América Latina se hace eco del grito de protesta de Greta Thunberg

Resumen Latinoamericano, 21 septiembre 2019.-

Los jóvenes mexicanos lideran las manifestaciones contra el cambio climático en varias capitales de la región.

En foto, la marcha avanza sobre la avenida Reforma en Ciudad de México. En vídeo, crónica de la manifestación celebrada en Brasil. FOTO: HECTOR GUERRERO / VÍDEO: EFE

La batalla contra el cambio climático retumba en América Latina. Desde Ciudad de México hasta Buenos Aires, miles de jóvenes latinoamericanos han salido a la calle este viernes para sumarse a las protestas convocadas por la activista sueca Greta Thunberg. El movimiento Fridays For Future [Viernes por el futuro] ha avanzado a cuentagotas en la región y, aunque las manifestaciones han sido menos multitudinarias que las celebradas en Europa y en Estados Unidos, están previstos esta semana 250 actos en más de una veintena de países. México, con 65 marchas, lidera la representación más activa, seguido por Brasil (48) y Colombia (43).

América Latina busca seguir el impulso de las protestas lideradas por Fridays For Future a raíz de la catástrofe forestal de la Amazonia —tras un verano marcado por los severísimos incendios—, con bloqueos frente a las Embajadas brasileñas alrededor del mundo hace un mes. En México, unos 1.000 manifestantes se han reunido en el icónico Ángel de la Independencia y han marchado hacia el Zócalo, en el centro de la capital. “Si no hacemos un cambio rápido nos estamos destruyendo a nosotros mismos. por eso creo que es el tema más importante que existe”, afirma Juan Pablo Murral, estudiante de 14 años, entre consignas como “no hidrocarburos, queremos futuro” y batucadas que exigían “cambio político, no cambio climático”. Fue la manifestación más concurrida de Fridays for Future que ha habido en el país. A algo más de 1.000 kilómetros de allí, en Mérida (Yucatán, sureste del país norteamericano), 11 premios Nobel de la Pazparticiparon en una ceremonia en apoyo a las protestas globales en la que pidieron perdón al planeta.

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En Santiago de Chile, el principal punto de reunión ha sido Plaza Italia, pero otras 19 movilizaciones estaban programadas en todo el país andino. “Demandamos transición a 100% de recursos renovables”, indicaba uno de los carteles de los manifestantes en Alameda, la principal avenida de la ciudad. El evento global ha caído en medio de las fiestas patrias del país sudamericano, en que miles de capitalinos han salido de la ciudad para los festejos que se han prolongado por toda la semana. “Nuestra principal demanda es declarar la emergencia climática y ecológica, y que esto signifique el cierre de las termoeléctricas a carbón de aquí al 2030 y las que están obsoletas de acá a final de año”, señaló Ángela Valenzuela, portavoz de Friday for Future Santiago, una organización internacional que en Chile contempla 36 grupos de trabajo que exigen cambios estructurales para combatir el cambio climático. Informa Rocío Montes desde Santiago de Chile.

Argentina tiene programadas este viernes 18 marchas. Pero a diferencia de otros países, la protesta más grande se ha convocado para el próximo 27 de septiembre, el último día de semana de acción climática, informa, desde Buenos Aires, Mar Centenera. Los jóvenes argentinos que exigen medidas urgentes se concentran esta tarde en la céntrica Plaza de Mayo de la capital. Además de las consignas internacionales, el lema de la protesta en la nación sudamericana es “No queremos ser el basural del mundo”, en referencia al polémico decreto del presidente, Mauricio Macri, que hace más flexibles los criterios para importar residuos de otros países.

En Colombia, uno de los países más biodiversos del mundo, donde la principal causa del cambio climático es la deforestación, la jornada transcurría sin mayores movilizaciones, informa, desde Bogotá, Santiago Torrado. Para el final de la tarde los activistas locales de Fridays for Future convocaron un plantón en la plaza de Bolívar, el corazón de la capital colombiana, en una jornada fría y lluviosa. El sábado, la expectativa se trasladará al departamento de Caquetá, en el sur del país. Allí, con el auspicio del centro de estudios DeJusticia, cuarenta jóvenes ambientalistas de la Amazonia colombiana se reunirán para participar en una jornada de activismo creativo.

El protagonismo de México en la huelga global contra el cambio climático no es casual. Es también el país latinoamericano que más dióxido de carbono y el undécimo en el mundo, con más de 490 toneladas métricas al año, según el Atlas Mundial del Carbono y el grueso de las mediciones internacionales. Los jóvenes que pertenecen a Fridays For Future también han sido especialmente críticos de la política ambiental del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que ha apostado por megaproyectos para detonar el desarrollo y el impulso a las energías fósiles, con la petrolera estatal (Pemex) a la cabeza, pese a los cuestionamientos de activistas, pueblos originarios y académicos. “En México no hay una estrategia clara para combatir el cambio climático”, sentencia Clara Martínez, de 22 años, una de las organizadoras mexicanas de la primera protesta mundial convocada por Thunberg en marzo pasado, que congregó a unos 200 asistentes. Este viernes, Edith Ruiz, de 19 años, profundizaba en la misma línea que Martínez. “Nuestro Gobierno”, decía en la marcha, “tiene que cambiar sus políticas, nos estamos acabando el planeta, es un momento crítico y todo mundo debería estar aquí, marchando”.

La representación mexicana ha tenido que luchar con un falso debate entre los problemas estructurales —como los 52 millones de pobres en el país o la inseguridad— y las nuevas banderas de la generación centennial, que ha asumido el liderazgo mundial contra el cambio climático. Pero las líneas entre cada conflicto son cada vez más difusas. Son las clases más acomodadas las que contaminan más y las más desfavorecidas, las más afectadas. Y la ola de violencia se ha cebado con al menos 21 defensores del medioambiente asesinados el año pasado, de acuerdo con el Centro Mexicano de Derecho Ambiental. América Latina es la región más peligrosa para defender el medioambiente, con cinco países entre los diez más letales y más de la mitad de los homicidios contra activistas medioambientales en el mundo, advierte la organización Global Witness.

El bastión de la representación mexicana del movimiento son los estudiantes de universidades y escuelas privadas, pero el mayor desafío para sus miembros es hacer llegar su mensaje a más sectores de la población. “El principal pendiente es hacerlo más representativo y darlo a conocer, la pregunta que más nos hacen es ‘¿Quién es Greta?”, comenta Valeria Cruz, de 24 años, una de las coordinadoras. La consigna es la misma que la del movimiento mundial, pero el reto de tropicalizar la información, difundir el mensaje en las redes sociales y convencer a otros actores sociales que la lucha contra el cambio climático es también contra la pobreza y por la igualdad de género es mayor. Este viernes vio una mayor presencia de las universidades públicas, de organizaciones de la sociedad civil y de voces con cara de niño que gritaron para reclamar por su presente y su futuro.

Los estudiantes lideran la protesta global contra el cambio climático en vísperas de la cumbre de la ONU

Manifestantes contra el cambio climático, este viernes en Nueva York. En vídeo, la manifestación en la capital alemana. FOTO: DREW ANGERER (GETTY) | VÍDEO: REUTERS

Menos discursos y más acción para detener el calentamiento global. Si durante los últimos días la ONU ha reiterado este mensaje a los líderes mundiales que se reunirán el próximo lunes en la Cumbre del Clima en Nueva York, cientos de miles de estudiantes lo han demandado este viernes con una movilización escolar de escala global. De Sídney a São Paulo, pasando por París, Bruselas, Dinamarca, Finlandia, Londres, Washington, Johannesburgo o México, los alumnos han cerrado sus cuadernos, han emulado a Greta Thunberg, la activista sueca que ha hecho despertar en el mundo la conciencia ambiental, y se han sumado a un tsunami verde con epicentro en Nueva York y Berlín que ha sido el aperitivo de una semana de movilizaciones lideradas para exigir medidas urgentes para detener la catástrofe ambiental que han heredado de sus mayores. “Si nadie actúa lo haremos nosotros. No somos simples jóvenes que se saltan las clases. Somos la vía para el cambio. Juntos somos imparables”, ha dicho Thunberg ante la multitud que la ha acompañado en la ciudad estadounidense. La activista ha cifrado en 250.000 los manifestantes de Nueva York y unos cuatro millones en todo el mundo. En total, están programados más de 5.000 actos en 156 países que culminarán el próximo viernes 27 con una huelga mundial a la que esta vez no se sumarán solo estudiantes: la protesta está respaldada por miles de asociaciones de la sociedad civil.

“He venido porque quiero decirle al Gobierno que tiene que hacer algo”, explica Laura Z. en Berlín, donde salieron a protestar unas 100.000 personas, según la Policía y 270.000 según los organizadores. “Tengo 16 años y no puedo votar, por eso he venido, para que los políticos sepan lo que queremos. Quiero que se ponga fin a la producción de carbón como mucho el año que viene [el plan del Gobierno prevé el cierre en 2038]”. En Nueva York, Emmett, de 10 años, resume así su presencia en una manifestación con decenas de miles de participantes: “Hay muchos adultos que son muy egoístas”. No entiende cómo los mayores no son conscientes de la emergencia climática porque los efectos del calentamiento no son cosa del futuro sino del presente. A ellos Greta Thunberg se lo ha hecho ver, como subraya Catherine Skopic, ya en la sesentena. “Habla como una profeta y con la sabiduría de un anciano” y “ha conseguido galvanizar una lucha que lleva en marcha varias décadas”.

ONCE NOBEL POR LA TIERRA

Rigoberta Menchú pidió este viernes tres veces perdón a la Tierra. “Perdón por ensuciarla, perdón por no cuidarla, perdón por destruirla”. La premio Nobel de la Paz (1992) guatemalteca participó en una protesta organizada en Mérida (México) en el marco de la huelga mundial contra el calentamiento. Junto a ella otros diez Nobel de la Paz. Entre los participantes, los expresidentes de Colombia, Juan Manuel Santos y Polonia, Lech Walesa, la jurista iraní Shirin Ebadi y la activista yemení Tawakkul Karman. 

El Acuerdo de París cerrado en 2015 para contener el aumento de temperatura en dos grados —y en la medida de lo posible dejarlo en 1,5— con respecto a los niveles preindustriales no ha impedido que las emisiones y las temperaturas estén en la actualidad en niveles récord y que los fenómenos meteorológicos extremos, como el huracán Dorian, sean cada vez más frecuentes.

“Hay que hacer comprender a la gente que hay una emergencia climática hoy, que el problema del calentamiento es de hoy, que la salud pública está amenazada hoy, que el mar está subiendo hoy, que las temperaturas ya están provocando problemas muy graves”, enfatizaba esta semana el secretario general de la ONU, António Guterres, en una entrevista realizada por EL PAÍS con Covering Climate Now, un consorcio global de más de 250 medios de comunicación en vísperas de la cumbre de la ONU del lunes. Ese día la Organización de Naciones Unidas reunirá a líderes mundiales para empujarles a que presenten planes de recortes de emisiones más exigentes y que permitan cumplir con la meta de París. Si no, los gases de efecto invernadero, lejos de reducirse un 45%, aumentarán un 10%, con efectos fatales para el planeta.

Mientras los líderes se lo piensan, los jóvenes han abrazado la causa abanderada por Thunberg y están señalándoles el camino. Y a algunos no les gusta. El ministro de Finanzas de Australia, Mathias Cormann, dijo el jueves al Parlamento que los estudiantes no deberían participar en el movimiento de protesta. “Los estudiantes deben ir a la escuela”, afirmó. No creen lo mismo las autoridades de Nueva York, que dieron permiso a 1,1 millones de estudiantes de escuelas públicas para que faltaran a clase. O el secretario general de Amnistía Internacional, Kumi Naidoo, que dirigió una carta a 30.000 colegios del mundo pidiendo a sus responsables que permitan a los chavales participar en las movilizaciones a las que se están sumando sindicatos, grandes empresas, ecologistas…

“Estas protestas me parecen increíbles, esperanzadoras, necesarias”, dice Amaranta Herrero, profesora de Sociología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Están teniendo mucha repercusión. Muchos ámbitos de la sociedad que generalmente no se han mojado por la crisis climática empiezan a sumarse, empiezan a descubrir la problemática y a expresarlo”, continúa. “Es verdad que desde hace décadas suenan las alarmas desde el mundo científico. Pero los Gobiernos no solo se guían por la acción de la ciencia, se necesitan muchos actores sociales para hacer avanzar la sociedad, sobre todo cuando de lo que se trata es de rebajar emisiones y eso pasa por consumir menos materiales y energías a escala global, redistribuir la riqueza y asumir que el planeta tiene recursos limitados. Hay una clase consumidora global que está llevándonos al precipicio”, sentencia.

En Alemania, las 500 movilizaciones convocadas este viernes —justo el día en que su Gobierno anunciaba una gran inversión para luchar contra el calentamiento— cuentan con el apoyo de sindicatos, empresarios y la Iglesia protestante y el escepticismo de ciudadanos como Oliver, de 38 años: “El Gobierno no ha hecho lo suficiente. Estamos aquí para que les sirva de motivación”. En Berlín, tres jóvenes escenifican la crítica situación en la que se encuentra la Tierra con una performance en la que representan a tres personas a punto de morir ahorcadas con una soga al derretirse tres cubos de hielo bajo sus pies. En Helsinki (Finlandia) se han guardado once minutos de silencio, uno por cada año que queda para poder controlar el aumento de las temperaturas, según el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), de la ONU.

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La campaña va camino de convertirse en la mayor movilización climática de la historia canalizada por Fridays for Future. En España, aunque ha habido protestas, han sido mínimas porque la vista está puesta en la huelga del viernes 27, cuando hay convocados 179 paros en el país. Celia Sánchez, zaragozana de 19 años, se ha dedicado a hacer pancartas para la modesta sentada que protagonizaron frente al Congreso. “Hacen falta llamadas de atención que visibilicen el cambio climático”.

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