El baile de los que sobran: Colombia y su sistema educativo en crisis

Maribel Chaparro / Resumen Latinoamericano / 6 de febrero de 2019

…a otros enseñaron secretos que a ti no
a otros dieron de verdad
esa cosa llamada educación
ellos pedían esfuerzo
ellos pedían dedicación
¿y para qué? para terminar bailando
y pateando piedras…

La esperanza de un futuro mejor, la formación de ciudadanos libres y, por lo tanto, de sociedades perfectas o por lo menos dignas, la confianza en un porvenir lleno de oportunidades, con puertas abiertas y por supuesto, la posibilidad de mejorar las formas de vida, debería ser la bandera de la educación, el motivo principal para estudiantes y padres de familia. Con el paso del tiempo esta idea se ha venido tergiversando. Parece ser que lo fundamental no es el conocimiento que en las instituciones educativas (ya sea colegios o universidades) circule, lo fundamental para una gran mayoría se ha convertido en conseguir títulos, llenarse de diplomas sin importar si lo que dice el diploma corresponde con lo aprendido. El resultado: estudiantes que salen de bachillerato sin el más mínimo nivel de cultura general, sin conocimientos básicos de historia, literatura, matemáticas, etc. Pero lo importante es que son bachilleres, un escalón más de ignorancia certificada; más adelante esta situación se repite en las universidades, médicos sin saber de medicina, abogados sin saber derecho, ingenieros sin el más mínimo conocimiento de la matemática y así, si continuamos con todas las profesiones.

Sin embargo, tenemos un sinnúmero de profesionales que no saben nada de su profesión, pero tienen el cartón y eso es lo importante. Después ingenuamente nos preguntamos ¿por qué el sistema de salud colapsa, se caen los puentes y se cometen tantas injusticias en las cárceles? Y lo peor de todo es que estos seres humanos cargados de títulos que no les han salido baratos (seguramente en un país donde la educación es tan costosa). Parece que tuviesen tarjetas especiales de invitación al “baile de los que sobran”, en el mismo sentido en el que lo cantaba el grupo de rock chileno, Los Prisioneros, en época de dictadura.

Pero ¿quiénes sobran en este país? ¿Cuántas cosas se pueden lograr por mérito realmente? ¿A quiénes les dieron los secretos que a otros no? Esas preguntas podrían responderse con mayor claridad si se observa con detenimiento los infranqueables abismos que existen entre la educación privada y la pública, entre la privada de calidad y la que no la tiene. Es todavía más grave la situación si se llega a pensar que los que sobran no son unos pocos sino una gran mayoría, un 99% de la población. ¿Cómo se evidencia esto? Con las cifras de desempleo, de trabajo informal, de desplazamiento forzado de la tierra, con el número de integrantes en grupos al margen de la ley, las cifras de miseria y demás. Evidencias de que Colombia es un país donde parece que sobrara la mayoría, sobresalen por montones.

Y ¿cuál es el papel de la educación en este baile? Se supone que poner en alto la bandera de la que se habló al comienzo de este artículo. Sin embargo, con las reformas propuestas por el anterior Gobierno Nacional y, por el entrante todo parece indicar que el baile continuará. Con la implementación medidas como la creación del día “E·” (pensando a la educación como un juego de fútbol) o “ser pilo paga” no es suficiente, ni siquiera es elocuente pensar que la educación colombiana va salir del atolladero en el que se encuentra. Ante una crisis social política económica como la que se encuentra Colombia se necesitan reformas educativas drásticas. Si se analiza lo que ocurrió con el paro docente y sus repercusiones, será más evidente la crisis.

Después de los 37 días de paro docente que atravesó el país durante mayo y junio del año pasado; tras el acuerdo firmado por FECODE y el Gobierno Nacional, se observará más de cerca el juego, los ganadores y perdedores. Después de una de las movilizaciones más fuerte que ha tenido el gremio docente (sobra decir, el aparato crítico de la sociedad), muchos se quedaron sin saber realmente porqué se peleaba y por ende qué se podía lograr ¿Quiénes ganaron y quiénes perdieron? Cómo siempre gano el Gobierno Nacional, y los que se untaron de la mermelada, en este caso algunos sindicalistas.

¿Quiénes perdieron? Los docentes que mientras no mejoren su calidad de vida seguirá siendo un gremio que no cuenta con las condiciones dignas para dar educación de excelencia, un gremio sin posibilidad de crítica, acomodado a las paupérrimas condiciones y, ante todo, la profesión que nadie quiere estudiar y, que si lo hace es porque le tocó.

También perdieron los padres de familia, que en el afán de tener a sus hijos encerrados en una institución mientras trabajan en las condiciones que sea, solo piensan que lo importante es un cartón y no son conscientes de la importancia del debate de lo que se da dentro de las instituciones educativas. Pero sobre todo quienes más pierden son los estudiantes, furiosos por tener que recuperar domingos y festivos, sin darse cuentas que en esas movilizaciones se está jugando el hecho de que puedan tener una educación de verdad que no los deje “pateando piedras” sino que realmente les abra nuevas posibilidades. Si el estudiante entendiera que lo que se está jugando con la educación es su propio destino, tal vez pensaría la movilización de sus docentes de otra manera.

Pero en últimas, el que pierde es el país en su totalidad, que no ha querido reconocer que la lucha por un sistema educativo diferente donde el profesor no sea un cuidador sino un formador en todo el sentido de la palabra, donde existan instalaciones dignas, donde la educación sea igual, incluyente y de calidad, para todos, es también su lucha, no solo la de los docentes. Si la lucha del “aparato crítico de la sociedad” que son los educadores, terminó en un acuerdo que solo benefició a unos pocos y dejó un velo de resignación y de ganas de “no volverlo hacer”, porque “toca recuperar días” y en últimas no se ven los resultados, ¿qué podemos esperar de los demás sectores de la población?

Pese a toda la invitación es a recordar la importancia del conocimiento y de su debida distribución social. A comprender la necesidad de un sistema educativo distinto que sea capaz de transformar la realidad. La invitación es para los docentes a continuar en sus luchas que son legítimas y justas, a los padres y estudiantes a comprender que lo importante no son los diplomas y, que en la educación se está jugando el destino de la sociedad. No se puede permitir la mayoría sigue sobrando en un país que es de todos.

Fuente: Trochando Sin Fronteras

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