Argentina. Los Ramos Padilla (desempolvando recuerdos que hacen al presente)

23 marzo 2019

Un relato real para atizar el fuego de la memoria en tiempos difíciles

foto: Alejo Ramos Padilla, juez federal que investiga hoy a la mafia gubernamental.

Un hijo acusa al padre muerto de un acto mientras rehúsa responsabilidad.
El otro hijo en cambio arriesga su propia vida para salvar la del padre, haciéndose eco de su acto.
Son dos posiciones de hijo, mientras uno toma la herencia del padre, mal habida por cierto, el otro asume el legado (no es lo mismo) y eso los pone uno a cada lado de la grieta, opuestos; grieta que por suerte, nos divide .
Hoy estemos con el hijo que asume su parte en esta historia que nos involucra como ciudadanos de un país.

“Los Ramos Padilla habían ido al departamento en el que vivía el comisario y genocida Etchecolatz en 2001 para embargarlo porque le habían ganado un juicio por calumnias contra Alfredo Bravo, sobreviviente de la dictadura y dirigente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), en 1998 y el policía nunca había pagado. El cruce entre el genocida y el maestro quedó inmortalizado en un programa de Mariano Grondona de 1997, en el que Etchecolatz negaba haberlo torturado, sino que, con total cinismo, decía que habían hecho un tratamiento que le había permitido curar el pie plano y los callos plantales. Las otras calumnias habían surgido de su libro La otra campana del Nunca Más.
Con una oficial de justicia, le iban preguntando por distintos artefactos o muebles que pudieran ser embargados.

— ¿Este piano?

— Es de mi suegra

— ¿Este televisor?

— Es de mi mujer.

La oficial de justicia levantó una charretera y le preguntó: “¿Ésta también es de su mujer?” Etchecolatz se asomó desde la pieza con algo en la mano y contestó: “No, y ésta tampoco”. Apuntaba con una pistola 9 milímetros.

— ¿Funciona? — le preguntó Ramos Padilla padre.

— Sí, y tengo blanco. ¿Dónde lo quiere? ¿En el pecho o en las piernas?

Alejo, que hacía un año se había recibido de abogado, se tiró encima del represor.Forcejeó y le arrebató el arma. El episodio quedó en un recuerdo traumático hasta 2006, cuando los querellantes le plantearon al TOF 1 — que presidía Carlos Rozanski — que Etchecolatz en la calle era un peligro. A los dos meses, desapareció Jorge Julio López, querellante contra el Bonaerense en ese juicio. El 19 de septiembre de 2006, el represor fue condenado a prisión perpetua por sus crímenes en el marco del genocidio — como habían pedido los abogados de la querella de Justicia YA! Esa representación estaba integrado, entre otros, por Guadalupe Godoy, Liliana Mazea y Myriam Bregman, actual legisladora del FIT.

Para Etchecolatz, sus peores “perseguidores” eran los Ramos Padilla.”

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