Covid-19. La locura envuelve al planeta

Por Instituto Tricontinental /Resumen Latinoamericano, 3 abril 2020

La locura envuelve al planeta. Cientos de millones de personas están en cuarentena en sus hogares, millones de personas que trabajan en labores esenciales —o que no pueden costear quedarse en sus casas sin ayuda del Estado— continúan yendo a trabajar, miles de personas yacen en camas de tratamiento intensivo atendidas por decenas de miles de profesionales médicos y cuidadorxs que enfrentan la escasez de equipamiento y tiempo. Pequeños sectores de la población —los multimillonarios— creen que pueden aislarse en sus enclaves, pero el virus no conoce las fronteras. La pandemia mundial impulsada por las variantes del virus SARS-CoV-2 nos tiene atadxs; incluso cuando China parece haber bajado la curva de infecciones, los gráficos para el resto del mundo son gravísimos: la luz al final del túnel es más tenue que nunca.

Gobiernos incompetentes y desalmados dejan caer el peso sobre la sociedad sin ninguna planificación o preocupación por quienes tienen menos recursos. Una cosa es que la elite o la clase media se quede en su hogar, trabajando mientras usa internet y se las arregla para enseñar a sus hijxs desde la casa; y otra muy distinta es la realidad de miles de millones de trabajadorxs migrantes y jornalerxs, personas que viven al día o que no tienen casa. Confinamiento, cuarentena, distanciamiento social, esas palabras no significan nada para miles de millones de personas que trabajan duro diariamente para la reproducción social del mundo y para producir millones de mercancías. Ellxs no se han beneficiado de su trabajo, pero ciertamente han enriquecido a unos pocos que ahora se esconden con su riqueza tras las cortinas, temerosos de la realidad que los hizo ricos.

La “Carta a lxs francesxs desde el futuro” (traducción libre) (Libération, 18 de marzo), de la autora italiana Francesca Melandri, dice: “La clase hará toda la diferencia. Estar confinado en una casa con un patio bonito no es lo mismo que vivir en un proyecto habitacional hacinado. Ni es lo mismo poder trabajar desde la casa que ver desaparecer tu trabajo. El bote en el que navegarás para vencer la epidemia no se verá igual al de todos ni es efectivamente el mismo para todos: nunca lo fue”. Su juicio se asemeja al de OluTimehin Adegbeye, quien observa a los seis millones de trabajadorxs jornalerxs en su ciudad natal de Lagos (Nigeria). Si sobreviven el coronavirus, probablemente morirán de hambre. Entre esas personas, las que corren más riesgo son mujeres y niñas, quienes cuidan a lxs enfermxs en sus familias y, como el personal médico, es probable que se contagien en grandes cantidades. En Sudáfrica, el Estado está amenazando con desalojar a lxs trabajadorxs de sus favelas y campamentos, argumentando que deben dispersar esas zonas congestionadas. Axolile Notywala de Ndifuna Ukwazi en Ciudad del Cabo dice: “Desdensificación es solo una palabra sofisticada para decir desalojo forzado”. Eso es lo que está sucediendo con la clase trabajadora mundial en este CoronaShock.

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