México. El estilo personal de gobernar (Opinión)

Por Gerardo Fernández Casanova, Resumen Latinoamericano, 29 de abril de 2019.-

Indudablemente el Presidente López Obrador practica un estilo de gobierno diametralmente opuesto a los de los presidentes que me ha tocado conocer en mis 76 años de vida. En lo personal, me gusta y me parece saludable, aunque entiendo que a otras personas tal vez les disguste y les provoque insania. Por mi parte intento analizar su comportamiento con ojo crítico y he señalado errores, particularmente el de la termoeléctrica en Morelos, pero casi todo lo demás me ha parecido correcto y consecuente. Por su parte, los que no comparten su manera de gobernar manifiestan su desagrado dentro de una gama de posturas que van desde la crítica razonada y propositiva hasta el denuesto y la procuración de su muy anticipada renuncia, convocando marchas y atiborrando de mensajes (robots) en las redes sociales con afanes golpistas, sin argumentos que vayan más allá de calificarlo de dictador que busca reelegirse, además de ser un simple gobernante de ocurrencias, ambas rotundas falsedades.

El de López Obrador es un gobierno que se ejerce a la luz del día, con la máxima transparencia posible, sometido cotidianamente al escrutinio de la prensa y del gran público que sigue sus conferencias matutinas. Es algo que nunca hemos conocido en la historia y, por cierto, no es algo menor; tiene la característica de ser un ejercicio de la mayor calidad democrática al que tiene acceso todo tipo de periodistas, algunos de ellos muy profesionales, que cuestionan con suficiencia de elementos de respaldo, hasta figurones del golpeteo mediático. Todos tienen cabida y a todos se les atiende.

La mayoría de sus críticos no han entendido que se trata de un nuevo régimen; que el combate a la corrupción va en serio y que el servicio a los intereses populares y nacionales tiene la más alta prioridad. Los que lo hacen de buena fe todavía usan los anteojos del pasado, útiles para tratar de acotar a un régimen mentiroso, inepto y corrupto; ya va siendo hora que se convenzan que hay que cambiar de lentes. Los de la mala fe, añoran los privilegios que les significaba el viejo régimen y quisieran que las cosas siguieran igual y están dispuestos a poner todas las trabas para que lo nuevo fracase; se van a quedar con las ganas (AMLO dixit).

El Presidente tiene prisa; sabe que un sexenio pasa muy rápido y que no hay más. De ahí que asombra su capacidad ejecutiva y su tozudez de ejecutor, lanzando simultáneamente múltiples proyectos de todo orden y dándoles seguimiento sin descanso. Lamenté que el aparato de la administración pública sea un pesado elefante reumático al que hay que empujar haciendo montón con todo el pueblo esperanzado, y ahí la lleva; a base de terquedad pronto veremos al elefante trotando en la pradera. Ha tomado decisiones de gran valentía, como son la cancelación del oneroso y truculento aeropuerto de Texcoco, con toda la carga de disgusto de la minoría beneficiaria; el combate frontal al robo de combustible que ha significado su primer gran éxito; la extinción del Estado Mayor Presidencial junto con la venta de flota (que no flotilla) de aviones para uso privilegiado de funcionarios incapaces de colocarse a la altura del pueblo; la contrarreforma educativa, con todo y el memorándum violatorio pero definitorio; el arranque de proyectos de infraestructura: Tren Maya y Corredor Transísmico; la puesta en marcha del paquete de programas sociales tendientes a crear el prerrequisito de justicia para alcanzar la paz en el país, así como la creación de la Guardia Nacional para proveer a la seguridad pública en todo el territorio nacional; la recuperación de la industria nacional de energéticos (petróleo y electricidad) criminalmente desmantelada por el régimen neoliberal; y, no menos importante, la inteligencia para capear el temporal en su relación con los Estados Unidos y su troglodita presidente; valiente no es el que se lanza sobre los cuernos del toro, sino el que lo lidia con inteligencia; es suficiente que los demócratas y la prensa traigan frito a Trump mientras, más vale nadar de a muertito y sin variar de postura: la migración indeseada se frena sólo con justicia y desarrollo en sus orígenes ( por cierto agradeceré a alguien que me explique la razón de que en las caravanas no haya nicaragüenses, huyendo de la tiranía, en tanto que la mayoría proviene de Honduras donde gobierna un baluarte de la democracia made in USA).

Para terminar, mas no concluir, los mexicanos estamos en medio de un huracán de transformaciones; una alternativa es aferrarse al pasado y ser arrastrados por la historia o volar junto con él para construir la nueva historia. Yo prefiero volar.

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