Perú. El fascismo, el enemigo más peligroso de los pueblos de América Latina en el 2020.

Resumen Latinoamericano/ 19 de enero 2020

El nuevo año, se inicia en el marco de una intensa agudización de la lucha de clases en América Latina. En cada uno de los países de la región se agrava la crisis, y asoma la confrontación entre los pueblos y el Imperio en una dimensión mayor.
Lo que ocurre hoy en el Chile insurgente, en la martirizada Bolivia, en el Brasil sometido al yugo de Bolsonaro, en la indómita Colombia, en el Ecuador traicionado; y en diversos países de Centro América y el Caribe; muestra el salvajismo de la política norteamericana y el obsesivo afán de los monopolios de apoderarse de la riqueza de nuestros Estados a cualquier precio.
EN ESTE MARCO, LA PALABRA DE ORDEN ES SOLIDARIDAD
En las condiciones de hoy, la palabra de orden, el solidaridad. Ella no puede ser una mera frase. Tiene que expresarse de manera concreta en tareas específicas que muestren la voluntad de nuestro pueblo en apoyo a la causa por la que combaten nuestros hermanos en el vasto territorio de América desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia.
Todos somos testigos del modo cómo la administración Trump busca doblegar la voluntad de la heroica e imbatible Revolución Cubana. Como en los peores tiempos de la Guerra Fría, desde Washington se accionan los resortes del Bloqueo Imperialista, que se mantiene ya desde hace casi 60 años como la expresión de una política genocida contra Cuba Socialista. Hoy se han suspendido los vuelos Charter desde los Estados Unidos hacia distintas ciudades de la isla; se ha prohíbido el arribo al puerto de La Habana de los barcos de turismo que hacen ruta en las Islas del Caribe; y se han agravado las sanciones a las empresas que comercian con la Patria de Martí. En ese contexto, grupúsculos de mercenarios buscan que desarrollar acciones repudiables contra el pueblo de Cuba en el plano interno, concitando la más viva indignación ciudadana.
Hechos similares ocurren en Venezuela contra el proceso emancipador bolivariano que, en contraste, se anota significativas victorias. Hoy la oposición al gobierno de Nicolás Maduro se ha dividido, y el traidor Guaidó ha perdido el respaldo de los suyos. No obstante, la Casa Blanca insiste en su despropósito agresivo y ahora busca apoderarse de la señal de Telesur como lo hizo antes con TV-Martí para convertirla en vocero de sus tropelías.
En Chile se mantiene indoblegable la resistencia del pueblo que rechaza la política pinochetista de Piñera y asoman ya nuevas formas de lucha que desestabilizan aún más los cimientos del régimen. En Bolivia se militariza el país para intimidar a la ciudadanía y quebrar el rechazo masivo a las autoridades fascistas que consumaran el Golpe de noviembre del 19. En Colombia continúa el asesinato de líderes sociales; en Haití se entroniza una nueva dictadura; y en Guatemala el nuevo gobierno rompe relaciones con Caracas, para congraciarse con Estados Unidos.
Y el común denominador es que se generaliza la represión y reviven formas de violencia extremadamente crueles. Como en los años del gorilismo brasileño, de las prácticas de Pinochet, o de Videla; han revivido formas siniestras de ataque: ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada de personas, detenciones ilegales, habilitación de centros clandestinos de reclusión y tortura institucionalizada. Todos estos mecanismos salvajes parecen institucionalizarse en la región para escarnio de los derechos humanos y las libertades públicas.
Y todo ello, en el marco de una política mundial mediante la cual el gobierno norteamericano consuma asesinatos como el del general Quassem Soleimani o nuevas agresiones contra Irak, Siria, Afganistán o el Pueblo Palestino.
EN EL PERÚ LA LUCHA DE CLASES TAMBIÉN SE AGRAVA
Los peruanos logramos en septiembre del año pasado el cierre del repudiado congreso fujiaprista. Esta no fue sólo una decisión del Presidente Vizcarra sino una verdadera y legítima exigencia ciudadana, que generó un nuevo escenario nacional. A partir de entonces fue posible abrir el debate en torno a temas fundamentales: el peligroso papel de la Mafia, la función de los Partidos Políticos y la importante lucha contra la corrupción,
A partir de allí, y por la presión pública, se cuestionó  la vigencia de la írrita Constitución del 93 y la necesidad de batir el modelo neo liberal buscando nuevas alternativas de gestión para asegurar progresos y desarrollo.
La convocatoria a elecciones parlamentarias para el próximo 26 de enero permitió que tomara forma este debate nacional. No obstante, eso genera aún escepticismo en la gran mayoría de peruanos.
El signo distintivo de los comicios que tendrán lugar la próxima semana es el de la dispersión y la división de las fuerzas progresistas y de la izquierda. Aunque los dirigentes de los Partidos de Izquierda prometieron en todos los tonos unirse esta vez y presentar una sola alternativa de cambio: lo real es que volvieron a escindirse, lo que desalienta a las grandes mayorías que no alcanzan a ver a la Izquierda como una verdadera alternativa de cambio.
El Frente Amplio, Juntos por el Perú y Perú Libre, que debieron –y pudieron- sumar fuerzas para asegurar un destino mejor para nuestro pueblo; marcharon nuevamente separados, lo que alentó a destacamentos menores, como el MAS o Democracia Directa (los ex fonavistas) a hacer “tienda aparte”, incrementando el clima de división y dispersión.
Esta división no permite avizorar de manera optimista el papel que jugará el nuevo Congreso. Es claro que no será tan corrupto y perverso como el anterior, pero que tampoco estará a la altura de las demandas nacionales, ni servirá para encarar y resolver realmente los grandes problemas que agobian a la Patria. 
Este escenario, no solo muestra la incapacidad de los dirigentes de la Izquierda Oficial; sino también su nula voluntad unitaria.
Ellos no sólo que no son capaces de unir a la izquierda, sino que no quieren que tal proceso se produzca porque viven más cómodamente en el marco de la división. El, permite que figuras absolutamente desprestigiadas y oportunistas “tienten” una vez más puestos electorales haciendo uso de procedimientos venales. Fracasarán otra vez.
La experiencia vivida debe ser revisada y corregida, para asegurar un derrotero nuevo en las elecciones nacionales del 2021.  Los actuales responsables de la división deben ser retirados de sus cargos dirigenciales, y los candidatos del futuro deben emanar de las bases mismas del movimiento popular y no ser impuestos a través de maniobras dolosas, como ha venido ocurriendo en muchos casos, incluso ahora.
LA TAREA ES POLITICA, Y NO ELECTORAL
Desde nuestra tribuna, no nos cansaremos de señalar que la tarea de la Izquierda Peruana no es electoral, sino política. Incluso encarando los retos de los comicios nacionales del 2021, no debe el movimiento popular hacerse ilusiones con ningún espejismo electoral.
Puede forjarse un buen movimiento democrático en esa esfera de la lucha política, pero él no cristalizará sino hay un acuerdo político elemental que se base en la unidad de objetivos y propuestas que se busca alcanzar.
La unidad es esencial, pero ella tendrá que ser política, para que resulte estable y duradera.
La Defensa de la Soberanía Nacional, el rescate de los recursos básicos de la Nación, el respeto de las libertades públicas, la práctica de una política de integración e inclusión social, la preservación de los derechos laborales de los trabajadores y el ejercicio de una política exterior independiente y soberana; bien puede constituir la base de un entendimiento amplio –y no sectario- que nos permita aglutinar fuerzas y sumar voluntades.
A ello, hay que añadir la necesidad de incorporar a la ciudadanía en las decisiones fundamentales, para no dejar las responsabilidades en manos de dirigentes cuestionados, y establecer mecanismos de elección de candidatos, que destierren los procedimientos vedados que hoy hacen crisis.
LA EDUCACION POLITICA DE LAS MASAS
Con mucho acierto Fidel Castro dijo en su momento que la batalla principal en nuestro tiempo, es la batalla de ideas. Hay que ganar, en efecto, la conciencia de las masas, educando a los pueblos en un sentido unitario, solidario y de lucha. Y hay que asegurar que los pueblos hagan su propia experiencia de combate para que, mediante ella, acumulen las enseñanzas y lecciones que habrá de servirles en el futuro.
Todo eso pasa por asegurar que la gente piense, lea, se informe y se eduque; exprese sus ideas, tome conciencia de los problemas del país y el escenario mundial, y comprenda la necesidad imperiosa de combatir en defensa de sus propias causas.
El 2020 marcará el 90 aniversario de la muerte de José Carlos Mariátegui y el 125 de su nacimiento. Esta gran figura del pensamiento peruano -el primer marxista de América- es muchas veces mencionado, pero muy pocas veces leído y sobre todo, comprendido.
Hay que acabar con la práctica impuesta por quienes se dicen “mariateguistas” en el verbo, pero niegan en los hechos la voluntad unitaria, creadora, independiente y solidaria del Amauta. 
El 2020, es también año del Bicentenario de Federico Engels; y el   Sesquicentenario del nacimiento de Lenin, exponente más claro y lúcido del pensamiento revolucionario de los pueblos y Gran Conductor de la Revolución Rusa y creador del Primer Estado Socialista del mundo.
Pero el 2020 es también el glorioso aniversario 75 de la derrota del fascismo en manos del Ejército Soviético en la II Gran Guerra; y el 60 aniversario de la fundación del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos -el ICAP-  creado por iniciativa de Fidel Castro, y afirmado como baluarte de amistad y de solidaridad.
Hoy, que el fascismo busca reabrir sus catafalcos y volver al escenario mundial, es deber esencial recordar estas fechas y dedicar el año y exaltarlas.
Cada uno de los acontecimientos que signan el tiempo que vivimos debe ser motivo de júbilo y victoria.

Fuente: Centro de Estudios “Democracia, Independencia y Soberanía” (CEDIS)

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