Argentina. La consolidación del movimiento nacional y popular apuntala la historia

En cada oportunidad en que el peronismo se hizo cargo de reparar y reconstruir el país, la situación diagnóstica era similar.

Por Jorge Rachid /Resumen Latinoamericano, 8 diciembre 2019

Pero esas acciones sólo pudieron llevarse adelante en un contexto de conducción política, que desde el Estado, promoviese la organización “que es lo único que vence al tiempo”, en palabras de Perón y asentada en la formación de cuadros políticos capaces de darle continuidad a la tarea de consolidación del modelo social y productivo solidario, que promueve y construye el peronismo, desde siempre en la historia.

Por Jorge Rachid

En cada oportunidad en que el peronismo se hizo cargo de reparar y reconstruir el país, la situación diagnóstica era similar. En efecto, en un marco internacional desfavorable, enfrentando tendencias contrarias a sus postulados, desde Yalta en el 45 hasta el Consenso de Washington  después, pasando por la Doctrina de Seguridad nacional en los 60.

Lo mismo en lo interno, con pérdida de soberanía e independencia económica, el movimiento nacional salió a propiciar y llevar adelante los modelos de país que respondiesen a las necesidades e intereses del pueblo argentino, en especial aquellos postergados, humildes y trabajadores, ampliando en cada ocasión derechos sociales.

Pero esas acciones sólo pudieron llevarse adelante en un contexto de conducción política, que desde el Estado, promoviese la organización “que es lo único que vence al tiempo”, en palabras de Perón y asentada en la formación de cuadros políticos capaces de darle continuidad a la tarea de consolidación del modelo social y productivo solidario, que promueve y construye el peronismo, desde siempre en la historia.

Pero el enemigo también sabe de estos pasos necesarios para la permanencia del proyecto nacional en el tiempo y por lo tanto intenta en cada etapa, deteriorarlo, desviarlo, atomizarlo y de ser posible conducirlo, como en los años 90. En ese sentido el enemigo siempre juega, nunca duerme, siempre al acecho de políticas que impidan la consolidación de la Patria Grande y de la Liberación Nacional, como lo hemos vivido en los últimos años.

Tenerlo presente implica además la necesidad de establecer prioridades de acción política, que pasen por la organización del movimiento nacional y la tarea de capacitación y promoción de nuevos cuadros militantes, que asuman la responsabilidad, en el tiempo de comprender, que la política como proyecto de vida, no es un cargo sino una responsabilidad de dar y comprometerse, de estar junto al pueblo para construir la historia, sin falsos vanguardismos, ni mesianismos que sólo duran lo que dura un tiempo biológico. Los tiempos de los pueblos, son históricos.

Entonces se abre en la Argentina de hoy una dura batalla por el sentido, una épica batalla cultural, que no se verá reflejada en los diarios de mañana, sino que emergerá en los tiempos venideros cuando los cuadros jóvenes, despojados de la cultura neoliberal dominante, abandonando el individualismo y los sectarismos, con que el enemigo infectó nuestras filas por décadas, pueda volcar en la práctica los valores y virtudes de una militancia política abnegada y humilde, comprometida y trascendente, que haga realidad la Comunidad Organizada como expresión máxima del poder popular,  derrotando el posibilismo demo liberal burgués, como expresión de una política colonizadora.

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