Chile. El giro discursivo y político del NO + AFP

Eugenio Matta / Resumen Latinoamericano / 1 de abril de 2019

Acaban de terminar las marchas del movimiento NO + AFP, la coordinadora informó que hubo expresiones en 25 ciudades.

En Santiago fue la más importante, no se entregó el cálculo de cuántos y cuántas asistieron. Radio Bio Bio y El Mostrador dijeron que los organizadores cifraron en 2 mil los asistentes, no citando quién dio el dato. Pero más allá de las cifras, la realidad es que la asistencia fue menos de lo esperado. En un despacho Telesur, hablo de baja participación, cuestión que se estaría analizando en la coordinadora según el canal bolivariano.

La convocatoria a las movilizaciones es muy importante, pero para ello, el discurso  y la política de la coordinadora es relevante.

La apuesta táctica de la coordinadora para terminar con las AFP ha venido cambiando,  ¿el cambio habrá afectado la masividad? Las respuestas son variadas.

La meta sigue siendo la misma, terminar con las AFP. Las tácticas usadas en estos años han sido múltiples: protestas con elementos de paro; tomas de recintos; “cacerolazos”; desobediencia civil;  marchas masivas; cambios de Fondos; salidas de AFP; plebiscito nacional; consultas populares y muchas, pero muchas, actividades de agitación y propaganda.

Sin duda el movimiento NO+AFP ha sido un aporte a la rearticulación de la organización ciudadana. Una reivindicación social justa, necesaria, se politizó en el buen sentido de la palabra, es decir el NO+AFP mostró que una demanda social, económica,  tiene raíces y solución política, tiene que ver con el Poder. Su éxito y su debilitamiento es una responsabilidad de todos, cual más cual menos tenemos responsabilidades en ello.

De la desobediencia civil al uso del voto

El cambio más sustancial en la táctica de estos años ha sido el giro desde la desobediencia civil para presionar directamente al ejecutivo y las AFP  a la presión del voto para que el parlamento cambie el sistema previsional.

Hubo un momento clave en el seno de la organización. Fue en el proceso del último congreso nacional del NO+AFP, donde los sectores más “puntudos”, “aventureros”, como fueron denominados, resultaron derrotados por aquellos que privilegiaban una lucha que tuviera como prioridad la movilización ciudadana dentro del margen de la ley.

En este cambio fue vital el papel del Frente Amplio que se impuso finalmente con la salida de los “puntudos” de la coordinadora. Las barricadas y el “cacerolazo” con resultado de protestas callejeras, fueron remplazados por gente en la calle pidiendo gestiones en el parlamento  o presentando iniciativas de ley.

Cosas que al inicio eran difíciles de ver en las movilizaciones, ya son cosa diaria como la presencia de la CUT, de parlamentarios y partidos de la ahora llamada “oposición”. Ayer eran mirados con recelo, hoy el movimiento no se entiende sin ellos y los medios de comunicación interesadamente lo ven así. Parlamentarios y dirigentes sociales que ayer no eran referentes de opinión sobre el tema, hoy sí lo son y cuentan con la simpatía del propio movimiento NO+AFP.

Las tácticas que implicaban que las AFP caerían por la presión de la gente, del pueblo, se pasó a que podrán ser eliminadas si se tiene mayoría en el parlamento y un presidente/a que se comprometa a ello.

El camino de “ruptura”, si alguna vez lo hubo, fue derrotado por el camino “institucional”.

Hubo una vez dirigentes que aseguraron que el movimiento NO+AFP eran la organización más masiva y potente del pueblo chileno, el único movimiento con capacidad de desestabilizar el sistema porque estaba dando la “madre de todas las batallas”, un movimiento donde lo central eran las organizaciones sociales y no los partidos políticos. Todas cosas que hoy son discutibles.

A favor de la actual táctica se podrá decir que las formas de desobediencia civil no llevaron a nada y desgastaron al movimiento; se podría argumentar también que los movimientos sociales tienen un ciclo; que ser muy radicales en la acción resta gente, etc.  Sí, todo  puede ser. Pero también es cierto que las actuales tácticas no terminan por demostrarse como superiores o más eficaces que las anteriores, más bien parece lo contrario.

Confiar en parlamentarios o en candidatos presidenciales, que tendrían como castigo el voto si no cumplen con su promesa de cambiar el sistema previsional, es una creencia poco confiable. El cambio de táctica es muy útil para algunos que se benefician electoralmente. Es así como hoy vemos a dirigentes sociales y partidos políticos con la demanda, los mismos que cuando fueron gobierno, hicieron poco o nada por la exigencia. ¿Porque ahora sí y cuando fueron gobierno, no?

Como una “paradoja” definió la coordinadora el hecho de que luego de tantas movilizaciones ahora existen dos AFP más en el sistema. En la práctica los dueños de las AFP y la élite de poder que las sostiene tienen más capacidad de maniobra que hace algunos años, ahora pueden funcionar con  impopularidad y les da lo mismo, ¿tendrá que ver con el cambio de táctica del NO+AFP?

Se podría decir que las tácticas anteriores no dieron resultado y las de ahora tiene el beneficio de la duda porque están todavía por probarse. Es razonable argumentar así. Pero hay un argumento que puede contradecir lo anterior. Con el cambio la mística fue dañada, la épica necesaria de un movimiento social transformador fue afectada. El Frente Amplio y actores de la ex Nueva Mayoría lograron eso.

¿Podrá el parlamento chileno hacer los cambios que Chile requiere?, ¿la “clase política” chilena podrá hacer el cambio?,  ¿la vía institucional es el camino? Son dudas razonables.

Pero en la vida y en política no todo es blanco y negro. De hecho la desobediencia o el voto necesitan gente en la calle, necesitan movilización, necesitan vanguardias, necesitan de organización. El problema es lo viable, lo posible, lo razonable.

El único camino viable es generar las condiciones de presión social, donde el sistema se sienta a lo menos amenazado para ceder a las demandas populares. Nuestra experiencia muestra que para desplazar a Pinochet de la presidencia, que no significó cambiar el sistema, sino un desplazamiento, existió una rebelión popular que lo logró. Terminar con las AFP es un desafío de tal magnitud que el desplazamiento de ellas está acompañado por un terremoto político.

Lograr eso necesita de diferentes formas de lucha, incluyendo la presión en el parlamento, pero teniendo como eje principal la protesta social afectando la “gobernanza”. La institucionalización de la demanda es el camino equivocado, la combinación de formas de organización y de expresión son más razonables.

Volver a la desobediencia civil  es digno de estudiar. El triunfo del sistema se basa en esa infinita capacidad de llevar toda rebeldía al camino del orden, a un camino que esté en sintonía con lo permitido por ellos mismos.

Vienen o están aquí tiempos de crisis para el capitalismo del siglo XXI, el tema medioambiental, el remplazo de masas de trabajadores por la robótica, el aumento de la desigualdad, los fenómenos de la migración y muchos otros traerá la necesidad del cambio total del sistema. En esas batallas tendrán que estar todos los que luchan y la protesta social que potencie la ingobernabilidad como presión social será el único camino posible para los cambios de verdad y no los maquillajes que tanto daño nos han hecho en la actual dictadura del capital llamada democracia.

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