Venezuela /(Análisis) Reflexiones en torno al Tiempo Mesiánico Bolivariano (Por Juan José Bautista S.)

Resumen Latinoamericano, 7 de febrero 2019

El sujeto del conocimiento histórico es la clase oprimida misma, cuando combate…, [ella es] la clase vengadora que lleva a su fin la obra de liberación en nombre de tantas generaciones de vencidos… La conciencia de hacer saltar el continuum de la historia [de dominación] es propia de las clases revolucionarias en el instante de su acción… La historia es objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío, sino el que está lleno de “tiempo ahora”… El tiempo ahora, que como modelo del tiempo mesiánico resume en una prodigiosa abreviatura la historia entera de la humanidad, coincide exactamente con esa figura que representa la historia de la humanidad dentro del universo… Porque en él cada segundo era [y es] la pequeña puerta por la que puede pasar el Mesías… En la idea de la sociedad sin clases, Marx secularizó la idea del tiempo mesiánico. El sujeto que escribe la historia es por derecho propio aquella parte de la humanidad cuya solidaridad abarca a todos los oprimidos.

                                                             Walter Benjamin. Tesis sobre la historia.

Los sucesos que están aconteciendo en este tiempo en torno al acoso sistemático de EUA y sus títeres tanto en Latinoamérica como en Europa al gobierno legítimo de la hermana república de Venezuela, nos están motivando ya no solamente a describir y denunciar los acontecimientos, como a menudo se hace, sino a reflexionar en torno a ellos en el contexto de la historia global y mundial. Porque el problema, en un tiempo como este, ya no es limitarse a mostrar los hechos que el imperio de turno ejecuta a diario para seguir imponiendo su perversa hegemonía y dominio a nivel Latinoamérica y mundial. Se trata de mostrar lo que este conjunto de hechos perversos significan como “acontecimiento” para nosotros, quienes estamos en contra de esta forma de dominación colonial y a favor de la liberación de nuestros pueblos dominados por los imperios del norte desde hace más de quinientos años.

Desde aquella famosa carta de Simón Bolívar a su amigo el coronel Patricio Campbell de 1829 ya sabemos que Estados Unidos estaba predestinado por la providencia para plagar a nuestra América (y ahora al mundo) de miserias a nombre de la libertad y ahora de la democracia. Como Walter Benjamin sugiere, nosotros podemos y debemos leer estos acontecimientos históricos a “contrapelo”, es decir, en la lectura de nuestros acontecimientos, no puede primar la visión que de la historia tiene el imperio de turno, o dicho de otro modo, nuestra filosofía de la historia no puede ser la misma que el imperialismo impuso a través de sus academias. Nuestra filosofía de la historia tiene que liberarse de esa historia de dominación, y por ello necesitamos tener otra visión histórica de nuestros acontecimientos para comprenderlos de otro modo, para saber a cada momento por qué estamos luchando hoy. Por ello ahora tiene pleno sentido preguntarnos que, si Estados Unidos estaba destinada por la providencia a plagar de miserias nuestra América y que ahora lo quiere hacer explícitamente con Venezuela, entonces ¿a qué estaba y está destinada América Latina y en este caso, el pueblo venezolano bolivariano por la providencia? ¿Cuál es nuestro destino que ahora el pueblo venezolano está encarnando?

Cuando se lee la carta de Bolívar y a su vez se escucha el modo cómo H. Chávez la interpreta, uno se da cuenta que hay una diferencia cuasi de matiz, pero que es sustancial. En Simón Bolívar estas palabras aparecen como una pregunta, pero no como pregunta enfática o asertórica, sino incluso hasta dubitativa, como preguntándose acerca de la posibilidad de si EUA tenga o no ese destino. En el caso de H. Chávez ya no puede ser una pregunta, sino una afirmación de hecho, porque ya pasaron más de 200 años en los cuales la política imperial de EUA ha comprobado con creces que desde el principio, desde George Washington, la política norteamericana estaba encaminada a plagar de miserias nuestra realidad, para producir el engrandecimiento del país del norte, porque la política y la economía de cualquier imperio es producir la dominación y subdesarrollo de los demás para poder desarrollarse como imperio. Los historiadores positivistas no pueden entender este matiz por eso dicen que Chávez distorsiona a Bolívar, cuando en realidad no hace sino comprobar en el presente que esa sospecha, era en realidad una verdad que en este futuro iba a constituirse en juicio hecho.

Pero tuvieron que pasar casi 200 años no solo para comprobar el destino plagador de miserias de EUA, sino para saber recién ahora a qué están destinados países como Venezuela. Es decir, la lucha entre EUA y Venezuela implica también una lucha de interpretaciones de la historia, una lucha de visiones de ella. En el fondo, la lucha por la libertad y la justicia es también una lucha por des- encubrir el sentido de la verdad histórica. Hace rato que EUA y Europa están en el lado equivocado de la historia y aún no se dieron cuenta, ahora de lo que se trata es de mostrar esto con argumentos. La historia de la dominación es lineal porque va de dominio en dominio. Pero “la historia” de la humanidad no, porque destruyendo esas formas de dominio, irrumpe en esa linealidad para producir otro tipo de sentidos para la humanidad y la historia. Por ello no hay ni puede haber una sola visión de la historia, sino muchas. Las historias de liberación son las que amplían y engrandecen la humanidad y la historia.

Lo primero que hay que mostrar es el contenido de “la providencia” a la cual se refería S. Bolívar y que los EUA siempre convocan cuando dicen; dios bendiga a EUA, esto es, ¿a qué dios convoca EUA cuando piden bendición? Toda la historia de EUA desde antes de que naciera como país y nación hasta el día de hoy es una prueba de que al dios que convocan, en realidad es un “fetiche”, o sea, un dios falso, al cual no solo la Biblia, sino también Marx le llaman “Mamón” o “Moloch”, los cuales son fetiches o dioses falsos porque piden o exigen “sacrificios humanos” a cambio de su bendición. Esto es, desde el principio los gobiernos de EUA estuvieron dispuestos a “sacrificar seres humanos” para convertirse en imperio. Inmediatamente después de independizarse de Inglaterra el gobierno de George Washington atentó contra la revolución haitiana al financiar al gobierno francés (que estaba en crisis económica y política después de la revolución francesa), con préstamos y hasta material bélico para destruir la revolución haitiana, la cual era un pésimo ejemplo para su contingente de esclavos que ante semejante ejemplo podían sublevarse.

Desde ese entonces hasta el día de hoy son innumerables los ejemplos con los cuales se puede ilustrar el asesinato, robo, genocidio (contra los indios norteamericanos) de muchos pueblos y culturas en los cuales ha estado involucrado el gobierno norteamericano directamente. Esto es, la providencia a la cual se refería Bolívar es en realidad un dios fetiche que exige para otorgar sus favores, sacrificios humanos ante su altar, no solo de niños o inocentes, sino de pueblos enteros inclusive. No era ni es el dios de la Biblia, el cual exige justicia precisamente con el pobre, el huérfano, la viuda y el extranjero. Porque si habrían invocado al dios de la Biblia, habrían traído paz y justicia a este continente y al resto del mundo. Veamos esto con calma, porque es un problema propio del secularismo de la racionalidad moderna.

Lo primero que hay que recordar es que producto del siglo de las luces y la ilustración moderna, los protoseculares modernos ya no le llamaban a las divinidades por su nombre, sino por títulos secularizantes como el de la providencia, que en última instancia no hacían sino invocar al tipo de divinidad que estaba presupuesta en la secularización, por ello se puede afirmar que cuando se invocaba a la simple providencia, intencionalmente no se hacía explícito a qué tipo de providencia se estaba invocando. Hay que aclarar esto, pero, “desde” nuestro tiempo y “desde” nuestra América que no es anglosajona, sino amerindiana.

Como afirmamos en muchos lugares, la modernidad tiene su propia espiritualidad o espíritu, que es de dominación, la cual ha sido tan magistralmente secularizado y justificado argumentativamente por Hegel en su “Fenomenología del espíritu”, que en realidad es una fenomenología del espíritu de los modernos o de “la modernidad” y por ello mismo, es el espíritu que está detrás y como fundamento de la colonización y dominación imperial tanto de Europa como ahora de Estados Unidos. Pero también muestra lo mismo Hegel en su “Filosofía del Derecho” y especialmente en su “Filosofía de la historia”. Ahora en pleno siglo XX cuando se invoca a la modernidad, es decir, a su libertad y su democracia, en última instancia se está invocando a su espíritu de dominación, primero de la naturaleza y luego de los pueblos del tercer mundo, gracias a los cuales es posible la riqueza y el desarrollo de primer mundo. Por ello decimos que este espíritu contenido en esta “providencia”, es el contenido del dios al cual EUA invoca siempre desde 1776 cuando dicen muchos norteamericanos que “dios bendiga a EUA”.

Evidentemente, este dios ha bendecido a los gobiernos norteamericanos con el poder económico, político y militar que hasta ahora tienen, porque los gobiernos y las oligarquías norteamericanas desde el principio han estado dispuestos a sacrificarles seres humanos ante su altar. No solo fueron colonia inglesa al principio, sino que desde que se independizaron, fueron colonizadores, es decir, no solo colonizaron tierras que no eran suyas, sino que exterminaron a los pueblos que las habitaban para apropiarse de los que no les pertenecía. Y una vez que terminaron de colonizar esas tierras y pueblos a fines del siglo XIX, empezaron a colonizar al mundo entero. Para encubrir esta historia, cambiaron la narrativa después de la segunda guerra mundial de pueblo de colonizadores a pueblo de inmigrantes. Pero todo este proceso de colonización empezó con los indios norteamericanos, le siguieron los esclavos africanos, luego los mexicanos, latinoamericanos y ahora, a todo el que se les oponga a sus intereses, como fue el caso de Vietnam, Irak y Libia entre muchos otros.

Para ello han desarrollado su propio argumento, que en principio no lo crearon ellos, sino los europeos desde Ginés de Sepúlveda, cuando haciendo uso de la filosofía aristotélica declaraba que los originarios de nuestras tierra no tenían alma y que por ello se podía con “razón” apropiarse no solo de nuestras tierras y riquezas, sino también de la riqueza producida por nuestro trabajo. Pero quienes formalizaron mejor el argumento fueron intelectuales ingleses como Hobbes y Locke, quienes abiertamente decían que las naciones civilizadas tenían todo el derecho de someter a todas aquellas gentes que no se comportaban de acuerdo a las leyes de la razón y en consecuencia de apropiarse de sus riquezas. Se refería especialmente a los habitantes de los pueblos originarios del norte del continente americano, cuando la estaban constituyendo en colonia.

Una vez que los inmigrantes de origen europeo se independizaron de los ingleses, los nuevos norteamericanos utilizaron el mismo argumento para usurpar las tierras, colonizar a su gente, para luego hacer lo mismo primero con Latinoamérica y ahora con el resto del mundo. Y con este argumento produjeron no solo su historia, sino un tipo de historia, una visión de la historia que les hacía aparecer a ellos como los redentores de la humanidad, como los misioneros de un nuevo mundo. Al interior de esta visión de la historia aparecían primero los europeos como los herederos y representantes de la “historia universal” y ahora los norteamericanos, frente a los cuales, ningún otro pueblo tenía ni tiene derecho alguno contra ellos. Por ello se puede entender la alegría y el gozo que sentía el gobierno norteamericano, expresado en la felicidad de la ex secretaria de Estado Hillary Clinton durante el gobierno de B. Obama frente al asesinato de M. Kadafi, que en el fondo es el asesinato del hermano. Ya Marx decía que en el origen del capitalismo estaba un asesinato fundante, el fratricidio, el asesinato del hermano, de todos los Abel del mundo. El capitalismo como descendiente legítimo de Caín, es quien funda las ciudades modernas, a costa de la destrucción sistemática del campo, los bosques, las selvas y sus habitantes.

Hegel es quien resume muy bien esta idea cuando dice que: “La historia universal representa […] el desarrollo de la conciencia que el espíritu tiene de su libertad y también la evolución de la realización que ésta tiene por medio de tal conciencia… Porque la historia es la configuración del Espíritu en forma de acontecimiento, el pueblo que recibe un tal elemento como principio natural […] es el pueblo dominante en esa época de la historia mundial […] Contra el derecho absoluto que él tiene por ser el portador actual del grado de desarrollo del Espíritu mundial, el espíritu de los otros pueblos no tiene derecho alguno”. Es decir, el derecho de dominar o de ser dominadores y de imponer cínicamente su dominio lo tienen los pueblos europeos y ahora norteamericanos por la historia, frente a la cual nuestros pueblos carecen de derecho alguno. ¿Es esto así?

Por ello es que insistimos en que en esta contienda entre Estados Unidos y Venezuela, lo que se juega no es solamente los intereses por la riqueza nuestra como antes fue la plata, el oro, el estaño y ahora el petróleo, sino por algo mucho más profundo y complejo, como es el derecho de los otros pueblos a tener “derechos”, como ahora EUA y algunos países europeos creen que tienen el derecho de apropiarse del petróleo venezolano y no así el pueblo de Venezuela quien es su legítimo dueño, pero también, o más principalmente, la necesidad o el interés no solo de escribir nuestra propia historia, sino de cambiar, transformar y trastocar de una vez por todas el sentido de la historia que los imperios de occidente han impuesto con tanto cinismo e impunidad desde 1492 hasta ahora. Es decir, lo que se juega en última instancia, es el sentido de la historia, si va a seguir siendo de dominación, o vamos a cambiar el sentido de la historia por la de la liberación de los pueblos oprimidos de toda forma de dominio y opresión.

Si bien es cierto que esta lucha se está dando en este “tiempo ahora”, hay que decir que esta lucha empezó hace tiempo, no es de ahora, porque junto con la colonización de nuestras tierras y pueblos, empezó también la lucha por la descolonización. En este sentido, en Venezuela ya no se está luchando por una revolución más entre las tantas que aparecieron en el siglo XX, sino que ahora la lucha en este “tiempo ahora”, es por la liberación de la colonialidad que la modernidad ha impuesto a nivel planetario, por ello decimos hoy que en este “tiempo ahora”, lo que está apareciendo en nuestro horizonte es un “tiempo mesiánico”. Porque el tiempo mesiánico, es tiempo liberador. El ángel de la historia de Benjamin lo había anunciado en plena barbarie fascista en aquel lejano 1940, pero ahora desde 1992 otro espíritu está anunciando que ha llegado el tiempo en el cual el espíritu mesiánico se está colando por las puertas de las esquinas de las calles de Caracas y de Venezuela.

Ya sabemos para qué estaban destinadas las naciones europeas por la providencia de la modernidad, cuyo espíritu era y es de dominación colonial e imperial, y que ahora EUA lleva a cabalidad ese espíritu al tener dominadas incluso a muchas naciones europeas como Francia, Alemania e Inglaterra. Ahora de lo que se trata es de saber a qué están destinas las naciones como Venezuela, y por qué providencia, es decir, por qué tipo de espíritu. Hay que decir de una vez por todas que, las revoluciones modernas en el fondo son revoluciones burguesas, y es cierto que hubieron y pueden haber revoluciones socialistas, pero, siendo modernas, en el fondo pueden recaer en otra forma de dominio, porque siendo modernas tienen dentro de sí el espíritu de dominio de la modernidad en su seno, a la cual invocan cuando se afirman modernas.

En cambio cuando afirmamos que lo que ahora se juega en última instancia es la lucha por el sentido de la historia, lo que queremos decir es que esta lucha es novedosa cuando se propone ir más allá de la visión que de la historia ha producido la modernidad, en la cual sólo los dominadores tienen el poder de imponer la visión de la historia, como el continuum de la dominación, esto es que en última instancia sólo triunfan los dominadores, los cuales como vencedores son los que supuestamente tienen el derecho de escribir la historia conforme a su imagen y semejanza. Sin embargo ésta no es la única forma de hacer y escribir la historia.

El tiempo mesiánico es el tiempo en el cual este continuum de dominación se quiebra, se rompe por dentro cuando los oprimidos hacen o producen otra historia, desde los pueblos otros y culturas otras que como exterioridad no subsumida por la historia y el espíritu de dominación, le dan no solo un golpe de timón al futuro que el dominador quiere imponer, sino que quiebran desde dentro el sentido de la historia de dominación moderna. Cuando luchan ya no por ellos solamente, sino por la humanidad oprimida toda y también por la naturaleza. Cuando su lucha ya no es llevada a cabo solamente en su nombre, sino en el nombre de todas las luchas del pasado, en el nombre de todos los ancestros que han luchado en el pasado y que ahora en este presente se están colando por las puertas de los oprimidos para luchar junto con los presentes, esta lucha que también ha sido y es de ellos. Por ello es que invocar en el presente a nuestros ancestros no es nada gratuito.

El tiempo mesiánico es el tiempo cuando el todos, el nosotros y los otros se convierten como pueblo en el mesías. Cuando el todo del “pueblo en tanto que pueblo” se despoja de su individualidad egocéntrica y se llena de pueblo, de historia de liberación, de humanidad humillada y oprimida y sale a las calles, a las esquinas, a las plazas y las carreteras a luchar por la liberación de toda la humanidad oprimida por los imperios decadentes y vigentes. No por casualidad cuando S. Bolívar liberó Venezuela, salió también con su pueblo a liberar muchos países sudamericanos. 200 años después de esa liberación inconclusa, ahora tenemos la oportunidad de convertir este “tiempo ahora”, en “tiempo mesiánico de liberación”. Porque es ahora donde podemos abrir las fuerzas contenidas en nuestros pasados oprimidos y vencidos, para junto con ellos liberarnos del tiempo de la dominación de la modernidad y su imperio.

Ahora, gracias a H. Chávez y al pueblo venezolano, este tiempo mesiánico se ha convertido en “tiempo mesiánico bolivariano”, porque estas luchas de liberación del dominio del imperio hegemónico actual (que no es solamente EUA, sino también Europa y las instituciones económicas y políticas que les sirven) han adquirido el sello de las luchas bolivarianas desde S. Bolívar hasta el día de hoy, actualizadas y desarrolladas por Chávez y ahora por Maduro; dicho de otro modo, este tiempo mesiánico tiene ahora el sello caribeño y latinoamericano. Pero, cuando el espíritu de este tiempo mesiánico bolivariano, retome, asuma y convoque al espíritu de los pueblos originarios, se transformará de tal modo que el espíritu de los modernos se caerá como hoja seca ante la sola aparición del tiempo mesiánico amerindiano. Por ello decimos desde hace algún tiempo que estamos ante el surgimiento de una nueva civilización más allá de la modernidad.

Si EUA estuvo destinada por su providencia a plagar de miserias nuestra América, parece que Venezuela ahora está destinada por el espíritu mesiánico de liberación a liberar de esas miserias primero a los pueblos latinoamericanos y luego con su ejemplo, a todos los pueblos humillados y oprimidos del mundo. A condición de que tanto el pueblo venezolano y nosotros, tomemos conciencia de este nuevo acontecimiento, que transformará nuestra subjetividad de tal modo que ahora podamos constituirnos en sujetos de la liberación. Ahora Venezuela está encarnando en su lucha no solo a las clases oprimidas, sino a los pueblos oprimidos del mundo, por eso su lucha ya no es solo “su lucha”, sino “nuestra lucha”, cuando lo que se quiere es liberar a la humanidad y la naturaleza de toda forma posible de dominio y explotación.

Meshico Tenochtitlan Tlalpan de Cuicuilco 5 de febrero del 2019

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