aún se encuentran entre las rocas de las montañas vecinas a esa villa.

El suelo de esas elevaciones, literalmente sembrado de miles de casquillos y balas, habla por sí solo de la intensidad de los combates, en los cuales los uniformados cortaron la última de las vías de aprovisionamiento desde el Líbano.

Luego, el establecimiento de varios campamentos avanzados en las áreas circundantes liberadas completó el cerco de los pocos cientos de armados que subsisten en Evra.

En esos picos sólo quedan ahora aislados francotiradores de al-Nusra, quienes, no obstante, mantienen en general la cabeza gacha, pues la respuesta del Ejército a sus disparos suele venir en forma de ráfagas de ametralladoras pesadas.

Algo más al norte, la ciudad de Rankous, por su lado, presenta una situación similar, con algunos miles de extremistas islámicos atrincherados, intentando demorar su fin, a todas luces inevitable.

Pero más allá de cualquier explicación acerca del balance de fuerzas en un mapa, el mayor convencimiento sobre el próximo fin de los armados en el Qalamoun viene de constatar el espíritu de las tropas desplegadas en el lugar.

Allí, bisoños de 19 años, pero ya curtidos en los combates, comparten con combatientes más veteranos una contagiosa fe en la victoria, nada descabellada, sino bien asentada en continuos progresos militares.

Pero, tal vez, la mejor explicación a ese elevado nivel moral la dé el observar a oficiales del Ejército, entre ellos uno de los generales a cargo de las operaciones, supervisar las unidades desplegadas sin agacharse ante el disparo de francotiradores, a pesar de no contar en ese momento con la protección de chalecos antibalas y cascos.

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