Argentina. Nuevos y vergonzosos nombramientos de último momento en la Cancillería por parte del macrismo

A doce días del cambio de gobierno, nombraron embajador en los Países Bajos y al hijo del fallecido ex gobernador Angeloz lo designaron cónsul en Madrid.

Por Fernando Cibeira, 29 noviembre 2019

Foto: El canciller Jorge Faurie continúa con nombramientos de último momento. 

Las designaciones de último momento están a la orden del día en la gestión macrista y un lugar especialmente sensible es la Cancillería, por los elevados costos que acarrean los traslados y por las posibles consecuencias para los vínculos diplomáticos. A las ya comentadas por este diario en organismos como la OEA y la FAO, se conocieron ayer dos nuevos casos: el del consejero legal de Ministerio, Mario Javier Agustín Oyarzábal, designado embajador en los Países Bajos y el de Eduardo César Angeloz, hijo del ex gobernador radical cordobés, que irá como cónsul a Madrid. Todo esto a 12 días de que Mauricio Macri deje la Casa Rosada.

El futuro canciller Felipe Solá calificó como “escandalosos” los nombramientos de última hora de Jorge Faurie, buscando acomodar diplomáticos amigos en embajadas, consulados y representaciones en el exterior. Ayer salió publicado en el Boletín Oficial el decreto 793 que lleva la firma de Macri y Faurie por el que nombraron a Oyarzábal, abogado de la Cancillería, en los Países Bajos. En el decreto resaltan que el embajador ya contaba con “el plácet de estilo” otorgado por el gobierno de los Países Bajos y que en el trámite habían intervenido las direcciones y secretarias correspondientes del Ministerio. En cambio, no dice nada sobre lo insólito de la designación a las apuradas, a días de la asunción de un nuevo gobierno.

Pero Faurie no sólo viene designando embajadores sino también cónsules, cuyo trámite es más rápido y sencillo porque no necesita que el país al que es destinado le otorgue el plácet, un paso que a veces se demora más de la cuenta. Por eso, nombró cónsul en Nueva York a Marcelo Suárez Salvia, que era su director de Ceremonial, y en Milán a Luis María Sobrón, quien se desempeñaba como director de Asuntos Consulares. Ambos integrantes de su entorno.

De la misma manera el martes pasado, aunque se conoció ayer, también nombró cónsul en Madrid a Angeloz hijo. De acuerdo a la resolución 657 firmada por Faurie se determina el traslado a Buenos Aires de la actual cónsul Sandra Moira Wilkinson y su reemplazo por el hijo del ex gobernador y candidato presidencial del radicalismo. Un dato curioso es que establece como fecha del recambio el 1 de marzo de 2020, es decir, cuando el gobierno de Alberto Fernández ya llevará más de tres meses de gestión. 

Angeloz hijo fue promovido por Macri el año pasado a la categoría de embajador extraordinario y plenipotenciario, categoría A. Con eso le dio algo de brillo a una carrera diplomática que hasta ese momento había sumado poco. Cuando el entonces canciller Héctor Timerman lo destinó en 2014 a la embajada argentina en Nueva Zelanda, Angeloz hijo -con patrocinio de Elisa Carrió- lo denunció por “abuso de autoridad”. Evidentemente no estaba a gusto con el destino. Angeloz adujo supuestos problemas de salud que le impedían trasladarse y también su actuación sindical, dado que integró una lista opositora en la elección del sindicato de los funcionarios del Servicio Exterior de la Nación. En Cancillería había funcionarios preocupados por el desembarco de Angeloz en un consulado de importancia como es el argentino en Madrid, dada la poca experiencia que tiene en representaciones en el exterior con actividad exigente.

Estas designaciones se suman a las ya reveladas ayer como la del ex vicecanciller Daniel Raimondi, que el martes presentó sus cartas credenciales en la OEA, justo un organismo al que Alberto Fernández y Felipe Solá vienen cuestionando, marcando una política bien diferente a la de la actual gestión. También hubo nombramientos en los últimos días en la FAO y en embajadas como Yemen, Omán, Haití y Rumania. Todas serán revisadas por la gestión entrante, pero revertirlas conlleva un costo diplomático -el papelón que significa retirar a un embajador que acaba de asumir- y un costo económico: se calcula que el traslado de destino de un embajador o cónsul cuesta unos 50 mil dólares, un gasto fastidioso para un gobierno que asumirá con el estigma de la escasez de divisas.

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