Senador chileno Alejandro Navarro: “Por qué debemos defender a Venezuela”.

Por Geraldina Colotti, Resumen Latinoamericano, 11 marzo 2019

 

“Es un sabotaje, la dinámica es la misma que llevó al golpe contra Allende en 1973”. El senador chileno Alejandro Navarro, militante del Partido Progresista de Chile, comenta sobre el ataque tecnológico que está haciendo la vida más difícil para el pueblo venezolano: imposible llamar, conectarse a Internet, tomar el metro, ver la televisión … Un ciberataque muy serio al cerebro del sistema eléctrico, definido por el gobierno como el más grave hasta ahora por la república bolivariana, dejó a gran parte del país en la oscuridad.

El sistema de control automatizado que preside la central eléctrica de El Guri ha sido saboteado. Un sistema de control instalado por la empresa canadiense ABB. El daño ha sido reparado casi por completo en todo el país, pero permanecen los problemas de la red telefónica, la televisión nacional, etc. Con Navarro hemos comentado sobre los eventos, la actitud de los Estados Unidos y de las derechas, y la llegada a Venezuela de la delegación enviada por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos Michelle Bachelet, a quien el gobierno presentará un informe sobre este sabotaje: “Los problemas terminarán cuando cese la usurpación “, escribió el autoproclamado ” presidente interino” en Twitter, Juan Guaidó, caminando con sus escasos seguidores en las calles de Caracas.

Navarro, quien ha sido parlamentario y senador por un total de 28 años, ha venido a Venezuela muchas veces y con frecuencia ha testificado sobre la total fiabilidad y legitimidad de los procesos electorales. Comenzamos hablando de su país, cuyo presidente Sebastián Piñera está en la vanguardia del ataque al socialismo bolivariano, y acompañó al autoproclamado Guaidó durante su show en la frontera con Colombia, cuando el imperialismo estadounidense buscó la invasión militar disfrazada de “ayuda humanitaria”.

¿Qué política está promoviendo tu partido en el escenario chileno?

En los últimos años, los partidos políticos en Chile han sufrido la misma involución que ha ocurrido en todo el mundo, y también han sido fuertemente cuestionados por políticas públicas que han limitado su formación. Hoy hay 15 partidos legales, luego de la reforma del sistema electoral hubo 36. En ese contexto, el partido País, que dirigía y que representaba el 5% del electorado, se fusionó con el Partido Progresista que hoy tiene una base popular fuerte y amplia, un contingente intelectual y profesional sólido y establece una combinación adecuada para enfrentar la coyuntura política, que requiere ideas sólidas pero también acciones callejeras. Es un partido de izquierda, en solidaridad con la lucha por la construcción del socialismo en el mundo y comprometido con la defensa del proceso bolivariano.

¿Qué relación tiene el Partido Progresista con el Partido Comunista y con los movimientos sociales?

Durante aproximadamente seis meses, formamos un solo grupo tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado y estructuramos una propuesta para abrir un debate sobre la unidad de la izquierda en Chile. Los tiempos nos obligan a trabajar juntos, la derecha se ha estructurado con un plan de largo periodo, Piñera ha declarado en repetidas ocasiones que pretende gobernar durante tres mandatos, y está tratando de aprovechar la dispersión de la izquierda y del progresismo. Es uno de los principales problemas que tenemos que afrontar.

Chile es un país de gran desigualdad y fuertes contradicciones. ¿Cómo ganó de nuevo Sebastián Piñera?

Los factores son numerosos, entre los principales hay una contradicción que la izquierda no ha podido gobernar. Cuando se instalaron los gobiernos democráticos que pusieron fin a la dictadura de Pinochet, en Chile había el 43% de los pobres y alrededor del 10% de pobreza extrema. En 21 o 22 años de gobiernos democráticos, la pobreza se ha reducido al 17%. Chile ha aumentado el crecimiento económico que ha permitido a millones de chilenos crecer socialmente, salir de la pobreza. Sin embargo, hemos tardado en reconocer las nuevas expectativas sociales, culturales y profesionales. El principal mérito de Piñera fue generar un mensaje de esperanza y crecimiento personal anclado al neoliberalismo y al individualismo: “puedes hacerlo solo”. Un mensaje que ha cumplido con la demanda de grandes sectores de la clase media, pero también de las clases populares. Otro factor importante fue la absoluta falta de medios de comunicación a favor de la izquierda. Si tienes una idea, por muy buena que sea, no existe si no puedes comunicarla. Hoy en día la totalidad de la prensa escrita es propiedad editorial de la derecha, como el 100% de las televisoras. En este gobierno de derecha, la televisión pública y todos los canales públicos se inclinan a la extrema la derecha. La propiedad de las emisoras de radio es controlada por el 80% de esta misma derecha. Con solo un margen del 20% del espectro radioeléctrico, es difícil promover la necesaria batalla de las ideas, y en esto hay una subestimación original desde los primeros gobiernos de la concertación que decidieron no desarrollar una política de comunicación. Todavía nos enfrentamos a una situación en la que no solo los medios tradicionales, sino también las redes sociales están influenciados por la derecha, especialmente por el sector empresarial. En Chile, la mayoría de los canales pertenecen a los propietarios de los bancos, a los empresarios más grandes que públicamente declaran que los han comprado para difundir sus ideas.

En las últimas elecciones, tanto municipales como presidenciales, hubo una abstención muy alta. Una desafección debida a un sistema político todavía bloqueado por la constitución pinochetista. ¿En qué punto es la propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente?

Durante la campaña electoral para mi segundo mandato como senador (los senadores duran muchos años en Chile) prometí comprometerme a cambiar la constitución de Pinochet: un verdadero obstáculo que impide la participación popular, un legado de la dictadura. Fue concebido para perpetrar un presidencialismo monárquico, que concentra las decisiones en manos del presidente y no permite una participación real de los ciudadanos. En Chile no hay referéndum, ni a nivel municipal ni regional, no hay representación de los pueblos originarios. El presidente es un monarca y, a nivel municipal, los alcaldes tienen una función feudal. Es un régimen político que concentra el poder en una sola persona. Esto ha llevado a que la ciudadanía rechace al mismo tiempo el impresariado y la política, ya que no ve ninguna posibilidad de participar en las decisiones. Esta es la razón subyacente por la cual el 45% de los chilenos desertaron en las elecciones presidenciales y más del 70% no votó en las elecciones municipales, donde se eligieron alcaldes con el 20% y con una representatividad social mínima. No emos querido reconocer la existencia de una grave crisis de legitimidad, de participación y de representatividad. Una crisis que empuja a acabar con esta constitución pinochetista. El problema es que no hay consenso sobre la centralidad de esta batalla, incluso en la izquierda. Cuando planteamos la necesidad de una Asamblea constituyente que llame a la población a decidir por una nueva constitución, el Partido Socialista, la izquierda moderada ha dicho que una Asamblea Nacional constituyente se debería reúnir en tiempos de crisis, y de caos político. Pensamos que si hoy llegamos a una nueva constitución por parte de las élites, no cambiaría nada sustancialmente, por lo que debemos continuar presionando para que se convoque una Asamblea constituyente que favorezca la participación más amplia de ciudadanas y ciudadanos.

La chilena ha sido una dictadura cívico-militar. ¿Cuánto pesan esos intereses en el sistema actual?

En este momento la revista Forbes ha publicado el ranking de los hombres más ricos. El más rico de Chile es Ponce Lerou, el yerno de Pinochet, quien dirigió el proceso de todas las privatizaciones en los años 80, desde la electricidad hasta el litio. Junto con un grupo de gerentes, se compró todo a un precio muy bajo y con los préstamos del banco estatal que pagó en el segundo año. Se enriqueceron con el sistema de privatizaciones forzadas de la dictadura. Hoy este caballero es el hombre más rico del país y esto sucede con muchos otros empresarios. Tenemos un sector empresarial fuertemente vinculado a la dictadura. E incluso cuando Piñera declara haber votado No al referéndum del ’88 en contra de Pinochet, no debemos olvidar que debe su fortuna a la protección y a las prebendas que la dictadura militar ofreció a los empresarios durante la década de los 80. Era un fuerte defensor de Pinochet cuando fue detenido en Londres y presionó para que regresara a Chile. Como senador, mostró un “gran respeto” por la figura presidencial de Pinochet a cambio de los favores económicos recibidos durante la dictadura, mientras que miles de chilenos fueron detenidos, torturados y asesinados.

El partido socialista chileno, el partido de Allende, es hoy una parte importante del establishment. ¿Qué intereses representa y cuáles son sus vínculos con la antigua nomenclatura?

Tengo un profundo respeto por el Partido socialista en el que he militado durante 26 años. Actualmente, este partido se ha alejado de su origen, cuando representaba la vanguardia de las luchas sociales. Por eso sufrió una gran hemorragia de militantes y parlamentarios. Lo siento, porque soy de los años 80, fui un líder estudiantil, fui entrenado en la lucha contra la dictadura y por la democracia. El liderazgo político del partido lo llevó a una carrera hacia el centro que no lo distingue mucho de los programas de la derecha, y eso lo llevó a argumentar que no hay alternativa al capitalismo. Tomé la decisión de dejar el partido en 2008, porque ya no era lo de Allende, y no el en que comencé en los años 80. La prueba más clara es que hoy el Partido Socialista apoya a la oposición en Venezuela, celebrando el triunfo del autoproclamado Juan Guaidó y otros líderes golpistas venezolanos. Un giro que debe ser analizado a fondo por esos mismos militantes que aún creen en los orígenes del partido y que reconocen cómo el proceso bolivariano se identifica con la figura de Allende. La pérdida de peso de aquellos partidos que han emprendido el curso hacia el centro indica que diluirse hasta parecerse al adversario y no tener diferencias lleva a la derrota. Desde la llegada de Chávez, la izquierda europea, pero también la chilena, no quería ver la fuerte relación entre el socialismo humanista de Allende y el venezolano. Creo que una de las razones principales fue la prolongada permanencia del liderazgo del Partido Socialista de Chile en el exilio en países europeos (también en Venezuela, por supuesto), pero especialmente en Italia, en España, donde esta tendencia ya era evidente. El hecho es que hoy el Partido Socialista de Chile se identifica más con el PSOE que con el PSUV, y ha tratado de reproducir en Chile la visión de los partidos reformistas europeos y no la del socialismo latinoamericano. Una visión que permitió a Franco y Pinochet morir en su cama. Los líderes chilenos que se exiliaron en España se comprometieron a una transición regulada y pacífica, protegieron a Pinochet, diluyendo aún más su identidad. Esto es hoy particularmente evidente en las posiciones internacionales. El PSC es parte de la Internacional Socialista y se ha convertido en una herramienta para azotar los procesos latinoamericanos de la izquierda, en particular el bolivariano. Hay una falta de reflexión seria sobre estos temas y lo que está sucediendo en América Latina en la globalización capitalista. Falta un debate de las ideas, una profunda reflexión. Espero que el Partido Socialista regrese a sí mismo, porque la caída del gobierno bolivariano causaría un salto atrás de al menos 20 o treinta años, por toda la izquierda latinoamericana. Los mecanismos de judicialización de la política han encarcelado a varios lideres latinoamericanos, comenzando con Fernando Lugo en Paraguay, que fue seguido por el golpe contra Zelaya en Honduras, luego vino el golpe institucional contra Dilma Rousseff en Brasil y especialmente la detención de Lula, la persecución contra Rafael Correa y Jorge Glass en Ecuador y ahora la de Cristina Kirchner en Argentina. No debemos dudar en defender el socialismo bolivariano como el último baluarte de la resistencia que impide que la hegemonía estadounidense se extienda permanentemente a todo el continente.

Otro factor de rechazo por parte de los intelectuales de la izquierda chilena hacia Venezuela fue la malantendida unión cívico-militar. ¿Veinte años después, las cosas siguen igual?

Las Fuerzas Armadas de Chile tienen una formación prusiana, preparada para la Escuela de las Américas antes del golpe contra Allende. El general René Schneider fue asesinado en octubre de 1970, poco después de la victoria de Allende, para evitar que el Congreso aprobara su elección. Nuestras Fuerzas Armadas son fuerzas de élite. La burguesía siempre ha colocado a uno de los hijos en las altas jerarquías eclesiásticas, otro como general de las Fuerzas Armadas, otro en el Senado o en los círculos políticos que cuentan. La mayoría de los apellidos de las Fuerzas Armadas de Chile son de origen europeo. Los sectores populares no tuvieron acceso a la escuela oficial hasta que hace seis años, cuando presenté un proyecto de ley, del cual estoy profundamente orgulloso, que también permite que el hijo de un trabajador pueda llegar a ser general o almirante de la República. Hoy en Chile, más del 40% de los estudiantes que engresan a la academia militar pertenecen a los sectores populares. Se inició un lento proceso de democratización de las Fuerzas Armadas, se ingresa por mérito y no por censo. Para la izquierda chilena ha sido incomprensible durante mucho tiempo apoyar un gobierno dirigido por un soldado. El perfil de Chávez, su trayectoria política, ha hecho las cosas un poco diferentes hoy, pero ahora estamos viendo una paradoja, muchos de los que odiaban a Chávez y que han tenido que reconocer que fue un gran líder político y estratega militar, hoy desprecian al gobierno de Nicolás Maduro diciendo la fatídica frase: “Maduro no es Chávez”, cuando Maduro ha demostrado la inteligencia y la capacidad de resistencia de un líder mundial frente a todos los ataques sufridos.

¿Qué papel puede desempeñar Michelle Bachelet, hoy Alta Comisionada para los Derechos Humanos en la ONU? Maduro la invitó a visitar el país.

Bachelet sigue siendo una figura importante en la política nacional. Fue la primera ministra de Defensa de la historia de Chile, una asignación de extraordinario significado simbólico: ella, hija de un general de aviación torturado y asesinado por sus propios soldados de aviación durante la dictadura, llegó a ser ministra de Defensa también de los que habían participado en el asesinato de su padre (en este entonces hubo investigaciones en curso); y luego fue la primera presidenta de la República, reelegida, y aún tiene un fuerte atractivo popular: también porque apoyó los derechos de las mujeres, podemos decir que con ella hubo un antes y un después para la condición de las mujeres chilenas que han levantado la cabeza para exigir un trato igual ante el Estado y la sociedad. Hoy, en su papel en la ONU, debe sufrir tanto los ataques de la derecha chilena, donde Piñera pretende establecer un liderazgo latinoamericano tutelado por Trump, como la presión de Estados Unidos: sabemos que nadie puede ser elegido a la ONU para ese puesto sin el apoyo de América del Norte. Bachelet, por quien tengo un profundo afecto, ha enviado una delegación a Venezuela, pero esperamos que ella venga. Maduro le ofreció todas las garantías y su presencia podría apoyar una negativa a la intervención armada de Trump contra Venezuela. Ella conoció personalmente a Chávez, la acompañé durante su visita en 2006, creo que ella entendió que el papel de Chávezfue muy positivo para Venezuela y no fue un retraso. Después de todo, Bachelet podía entenderlo, habiendo tenido un padre militar. Hoy tendría la oportunidad de verificar la inconsistencia de todas las mentiras delirantes que se propagan contra el socialismo bolivariano. Cada vez que en Chile interviene un parlamentario de derecha para denunciar presuntas violaciones de derechos humanos en Venezuela, lo invito a que presente las pruebas, por decirlo así, pero esto nunca sucede porque son denuncias sin fundamento. Durante las guarimbas, el 70% de las muertes ocurrieron del lado chavista. Un plan desestabilizador diseñado internacionalmente, que continúa con mayor fuerza en estos días, ha sido presentado como un levantamiento popular contra la dictadura.

¿Cuál es tu lectura de lo que está pasando en Venezuela?

Cuando Allende llegó a la presidencia, yo tenía 11 años, 14 cuando hubo el bombardeo de la Moneda, cerca de mi casa. Escuché las explosiones, vi las columnas de humo y escuché en la radio las últimas palabras del presidente. Hay una frase que siempre ha permanecido conmigo: la semilla que hemos sembrado dará fruto. La idea de Allende era la de un socialismo democrático que podría prevalecer a través de las elecciones. Fue el primer presidente de formación marxista-leninista que acudió al gobierno a través de elecciones democráticas y populares. Su visión no fue siempre compartida por otros componentes comunistas. Las condiciones que llevaron a la caída de su gobierno son muy similares a las observadas contra el gobierno de Maduro en Venezuela. El golpe de Estado de Chile fue precedido por sabotaje a las tuberías, los ataques contra los pilones, los granjeros del sur, que estaban a la derecha, arrojaron la leche para no entregarla a los niños chilenos. La harina se contaminó con gasolina, se bloqueó la venta de cobre al exterior. La compañía de cobre más grande de Chile estaba infiltrada por grupos pagados por la CIA. No lo digo yo, resulta de los archivos desclasificados por el Senado de los Estados Unidos. En el 2000, el plan de Nixon y Kissinger parece claramente lo de “hacer chillar la economía chilena”. Hoy vemos el mismo tipo de sanciones, sabotaje y planes desestabilizadores contra la Venezuela bolivariana. A esto hay que sumarle el papel de las jerarquías eclesiásticas que en Venezuela actúan como un verdadero partido político. En Chile el papel de la Iglesia católica fue terrible. Salvo algunos cardenales, apoyó activamente el golpe, al tiempo que constituía un refugio. A la iglesia política no le gusta la derecha, pero comparte los objetivos de la derecha contra el socialismo. En Venezuela vemos una dinámica similar, una actitud que está causando mucho desafecto por parte de los fieles de origen popular. Otros actores importante en la desestabilización de Venezuela son las grandes ONG’S. Aún en los archivos desclasificados, hay nombres y apellidos de quienes participaron en el golpe en Chile con fondos de la CIA y bajo la apariencia de defensores de los derechos humanos. El propio padre de Piñera era un informante de la CIA. A estas grandes multinacionales del humanitarismo no les importan los derechos humanos de los venezolanos, sino el petróleo de Venezuela. Son organismos de fachada y centros de orientación, y si investigas detrás de la fachada, descubrirás su verdadero rostro y su verdadero objetivo. La izquierda debe aprender la lección del golpe de Estado chileno. Maduro hoy, tiene incluso más consenso que Allende y el proceso bolivariano puede contar con la unión cívico-militar. Para la izquierda no es más tiempo para las medias tintas o los discursos vacilantes. Tenemos una deuda con la Venezuela bolivariana y ha llegado el momento de resolverla duplicando nuestra solidaridad.

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