Venezuela / Roy Chaderton: Diplomacia de paz en tiempos de guerra

Por Geraldina Colotti. Resumen Latinoamericano, 18 marzo 2019

Roy Chaderton siempre tiene la un chiste listo o un juego de palabras. Político de larga data, actualmente es Director del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual, quien fuera el Primer Canciller de Venezuela en los tiempos en que mandaba el Comandante Hugo Chávez. “Los grandes precursores de nuestra diplomacia -dice- fueron Francisco de Miranda y Simón Bolívar. En la embajada en Londres, donde Bolívar realizó su primera misión diplomática, se encuentra su retrato y la lista de los antiguos embajadores. En tono de broma, digo que cualquiera que vaya como embajador en Londres se cree que es el sucesor de Bolívar … Fui embajador en Londres de 1996 al 2000. Allí tuve la oportunidad de recibir a Chávez cuando era candidato presidencial y presentarlo al público inglés .

– ¿En ese momento usted era un funcionario del gobierno de Rafael Caldera?
– Vengo del ala progresista del Partido Social Cristiano (Copei). Tengo una formación ideológica basada en la visión social del catolicismo, que se inclina por la justicia, la democracia y el bien común. Los padres de Chávez también fueron Copeyanos. A Chávez cuando era candidato lo recibí en Londres porque representaba una parte del pensamiento del país, ya me había sucedido con personajes del capitalismo neoliberal como Henrique Salas Romer. Caldera no me desautorizó, solo tuvo la oportunidad de decir: “A Roy se le ha escapado la situación”. Sin embargo, escuchamos a Chávez, fue un éxito. Desde entonces, algunos lo siguieron, otros hicieron oídos sordos. En aquel momento Chávez estaba de último en las encuestass. Yo estaba vinculado al establishment, bien tratado por mi partido y por los socialdemócratas, pero al momento de emitir el voto, actué instintivamente y se lo di a Chávez, porque el país era mucho más importante que mis intereses personales. Nunca me arrepentí, inmediatamente sentí que este era mi camino. Chávez hablaba un lenguaje que era habitual para mí: justicia social, democracia, el bien común, libertad. Y no eran palabras vacías.

– Y entonces, ¿cuál fue tu camino?
– Por primera vez pedí una embajada que los diplomáticos presuntuosos no querían, la de Bogotá, que consideraba importante desde el punto de vista profesional, y que de hecho era un lugar de gran batalla. Cuando ocurrió el golpe de 2002, estaba en Caracas, pero regresé a Bogotá en la noche y di una rueda de prensa. Yo fui el diplomático que hizo más ruido en ese momento, porque en el país no había manera de denunciar el golpe. Hice mi batalla, con mis armas, las de la palabra. Posteriormente fui embajador ante la OEA y la ONU.

– El frente diplomático es uno de los principales en los que Venezuela debe defenderse contra la agresión directa del imperialismo norteamericano y sus aliados. ¿Cómo ves la situación?
– Estamos ante el monstruo imperial. Le pegamos a su cola y no le gustó, él quiere eliminarnos, pero nos estamos defendiendo bien, hoy tenemos un excelente Canciller, Jorge Arreaza, de quien me siento orgulloso, así como a Samuel Moncada. Hemos tenido una sucesión de embajadores y diplomáticos de gran estatura, cada uno a su manera, porque son diferentes personalidades. Ante el riesgo concreto de la intervención militar, a nivel diplomático podemos inhibir a nuestro enemigo e incluso multiplicar a nuestros aliados.

– No es fácil multiplicar aliados, muchos países, también europeos, reconocieron a Guaidó, que incluso envió sus “embajadores”…
– Reconocer este “White Dog” fue un grave error diplomático, porque ¿a quién tendrán que solicitar una visa, a quién tendrán que firmar un acuerdo comercial esos estados si no es con el gobierno legítimo, el chavista. El nombramiento de “embajadores” es algo ridículo. ¿Cómo puede aceptarlo Brasil, que, independientemente de su posición política, tiene una respetable tradición diplomática?

– ¿Ves posible una balcanización de Venezuela?
– Dudo que haya condiciones, pero ciertamente existe la intención. Cuando pienso en Yugoslavia antes de que se fragmentara, siento un dolor y una profunda nostalgia por la desaparición de ese mundo, de esos grandes diplomáticos de la era de Tito. Hoy hay Montenegro, Croacia, Bosnia Herzegovina, Serbia … Un desastre total. Y Libia ya no es un país. Ciertamente, los intereses de los Estados Unidos son dividirnos y fragmentarnos para derrotarnos.

– Durante los días 23 y 24 de febrero hemos visto cómo el ataque proviene de Colombia. Según su experiencia, ¿hasta dónde puede llegar el gobierno colombiano?
– Inventamos Colombia, Bolívar fue su creador, pero siempre nos encontramos con la oposición de la oligarquía. Una oligarquía desdichada, cruel y despiadada, especialista en cocaína y magnicidios y aliada de los Estados Unidos: existe un matrimonio de intereses entre el primer productor de cocaína y el primer consumidor de esta droga. Colombia es un país gobernado por la violencia, especialmente el terrorismo de estado. Y lo que es más, engañó a todos con la fantástica historia de los acuerdos de paz. Participé en las negociaciones con las FARC y luego con el ELN. Fui a La Habana por varios años, asistí a reuniones entre guerrilleros, militares y políticos. Descubrí que eran más fáciles de entenderse entre guerrilleros y soldados que con políticos colombianos. Muchos militantes de las FARC son brillantes y cultos, a pesar de todas las adversidades, en la selva se tomaron el tiempo para estudiar. También estuve en Quito para negociar con el ELN: una guerrilla interesante porque tiene entre sus filas algunos curas, como Camillo Torres y al padre Miguel y otros, y está inspirada en los principios de la Teología de la Liberación. Colombia es el país de todas las estafas, pero también de grandes abogados progresistas como Gaitán, que no fue asesinado por casualidad. El ex presidente Santos, luego de recibir el Premio Nobel de la Paz, ha solicitado que Colombia sea miembro de la OTAN. Se estaba preparando para apuñalearnos por detrás, como Caín. Luego vino el magnicidio en grado de frustración con los drones, el 4 de agosto, y todo lo que estamos viviendo. Según mi análisis personal, desde Bolívar hasta hoy, Colombia tiene la primacía de los magnicidios, en segundo lugar se ubica los Estados Unidos. Si la situación política interna sigue siendo la que es, solo debemos prepararnos para lo peor.

– El imperialismo estadounidense y sus aliados están incrementando la presión económica y financiera contra Venezuela, mientras impulsan la subversión interna a través de su títere Guaidó. ¿Venezuela debe equiparse por un largo período especial como lo de Cuba?
– El pueblo bolivariano no bajará la cabeza. Tendremos que enfrentar otras dificultades, quizás incluso por mucho tiempo, pero la diferencia entre lo que Cuba tuvo que pasar con el período especial y lo que nos espera es que Venezuela tiene los recursos. Ahora, gracias a las relaciones de solidaridad con otros países, la comida y la medicina están llegando, el mercado criminal paralelo del dólar se está desmantelando. Sigue siendo cierto que es alta la inflación a la que el gobierno revolucionario intenta hacer frente protegiendo al pueblo con bonos y aumentos salariales y de las pensiones. Pero la palabra mágica es: producción. Tenemos que admitir que, como capitalistas, hemos sido incompetentes y perezosos, hemos favorecido a un sector nacional privado dócil con imperialismo e improductivo. Empresarios que no son en lo más mínimo como los europeos o estadounidenses que, sin embargo, independientemente de su naturaleza, producen riqueza. Hemos cometido grandes errores en la economía.

– ¿Perseverar en apoyar a este tipo de empresarios no significa mantener en el error? Una parte del chavismo propone el desarrollo de la economía comunal y las expropiaciones …
– También hubo errores importantes en el campo económico por parte de algunos militantes del partido que no tenían habilidades y tomaron malas decisiones basadas en criterios políticos. También hay muchos ejemplos felices. Ahora estamos en una fase de rectificación y revisión. El tema de la corrupción es muy importante, porque las sumas de dinero robadas por un personal proveniente de la IV República son inimaginables, incluso en comparación con la corrupción que se ha producido en el chavismo. En estos días, por ejemplo, un italiano y su esposa robaron 2 millones de dólares en el arco minero del Orinoco. Otros, previamente, se llevaron casi 10 millones antes de salir del país.

– ¿Cómo fue esto posible?
– Debido a la complicidad de ciertos políticos que permiten a ciertos testaferros, generalmente de origen extranjero, hacer negocios en nombre de terceros, manteniéndolos ocultos a los mismos presidentes. Ser extranjero tiene la ventaja de no avergonzar a la familia cuando se descubre que es un ladrón. Los casos de extranjeros que hacen negocios con la complicidad de los políticos son un legado del pasado que debe ser severamente castigado, y lo estamos haciendo. Estamos solo al principio del socialismo, la influencia del capitalismo sigue siendo fuerte y hace que sea difícil avanzar rápidamente, pero lo estamos intentando.

– Venezuela se ha usado como un laboratorio para el nuevo tipo de guerras. El Stalingrado de este siglo, se ha dicho. ¿Crees que hay un peligro de guerra civil?
– Contra nosotros hay una guerra por la posesión de los recursos: no solo petróleo, oro, coltán. Recuerdo las palabras de un ministro del medio ambiente que acompañé en el Foreign Office: la guerra del futuro será por el agua y la energía, me dijo. Y en Venezuela tenemos mucha agua y energía. Una guerra mediática también ha comenzado contra nosotros. Los dueños de grandes grupos editoriales son criminales. Comencé a estudiar el fenómeno en los años 60. Luego, en Venezuela, tanto la socialdemocracia como el Copei ofrecieron escaños en el parlamento a cambio de apoyo electoral a periodistas, editores, directores de televisión y periódicos. Decisiones que a menudo sirvieron solo parcialmente, porque el problema de los medios de comunicación va más allá de lo político. Tiene que ver con la transmisión de la jerarquía de valores impuesta por el sistema capitalista, por sus intereses que difunden los mismos patrones culturales y de consumo a nivel global. Ahora somos un frente a una dictadura mediática que impone sus patrones de mercado global y coloniza las clases populares. Los grandes medios son enemigos, debemos tomarlos como tales. Luego está el tema militar. En este momento, Venezuela es la mayor potencia militar del continente, proporcionalmente incluso más que Brasil. Tenemos un armamento de muy alta calidad. Si la estupidez de personajes como Duque, que gobierna un país productor de cocaína, y decide atacarnos, podría encontrar una respuesta severa, porque nosotros no haríamos una guerra defensiva, sería ofensiva, ya que podríamos ir a territorio colombiano y, por supuesto, protegiendo al pueblo colombiano que ha sido la primera víctima de la guerra. Buscaríamos golpear directamente a la oligarquía y continuar con el sueño de Bolívar. Si la oligarquía colombiana quiere la guerra, les permitiríamos probar el sabor de la guerra que han impuesto al pueblo durante todos estos años. Le haríamos probar la cicuta. No estamos solos. Gracias a la excelente actividad diplomática, que comenzó con Chávez y continuó con Maduro, tenemos con China y Rusia lo que podríamos llamar un matrimonio sólido de conveniencia como socios solidarios, basado en el aprecio y el respeto. Como vimos durante la votación en el Consejo de Seguridad cuando ellos se opusieron a la agresión estadounidense. Stalingrado es una experiencia terrible, pero cuando ganas es menos terrible. Y debemos recordar que la Unión Soviética ha derrotado a los nazis también aprovechando su subestimación. Ellos pensaron en ganar una guerra relámpago y se enfrentaron al “general invierno”. Aquí, el imperialismo encontraría otro Vietnam. Dicho esto, la guerra civil es un horror, destruiría el país, produciría heridas difíciles de curar, incluso para aquellos que ganan. Sería una alternativa miserable. Y pensar que hay venezolanos que demandan la invasión armada de su país para provocar una guerra civil. Espero que Dios no los perdone nunca.

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