Palestina / Manal Tamimi:“La Corte israelí es parte del sistema de ocupación, por eso no hay justicia” / “Lo peor viene después de las elecciones en Israel” 

Por Leticia Silvestri, desde Palestina – @LetiSilvestriFoto de portada: Ruth Marigot

Para Notas y Resumen Latinoamericano, abril 2019

Manal Tamimi, referenta política del pueblo Nabi Salih, al norte de Cisjordania. Manal es la prima de Ahed, la niña que se hizo famosa por enfrentar a un soldado israelí y fue detenida en 2017. En Nabi Salih viven alrededor de 600 personas, la mayoría parte de la familia Tamimi. Desde 2009, cuando los colonos israelíes se adueñaron del pozo de agua comunitario que abastecía a los habitantes, se manifiestan todos los viernes en contra de la ocupación.

“Dos tercios de las tierras que eran del pueblo ya pertenecen a los asentamientos ilegales”, cuenta Manal. “En 1977, el primer ministro israelí Menájem Beguín les dio autorización para hacer lo que quisieran. Desde ese momento, luchamos para conservar nuestras tierras. Incluso en las partes que nos quedan no podemos construir o hacer modificaciones. Sin embargo, lo hacemos, pero pueden venir y demolerlas. Ya tenemos 12 órdenes de demolición pero no hay opción; no es algo que podamos decidir hacer o no; es nuestra tierra, no de ellos”, manifiesta en diálogo con este portal.

– Nabi Salih fue el primer pueblo que se manifestó contra la confiscación de tierras…

– Sí. Cuando tomaron la fuente de agua, significaba que iban a confiscar toda el área desde ahí hasta el asentamiento. Ahí empezamos a organizar la resistencia no violenta. Fuimos el primer pueblo que se organizó contra los asentamientos ilegales y el saqueo de tierras. Marchábamos desde el centro hasta la tierra confiscada. Las primeras veces llegamos hasta la fuente de agua pero después empezaron a venir los colonos, atacarnos, dispararnos con balas de plomo. Después los soldados empezaron a cerrar la entrada del pueblo a la mañana y nadie podía entrar ni salir, limitando la circulación de gente pasaba por acá para ir a Ramallah o Salfit. Eso es castigo colectivo.

Querían poner a nuestros vecinos en contra. Pero empezaron a organizarse y participar con nosotros. Entonces trataban de frenarlos desde sus casas, con balas de goma y de plomo, gases lacrimógenos, “agua de zorrino” (un líquido diseñado por Israel para reprimir palestinos) en las casas, por lo que muchos han tenido que tirar sus muebles a la basura. El olor es indescriptible. Los gases además contienen gas nervioso (capaz de bloquear las comunicaciones entre el sistema nervioso y los órganos del cuerpo, considerado por la ONU como arma de destrucción masiva) o fósforo blanco (sustancia auto-inflamable considerada como arma química, que puede incendiar casas enteras).

– Pero siguen manifestándose…

– Sí. Entre 2009 y julio pasado perdimos cuatro personas, tres eran primos míos: a Mustafá (28) lo mataron en 2011, a Rushdie (30, con una hija de tres años) lo asesinaron en 2012 y a Eiz (20), en 2018. El cuarto era Sabaa, de Salfit. De 620 personas que somos, alrededor de 550 fueron heridas en protestas, más de 200 detenidas (50 menores y 15 mujeres). Tenemos 12 órdenes de demolición y 37 casas demolidas. A veces nos despertábamos en el medio de la noche con la casa llena de gas lacrimógeno. Y en invierno es peor porque por el gas no podés entrar a la casa y hace frío afuera.

Patio de la casa Tamimi. Restos de balas de goma y gases lacrimógenos recibidos en manifestaciones.

Patio de la casa Tamimi. Restos de balas de goma y gases lacrimógenos recibidos en manifestaciones.

– ¿Estuviste presa alguna vez?

– Tres: 2010, 2016 y 2018. Dos veces me dispararon. Antes de una de ellas recibí un mensaje en Twitter: “Hoy tu sangre se va a desparramar”. No lo tomé en serio pero a los 10 minutos me dispararon en la pierna. Ese tipo de bala que explota cuando entra al cuerpo me quebró un hueso. No fue coincidencia. Yo estaba en el medio de mucha gente, no era fácil pegarme.

– ¿Cuánto tiempo estuviste presa?

– La primera vez me arrestaron desde mi casa, tiraron gases, llevamos a los chicos afuera y querían que los hagamos entrar. Nos negamos. Entonces, nos llevaron a mí, a mi hermana y a mi prima. Estuve 10 días. La siguiente, en 2016, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, 3 de la mañana. 12 jeeps militares y 40 soldados rodearon mi casa. Un oficial ruso había hecho una denuncia diciendo que yo lo había intentado apuñalar y que había amenazado de muerte a su familia en los Altos del Golán. Eso es imposible porque en general las identificaciones de los soldados son secretas. No había forma de que yo supiera dónde vivía su familia. Por suerte, mi abogada encontró un video del mismo día en que me acusaba de atacarlo donde se veía que yo estaba en Nabi Salih. Él no presentó ninguna prueba. Sin ese video me podrían fácilmente haber dado entre 7 y 10 años de prisión sin juicio justo.

– ¿Finalmente cuánto te tuvieron?

– Una semana. Y la tercera vez fue en enero de 2018, justo una semana antes de que arrestaran a mi hijo. Me detuvieron en frente de la cárcel de Ofer porque estábamos haciendo una sentada mientras adentro se desarrollaba un juicio. Pensé que me habían agarrado al azar pero cuando me llevaron a la sala de interrogación había tres soldados que me habían estado filmando desde el principio. Me pegaron tanto que terminé con la boca sangrando. Estuve una semana sin atención médica. El último día me dieron un medicamento equivocado que me causó una hemorragia en el estómago. Después de unas horas me liberaron. Creo que se asustaron con eso y encima no tenían ninguna causa, entonces prefirieron liberarme.

– ¿Si supieras qué soldados te trataron así, podrías hacer algún tipo de denuncia?

– Según la ley, podés ir a la Corte. Pero el 97% de los casos resultan a favor de los soldados o colonos, porque la Corte es parte del sistema de ocupación, entonces no hay justicia. Cuando mataron a mi primo Mustafá, le dispararon en el ojo a tres metros de distancia con un proyectil de alta velocidad. Lo intentamos llevar al hospital pero nos pararon en el checkpoint y lo secuestraron, lo tuvieron sangrando durante una hora hasta que se murió. Su familia fue a la Corte que después de cinco años decidió que el soldado había actuado según órdenes recibidas y que no había visto a Mustafá (cuando en realidad estaba muy cerca). Un año después la familia recibió una multa de 14 mil dólares por haber llevado a la Corte un caso contra un soldado “inocente”.

Raramente un caso resulta a favor de palestinos, tiene que ser demasiado claro. Y si los israelíes reciben una sentencia la manipulan para que a un asesino le den 6 meses y después se la bajan con distintas excusas. Por eso nosotros los Tamimi nos negamos a ir a la Corte israelí. Eso sería legitimar la ocupación y reconocerlos como autoridad. No hay justicia bajo ocupación.

– ¿Alguna vez fueron a la Corte internacional?

– Si, pero primero tenés que haberlo llevado a la Corte local. Una vez lo hicimos. A uno de mis primos le habían dado cadena perpetua y tenía un problema en el riñón. Podía perder su vida porque no le estaban dando tratamiento médico. En la Corte israelí le negaron la posibilidad de un transplante, entonces fuimos a la Corte internacional y finalmente logramos que se lo hicieran. Pero no es fácil. Primero, es muy caro y segundo, tenés que saber a quién estás acusando: su nombre, sus datos. Ahora soy parte de la dirección del Comité de Coordinación de Lucha Popular y desde ahí empezamos a tener contacto con países donde la gente presenta casos contra los israelíes. Si sabemos que un colono es francés, contactamos a alguna organización de allá para que vayan a la Corte. Pero tienen que ser casos muy obvios y contar con la información del atacante. También nos ayudan organizaciones israelíes.

– ¿Los soldados no tienen obligación de mostrar su identidad?

– No, deberían tener una etiqueta en su uniforme, pero no. Incluso ahora están tratando de aprobar una ley para que quien registre la cara o identificación de un soldado tenga una pena de 5 años. Es un problema porque todo el mundo saca fotos y videos e informa lo que pasa a través de las redes sociales.

Palestina: “Lo peor viene después de las elecciones en Israel”

Palestina: “Lo peor viene después de las elecciones en Israel” (II)
abril 01
12:05 2019
Segunda parte del diálogo entre Notas y Manal Tamimi, referenta política del pueblo Nabi Salih, al norte de Cisjordania. Manal es la prima de Ahed, la niña que se hizo famosa por enfrentar a un soldado israelí y fue detenida en 2017. En Nabi Salih viven alrededor de 600 personas, la mayoría parte de la familia Tamimi. Desde 2009, cuando los colonos israelíes se adueñaron del pozo de agua comunitario que abastecía a los habitantes, se manifiestan todos los viernes en contra de la ocupación.

– ¿Vos y tus compañeros trabajan con israelíes?

– Tratamos de difundir el concepto de “resistencia no violenta”, que en la sociedad palestina e israelí es bastante nuevo. Trabajamos con activistas israelíes, los nuestros nos llaman “normalizadores” y a ellos los llaman “colaboradores” del enemigo. Pero tenemos que seguir trabajando con quienes creen en nuestros derechos y tienen los mismos ideales. Se trata de estar en contra de cualquier persona de cualquier nacionalidad o religión que trate de dañar nuestra causa. Viajamos por el mundo para difundir este concepto de no violencia y contar las violencias a mujeres, niños y leyes internacionales que se violan acá. Lo que estamos haciendo es cambiar la imagen que se suele tener de los palestinos, de “terroristas” a “luchadores por nuestra liberación”. Pero tenemos derecho a resistir.

– ¿Reciben apoyo de organizaciones de derechos humanos?

– Sí. Amnistía tiene un programa llamado “Nabi Salih Hie”; hacen actividades para difundir lo que pasa acá, como ejemplo de lo que pasa en Palestina. También trabajamos con B´tselem, una organización israelí que trabaja con palestinos en muchas localidades filmando lo que pasa. Enviamos cartas a la ONU, a parlamentarios de todo el mundo, activistas de derechos humanos, diplomáticos; los invitamos a que vengan y vean lo que pasa con sus propios ojos. Cuando lo ven, quedan shockeados, no pueden creer el abuso de poder por parte de las Fuerzas de Defensa Israelíes.

– ¿Cómo puede colaborar la comunidad internacional a la causa palestina?

– Cualquier cosa, por mínima que sea, puede contribuir al cambio. La batalla de ideas es otra forma de resistir. Cambiar mentalidades, que dejen de ver a un palestino como terrorista y lo vean como un luchador, que dejen de ver al Estado de Israel como un Estado normal y que lo vean como “la fuerza ocupante”. Cada persona cuya mentalidad cambie es una más que apoyará nuestra causa. Y al fin y al cabo las personas tienen el poder de votar y, a largo plazo, se pueden cambiar presidentes, políticas de los distintos países. Escribir, difundir, contar la verdad de lo que está pasando acá.

– ¿Creés que los partidos u organizaciones israelíes de izquierda pueden tener alguna influencia en las decisiones que se toman sobre Palestina?

– No creo. No soy la persona indicada para responder eso porque no vivo en Israel. Pero sé que la extrema derecha está controlando al gobierno. Quienes creen y trabajan en Israel por los derechos de los palestinos son minorías en el Parlamento y no tienen poder para cambiar nada. El 75% son sionistas de derecha que están presionando a Netanyahu para demoler Khan al-Ahmar, matar palestinos, bloquear nuestras rutas.

Lo peor va a venir después de las elecciones, ya que para ganar la aceptación de mucha gente están aumentando los ataques a palestinos en Jerusalén, Hebrón. La ministra de Justicia, Ayelet Shaked, orgullosamente anunció que va a cometer un genocidio. Nadie puede hacer un cambio; no hay lugar en el gobierno. Quien llega a tener un alto cargo político en Israel es un criminal.

– ¿Y [el partido de izquierda israelí] Meretz?

– Hay gente que usa a Palestina para cumplir sus propios objetivos pero en realidad no hace nada. Incluso los palestinos miembros del Parlamento están limitados por el propio sistema. Están atados al protocolo del Congreso. Lo mejor que pueden hacer es plantarse, hablar abiertamente, pero no tienen poder para cambiar nada. Y lo último que queremos es gente que sólo hable; queremos un cambio real.

– ¿Y del lado palestino? ¿La Autoridad Nacional u otros movimientos políticos?

– Yo me la paso criticando a nuestras autoridades, pero al fin y al cabo ellos también están ocupados. No tenemos economía propia; no pueden tomar decisiones. Somos un país que vive de fondos internacionales, bajo ocupación, no sólo la israelí, sino también la ocupación árabe, estadounidense, europea. Todos los que nos financian quieren condicionar nuestras acciones. Por ejemplo, cuando Mahmoud Abbas fue a la ONU por la creación del Estado palestino, Israel le cortó la plata de los impuestos, con apoyo de los árabes. Pero también los países europeos dejaron de enviar dinero. Por tres meses la Autoridad Palestina se quedó sin plata. ¿Te imaginás un país viviendo sin plata por tres meses? Nos controlan con la plata, por eso no quieren proyectos reales.

– ¿A qué te referís?

– Hay más de 5 mil ONG’s acá, muchas europeas, la USAID… ponen billones, pero desde 1992 no hubo un solo proyecto que contribuyera a la economía palestina. La mayor parte va para workshops sobre género, elecciones, libertad, igualdad, y si hacen algún proyecto, renuevan alguna calle. Si vivís un año en Ramallah vas a ver que renovaron la misma calle dos veces al año. La mayoría de los fondos son condicionales: “Te financiamos un proyecto para plantar en áreas confiscadas pero tenés que decir que estás en contra del movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS)”, por ejemplo. ¿Cómo voy a estar en contra del BDS si es el método de resistencia no violenta más importante que tenemos? No me interesan 100 árboles si tengo que decir que estoy contra el BDS. Creen que pueden comprar nuestros derechos.

– Hablan de solidaridad pero no dejan ejercer la libertad…

– Hablan de las mujeres, su libertad, empoderamiento pero en realidad no hacen nada al respecto. Por ejemplo, las beduinas. Lo último que le interesa a una mujer beduina es ser llevada a una conferencia que cuesta 50 mil euros, con hoteles, comidas, servicios. Con toda esa plata podrían ir a la comunidad donde vive, ver qué necesita, y por ejemplo comprarle cinco cabras; con eso va a poder hacer leche, quesos y vender. U otros emprendimientos: cocina, bordados, para que tenga su propio ingreso, independencia económica.

Recién ahí vamos a poder hablar de otros temas, de las decisiones que pueda tomar o no. Porque si una mujer no tiene independencia económica, ¿para qué le sirven lo workshops si no puede tomar decisiones por su cuenta, si le tiene que pedir plata a su padre o marido para ir a ese workshop? Después de dos años de un proyecto económico, van a ser más fuertes para poder venir a hablar de género, elecciones, sus derechos. Quizás tienen miedo de que tengamos nuestra propia economía, porque ya no nos podrían dar órdenes. Cuando estás en un movimiento de resistencia por la libertad, las condiciones no deberían ser sobre tu propia libertad.

– ¿Cuánto creés que contribuye el BDS?

– Es una de las herramientas de resistencia no violenta más importantes y la más eficiente. Su poder y su fuerza se hicieron evidentes cuando Israel decidió invertir millones en su contra. Dentro de cada embajada israelí hay alguien trabajando contra el BDS. Es muy fuerte en algunos países afuera de Palestina pero adentro es débil, porque también dependemos de la ocupación; la mayoría de las cosas que compramos no tienen reemplazo en la industria local; si quiero comprar un medicamento, tengo que comprar uno hecho en Israel porque probablemente no tengamos uno hecho acá.

En otros países podés elegir productos de distinto origen, pero acá no. Además, por ejemplo, Coca Cola es una marca que el BDS llama a boicotear, pero acá en Jericó hay 2 mil palestinos que trabajan en la planta. Si la boicoteás, los vas a dejar sin trabajo, y acá no es fácil encontrar trabajo. Muchas veces también pasa que si un producto israelí es más barato, con los bajos salarios que se cobran la gente igual lo elige. Pero afuera de Palestina el BDS es mucho más fácil de llevar a cabo.

– ¿Cómo te imaginás a Palestina en 10 años?

– En 10 años espero que estemos disfrutando de una Palestina libre. En 10 años el mundo va a vivir en paz, amor, igualdad, justicia y democracia. No sólo Palestina, sino el mundo entero que está lleno de injusticias. Todos vamos a tener los mismos derechos; podremos ir a rezar a Al Aqsa, ir al mar que está a sólo 20 minutos. Pero estas cosas quedan en esperanzas si no resistimos y trabajamos juntos, palestinos, israelíes, internacionales, para tener paz.

Leticia Silvestri, desde Palestina – @LetiSilvestri

Foto de portada: Ruth Marigot

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