Argentina. Carlón y El Viejo, dos apodos para la historia de la lucha revolucionaria

Resumen Latinoamericano, 14 mayo 2020

El 14 de mayo de 1983 Eduardo Daniel Pereira Rossi (Carlón) y Osvaldo Cambiasso, ambos dirigentes montoneros fueron secuestrados en Santa Fé y posteriormente asesinados. Aqui va esta evocación de dos luchadores para que la nuevas generaciones tengan en su memoria.

Eduardo Daniel PEREIRA ROSSI (Carlón)

Nació el 19 de enero de 1950 en la ciudad de La Plata. Para todos fue “El Carlóm” (Por Carlos de Merlo. En esa localidad del oeste bonaerense desarrolló gran parte de su militancia como miembro de las FAR, pero luego al hacerse conocido en la militancia, su sobrenombre se popularizó como “Carlón”). Fue un valiente y arrojado cuadro de Montoneros que llegó a ser parte de la conducción nacional y murió en Argentina enfrentando a la dictadura militar a la edad de 33 años. El mismo cuenta que cuando estaba terminando el secundario se fue con un amigo “haciendo dedo” hasta Tucumán y que allí quedó impactado por la lucha de los cañeros y que se ofreció para ayudar. Y que le preguntaron si quería ayudar ahora o siempre. ¿Cómo es eso?, dijo. Le contestaron: “Si pintás paredes, arreglás casas, cavás zanjas y alfabetizás nuestros niños, nos estás ayudando ahora; si volvés a tus pagos y organizás la resistencia contra la dictadura y abrís otro foco de resistencia, nos estás ayudando para siempre”. Eduardo era grandote (jugó al basquet), pintón, querido por los chicos y también por las mujeres. Una de sus parejas fue Liliana Beatriz Braguinsky (ver su registro) quien lo llamaba “Dadín”. Eduardo fue estudiante de Filosofía en la universidad. Militante de Juventud Peronista. En 1971 fue detenido por tenencia de arma y documento adulterado. Salió en libertad con motivo de la amnistía presidencial del “Tio” Cámpora en mayo de 1973. Entre 1975 y 1976 se hizo cargo de Prensa en la organización y fue el máximo responsable de la Columna Sur en provincia de Buenos Aires. En 1977 sale del país y sigue la lucha desde México, coordinando prensa y difusión. Inclusive se lo vio cantando a dúo en una guardería cubana con Silvio Rodriguez para los hijitos de los Montoneros que seguían la lucha en otras tierras. Vuelve con la “contraofensiva” de 1980, con el grado de oficial superior y el cargo de Segundo Comandante Montonero. Organiza la resistencia. Mucho tiene que ver con la creación de Intransigencia y Movilización Peronista (IMP) y el diario “La Voz”. Encabezó una concentración de más de 100.000 personas que el 16 de diciembre de 1982 copó la Plaza de Mayo pidiendo, reclamando, exigiendo, el retiro de los militares y la vuelta de la democracia. En primera fila, puede observárselo entre los más decididos, usando las vallas de contención como improvisados arietes para derribar el portón de la mismísima Casa de Gobierno. La consigna que logró imponer por entonces fue: “Luche y se van”. Cuando sus amigos le decían que se exponía mucho, él con una sonrisa amarga en los labios les contestaba, que el promedio de vida de un combatiente para esa época no superaba los 6 meses y que él ya había cumplido ocho veces esa media ¿para qué más? Fue secuestrado el 14 de mayo de 1983, en Rosario, provincia de Santa Fe, en el bar “Magnum” (Ovidio Lagos y Córdoba) cuando compartía una mesa y una charla organizativa a futuro con su compañero Osvaldo “El Viejo” Cambiasso, (ver registro de éste). Al ser rodeado por un grupo de tareas, Carlón,  trató de cortarse la yugular con un vaso de vidrio, pero se lo impidieron a golpes. Los secuestradores se llevaron a ambos y luego se lo pasaron a otros policías que los torturaron y mataron. De esa acción asesina participaron el subcomisario Luis Abelardo Patti, el de “la dulce mirada”, (Liliana Caldini dixit), -luego intendente de Escobar; aliado electoral de “Chiche” Duhalde en provincia de Buenos Aires-, el sargento Rodolfo Diéguez y el cabo Juan Spataro; desempeñándose como Jefe de Inteligencia del II° Cuerpo de Ejército con asiento en Rosario, el coronel Pascual Guerrieri. (En febrero de 2006 se conocieron documentos secretos de los EE.UU. donde se confirma la participación de Patti en el grupo de tareas que asesinó a ambos militantes). Como decía, después de ser salvajemente torturados y dopados, fueron trasladados hasta la localidad de Lima, en la provincia de Buenos Aires, donde los asesinaron luego de inventar, como era ya sistemático, un enfrentamiento ficticio. Los cuerpos acribillados a balazos en la cara, fueron dejados sobre un camino de tierra a pocas cuadras de la Panamericana. El Jefe de la policía provincial, general Fernando Verplaetsen, sin darse cuenta de que los tiempos estaban cambiando y ya la prensa daba lugar a los comunicados de los familiares de los asesinados, insistió en la versión oficial de “un enfrentamiento” y salió en defensa de la “preservación del honor” de los agentes que dieron muerte a Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi. Más que “preservación del honor”; esos pobres tipos eran unos verdaderos “preservativos del sistema” que los usaba y luego los tiraba sin más, agregaría yo. Los tiempos cambian: el 1º de junio de 2006, la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense pidió la reapertura de la causa. A mediados de septiembre de 2018, la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, asestó un nuevo revés judicial al ex jefe del Destacamento 121 de Inteligencia del Ejército –Víctor Hugo “Chuly” Rodríguez- tras revocarle el intento de desvinculación procesal dictado por el juez de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo, en el marco de la causa por el secuestro, tortura y asesinato  de este militante del peronismo revolucionario. Pero el ejemplo y la entereza del “Carlón”, no pasó inadvertida para las generaciones venideras de militantes. Oscar “El Rulo” Frontera en el vigésimo primer aniversario de su muerte escribió: “Eduardo Pereira Rossi, creíste siempre en la victoria popular, interpretaste profundamente a las nuevas generaciones a cuya suerte apostaste el futuro; vos que para nosotros seguirás siendo siempre y simplemente Carlón: el bolsiqueador de potentados, el ajusticiador de fusiladores, el repatriador de abanderadas, te has ido para siempre junto a Fernando Abal Medina, Felipe Vallese, La Gaby Norma Arrostito, el Gaucho Marín, Juan José Valle, y por supuesto en un lugar privilegiado muy cerca de Perón y nuestra Evita, para alumbrarnos con tu ejemplo y enseñanzas el camino de la Liberación Nacional. Carlón tu sangre derramada sobre esta tierra hoy se evapora conformando cielos de auroras triunfales. Estás presente siempre en nuestras luchas ¡¡Hasta la victoria final!!”. La compañera del Carlón, Estela Cereseto, guarda con orgullo y cariño sin par, todos los poemas que Eduardo Pereira Rossi escribió en vida. Quizás el que mejor explique su compromiso y su entrega por una causa, sea este que ahora transcribo en parte y que se llama “Convocatoria”: “Convoco a los que todos los días se levantan y salen a yugarla por migajas que no alcanzan a que se rebelen (…) Convoco a los pacíficos que no están cumpliendo con su deber a pesar de sus buenas intenciones. Convoco a los que no comen lo suficiente ni se abrigan lo necesario y tienen sed torrencial. Convoco a los pequeños de ambiciones que dejan a los demás ambicionar más de la cuenta. Los convoco a dar vuelta el pulóver, a pegarle al prepotente y a escupir en la cara a los que no han sido convocados. Los convoco a romper lo que no sirve, a perpetrar los robos necesarios y recuperar lo perdido. Los convoco a cagarse en el miedo y a patear las puertas donde encerrados están los condenados. Los convoco a abrir las cárceles, a ventilar las tumbas y a levantar las calaveras de los hermanos heridos de muerte. Los convoco a abrazarse en las plazas del país, a escribir los muros y a fusilar a los fusiladores. Los convoco a no atar nada sino a despedazar las cadenas. Los convoco a agitar banderas y colores y correr liberados por las calles y por los campos húmedos de rocío. Los convoco a ser sinceros, a putear a los hijos de puta, a desobedecer al tirano; a amar sin límites y a odiar. Y si a esta convocatoria por impolítica no concurre nadie ¡mala leche! Quedan entonces convocados al entierro de la vida del que tuvo esta pésima idea. Si a esta convocatoria vienen algunos, no importa, en la próxima seremos más. Y si a esta convocatoria vienen todos los convocados, la cordura habrá invadido en revolución nuestro país para siempre”.

Osvaldo Agustín CAMBIASSO (El Viejo)
Nació en el pueblo de Soldini, provincia de Santa Fe, el 24 de enero de 1941. Sus padres eran agricultores y peronistas. Cursó el colegio primario en el mismo pueblo y el secundario en el Colegio Cristo Rey de la ciudad de Rosario. Sus estudios universitarios los efectivizó en la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe, donde egresó con el título de ingeniero químico. En esa facultad fue investigador, profesor y con anterioridad militante universitario en la Unión de Estudiantes del Litoral (UEL), integrándose a los sectores revolucionarios del peronismo primero y concretamente a Montoneros, después. En 1971 –dictadura de Lanusse- cayó detenido luego de un grave accidente automovilístico que lo tuvo como protagonista (cuando se tiroteó nada menos que con dos patrulleros y un helicóptero) y fue a parar más muerto que vivo a la cárcel de Coronda (Santa Fe). Para sorpresa de sus carceleros y sus compañeros de infortunio, cuando todos esperaban su muerte, sanó de las múltiples heridas y evitó las infecciones con su propia saliva. Salió en libertad en mayo de 1973 luego de la amnistía presidencial. En 1975 vuelve a ser detenido (pasa por Rawson y Caseros)  hasta el 17 de noviembre de 1982 en que obtiene el beneficio de la libertad vigilada, debido a su precario estado de salud –con problemas en el corazón- y a la presión desde el exterior ejercida por Amnesty Internacional, la Cruz Roja Internacional y varios países europeos. Pero en tanto estuvo encarcelado fue el jefe natural de todos los presos peronistas en cautiverio. Un compañero lo definió como “un típico paisano de un pueblo chico de la pampa gringa, cachazudo y bienhumorado, excelente jugador de Go y aún lo recuerdo enseñando historia sentado en el patio carcelario, como uno de esos raros profesores queridos en la secundaria y también me acuerdo de su delirante gusto por hundir los salamines en el pote de la mermelada”. Lo primero que “El Viejo” ó “Cara de Lápiz”, como cariñosamente lo llamaban sus compañeros, organiza en libertad,  es la “Agrupación Peronista por la Liberación”, versión rosarina de Intransigencia y Movilización Peronista (IMP). Su hermana Ethel recuerda un diálogo con Osvaldo Cambiasso cuando ella se preocupaba por la vida del militante peronista: “¿Crees que no le temo a la muerte? Pero más terrible es la injusticia, hermanita…”. El sábado 14 de mayo de 1983 fue secuestrado a golpes junto a su compañero de militancia, Eduardo Daniel Pereira Rossi en el bar “Magnum”, sito en Córdoba al 2787 de la ciudad de Rosario, por cinco hombres de civil armados. Se los llevan. Un clamor popular se levanta por toda la Argentina pidiendo su aparición con vida. El martes 17 una marcha de más de mil personas, se reúnen en la rosarina Plaza 25 de Mayo y recorren la peatonal Córdoba hasta España. Llegan a la sede del Arzobispado de Rosario: claman por la libertad de los secuestrados; allí los atiende el obispo Auxiliar, Heraldo Barotto que les dice: “Yo no puedo hacer nada: algo habrán hecho”. Los de Cambiasso y Pereira Rossi, serán unos de los últimos asesinatos de la dictadura militar; los cuerpos de ambos aparecen con signos de tortura y dopaje previo y disparos desde muy corta distancia, en la localidad de Lima, provincia de Buenos Aires. El Ejército y la policía provincial intentan una patraña más para justificarse, (un combate inexistente) que ya a esa altura de los acontecimientos nadie cree. Algunos de los  policías que intervinieron en el asesinato fueron Luis Abelardo Patti (con el tiempo intendente de Escobar), Rodolfo Diéguez y Juan Spataro, luego liberados por “falta de méritos”. Los restos mortales de Cambiasso fueron  inhumados en Rosario el sábado 21 de mayo de 1983, lo que dio motivo a una caravana fúnebre de más de 150 personas que pese al clima de terror creado por las autoridades,  marcharon desafiantes llevando el cajón a pulso y envuelto en una bandera argentina en tanto hacían la “V” de la victoria. Por otra parte en febrero de 2006, apareció entre los documentos secretos desclasificados de los EE.UU., la participación de Luis Abelardo Patti en el grupo de tareas que asesinó a ambos militantes peronistas. El 1º de junio de 2006, la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense pidió la reapertura de la causa. Siempre en relación a este asesinato, a mediados de septiembre de 2018, la Cámara Federal de Apelaciones de Rosario, asestó un nuevo revés judicial al ex jefe del Destacamento 121 de Inteligencia del Ejército –Víctor Hugo “Chuly” Rodríguez- tras revocarle el intento de desvinculación procesal dictado por el juez de San Nicolás Carlos Villafuerte Ruzo en el marco de la causa por el secuestro, tortura y asesinato  de este militante del peronismo revolucionario.

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