Chile / Habla el rodriguista Patricio Ortiz Montenegro: “La transición solo nos dio las alternativas de seguir peleando y morir o irnos a prisión”

Por Carolina Trejo, Resumen Latinoamericano / Interferencia, 5 marzo 2019
Ortiz Montenegro a su llegada a Santiago. Foto: Carlos Candia

En su primera visita a Chile en 22 años el frentista conversó con INTERFERENCIA acerca de muchos temas importantes para él y una generación. La lucha armada durante la transición es uno de ellos, y acusa que nunca hubo condiciones de seguridad para iniciar un diálogo que permitieran su inserción política. También habló de Ricardo Palma Salamanca y la muerte del carabinero que cayó en el enfrentamiento en que fue detenido, de cuya familia dice comprender su dolor.

Lo último que se supo de Patricio Ortiz Montenegro en Chile fue que escapó de la Cárcel de Alta Seguridad (CAS) en 1996 en un canasto blindado que colgaba de un helicóptero en una cinematográfica fuga. 22 años después, este frentista volvió al país para pasar unos breves días y luego retornar a Suiza, donde reside.

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Tras la huida, Ortiz se fue a Suiza, donde ha vivido por más de dos décadas. Ahí ha sido cuidador de ancianos, asistente de niños autistas, instructor de defensa personal de mujeres agredidas, y profesor de karate-do para menores de siete años, en cinco escuelas de Zúrich. Pero, al día de hoy, es su militancia en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) lo que lo define.

“Mi paso por el Frente lo sintetiza todo. Me siento privilegiado de haber sido parte de esa historia. Esa entrega, ese compromiso, esa visión de cambio, esa coherencia entre lo que se pensaban, entre lo que se sentía y en lo que se hacía. Una historia que hoy me trae de regreso a Chile”, dice.

Es febrero y Patricio Ortiz intenta avanzar por la salida de pasajeros del aeropuerto de Santiago. Una veintena de amigos y familiares lo esperan a su llegada a Chile, y otra decena de periodistas quiere obtener su primera impresión. Entre empujones y más de un insulto, Patochan -como lo conocen sus amigos por su afición a las artes marciales- se muestra emocionado y se siente obligado a dirigirse a los presentes:

“Vuelvo a ejercer el derecho inalienable de reencontrarme con mi gente. Vuelvo digno, vuelvo hermoso, vuelvo tierno”. Son las primeras palabras que el frentista pronuncia. Y sentencia: “Soy parte de una generación, soy parte de la resistencia de este país, la resistencia que se generó en los años 80’. Y reivindico hasta el día de hoy, sin ambages, de que el Frente Patriótico Manuel Rodríguez fue, es y será mi organización”.

Más tarde, en el sencillo y acogedor living de la casa de su familia, donde cuelgan dos cuadros y un retrato realizados por Tita Pellegrin -madre de Raúl Pellegrin Friedman, histórico líder del FPMR- nos recibe, agradeciendo la posibilidad que le brinda INTERFERENCIA para “dar cuenta de una serie de momentos de mi vida y de temas que también son importantes no solo para mí, sino que pienso que para una generación”.

Foto: Michelle Ribaut

El resultado es esta extensa entrevista en que Ortiz aborda todos los temas que rondan su biografía, ofreciendo la mirada política de alguien que “siempre fue y será un rodriguista”.

¿Cómo fue tu reencuentro con Chile? 

Fue como un aterrizaje forzoso. Con Alberto Espinoza, mi abogado, habíamos previsto llegar con un perfil bajo. La finalidad era básicamente el reencuentro con mi gente, con mi historia. El reencuentro con mis familiares, el reencuentro con lo que yo había dejado tanto tiempo atrás. Hay que considerar que he estado 22 años fuera de Chile.

Pero, además, he estado afuera no solo en términos de distancia física -estoy viviendo a 14 mil kilómetros de acá- sino que en una distancia también cultural y emotiva. Que tiene que ver por un lado con la cosa física, pero también con la parte simbólica. Lo que significa estar alejado de tu país, de tu matria patria, de tus historias más esenciales como ser humano, por tantos años.

Por lo que fue un poco chocante al principio. Piensa que vengo de un país así tan ordenadito, tan centrado en una racionalidad tecnológica, técnica, todo ordenadito. Y después, de sopetón llego a mi país, a mi patria.

Lo insólito es que viajé a Chile con pasaporte suizo porque no tengo ningún documento que acredite que soy chileno. O sea, tengo rut y me acuerdo de su número, pero es lo único que me acuerdo. Fui a la embajada de Chile en Berna, al consulado, a pedir mi pasaporte chileno y mi cédula de identidad, y nunca llegaron.

¿Cuándo decides volver a Chile y cómo se concreta?

Hace mucho tiempo busqué todas las fórmulas posibles de volver, retornar. Aprovecho de manifestar un agradecimiento por este medio, a toda la asesoría de Alberto Espinoza, quien en términos jurídicos permitió y allanó el camino. Un mes antes de que yo viajara a Chile desde Suiza se cerraron todos los procesos y se aplicó la prescripción. Porque hasta antes me mantenían con una orden de captura internacional, con prioridad roja.

Pasé años con una situación que siempre me mantuvo con mucha rabia. Me acuerdo que aparecía en la imagen de los más buscados ¿y quién aparecía al lado mío? Paul Schäfer. Ese degenerado, criminal, ese facho. Hasta que mi abogado dice “ya está todo resuelto, todas las causas cerradas”. Sin embargo, todavía aparecía como el hombre más buscado en las pantallas de la PDI. Entonces, presentamos un recurso de amparo en la Corte de Apelaciones, un habeas corpus, y la Policía de Investigaciones estuvo obligada a sacarme.

Y luego de eso, pude salir de mi encierro en Suiza. Yo pasé más de 20 años encerrado ahí pues no podía salir del país. Me conozco cada parte de Suiza, que es chico, viajando para todos lados. Ya después empecé a viajar un poco clandestino, los últimos dos años.

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¿Suiza se trasformó en una gran prisión?

Sí, pero una prisión de cristal. Podrán comprender que es un país como un chiché, yo siempre digo como el Walt Disney. Una excepción inclusive dentro de Europa; el país con el mayor estándar de vida en el mundo. Pero al final todo tiene una carga también.

¿Por qué y cómo llegas a Suiza tras la fuga de las CAS?

Me quedé tirado en México, luego de salir de Cuba. Me quedé ahí, sin punto de rescate, sin punto de alternativa, porque nosotros buscamos, después de la prisión, reorganizar al Frente, desde otra perspectiva. Entonces yo me acuerdo, y muy bonito ese recuerdo que tengo con Ramiro [Mauricio Hernández Norambuena], que estábamos en un restaurant y él me dijo, como jefe: “Pato, tú tienes la misión histórica hoy día, de ir a Suiza. Como tú tienes a tu hermano, te vas a ir a regularizar, porque tú vas a formar parte de la infra logística, para la parte de documentación a nivel internacional”. Entonces nos despedimos muy cordialmente. Un abrazo de hermano. Me quedo con esa imagen. Jamás se me ocurrió, como dicen algunos idiotas, desertar del Frente.

Mi salida a Suiza, no la voy a explicar ahora, pero fue gracias al apoyo de compañeros zapatistas y de chilenos solidarios que me ayudaron a salir de México. Y también a la audacia que caracterizó al FPMR.

¿Por qué crees que Suiza, al igual que Francia, en el caso de Ricardo Palma Salamanca, les otorga el refugio?

Mira, la elite chilena y esta clase que se hace cargo de la administración del Estado no pueden tapar el Sol con un dedo. No pueden tapar el lado demencial de la transición, de la transacción. Por más que la maquillen, por más que instalen el mito del jaguar, hay una política de impunidad permanente.

En el caso de Francia hay no sé cuántos ciudadanos franceses que fueron asesinados, desaparecidos durante la dictadura, y jamás las autoridades chilenas, las autoridades democráticas, hicieron esfuerzo alguno por hacer justicia. Por eso pienso que en lo que respecta a Ricardo, evaluaron toda esta transición, todo este ejercicio de impunidad que ha sido permanente, más allá que el aspecto netamente judicial.

Entonces, lo que dice Francia es que no hay ninguna condición para devolver a Ricardo Palma Salamanca, un combatiente que además estuvo en toda la historia de la resistencia. Y es muy fuerte eso en Francia. Además de todo ese apoyo increíble que tuvo el Negro, de parte de muchas organizaciones, de mucha gente que se la jugó, de sectores del PC que se la jugaron. Hay que saludar eso. Porque, oye, somos parte de la resistencia chilena.

¿Cómo fue el caso de tu refugio?

En el minuto en que yo fui detenido en Suiza, por petición del estado chileno, el gobierno suizo se comprometió a la extradición desde el primer minuto. Sin embargo, el Departamento Federal para Refugiados, en el caso mío, orientó a las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores chileno respecto de cómo debía hacerse la extradición; desde la A hasta la Z. Y estos weones, disculpa la expresión, lo hicieron mal.

Fue la inoperancia, la lentitud, esa arrogancia, esa pedantería propia de esta clase política y de esta elite, que ha rayado en lo ridículo en muchos casos.

Acuérdense de Eduardo Frei Ruiz Tagle, un empresario que, por delegación de lo que fue su padre, fue presidente, quien incluso llegó de decir que rompería relaciones diplomáticas con Suiza.

En lo concreto es la Corte Suprema la que se compromete, a través del ministro Lamberto Cisternas, a que se va a aplicar el principio de especialidad para la extradición. Es decir, que yo no iba a ser juzgado ni procesado por ningún otro delito distinto al por el cual estaba cumpliendo sentencia. Se estaba conversando al más alto nivel entre estados. Pero, paralelamente me aparece otro proceso de extradición ¿De dónde? de fiscalía militar, un poder que supuestamente es subalterno -y que tiene que ver una vez más con nuestra transición- que se manda las partes.

“En Suiza se preguntan, por qué tribunales militares hasta el día de hoy juzgan a civiles, además dos veces procesados y condenados por el mismo delito, como es mi caso”.

Y en Suiza se preguntan por qué tribunales militares hasta el día de hoy juzgan a civiles. Además, dos veces procesados y condenados por el mismo delito como es mi caso y casi el de todos los presos políticos.

Esta constelación de hechos, aparte de la solidaridad que recibí, que fue maravillosa, permitieron que yo pudiera quedarme en Suiza.

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¿A quién recuerdas en particular por lo de la solidaridad? 

No puedo dejar de mencionar a Hans-Peter Erismann, el embajador de Suiza en Chile, quien tuvo una actitud ecuánime al decir “oye, pero ¿qué está pasando en esta historia? están juzgando a esta persona. Están tratando de volver a una persona que fue un resistente a la dictadura y que no estuvo de acuerdo con la transición. Además, yo estoy viendo, decía, que estas instituciones son tremendamente clasistas, que estas instituciones consagran la impunidad”. Él fue un aliado fundamental para mí.

Entonces, cuando tú me preguntas ¿qué pasó con Ricardo Palma? ¿Qué pasó conmigo? ¿Qué pasó con Galvarino Apablaza? ¿Qué pasó con Claudio Molina? Pues, han tenido fracasos y fracasos. ¿Por qué? porque ellos no pueden, esta elite, toda estos travestistas de la Concertación, no pueden maquillar a esta transición monstruosa.

¿Por qué eres tan crítico con la transición chilena?    

Porque hay deudas pendientes muy grandes con este periodo, con la caracterización y reflexión que se ha hecho sobre este periodo. Falta una reflexión profunda, porque básicamente pienso que esta transición fue una transacción entre las elites. Hay un reposicionamiento, una búsqueda de legitimación del sistema capitalista. Nosotros somos pioneros lamentablemente en estos temas bien dementes, como fue la puesta en práctica, a través de los Chicago Boys, del experimento neoliberal, que es un experimento social concreto.

¿Cuál es tu lectura histórica del paso de la dictadura a la transición?

La dictadura es un experimento que aniquila la experiencia de la Unidad Popular, que es la consecuencia y la síntesis de todo un proceso de acumulación histórica, que termina con el Golpe de Estado. Que rompe con toda una herencia, con toda un desarrollo histórico e institucional. También anula, destruye a todos los sujetos políticos activos de este proceso. Hay destrucción de los partidos políticos, de las instituciones y de toda la acumulación de esa cultura popular y de su representación.

Y se da un segundo paso que busca la legitimación a partir de 1978, luego con el plebiscito, Chacarillas. Y Jaime Guzmán y la comisión Ortúzar. O sea, pasamos desde el shock a la legitimación institucional, política e ideológica de la dictadura. Ahí surge la resistencia. Surgen varios grupos. Surgimos nosotros, que somos parte del desarrollo histórico de esa resistencia.

Luego de eso llegamos a la mitad de los ochenta. Entonces fallan acciones de la política de la Rebelión Popular, implementada por el Partido Comunista [PC]. Falla la parte táctica en el desembarco de armamento en el norte, Carrizal fracasa. Lamentablemente fracasa el atentado a Pinochet. Y empieza a haber un desdibujamiento por parte del PC, el que experimenta un reposicionamiento, un enrrielamiento respecto de su historia como partido sumamente institucional.

Y viene la transición. Ahí, un sector importante de la izquierda negocia -con el capital, con esos sectores dominantes- una salida. Pero es una salida pactada con la dictadura. Jaime Guzmán lo dice, “nosotros no cedimos un milímetro, son ellos los que cedieron, son ellos los que se metieron en la cancha que nosotros rotulamos”.

Como señala el sociólogo Felipe Portales, la Democracia Cristiana no podía decirle a las bases de que ellos hacían la continuidad esencial de la dictadura. Las notas esenciales que le dan la sobrerrepresentación a la derecha, es la traición que hace Patricio Aylwin a sus bases.

Este travestismo político cruzó a un sector importante de la izquierda, como por ejemplo el cambio a última hora del PS Almeyda, que asume esta transición. Hay también una responsabilidad política del PC, que queda aislado, después de jugarse también por esta transición pactada, en la que las notas esenciales, las columnas centrales de la dictadura quedan intactas.

“[En la transición] Todos se adaptaron y dicen que fue por realismo político, por responsabilidad ¡Pamplinas! Todos estaban cagados de miedo, no querían mover un pelito”.

Y hoy lo vemos. Todos se adaptaron y dicen que fue por realismo político, por responsabilidad ¡Pamplinas! No hay que olvidar que los primeros años de la transición estuvo el Boinazo, el Ejercicio de Enlace, los pinocheques. ¿Y quién controlaba en el fondo? O sea que todos estaban cagados de miedo, no querían mover un pelito. Estaban con el temita siempre de “no, va a haber golpe de Estado”. Y aunque me parezca muy fuerte lo que digo, este sector de la Democracia Cristiana siempre fue traidor. Traidores a su pueblo. Traidores a su propia gente, porque en el fondo legitiman la esencia de la dictadura.

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Al llegar a Chile declaras ser parte de una generación ¿a qué te refieres con eso?

Sigo reivindicando el ser parte de una historia que nos trascendió.  Me refiero a la historia de la resistencia. La resistencia en este país es un capítulo que dura hasta el día de hoy. La resistencia es un grupo, un sector de la sociedad que asume para sí el compromiso de enfrentarse a una dictadura feroz, a un sistema que conculca todos los derechos de los seres humanos.

Frente a esa dictadura nos levantamos y resistimos. Soy parte de esa resistencia, de toda la resistencia, no solamente el MIR, también la de mis compañeros de la Unidad Popular que combatieron en la época del golpe. Luego nació el Frente con este vuelco del Partido Comunista, con esta política de dar cuenta del vacío histórico que fue el elemento político militar. También es la resistencia de los compañeros del Lautaro, de la gente común y corriente que no perteneció a ninguna organización, pero que daba cobertura y resistía esta vorágine de acabar con la dictadura cívico militar. De todas las mujeres, hombres, niños que resistieron, y que hoy siguen resistiendo al sistema neoliberal. En eso me inscribo yo y por eso dije al regresar, “yo fui, soy y seré rodriguista”.

¿Se justificaba el uso de las armas en el escenario de la transición?

En Chile había que darle una legitimidad al sistema impuesto, y curiosamente hubo unos que se acostaron siendo gorilas y al otro día eran demócratas. Acuérdense de los senadores designados. Esa banda de criminales, de forajidos que fueron parte del Congreso. O el dictador que fue senador.

¿O sea de qué transición me están hablando? La Democracia Cristiana se trasformó en operador político-ideológico y administrativos de este sistema. El Partido Socialista es lo mismo. ¿Qué queda del allendismo en eso? Como dice el nieto de Salvador Allende, “no queda nada”. Lo convirtieron al neoliberalismo, se travistieron al neoliberalismo.

Ahora ¿qué viabilidad o legitimidad tenía mantenerse en la lucha armada? Yo me he hecho diez mil veces esa pregunta y no tengo todavía muchas respuestas. Nosotros estábamos en marcha, en rodaje.

Pero sí puedo decir que no hubo nunca la voluntad por parte de la Concertación,  de dialogar con nosotros. Dialogaron con todo el mundo, pero fundamentalmente dialogaron y se subordinaron a los poderes fácticos, respetaron la cancha rallada de Jaime Guzmán.

En este contexto, y desde el comienzo, hubo una política contrainsurgente muy fuerte. Había que acabar con estos sectores de la población que no estábamos dispuestos a esta transacción. Ahí está el Frente, está el Lautaro, algunos residuos de lo que fue el MIR. Y había que aniquilarlos. Y a la base social también, como lo dice Felipe Portales, porque esos eran los cimientos, era la autoorganización política y social que iba a cuestionar después esta transacción.

Un ejemplo, fueron los comité del NO, que los desarticularon inmediatamente después que ganó el NO. También cerraron todos los medios alternativos, que eran el Fortín Mapocho, Cauce, Apsi, La Bicicleta y todo. Los cerraron cuando pasaron toda la propaganda a  El Mercurio.

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“Como organización no tuvimos la posibilidad de convocar un congreso con las garantías mínimas, para delinear cuál iba a ser nuestra inserción, y que no nos mataran a todos”.

Entonces qué otra alternativa teníamos nosotros, si no seguir con los fierros. ¿Teníamos alguna cobertura? ¿teníamos alguna posibilidad?. Teníamos solo dos caminos. O seguir peleando y morir, o irnos a la cana. No había otra alternativa. Además, que como organización no tuvimos la posibilidad de convocar un congreso con las garantías mínimas, para delinear en definitiva cuál iba a ser nuestra inserción, y que no nos mataran a todos.

Algunos frescos de raja dicen “no, lo que pasa es que el Frente no comprendió ese momento histórico”, incluso dentro del mismo PC. Insisto, nosotros no tuvimos la posibilidad de contar con los más mínimos cánones de seguridad para poder efectuar un despliegue, entre comillas, democrático.

Se hizo un esfuerzo después, pero que no llegó a ningún lado. Ya estaban casi todos muertos, y el resto estaba preso. O sea, de qué manera, con qué ropa te van a decir “oye no, es que deberías haber tenido otra reflexión” ¿qué reflexión? si nosotros estábamos ahí en marcha.

Nos pueden juzgar, como dice Ramiro en un montón de cosas, que cometimos errores,  que no tuvimos la capacidad teórica. Pero no nos van a juzgar por el compromiso ni la entrega. Eso da cuenta un poco de esta transacción, de la transición, de ese periodo. Lo que marca la diferencia fue la coherencia. Cuando yo hablo del Frente histórico, hablo de la coherencia entre lo que pensábamos, lo que sentíamos y lo que hacíamos.

¿Fue la fuga de la Cárcel de Alta Seguridad la última acción del Frente?

Como protagonista de la fuga me siento super orgulloso de haber formado parte de ese grupo humano maravilloso, que hizo la puesta en escena de una operación impecable en términos político militares.

En una operación que no solo en lo técnico demostró que éramos capaces de dejar en ridículo a todos esos weones. A toda esa parafernalia de poder, a esa prisión que estaba ideada y generada desde sus orígenes para liquidarnos. A los últimos mohicanos que quedamos.

Tener esa conexión tan profunda con mis hermanos que nos fueron a buscar, que de forma tan generosa -esa tripulación y todo el entorno- se enfrentan a todo lo que significa esa prisión. En una película vemos el resultado, pero no muestra todo el trabajo que hay detrás. Entregaron lo mejor de sí, con esta acción que pienso que es el epílogo del Frente que yo conocí, aunque se molesten algunos.

Entonces cómo no acordarme de ese 30 de diciembre tórrido que demuestra, como decía Dantón, “audacia, audacia y más audacia”, que es el sello característico del Frente. Oye, nosotros íbamos ahí hasta vencer o morir. Y bueno yo cambié eso un poco después en lo personal. Yo siempre digo ahora “hay que vencer o vencer”. Pero en ese minuto la acción simbólica, era libertad o muerte.

“Después de la fuga se escuchó en la cárcel a 3.500 almas aplaudir, vitorear. Es que todos en ese momento se liberaron. En ese segundo, con toda esta opresión ancestral, se identificaron con este acto supremo de rebeldía”.

Después me decían mis compañeros que quedaron presos, se escuchó en la cárcel a 3.500 almas aplaudir, vitorear. Es que todos en ese momento se liberaron. En ese segundo, con toda esta opresión ancestral, se identificaron con este acto supremo de rebeldía.

La fuga de la CAS es la última gran acción político militar del Frente que termina con una historia determinada, pero que abre paso a otra historia. Nunca termina la historia, seguimos caminando siempre, construyendo distintas variantes.

¿Crees que el país en términos generales, y parte de la izquierda chilena, no ha sido leal con esa generación que luchó con las armas?

No estuvo a la altura. Cuando tú vas para Francia -inclusive Suiza- y te metes a cualquier pueblito, como Ticino, y ves monolitos por todos lados. Honor y gloria al jefe de la resistencia de esta zona, jefe de la resistencia allá. O sea, la resistencia tiene un tremendo sitial, al margen de todas las facciones que ha había dentro. Oye, ¡si se enfrentaron contra el fascismo!

“Fuimos parte de la resistencia, pues luchamos contra la dictadura, No se ha logrado entender todavía que fuimos patriotas de verdad”

Y nosotros éramos parte de una resistencia que iba más allá que ser del Frente o del MIR, pues luchamos contra la dictadura. No se ha logrado entender todavía que fuimos patriotas de verdad. Hay una deuda enorme y esta izquierda -que se autoanuló, que se autofagocitó también- algún día en algún momento de la historia…

¿Cuál es el legado?

El legado es la consecuencia. Y también una historia vital. Una historia cargada con sentimiento, con sangre y todo. A pesar de todo lo monstruoso que fue la dictadura cívico-militar y a pesar de todo lo monstruosa que ha sido esta transición, yo me quedo con eso, con la resistencia. Me quedo con ese ejemplo que alguna vez daba, en lo específico, el Frente. Esa coherencia, esa entrega sin límites, ese amor que se sentía por la revolución, por el cambio. Ese compromiso que había con cada uno de nosotros, con ese camino fundamental que queríamos, el socialismo. Y romper con esta tradición de mierda que significaba que Chile ha sido controlado y formateando por una élite criminal, que ha mantenido interdicto por más de 200 años a la mayoría del pueblo chileno.

“Me siento orgulloso de que fuimos capaces de romper con el monopolio del uso de la violencia organizada por parte del Estado en contra de toda la sociedad. Nosotros, con lo chiquititos que éramos”.

Yo me siento orgulloso de que fuimos capaces de romper con el monopolio del uso de la violencia organizada por parte del Estado en contra de toda la sociedad. Nosotros, con lo chiquititos que éramos. Todo ese amor que nos entregó la gente que nos protegió, nos mantuvo en sus casas, nos escondió, porque hasta el más mínimo acto de resistencia, significó la configuración de una resistencia muy grande. Que al final son las que hacen la historia. No esa wea que dicen que fue con un lápiz y un papelito, o el dedo de yeso de un personaje nefasto en la historia de nuestro país. Fue la organización microscópica o capilar que permitió ir creando espacios de liberación y de configuración de alternativa .

Y si hay que atribuirle un triunfo al neoliberalismo no es solamente en el tema económico. El neoliberalismo no es solamente un esquema de organización monstruoso de la sociedad. El problema de fondo, es que instaló un sentido común, en grandes capas de la población, que nos dice que al final no hay otra alternativa para organizar la sociedad.

Por eso tenemos que luchar. Por el rescate de esa alternativa, el rescate de la memoria, el rescate de la historia de nuestra organización.

Esta nueva izquierda, el Frente Amplio, es una izquierda que no cuestiona al capitalismo en su esencia. No cuestiona la invasión, no cuestiona el neocolonialismo y al final dice, por ejemplo, que hay una dictadura en Venezuela. Todo es parte de una incapacidad nuestra también.

¿Cuál es el rol que deberían cumplir hoy los rodriguistas o ex rodriguistas?

Giambattista Vico decía “¿por qué podemos comprender la historia, por qué podemos tener ese ejercicio de ver la historia?” Porque nosotros, el ser humano, hicimos la historia. Así de simple. Con todas nuestras diferencias, con nuestros compromisos, hicimos la historia. Tenemos que hacer un esfuerzo de volver a retomar esa corriente profunda de la historia, y ver cómo se está expresando hoy día. Porque aquí no sobra nadie en esta historia, en la voluntad de crear y mantener esta resistencia.

Pero un segundo momento, no sé cómo va a ser. Tenemos un vacío grande, a nivel teórico, a nivel de propuesta ideológica y también en parte con la realidad. Nosotros no somos una izquierda victimista. Nosotros fuimos combatientes por la vida, que pensamos, sentimos y ejecutamos un proyecto de cambio para esta sociedad. Yo me quedo con eso. Ya estamos más viejos, yo tengo 54 años, mis otros hermanos ya tienen 60. Pero hay que hacer un esfuerzo, porque hombres y mujeres en el fondo hacen la historia y pueden generar momentos y cambios históricos.

¿Qué opinas de que la UDI, su primera reacción haya sido tratar de reabrir una causa?

Bueno, hay que entender que la UDI es un partido que surge en la dictadura, con los sectores más recalcitrantes, con su mentor ideológico, Jaime Guzmán. Históricamente ha tenido inserción pluriclasista, pero en su esencia es un partido de neofascistas, de neopinochetistas, que ha vehiculado la esencia de la dictadura. El legado fundamental de la dictadura cívico militar es la UDI.

Entonces no me asombra que aparezcan personajes tan repudiables y patéticos como Iván Moreira, el raspadito de olla -un tipo corrupto, un delincuente de cuello y corbata- con este discurso demencial hasta el punto que dice “tengan cuidado Carabineros de Chile que viene Patricio Ortiz, terrorista y hay que andarse con cuidado porque anda un asesino”.

¿Cómo fue tu detención donde muere el carabinero Osvaldo Reyes Reyes?

Mira en muchas oportunidades me han instalado el tema de la muerte de este carabinero en el enfrentamiento monstruoso del 28 de febrero de 1991.

En mi captura -la que sucede en las circunstancias de la caída de mi hermano Pedro, cuando llegan carabineros al departamento donde vivíamos con él- nadie dice que yo tuve que enfrentarme a fuerzas policiales desproporcionadas. Fue un enfrentamiento con más de 20 carabineros que iban con la clara disposición de asesinarme.

Hay que considerar los factores histórios que ya mencioné, las políticas de ese minuto. Estábamos en la transición, la transacción, el travestismo, la adecuación, en la que nosotros aparecíamos como medio alienígenas que no comprendían que había que insertarse, por lo que había que reprimirnos y aniquilarnos. En ese contexto, claro, se verifica mi enfrentamiento con carabineros.

No sé si fueron 15 o 20 minutos de enfrentamiento, media hora, no lo sé. Yo estaba armado, y andaban carabineros de civil y uniformados. Un enfrentamiento con esas características, al final tiene como resultado que un carabinero pierde la vida. Hay una serie de dudas hasta el día de hoy, pues la bala que supuestamente dio muerte a este funcionario, Osvaldo Reyes Reyes, se perdió.

¿A tu llegada a Chile, la madre del carabinero Reyes hizo varias declaraciones a los medios, que le dirías a ella?

Aprovecho esta instancia para enviar mi pésame a la familia. Estábamos en bandos distintos y todo, pero el dolor de una madre, es el dolor de una madre. Es el mismo dolor que tuvo mi madre cuando fue asesinado mi hermano Pedro, el 10 de octubre de 1992 con más de 15 tiros, por las mismas fuerzas represivas a las que pertenecía Osvaldo Reyes Reyes.

“Si me lo preguntan en términos humanos yo siento el dolor de esa señora, de la madre. Nosotros no tenemos esa vocación de matar o de aniquilar como se nos enrostra”.

Y si a mí me lo preguntan en términos humanos yo siento el dolor de esa señora, de la madre. Nosotros no tenemos esa vocación de matar o de aniquilar como se nos enrostra. Para nosotros había una confrontación de clase muy fuerte, una confrontación de intereses y también en términos militares. Aquí hay pobres que con uniforme se convierten en instrumentos represivos, que tienen un compromiso como parte de los aparatos del Estado de mantener ese monopolio de la violencia organizada en contra de la sociedad.

Y aunque puedo equiparar el dolor de ambas madres, estoy en contra absolutamente de esta teoría de los dos demonios. Es decir, que las fuerzas armadas, represoras, organismo de seguridad están siendo equiparadas al Frente y al MIR. Esa es otra manipulación política de la élite. Nosotros no fuimos y jamás vamos a ser equiparados con esos asesinos criminales, con esos esbirros del sistema. Nosotros fuimos, somos y seremos revolucionarios.

Entonces hay que contextualizar. Lamentablemente es parte de un esquema de dominación, de represión, de control. Y es parte de una institución -Carabineros- que está manchada con sangre en la historia de nuestro país. Por citar algunos casos como fue el degollados o de Carlos Godoy Echegoyen, asesinado en Quintero.

¿Qué piensas, qué sientes, qué opinas de que sectores de la derecha los  tilden de terroristas?

Como en toda esta historia, las palabras, los conceptos tienen cierta carga semántica. El concepto terrorismo, si tú lo defines dice en términos generales, es que aquel grupo o sector de la sociedad que quiere imponer por la fuerza su idea, utilizando para tal efecto, inclusive el terror, para dejar neutralizado un sector de la sociedad. ¿Cuándo nosotros fuimos terroristas? Si nosotros queríamos activar al mayor número de ciudadanos, de chilenos, chilenas en la búsqueda de romper con el terrorismo de Estado.

Si cuando se habla de los miles de asesinados, de desaparecidos ¿Somos nosotros los terroristas que tenemos que equipararnos supuestamente a ese demonio monstruoso que fue la aplicación concreta del fascismo? Nosotros jamás fuimos terroristas. Luchamos por la participación de nuestro pueblo, inclusive planteando la posibilidad de generar una Asamblea Constituyente. Eso era tremendamente revolucionario replantear ese tema el año 1985.

Mira la generosidad y el pensamiento estratégico de José Miguel, Raúl Pelllegrin, y del conjunto de la dirección del Frente, planteando que había que buscar la forma de terminar con la dictadura. Pero, nosotros no íbamos a imponer eso, íbamos a ser parte de ese proceso, nos íbamos a integrar a esa corriente a la historia que buscaba los cambios ¿Y qué más democrático que pensar en una convocatoria o a una Asamblea Constituyente?

Muy simbólicamente, y con la estatura moral de José Miguel, y aunque quede muy poquito de esa historia, nunca permitiremos que se nos equipare con los criminales y con los esbirros de la dictadura. Jamás fui un terrorista. Fuimos combatientes revolucionarios, luchadores por lo cambios, parte de la resistencia, pero jamás terroristas.

“Las palabras de Ricardo [Palma] entrañan un montón de temas que debieran también ser tocados en algún minuto, respecto a la naturaleza de nuestra militancia. Pienso que en algún minuto Ricardo tendrá que dar espacio a una reflexión”,

Tu retorno a Chile ha coincidido con muchas noticias que están vinculadas a tu organización como el refugio de Ricardo Palma Salamanca en Francia.  En estos días fue publicada una entrevista a él ¿La leíste? ¿Qué opinión te merece?

Es delicado el tema, porque entraña todo un proceso de lo que fue nuestra historia como organización.  Preferiría en esta oportunidad decir: no comment. Las palabras de Ricardo entrañan un montón de temas que debieran también ser tocados en algún minuto, respecto a la naturaleza de nuestra militancia. Pienso que en algún minuto Ricardo tendrá que dar espacio a una reflexión, pero también él mismo dar cuenta de cuáles son los alcances de sus palabras.

Son tan delicados los contenidos que se abordan y sus formas. Tocan temas muy, muy sensibles, de manera que -por lo pronto, sin sacarme el pillo- pienso que no tengo una opinión acabada sobre eso. Lo digo, yo tengo un tema bien crítico con él, pero no es el momento, ni la hora, ni el minuto, ni el espacio concreto para dar respuesta a eso. Digo no comment mejor.

¿Te mantienes en contacto con otros Frentistas?

Sí, por su puesto. Con compañeros en Europa. Pienso que tenemos nuevamente que retomar esos bríos, aunque ya estamos más viejos y va a fallar nuestra carrocería. Pero este espíritu pienso que se mantiene. Esta fuerza vital, con todas nuestras diferencias nos mantenía unidos por un cordón umbilical que es seguir apostando por esa utopía. No hay momento en la historia sin utopía. Sigo siendo utópico, esencialmente.  Y de ahí rescato los sueños, los bríos, la voluntad de cambio de propuesta. En esa dirección se dirige mi vida.

¿Qué opinión tienes sobre la lucha del pueblo mapuche?

Parto destacando que dentro del mismo Frente hubo extraordinarios combatientes mapuche. Pienso que hemos tenido siempre una deuda histórica muy grande con el pueblo mapuche. Una deuda ante lo que llamo la política del despojo. Porque lo que se ha hecho en el territorio mapuche ha sido una apropiación por despojo. Donde la tendencia hoy día, es de un capitalismo extractivista. Chile se especializa en esta cosa de los commodities en esa región, y la explotación forestal es uno de los fundamentos energéticos esenciales. En este orden, hay una lucha resistencia por parte de algunos sectores de la población mapuche, que habitan y que tienen que resistir este nuevo orden de transacción. Un sector que ha asumido desde su lucha ancestral, esta resistencia.

Son ellos los que están ahí, en esta confrontación directa con el sistema, en esta confrontación directa con el lado más oscuro de esta modalidad de apropiación. Y me siento muy complacido de tener algunos amigos, compañeros que están en esa resistencia y que son mapuche. Mapuche con un sentido de resistencia, pero también con un compromiso con una estrategia determinada. De conformación, de autonomía del territorio, junto con una relación sagrada con la naturaleza. Trasformándose en una resistencia restauradora, que hoy día se está confrontado con el capitalismo más duro, este capitalismo depredador. Entonces, vaya mi fuerza, vaya mi cariño, vaya mi respeto a ese sector del pueblo mapuche que está en esa pelea, y que son los que hoy resisten en Chile.

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