Pensamiento crítico. Las deudas se anulan solo cuando se rebelan los ciudadanos

por Eric Toussaint   / Resumen Latinoamericano/ 1 de septiembre 2019

Entrevista a Eric Toussaint, historiador belga y doctor en Ciencias Políticas por las universidades de Lieja y París VIII, quien participó de la contracumbre del G7 en Biarritz, Francia. Es portavoz del Comité para la Abolición de las Deudas Ilegítimas (CADI) y miembro del Consejo Científico de ATTAC. Ha participado en la cumbre alternativa de Irun y Hendaia.

— Intervino usted en la mesa redonda de la contracumbre del G7 sobre la abolición de la deuda ilegítima pública y privada. ¿Por qué ilegítima?

— En el caso de una deuda pública, se define así a la que está contraída en unas condiciones que no respetan los intereses de la población o también cuando se favorece a una minoría privilegiada. Por ejemplo, cuando, para salvar un banco privado que va a hacer quiebra por haber tomado riesgos exagerados, se le da dinero público.

— ¿Existen ejemplos en el mundo de deudas que se hayan abolido?

— Por supuesto. En la historia moderna, pongamos desde hace dos siglos y medio a hoy, hay casos en los que, como consecuencia de la movilización ciudadana, han sido abolidas. La Convención de 1792 proclamó la anulación de dos tercios de la deuda pública argumentando que el pueblo francés no tenía por qué pagar por las deudas contraídas por la Monarquía. En 1919, México anuló las deudas reclamadas por banqueros franceses y otros que habían prestado dinero a regímenes corruptos combatidos por regímenes democráticos legales. En 1837, los habitantes de cuatro estados de EE.UU. (Arkansas, Florida, Missouri y Michigan) se sublevaron contra sus respectivos gobernantes, que habían aumentado los impuestos para pagar importantes deudas adquiridas con bancos que corrompían a hombres políticos. Derrocaron a esos gobiernos y los nuevos gobernantes anularon la deuda. Hay otros ejemplos, como Costa Rica. Y mucho más cerca en el tiempo, Ecuador revocó, en 2008, una deuda que fue considerada ilegítima por una comisión de auditores específica en la que yo mismo participé. El mismo año está también el caso de Islandia, que se negó a pagar una deuda reclamada por Gran Bretaña y Holanda. Hay una serie de ejemplos a lo largo de la historia pero, eso sí, solo pasa cuando los ciudadanos se rebelan y presionan a sus respectivos gobernantes.

— Dice usted que, por lo menos desde el siglo XIX, la deuda es un arma de dominación política. Y que, además, no solo afecta a los países denominados pobres, sino también a los desarrollados. Se ha convertido en una suerte de nuevo colonialismo. ¿Dónde queda la democracia en todo esto?

Lo que ocurre es que los prestamistas han logrado que los estados entren en el engranaje de la deuda pública y, gracias a ello, sacan pingües beneficios permanentemente.

 

 

Fuente: Contrahegemonía 

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