Colombia. ¿Mercantilización de la educación o procesos movilización social?

Sebastián Contreras Vargas / Resumen Latinoamericano / 1 de abril de 2019

Los jóvenes estudiantes han encontrado en la protesta social una forma de resistencia ante la mercantilización de la educación. Ellos han sido ejemplo de lucha ante quienes los quieren convertir en clientes.

En el 2018 los estudiantes paralizaron en repetidas ocasiones a Tunja la capital de Boyacá. Más de 5.000 manifestantes han marchado para exigir la reducción en el costo de las matrículas de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia UPTC. Marchas que se han dado en medio de arduos debates jurídicos, la balanza entre la prevalencia de estabilidad financiera neoliberal (del lado de la mercantilización de la educación) o la capacidad social de pago de las familias más pobres (del lado de la clase popular y sus luchas por educación gratuita, de calidad y al servicio del pueblo). Balanza que se ha venido inclinando hacia las reivindicaciones populares, que lograron beneficios para el 81,7 % de los estudiantes de la universidad y matrículas de hasta $77.400 para los estudiantes de más bajos recursos.

La protesta social se ha tomado el qué hacer de los estudiantes, participando de un paro nacional universitario en torno a las reivindicaciones de la Unión Nacional de Estudiantes de Educación Superior -UNEES-, por pliegos locales donde se logró ponerle freno al avance de la reforma curricular, la lucha por la aprobación de elección directa del rector, y el avance hacia la construcción del Consejo Estudiantil Upetecista.

Pero esta tarea no ha sido fácil. Todas las luchas en contra de una educación mercantilizada que promueve la tecnificación, la competencia y el logro individual sobre las necesidades colectivas de estudiantes comunidades, según el SNIES, en Boyacá tienen presencia 15 instituciones de educación superior, de las cuales 7 son oficiales. Todas las instituciones oficiales plantean su administración pública, dentro de las exigencias de la OCDE, que postula que los países en desarrollo deben aumentar la instrucción educativa para ser competitivos en el mercado global.

Con este enfoque la educación se ve como un medio para que los países pobres accedan a la riqueza, locual es falso. Incluso dentro del modelo capitalista, mejorar la educación especializada no eleva las condiciones de bienestar de la sociedad en su conjunto, lo que hace es crear mano de obra barata y calificada, que puede sumergirse en el entorno laborar, educándola por competencias.

Ejemplo de lo anterior es el caso de la Uptc y su reforma de la malla curricular que se orienta hacia la especialización técnica, o el SENA que busca ubicar trabajadores especializados en el mundo laboral, con el fin de gestar una división social del trabajo que permita la acumulación de capital.

Las restantes IES no oficiales, son universidades con elevados gastos de permanencia y de matrículas, estructuras altamente burocráticas y centradas en el pago de la educación como una forma de ascenso económico. Sólo se educa el que puede pagar y se adapta al sistema. A cambio de esta complicidad reconducida, de la que se beneficia el Estado y las empresas, la educación permite a los estudiantes seguir tecnificándose de acuerdo a las necesidades del mercado. Este modelo se replica en IES privadas como en oficiales.

La educación es un campo de batalla, batalla que los estudiantes junto con las comunidades universitarias han iniciado. La respuesta está en la rebeldía organizada a través de la conciencia, conciencia que se ve representada en los grupos de estudio y trabajo que llevan a la praxis y transformación de la sociedad, los espacios culturales y artísticos que permitan al joven emanciparse de la sociedad del consumo, los escenarios de lucha por el ambiente y la soberanía del territorio desde la investigación, acción participativa, la pedagogía en DDHH mediante talleres populares y redes de apoyo, y eventos de recreación y deporte que le permitan alternativas de realización de sus vidas, diferentes a la militarización de la sociedad u otras propias de las dinámicas de mercantilización de la educación.

El autor es miembro de la Asociación Nacional de Jóvenes y Estudiantes de Colombia ANJECO-BOYACÁ

Trochando Sin Fronteras

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