Medios de Comunicación: La mentira del cuarto poder

Tony Mejías / Resumen Latinoamericano / 28 de marzo de 2019

Elige tu cadena de izquierdas o de derechas. Tu periódico conservador o progresista. Detrás de cada elección, siempre están los mismos.

“Hoy la ciudadanía se molesta ante cualquier intento de dirigismo político e ideológico. Los medios lo saben y por eso su estrategia actual consiste en explotar al máximo su consideración de objetivos y explorar métodos cada vez más sofisticados para deslizar ideología bajo apariencia de hechos neutrales. De este modo, los nuevos profesionales tienen pánico a insinuar un mínimo de posicionamiento ante cualquier acontecimiento. O lo que es peor, reproducen las líneas informativas y editoriales señaladas por sus superiores y las agencias para no ser marcados ideológicamente. Así se creen neutrales, pero no lo son, simplemente se convierten en operarios despersonalizados y desideologizados que abandonan cualquier iniciativa y principios”.

Estas palabras de Pascual Serrano que aparecen en su libro Contra la Neutralidad (Península, 2011) me parecen perfectas para resumir la psicosis que se ha generado entre la prensa española tras las palabras el sábado de Pablo Iglesias, donde señalaba que los medios de comunicación tienen más poder que los diputados. Desde ese día han salido periodistas indignados, columnas defendiéndose de las palabras del líder de Podemos e incluso La Sexta compara su discurso sobre los medios con el de Santiago Abascal.

Iglesias sólo señalaba una obviedad, los medios privados son sólo una pequeña parte dentro de grandes empresas que los utilizan a su antojo y para sus propios intereses. Nos venden pluralidad y neutralidad y es falso, aunque gran parte de la sociedad ha asumido esa mentira. Por ello les molesta que se saque a la luz esa realidad, porque ven en riesgo su posición de poder e influencia y es demasiado goloso manejar la opinión pública y las decisiones políticas como para ceder esa capacidad de control.

Los medios no son neutrales ni tienen por qué serlo. Yo tampoco soy neutral al escribir esta columna. Cuando existe un conflicto en la sociedad (y actualmente vivimos sumergidos en numerosos) cualquier información relacionada va a ir en una dirección u otra; pero siempre favorecerá a un bando en detrimento del otro. Incluso cuando se decide no hablar de un tema y dar preferencia a otros, también están escogiendo y dando prioridad a una noticia sobre otra. Callar ante un conflicto también es elegir un bando. ¿Por qué se habla de Catalunya, de Venezuela o del Brexit mucho más que de los desahucios o la precariedad, que son hechos que nos afectan a un mayor número de personas? Porque a los bancos y empresarios que manejan los medios de comunicación les interesa más que se hablen de esos temas. Y a los grandes partidos políticos, también. Porque, además, alimentando esos conflictos es más fácil para ellos generar políticas de emociones y ganar votos mediante el populismo y la confrontación.

Porque los medios son capaces de convencernos de todo. Tienen esa capacidad de influencia. Nos han logrado convencer de que La Sexta es de izquierdas y Antena 3 de derechas, cuando tienen los mismos dueños. Podemos comprar nuestra dosis de indignación semanal los domingos a la noche con Salvados y a la mañana siguiente saldrá La Razón entrevistando a un dirigente de Vox tras una manifestación contra el aborto. Ambas informaciones salen del mismo grupo empresarial.

¿Por qué lo hacen? Lo primero, les interesa vender esa pluralidad y que creamos que realmente tenemos variedad para elegir dónde informarnos. Lo segundo, Salvados tiene una gran audiencia y eso repercute en más anuncios, más dinero. En el momento que no aporte beneficio económico o los anunciantes amenacen con retirarse, es fácil que Jordi Évole se encuentre con un trabajo menos. Y La Razón, pese a no dar beneficios (como cualquier medio en papel actualmente), sigue teniendo capacidad de influencia sobre un público determinado y sobre la derecha institucional, y el beneficio político y de toma de decisiones se sobrepone a cualquier pérdida económica, que ya equilibrarán desde otra rama de su grupo empresarial.

Podría insistir en la idea de la manipulación con observaciones obvias, como por qué conocemos cada movimiento de Nicolás Maduro, mientras muchas personas desconocen que en el país vecino han logrado lo que llaman “el milagro económico portugués” con un gobierno de izquierdas. O por qué no nos cuentan la realidad de otros países latinoamericanos que sufren peores crisis humanitarias y una represión real.

Ese amor de la prensa española por la política venezolana que hizo que hasta El País llevara un Chávez moribundo falso en portada y hayan seguido como si nada, sin vergüenza alguna y pidiendo perdón con la boca pequeña. El mismo periódico que en 2002 apoyó un golpe de Estado contra Chávez en su editorial, como si tuviera que decidir sobre la soberanía de un país que está a 7.000 kilómetros de su redacción.

Tal vez tenga que ver el hecho de que el mayor accionista del grupo PRISA (empresa propietaria de El País) sea un fondo de inversión estadounidense. Tal vez tenga que ver que otro de sus accionistas es el Banco Santander, el cual fue nacionalizado por Chávez hace 10 años. También otro de sus accionistas, Telefónica, se juega mucho de su futuro económico en la zona. Pero tal vez sean casualidades y realmente El País es un medio libre que informa de Venezuela de una manera plural y objetiva.

Son sólo unos ejemplos, pero todos los grandes grupos mediáticos están manejados por banqueros y empresarios que utilizan sus periódicos, sus radios y sus canales de televisión para defender sus intereses. Por mucho que salgan nuevos medios como en el que hoy escribo, la piedra de David en este caso no suele ni rozar a Goliat. Se puede intentar competir en internet, en prensa e, incluso, mediante radios comunitarias. Pero la mayor parte de la sociedad se informa a través de la televisión y para entrar ahí necesitas muchísimo dinero y un político amigo que te otorgue las licencias. Salimos al partido perdiendo 30 a 0 y con el árbitro en contra, por ello la única manera de poder remontar es mediante leyes que ayuden a igualar el encuentro.

Por este motivo es necesaria una ley como la que propone Podemos, que prohibiría a los bancos ser accionistas de un medio de comunicación. Pero habría que incidir más y prohibir que partidos políticos, mediante subvenciones a dedo, tengan poder en las redacciones de periódicos. También las empresas deberían sacar sus sucias manos y no amenazar con quitar anuncios cuando una información no les gusta, como sucedió con El Intermedio tras la polémica de Dani Mateo y la bandera. Y la iglesia no debería ser dueña de un medio, como lo es actualmente de la cadena COPE.

E ir más allá y que un periódico que manipule flagrantemente en portada y el cual es obligado a rectificar, no se disculpe en un pequeño recuadro que nadie lee mientras su mentira se va extendiendo como la pólvora de manera interesada. Ya basta de permitirles que jueguen con sus reglas sin que nada ni nadie les plante cara por miedo a que se les acuse de ir contra la libertad de expresión.

Dicen que los ciudadanos cada vez confían menos en los medios, pero la realidad dista de esa afirmación. Cada vez consumimos más y nos dejamos influenciar con mayor facilidad porque nos han vendido que somos libres y tenemos elección; porque nos han hecho creer que cada vez estamos más y mejor informados y que es imposible que nos manipulen. Que tenemos una opinión formada.

Nos hacen amar u odiar a periodistas como Eduardo Inda o García Ferreras, cuando en realidad sólo son títeres en manos de grandes poderes que los utilizan para mantener su posición de poder sin ni siquiera dar la cara. Elige tu cadena de izquierdas o de derechas. Tu periódico conservador o progresista. Detrás de cada elección, siempre están los mismos. Y ellos sí pueden afirmar que no son ni de derechas ni de izquierdas, porque su única ideología es el dinero.

El Salto Diario

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