ANÁLISIS ¿Para qué sirve la oposición si el gobierno Bolsonaro se opone a sí mismo?

Por PAULO CANNABRAVA / Resumen Latinoamericano/ 17 de abril 2019

Más de 100 militares ocupan puestos en las más distintas jerarquías en un gobierno que hereda un país con los centros de decisión ocupados por intereses externos y ofrece una total sumisión a los Estados Unidos

Esa idea de que es la “vieja política” que estorba, según el experimentado senador, es desconocer a la política o deliberadamente despreciarla para poder mandar solo. Es el típico caso de Jânio Quadros. Quiso dar el golpe, evaluó mal a los militares que han razonado: si es para dar golpe, vamos a darlo nosotros y asumir, no dar la silla a otro.

Renan — que está en la oposición desde el gobierno de Michel Temer (2016-2018) — también abrió el juego con relación a lo que fue la elección para la mesa del Senado en que él era el candidato favorito para griegos y troyanos. Hubo interferencia externa, a través de las redes, conspiración en el Palacio del Planalto y aun en el Supremo Tribunal Federal (STF), preocupado con la tramitación de la Ley contra el Abuso de Autoridad.

Raposa vieja, Renan sigue en el comando a través de su fiel escudero, el secretario de la Mesa, Luis Fernando Bandeira de Melo Filho, mientras Davi Alcolumbre (DEM-AP) el presidente de ocasión está medio aislado, sin un gobierno a quien servir.

Para el senador, tanto Temer como el expresidente Lula son víctimas de la misma injusticia y considera que la criminalización de la Política sólo contribuye para la ingobernabilidad y la inseguridad jurídica que inviabiliza la democracia.

Renan identifica los factores disgregadores manejados por el presidente, como elogiar el golpe del 1º de Abril y pretender cambiar la historia, cuando hasta las enciclopedias de todos los países del mundo ya lo consagraron como un golpe de derecha contra un gobierno constitucional, seguido de dos décadas de dictadura represiva.

UJS
Jair Bolsonaro

Pregunta sin respuesta

La pregunta aún sin respuesta es:

¿Las diatribas del presidente son producto de su insensatez, o estrategia de los generales que conspiraron y realizaron la operación de inteligencia que lo llevó al poder?

Quienes deben dar esa respuesta son los militares. Y rápidamente, porque ya están siendo motivo de chacotas por todo el mundo. Van a quedar en la historia como ridículos pretorianos que a servicio del imperio impusieron el caos y liquidaron con las posibilidades de desarrollo del país por lo menos por un siglo, o cuatro generaciones.

Son ocho generales, un almirante y un brigadero y ya llega a un centenar los militares ocupando cargos en todos los escalones del gobierno. Para el mundo y para la historia quedarán como la imagen reflejada del torpe capitán.

El núcleo militar del Gobierno Bolsonaro

¿Quiénes mandan?

Los diez ‘cinco estrellas’ (ochos generales, un almirante y un brigadero) ¿o la turma de Olavo de Carvalho?

Uno de los principales asesores del presidente – si no el principal o el más cercano todo el tiempo – en la función de asesor para Asuntos Internacionales, Filipe Martins Pereira, es discípulo fiel de Olavo de Carvalho, quién hace recordar la figura siniestra de Lopes Rega, quién en el poder al lado de Isabelita en Argentina, implantó el terror, cazando y matando opositores.

Según fuentes palacianas, fue Filipe quien indicó, seguramente soplado por su gurú Olavo de Carvalho, el diplomático en inicio de carrera, Ernesto Araújo, para el Ministerio de Relaciones Exteriores, el colombiano Ricardo Vélez Rodríguez y el economista Abraham Weintraub para el Ministerio de Educación, trío sin la mínima calificación para ejercer las funciones para las que fueron designados.

El segundo de Filipe, contratado como adjunto, Henry Carrières, es un obscuro diplomático de carrera y es nada menos que yerno de Olavo de Carvalho. Fue este yerno, que antes ha trabajado en el departamento de economía de la Embajada de Estados Unidos en Brasilia, quién articuló el contacto de la familia Bolsonaro con el coordinador del Moviment, Steve Bannon – una especie de internacional de la ultraderecha.

El grupo de Olavo de Carvalho incluye los neopentecostales sionistas, es decir, los que están al servicio del expansionismo del Estado sionista de Israel, cabeza de playa del expansionismo de los Estados Unidos. ¿Qué piensan ellos? ¡Si es que piensan!!!

El discurso unísono:

“Somos contra lo políticamente correcto y la ideología de género”. Encaran a los medios como enemigos, predican la quema de los libros de Paulo Freire, ven la homosexualidad como enfermedad o cosa del demonio, son contra el aborto, contra la igualdad de género, y dicen que la salvación del mundo está en los Estados Unidos. Por eso, veneran tanto a Trump como a Israel. Para ellos es preciso combatir el marxismo cultural y el globalismo que se infiltró en todas las instituciones. Administran el portal Martes Libre, difusor de noticias falsas y calumnias.

Funestas consecuencias

El Ministerio de Educación está un caos, nadie se entiende, y la diplomacia dejó de ser política de Estado para satisfacer egos personales y grupos ideológicos extremistas.

Si antes había control de los centros de decisión por las transnacionales, ahora es peor, hay sumisión, servilismo, lamebotas, embarcando en una vía totalmente contraria a los intereses de Brasil y de difícil retorno.

El gurú Olavo de Carvalho, autor de libros de cabecera de sus discípulos, como El imbécil colectivo (1996) o Lo Mínimo que usted precisa saber para no ser un idiota (2013), fue quién sistematizó e implantó la acusación de que el Foro de São Paulo era una internacional comunista y el mayor peligro para los pueblos de Nuestra América. Vale recordar que dicho foro, en realidad, reunía partidos y líderes de una izquierda medio sin rumbo o destituida de ideología.

Olavo de Carvalho, para quien el vicepresidente de Brasil, general Mourão “es un idiota”, cocinó la idea de que el Partido de los Trabajadores – PT – tenía que ser tratado como enemigo, no como adversario, y su grupo trabajó sus argumentos para demonizar al partido, sus líderes y sus realizaciones, aún las más acertadas.

Lo que está sucediendo combina con los objetivos estratégicos de la Cambridge Analytica, de Robert Mercer, cuyo fiel escudero, Steve Bannon, con su Moviment, trabaja por implantar el caos, donde sea.

Balance de una gira catastrófica

Chile, Estados Unidos e Israel: tal como había prometido en campaña, Jair Bolsonaro visitó los tres países y solo hizo aumentar las perplejidades, ahora entre dirigentes de los principales países del mundo. La prestigiosa revista de economía The Economist se burla del “aprendiz de presidente” mencionando algunas de las metidas de pata.

a) Elogiar a la dictadura de Pinochet como responsable por lo que Chile es hoy, como si Chile fuese una maravilla, es más que estupidez. Ofendió hasta la derecha chilena. Ignorancia total de lo que ocurre en Chile post Pinochet. Tal barbaridad hizo con que los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, Jaime Quintana e Ivan Flores, respectivamente, no comparecieran a la recepción que el presidente Sebastián Piñera, por obligación protocolar, ofreció al visitante.

La dictadura le costó al pueblo chileno más de 40 mil muertos y desaparecidos, millones de exiliados políticos o económicos, y frente a la búsqueda por la verdad y los desaparecidos, con las Comisiones de la Verdad, hasta el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas chilenas admitieron sus errores y pidieron perdón al pueblo. Los que cometieron crímenes, incluso Pinochet, fueron juzgados y punidos.

b) Retornando de la gira internacional, Bolsonaro pidió a los cuarteles que conmemorasen la toma del poder por los militares en abril de 1964.

Después de 55 años del golpe ¿qué tienen para conmemorar?

Cuando asumieron el poder, los militares sumieron con miles de personas, entre civiles y militares. No había más lugar en las cárceles y transformaron un viejo navío en navío prisión. Cerraron el Congreso, intervinieron en los Sindicatos y Universidades y aplastaron la inteligencia, la creatividad, las artes, culminando con más de diez mil asilados políticos.

Acertaron en dar continuidad al proyecto de desarrollo que los intelectuales de ayer llamaban de Era Vargas, y que los de hoy llaman de lulopetismo. El Brasil se situó entre las siete mayores potencias industriales. Fabricaba tractores y tanques, aviones y locomotoras, automóviles y carros de asalto, blindados y anfibios.

Petrobras, Nuclebrás, Eletrobrás, industria pesada, industria química y petroquímica, todo era estatal. Decían jocosamente que había más estatales en Brasil que en Rusia, y con eso el país mantuvo tasas altísimas de desarrollo, llegando al 14% en el PIB industrial.

Ahora bien, el golpe no fue financiado y armado para eso. El golpe fue dado para entregar los centros de decisión del país a las transnacionales y a Washington. Empezó entonces la ocupación del país a través de la captura del sector productivo. Empezando por las industrias más dinámicas, claro, las que propician retorno más rápido del capital.

Una a una fue desnacionalizada la industria de línea blanca, electrodomésticos, industria farmacéutica, alimenticia, autopiezas, química, petroquímica (y eso no tiene nada que ver con globalización, pues todas las empresas brasileras componían el comercio mundial). Preservaron las estratégicas

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