Argentina. EL FMI y la oposición política

Claudio Lozano / Resumen Latinoamericano / 24 de febrero de 2019

El Fondo Monetario Internacional como agente institucional del capital financiero y, particularmente, de los acreedores de la deuda pública argentina, se ha dado a la tarea de garantizar la política económica en curso más allá de los resultados electorales de octubre de este año. En concreto, se trata de “blindar” la política vigente mas allá de un eventual cambio de gobierno. En ese marco se inscriben las reuniones con Urtubey, Kicillof, Massa, Lavagna, la CGT, etc.

De más está decir que el FMI cuenta como punto de partida para sus reuniones, con la complicidad por acción u omisión de la mayor parte de la oposición política. De hecho, el Acuerdo con el FMI debió haber pasado por el Congreso antes de ser aprobado y fueron muy pocos los que lo reclamaron; y además, el Parlamento validó el Presupuesto “Déficit cero” para el 2019 que era la expresión fiscal del acuerdo.

La reunión con Urtubey sorprendió agradablemente a los funcionarios del FMI ya que los planteos del gobernador salteño y su equipo eran más propios de un aspirante a integrar el staff del organismo para auditar la Argentina que el de un candidato a presidir el país defendiendo el interés de sus habitantes. La reunión con Kicillof hizo trascender el señalamiento crítico del ex ministro respecto de que el acuerdo no había sido consensuado con la oposición, pero tanto en su caso como en el de Lavagna hay una historia compartida en el marco de la experiencia kirchnerista que actúa como garantía para el organismo, respecto de los criterios con los que esa fuerza encaró el tratamiento del endeudamiento. En primer lugar, el kirchnerismo le otorgó el trato de “acreedor privilegiado” al FMI al cancelar la deuda de U$10.000 millones que la Argentina mantenía con el organismo pese al cúmulo de irregularidades que el FMI había tenido en su relación con el país. A la vez, Kicillof en particular condujo la negociación con el Club de París pasando por alto el debate parlamentario, reconociendo una deuda que en un 50% había sido tomada en la época dictatorial, sin exigir quita y aceptando intereses y punitorios que elevaron el monto a pagar en un 50%. En el caso de Lavagna, conductor de la estrategia del canje hubo un conjunto de errores estratégicos que combinados dieron como resultado la crisis “Griesa” y el fracaso de la posición argentinaEntre estos errores los tres más graves fueron:

1) No haber cuestionado la legitimidad de los acreedores.

2) Haber cedido la jurisdicción local a favor de resolver las diferencias en estrados internacionales (prórroga de jurisdicción).

3) Haber cerrado el canje en lugar de dejarlo abierto.

Los tres errores combinados permitieron que acreedores que no habían sido cuestionados en su legitimidad, pudieran presentarse ante jueces del exterior y demandar a la Argentina por discriminación en el trato.

Para el caso de Lavagna, Kicillof y Massa está claro que en ellos se expresa la idea de que hay que renegociar el acuerdo. No obstante, en el caso de los que integran el Frente Renovador (Masa, Lavagna) no se entiende bien por qué, si hoy tienen esta posición, algunos diputados de su bloque facilitaron el tratamiento del Presupuesto acordado con el FMI y, haciendo historia, validaron la negociación con los Fondos Buitre y el blanqueo de capitales que, articulados, fomentaron el proceso de endeudamiento y fuga que han caracterizado los tres años del macrismo.

Asombra que no haya aparecido hasta ahora en la discusión el único argumento que fortalece la negociación argentina. Este consiste en sostener que el acuerdo en vigencia es nulo de nulidad absoluta en tanto es violatorio de la Constitución Nacional y del propio estatuto del FMI. Para violar la Constitución Nacional y no someter a discusión parlamentaria el acuerdo, Macri hizo uso de un artículo no vigente de la Ley de Administración Financiera; y los acuerdos políticos con potencias como Estados Unidos subordinaron las decisiones del FMI propiciando saltar el artículo del Estatuto del organismo que prohíbe otorgar créditos a países en situación de fuga de capitales.

Ambas irregularidades así como el monto del crédito otorgado (ciertamente histórico por su magnitud), indican la complicidad política del organismo con el objetivo de garantizar la reelección de un gobierno, aprobando un plan que en ningún caso resuelve el problema planteado por el “default argentino” de finales del 2017 y comienzos del 2018.

El FMI actúa hoy como una suerte de respirador artificial que pretende resolver con más endeudamiento el problema de la Deuda Argentina, posponiendo la discusión sobre su reestructuración para luego de la elección.

Plantear la nulidad del Acuerdo con el FMI es abrir la puerta a una revisión del endeudamiento argentino en base a una clave distinta a la que hemos seguido desde que comenzó la democracia en nuestro paísLa persistencia y sistemática reaparición del problema del endeudamiento desde la Dictadura en más obliga a asumir que el endeudamiento no se resuelve solo con una discusión financiera.

“Las deudas se pagan, las estafas no” debiera ser la clave política que conduzca una nueva manera de posicionar al país frente al problema, ya histórico, del endeudamiento.

Fuente: Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas

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