El problema actual argentino sigue siendo quién conduce y para qué

Horacio Rovelli / Resumen Latinoamericano / 14 de abril de 2019

Napoleón Bonaparte preparó la Batalla de Austerlitz, donde las fuerzas a su mando derrotaron a la alianza rusa-austríaca en 1805, planificando cada paso, juntando fuerzas donde más necesitaba y siguiendo su sistema de ser más en el momento preciso, cuando contaba con 72.000 hombres y 157 cañones y el frente ruso-austríaco lo enfrentaba con 85.000 soldados y 308 cañones.

El centro del área era una colina de suave pendiente de unos once o doce metros de altura, Napoleón dijo a sus mariscales: “Caballeros, examinad cuidadosamente este terreno, será el campo de batalla; ustedes jugarán un papel decisivo en él”. Austerlitz sentó las bases para  un lustro de dominación francesa del continente europeo. En tres meses los franceses habían ocupado Viena, destrozado los dos ejércitos y humillado al Imperio austríaco y al Imperio ruso.

Salvado el tiempo y la distancia, es similar a lo que se está planteando el FMI con respecto a nuestro país. Lo dice su vocera y Directora General, Christine Lagarde: “Estamos empezando a ver que el programa realmente funciona; nuestra evaluación es que la Argentina está en un punto en el que se encuentra saliendo del fondo“. Esto es de todo punto de vista falso. Saben en el FMI, como sabía Napoleón, que conviene fingir debilidad en un flanco mientras se prepara la caballería para cercar a la coalición enemiga.

Lo que menos le interesa al FMI es la recuperación de la economía argentina. Lo único que le importa es que se cumplan sus condiciones para asegurar, en el corto plazo, que no se le dispare el tipo de cambio a su “protegido” gobierno de Cambiemos y también que sirva para condicionar al gobierno que viene — esa es su estrategia permanente.

Por trascendidos periodísticos —porque no está en las recomendaciones en ingles que el FMI le hace en abril de 2019 al gobierno argentino para otorgarle el cuarto tramo del crédito del FMI por 10.835 millones de dólares—, el “Fondo” estima que en la AFIP se pierden de recaudar cerca de 260.000 millones de pesos por las exenciones del IVA. Por eso propuso informalmente a legisladores de Cambiemos subir hasta el 14% de la alícuota de ese gravamen en alimentos como carne, harina, panificados, frutas, verduras, granos y legumbres, que hoy pagan una tasa del 10,5%. También propone gravar con una tasa del 1 al 3% al agua y la leche, que se encuentran exentos del impuesto general al consumo doméstico. Paralelamente solicitan al gobierno de Cambiemos reducir la evasión en el IVA y auditar a los trabajadores que están anotados como monotributistas (Régimen Simplificado).

El total de adheridos al monotributo supera levemente los tres millones de afiliados, en muchos casos no solo han dejado de pagar el aporte correspondiente, sino que lo más probable es que no lo vuelvan a hacer por un tiempo a causa de la profundidad y la extensión de la crisis que el gobierno de Cambiemos ha generado. Lo reconoce el mismo gobierno cuando afirma que el 35,3% de los trabajadores lo hacen sin realizar aportes previsionales y sociales (no registrado) a diciembre de 2018, contabilizando trabajadores con aportes (en blanco): 12.196.000 personas.

En una economía que se cae a pedazos, que trata de resistir hasta tener una orientación y que se fortalezca el mercado interno (y externo), el FMI exige que paguen los trabajadores y sus familias más IVA cuando consumen alimentos, o aquellos que son monotributistas verificar si están bien categorizados o si les corresponde el régimen. En cambio no dicen media palabra sobre gravar la compra-venta de divisas, la renta financiera, la fuga de capitales (que el mismo BCRA denomina Formación de activos de residentes argentinos en el exterior y que estima desde enero de 2016 a febrero de 2019 en 62.540 millones de dólares, suma superior al crédito del FMI), la propiedad rural y las manifestaciones conspicuas de riqueza.

Existe evasión en el IVA y en el monotributo (pagado por cuentapropistas), pero seguro que es muy menor a la evasión y elusión de impuestos a las ganancias, al patrimonio (nacional y provincial) y al contrabando de exportaciones e importaciones.

Con todo hay un leve avance en la estrategia del FMI. Que paguen los que siempre pagan es su leitmotiv, pero esta vez al menos le pone un límite a la venta de dólares, de manera tal que el BCRA solo pueda vender si se supera el techo de la banda de flotación a razón de 60 dólares por jornada cambiaria.

Según afirmó el Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, las ventas serían desde abril a noviembre de 2019 por hasta 9.600 millones de dólares, cifra que el FMI considera, por ahora, como máxima, para sofocar las corridas por lo menos hasta las elecciones de octubre, apalancadas por la liquidación de las exportaciones y por la renovación de gran parte de los vencimientos de títulos públicos del año. De no ser así y siempre que se respete ese límite, por lo menos no van a vender a los “conocidos” de siempre (aunque el BCRA se niegue a dar el nombre de los compradores amparados por el “secreto bancario”) más reservas del BCRA que significan más deuda para que el pueblo argentino pague en las condiciones que impone el FMI, mientras una “ignota” minoría se beneficia.

En esa política de “posicionamiento” también juegan los fondos de inversión que no se fueron del todo o directamente no se pudieron ir, como lo hicieron el JP Morgan, Merrill Lynch, HSBC, Deutsche Bank y Morgan Stanley entre otros. Dado que no vieron el problema y no supieron aprovechar el momento por estar colocados a más largo plazo, ahora tratan de negociar con los probables candidatos para recuperar o no seguir perdiendo con sus colocaciones en títulos públicos y/o en acciones en pesos. Estas le dejaron muy buena rentabilidad en los años 2016 y 2017 pero derraparon medidas en dólares durante el año 2018.  Hoy, por ejemplo, las acciones de las empresas argentinas que cotizan en Wall Street valen entre un 30 y un 35% menos que en el año 2015.

La estrategia del empresariado local

Los empresarios están divididos entre los que se beneficiaron y benefician con la especulación más obscena, que son esencialmente los operadores o traders, los administradores y los dueños de cuentas paralelas o no declaradas [4]; y los que quedaron hundidos por la depreciación cambiaria del año pasado, o sea las grandes empresas locales que colocaron obligaciones negociables en dólares, confiadas en que Cambiemos completaría incluso dos gestiones. Pero el gobierno derrapó en un poco más de dos años y, si sobrevive, será porque el FMI tiene sumo interés en liberar el tipo de cambio pero después de las elecciones de 2019.

Resultado de imagen para empresariado argentinoCon deuda en dólares y con un mercado interno cada vez más reducido, pende sobre sus cabezas la espada de Damocles por la liberación cambiaria que significa pérdida de su patrimonio y la necesidad siempre presente de ceder mercado o la misma empresa a capitales foráneos.

Ante esa situación tratan de armar y presentar su propia propuesta política, pero en la extrema debilidad necesitan sí o sí acordar con Cristina Fernández de Kirchner, dueña de un importante caudal de votos por la gestión realizada, que demuestra que era el camino correcto en la Argentina de comienzos del siglo XXI.

No hay experiencia de países que se hayan desarrollado si no se produce una alianza fuerte entre el empresariado local y el Estado.

El economista Aldo Ferrer sostenía que no es posible la construcción del empresario argentino en ausencia del Estado nacional y el ejercicio efectivo de la soberanía, para terminar afirmando: “No hay un componente genético en el empresario argentino cuando privilegia la especulación sobre la producción. Cada país tiene el empresario que se merece en virtud de su capacidad de constituir un Estado nacional dispuesto a impulsar la transformación de la estructura productiva. En nuestro país, la carencia o insuficiencia de estas condiciones fue extremadamente crítica en el período de la hegemonía neoliberal, durante el cual el sistema económico creó condiciones hostiles a la producción. Continuar en el camino de revertir muchas de esas herencias sigue siendo una tarea pendiente”.

El plan y la estrategia

Siempre salvando el tiempo y la distancia, la  estrategia del FMI se asemeja a la de Napoleón: sabe lo que tiene que hacer, conoce el campo de batalla y despliega sus fuerzas. En cambio el frente austro-ruso, como pasó en Austerlitz, no sabe cómo asumir el combate. Lo ideal sería que no se repitiese la historia del general y conde ruso Federico Guillermo de Buxhoeveden, que estaba completamente borracho durante la batalla.

Pero también es cierto que seis años y medio más tarde, en junio de 1812, la Grande Armée de Napoleón, formada por 691.500 hombres —el mayor ejército jamás formado en la historia europea hasta ese momento—, cruzó el río Niemen y se dirigió a Moscú. El pueblo ruso conducido por su Comandante en Jefe,  Mijaíl Kutúzov, aplicó la estrategia de tierra arrasada y ataques de guerrilla y esperó que el crudo invierno ruso diera cuenta del ejército napoleónico.

Eso es historia. El problema actual argentino sigue siendo quién conduce y para qué.

(*) Licenciado en Economía, profesor de Política Económica y de Instituciones Monetarias e Integración Financiera Regional en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA Fue Director Nacional de Programación Macroeconómica en el Ministerio de Economía y Finanzas de la Nación. Analista senior asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE). Publicado en cohetealaluna.com

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