A propósito del Primer Foro Agrario: Otro campo es posible

Por Marcelo Yaquet, Resumen Latinoamericano, 10 mayo 2019

En el mundo “el campo” es sinónimo de Argentina. El campo tiene – en nuestra historia – un rol protagónico en el debate nacional y clave en la construcción del proyecto de país que se encuentra en constante disputa.

Si la Argentina es campo, debería ser un país con fuerte características rurales, pero, por el contrario, pocos terratenientes oligárquicos y capitales nacionales y transnacionales son dueños de ese campo. Esta concentración de grandes extensiones de campo en pocas manos, ha expulsado – y continúa expulsando – nuestra población a las grandes urbes.

Argentina, a diferencia de otros países de América Latina, ejecutó una reforma agraria a la inversa. La clase terrateniente de nuestra nación fue la más oligárquica de América Latina: es la que tiraba manteca al techo, la que construía estancias al estilo de los palacios europeos; es la misma que compró a conciencia el proyecto colonial de ser solamente el granero del mundo: dador de materia prima. Atando a su destino el destino de la nación.

La expresión del campo oligárquico en el siglo XXI tuvo como correlato organizativo en la Mesa de Enlace, arrastrando a ella a sectores medianos y pequeños, y que se lució en contra de los intereses de las mayorías en el conflicto del 2008 por las retenciones móviles.

La profundización del capitalismo a escala mundial, con la dinámica propia de la tecnología y las nuevas formas de negocio, fue transformando a esa oligarquía, pero, en esencia su proyecto es el mismo. Ellos y ellas son el proyecto de una nación-campo oligárquico-imperialista.

El Foro Agrario, nosotras y nosotros, representa el proyecto de nación-campo-pueblo-patria grande. Este proyecto se expresó como nunca antes en el Microestadio de Ferro, con más de 2500 delegados de todas las provincias, integrantes de los movimientos campesinos, de las/los trabajadores de la tierra, de las comunidades indígenas, de pequeños y medianos productores (formales e informales), de pescadores, de cooperativas de producción primaria, industriales y de comercialización, de trabajadoras y trabajadores del Estado, de intelectuales orgánicos, de consumidores y de militancia popular.

El 7 y 8 de mayo, se debatió, se reflexionó sobre la situación actual del sector y se avanzó en la elaboración de medidas reivindicativas en cada uno de aquellos ejes que son estructurales en el diseño de cualquier política agropecuaria. Metodológicamente, se organizaron 23 comisiones de trabajo intenso y democrático. Cabe nombrar a cada una para dejar asentado el valor y la calidad de la elaboración programática del Primer Foro Agrario Soberano y Popular: 1) Modelo Productivo 2) Tierras, 3) Mar, Rio y Pesca 4) Semillas 5) Rol del Estado 6) Agua 7) Forestal 8) Lechería 9) Carnes 10) Horticultura y Fruticultura 11) Emergencia de las Economías Regionales 12) Comisión Gestión Local Participativa 13) Comercio Interior 14) Comisión de Comercio Exterior 15) Cereales Y Oleaginosas 16) Trabajo Rural 17) Educación, Ciencia Técnica 18) Salud 19) Rol de las y los Trabajadores del Estado 20) Logística de Distribución 21) Género 22) Pueblos Originarios 23) Comisión Juventud.

Producto del trabajo colectivo en las comisiones, podríamos decir que el Foro Agrario Soberano y Popular etiquetó un manojo de palabras claves: Concentración – Extranjerización – Oligopolios – Agronegocio – Saqueo – Estado – Reforma Agraria – Agroecología – Soberanía Alimentaria – Semilla – Soberanía Marítima y otras tantas que hacen a la definición del rumbo que debe tomar el sector.

El desafío es hermosamente enorme: que el sector representado en el Foro entre en contradicción con el sistema capitalista mundial imperante, implica una tarea titánica.

El otro campo es posible, porque existe. Porque se organiza desde abajo, porque disputa la tierra, porque produce todos los días alimentos para toda la sociedad, porque inventa canales nuevos de comercialización, porque reflexiona, porque se piensa como sujeto de cambio, porque da vida, porque construyó y fue protagonista del Foro Agrario.

El Foro es un nuevo punto de partida y cabe una responsabilidad enorme en sus dirigentes, referentes y militantes que, como nervio organizador de un colectivo mayor, debe estar a la altura de las circunstancias. Hay que identificarse y definirse en palabras honrosas que no nos permitan claudicar: unidad – honestidad intelectual – decisión colectiva – humildad – formación – crítica y autocrítica – planificación y evaluación. Es decir, debemos reconstruirnos individualmente como militantes y colectivamente como organización donde nuestra acción tenga coherencia. Donde el pensar, el decir y el hacer se desarrollen en un perfecto enlace.

Debemos difundir el documento de convocatoria, debemos llevar a cada rincón de nuestra patria las conclusiones de cada una de las comisiones, en constante elaboración, para desplegar conscientemente un plan de acción. Entendiendo que la pelea del campo es la pelea de la ciudad, y que el cambio del modo de producción es una discusión que debe darse de cara al conjunto de la sociedad y de sus organizaciones e instituciones. El Foro no puede – ni debe – transformarse en un apéndice del estado, ni en propiedad de ninguna organización; debe repensarse como un sector estratégico en la lucha de los dos modelos que se encuentra en constante disputa. Una disputa que históricamente atraviesa a nuestra nación.

El comienzo del encuentro en donde quedó reflejada la participación federal, el andar solidario de todas y todos, la presencia participativa en cada una de las comisiones, las discusiones acalorados fraternalmente, la intervención de nuestros hermanos latinoamericanos: Nélida Sifuentes (Ministra de Desarrollo Productivo de Bolivia), Jacinto Herrera de LA UNICA (Bolivia), María Pacheco del FASE (Brasil), Laissa Pollyana de CONTAG (Brasil), Pedro Ferreira de Oliveira Neto del MST (Brasil), Belén Romero de CONAMURI (Paraguay), Juan Carlos Pinto del Frente Nacional Campesino (Paraguay), Tomás Zaya Roa de AGRAPA (Paraguay), la ceremonia de los pueblos originarios, la feria popular de las organizaciones, las y los músicos populares; y el retumbar final de los bombos da lugar para que todas y todos coincidamos en que el Foro Agrario es un hecho histórico.

Un hecho histórico rebalsado de pueblo campesino, de trabajadoras/es de la tierra, de comunidades originarias, de clase trabajadora, de intelectualidad orgánica, de militancia popular. El foro se llenó de contenido, de reflexiones colectivas, de aires revolucionarios, de ejemplos de hermandad y de unidad desde abajo.

¡Viva el campo soberano y popular!

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