Chile. Un país sin soberanía

Resumen Latinoamericano / 21 de septiembre de 2019

“…hacer saber á la gran confederación del género humano que el territorio continental de Chile y sus Islas adyacentes forman de hecho y por derecho un Estado libre Independiente y Soberano, y quedan para siempre separados de la Monarquía de España, con plena aptitud de adoptar la forma de gobierno que más convenga a sus intereses…”

Proclamación de la Independencia de Chile (1818).

¿Chile es realmente independiente y soberano, como proclama el acta? Lo cierto es que nunca lo hemos sido realmente y las razones son muchas y variadas. Una de ellas -la más importante-  es el dominio de la oligarquía criolla que ha sido la que ha gobernado el país desde antes de la formalización de la independencia.

La oligarquía criolla siempre fue dependiente de los imperios que nos han sometidos como pueblos, siempre veló únicamente por sus intereses y para ello no solo pisoteó a las clases subalternas o al bajo pueblo, también ella como élite social pudiente se subordinó al mejor postor, al que ofrecía más por sus servicios desde fuera del país.

Es la misma oligarquía, que se resistió a la independencia nacional y luego a nombre de la independencia bregó por la desunión de los países al sur de Estados Unidos, olvidando que nuestra libertad era obra de las fuerzas independentistas allende Los Andes. Es la misma que impidió que Chile fuera promotor de la obra de Simón Bolívar en el Congreso Anfictiónico en Panamá; la misma que hoy destruye la unidad de sur américa en UNASUR e invoca al TIAR para atacar a Venezuela bajo los dictados del imperio.

Esta oligarquía criolla, que con el tiempo se convirtió en la que hegemonizó a toda la clase burguesa chilena, fue  transformándose y adquiriendo nuevas características, pero hay algunas que han permanecido inalterables en el tiempo: su intenso odio a los de abajo, bregar porque América Latina esté desunida  y venderse al mejor postor.

En la práctica nunca hemos tenido una oligarquía que defienda la Soberanía Nacional y menos la Soberanía Popular, aunque digan lo contrario.

Estas características negativas con el tiempo se acrecentaron. La oligarquía no actúa sola, ella ha sido capaz de subordinar a muchos y crear instituciones, como las FF.AA y de Orden, para asegurar sus privilegios.

En la actualidad la fórmula para seguir vendiendo nuestra soberanía son los diferentes tipos de tratados comerciales que el país ha firmado y que violan nuestra soberanía, ya que las transnacionales y potencias imperiales como EE.UU deciden las políticas que se implementan en Chile, y por otro lado desarrollan un “Estado Policial”  moderno que reprime brutalmente la acción colectiva de los movimientos sociales y pueblos originarios.

Hoy por hoy, todas nuestras riquezas naturales están en manos extranjeras: FORMALMENTE SOMOS DUEÑOS DE TODO, PERO EN LA PRÁCTICA DE NADA. Nuestras capacidades de defensa nacional están subordinadas a la tecnología norteamericana o de sus aliados, lo cual nos hace absolutamente dependientes y así en  cada ámbito de la vida, los alimentos, las telecomunicaciones, la energía, la tecnología, hasta la cultura están bajo los criterios que se definen fuera del país.

Chile es un nombre, una marca concesionada. No se trata de ser autárquicos -se necesitan acuerdos con otros países- la inter-dependencia con la comunidad internacional es necesaria, especialmente con América Latina o con Nuestra América como la denominó el gran patriota cubano José Martí.

Hay una razón potente para bregar por la unidad de los latinoamericanos, y que la da sentido a la idea del libertador Simón Bolívar de que “la patria es América”. Esto es la necesaria protección mutua contra los nefastos intereses de los imperios, en especial el gringo.

Francisco Bilbao llamó a defenderse de los imperios expansionistas que amenazaban al mundo, afirmando que “todas las naciones hispanoamericanas llegarán a ser protectorados de Estados Unidos – al menos que ellas se unan”.

La unidad de “Nuestra América”, es una condición básica para asegurar nuestra soberanía como nación, porque la única fórmula patriótica para proteger nuestros intereses es la cooperación mutua. ¿Si no estamos unidos, cómo defenderemos nuestros intereses en la Antártida cuando termine el tratado que la protege en algunos años?.

Podemos decir que en todo relato patriótico verdadero, existe una base fundamental y es que los asuntos de cada país se definen en el país y por el absoluto soberano que es el pueblo. La realidad nos indica que estamos lejos de eso.

Un ejemplo: Chile es el principal productor de cobre y por eso deberíamos poder determinar los precios de la libra de cobre o influir significativamente en ello,  pero no es así.

¿Por qué la bolsa de metales está en Londres, lugar donde no se producen minerales?, ¿por qué esa bolsa no está acá, en Antofagasta por ejemplo?

Esto se debe a que la oligarquía chilena vende patria obedece a intereses foráneos y nunca ha tenido el interés de que Chile decida sobre sus riquezas  y tenga una política en función de ello.

¿Qué significa ser soberano y por tanto independiente?

En esencia que las políticas de todo ámbito se definan dentro del país por los que conforman el soberano que es el pueblo o los pueblos que habitan este angosto rincón del planeta.

Para ser independientes o soberanos, tenemos que asegurar tener las condiciones para ejercer dicha   soberanía, es decir tener capacidades propias en todo ámbito y que las influencias foráneas tengan un margen limitado de acción.

La soberanía nacional para que sea verdadera debe tener otro componente esencial: el que exista soberanía popular.

La soberanía nacional solo puede existir a condición de que exista soberanía popular.

La oligarquía chilena, creó una forma de Estado, el Chile Portaleano, útil a sus intereses; y con el golpe terrorista de Pinochet lo remplazó por el Estado Guzmaniano, para asegurar que “nunca más” se viviera un proceso de cambio profundo como el que encabezó el gobierno de la Unidad Popular con el presidente mártir Salvador Allende.

Está oligarquía se dotó de brazos políticos para asegurar su dominio: por un lado la derecha nacida luego del gobierno de los militares terroristas y por otro, la Concertación, devenida en Nueva Mayoría que se integró con mucho entusiasmo al Estado Guzmaniano al que llamó “democracia en la medida de lo posible”.

Un mentor de la llamada Concertación, Edgardo Boinenger, dijo a principios de los 90, que el “Estado tiene que perder soberanía y que muchas cosas se definirán fuera del país”, dicho y hecho.

El espíritu vende patria de la Concertación, devenida en Nueva Mayoría, está reflejada en los tipos de acuerdo comerciales internacionales y en la promoción -con Michelle Bachelet y Heraldo Muñoz a la cabeza- del TPP11, que como lo ha denunciado el prestigioso académico de la Universidad de Cambridge y de la Universidad de Santiago en Chile José Gabriel Palma y más recientemente el académico de la Universidad de Chile Hassan Akram, van en contra de los intereses de Chile y en favor de los intereses de las transnacionales.

Tenemos que recordar que con Salvador Allende se logró que el 100% del cobre fuera chileno, por otro lado, cuando terminó el gobierno formal de Pinochet, el cobre era en un 70 % chileno; con los gobiernos de la Concertación-Nueva Mayoría solo el 28% del cobre es chileno. Y así se podría hablar de otros minerales, de la riqueza del mar, de las riquezas forestales, de las sanitarias, de la energía, de las telecomunicaciones, etc, etc, etc.

Somos un país sin tecnología propia, dependemos de las fuerzas armadas de Estados Unidos y sus aliados para tener una defensa y protección nacional decente.

Un muestra tragicómica, es el episodio del 2 de marzo del 2010, luego del mega-terremoto que nos afectó, cuando la entonces secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, llegó a Chile y se reunió con la presidenta Michelle Bachelet, quien recibió a la funcionaria estadounidense en una base de la Fuerza Aérea aledaña al aeropuerto internacional de Santiago, que fue dañado por el terremoto. Clinton tuvo como principal objetivo saber más detalles de la tragedia que nos afectó y coordinar los recursos que aportaría EE.UU. La mandataria chilena recibió a Clinton al pie del avión. Ambas se fundieron en un abrazo y de inmediato tuvieron una reunión. Minutos después, frente a las cámaras, Clinton entregó a Bachelet un teléfono satelital y dijo que tenía otros 24 allí mismo para darle.

La razón de dicha entrega es que Chile, país soberano, no tenía los medios para comunicarse con las regiones afectadas. ¿Qué país independiente y soberano, no tiene ni para comunicarse con sus regiones en épocas de crisis? ¿Qué pasaría si estuviéramos en guerra?

El entonces jefe de la Armada, Juan Edmundo González, entregando su testimonio sobre el accionar de la institución que dirigía en el terremoto, dijo en el parlamento: “Yo me mantuve en mi casa, tenía energía, un generador propio, entre comillas, porque al final no tuve ningún celular, ningún teléfono satelital hasta que al final a las 5:10 am, fui informado que la escuadra no había zarpado, que no había maremoto porque la alerta había sido cancelada hace cinco minutos y obviamente que me relajé un poco”. Plop.

Aparte de no tener soberanía sobre lo nuestro, estamos conformados con instituciones, como las Fuerzas Armadas y de Orden, que están dirigidas por corruptos y mercenarios, cada compra de armamento, cada gasto, incluso los reservados, están comprometidos con la corrupción de los altos oficiales. Si la plata y los negociados son los que los rigen, ¿quién podrá defender a la patria?.

Hay “honor y gloria” en la corrupción, en subordinarse a las transnacionales, a los imperios. Son solo la “guardia pretoriana de los poderosos” como lo vaticinó el comandante en jefe del Ejército asesinado por orden de Pinochet,  Carlos Prats González.

Las banderas de la real soberanía tanto Nacional como Popular, que tienen que estar unidas, es lo que podríamos denominar el Chile popular, el de los trabajadores y pueblo, que quiere y ama con sinceridad a Chile, que respeta la madre tierra y nuestra diversidad como pueblos. 

El poeta expresó este cariño en su “Cuándo de Chile”:

“Ay Patria, sin harapos,

ay primavera mía,

ay cuándo

ay cuándo y cuándo

despertaré en tus brazos

empapado de mar y de rocío.

Ay cuando yo esté cerca

de ti, te tomaré de la cintura,

nadie podrá tocarte,

yo podré defenderte

cantando,

cuando

vaya contigo, cuando

vayas conmigo, cuándo

ay cuándo.“

Centro de Estudios Francisco Bilbao.

Septiembre 2019.

You must be logged in to post a comment Login