Chile. El asesinato de Frei Montalva

Resumen Latinoamericano / 31 de enero de 2019 / Ismael Llona M.

Según fallo de primera instancia el ex Presidente de la República, don Eduardo Frei Montalva, fue asesinado.

Se habría cometido así, por parte de la dictadura de Pinochet, el primer magnicidio de la historia de Chile.

No habrían sido magnicidios el asesinato del ex jefe de gobierno de Chile don José Miguel Carrera, ultimado en Mendoza por orden de quienes lo sucedieron en el mando; ni la guerra civil de 1891 que buscó asesinar al Presidente en ejercicio don José Manuel Balmaceda, suicidado en la sede de la embajada argentina; ni el horroroso crimen del general Prats y su esposa, habiendo sido Prats jefe de gobierno como Vicepresidente de la República; ni el bombardeo del 11 de septiembre de 1973 contra La Moneda en que se encontraba el Presidente Constitucional don Salvador Allende Gossens, que evidentemente tuvo como objetivo asesinar al Presidente que no quiso entregarse, ni el intento de asesinar en Roma al ex Vicepresidente de la República don Bernardo Leighton, herido de extrema gravedad en el atentado.

Don Eduardo Frei Montalva, asesinado por la dictadura de Pinochet -nunca vamos a saber si el criminal ordenó personalmente el magnicidio porque Pinochet no fue juzgado en Chile y murió en su cama- ha sido uno de los más destacados y contradictorios líderes de la política chilena.

Fundador de la autónoma juventud conservadora de 1935, de la Falange Nacional en 1937 y de la Democracia Cristiana -de la que fue su líder casi indiscutible por decenas de años- tuvo relevancia hasta en América Latina, donde con su influencia surgieron partidos similares en Venezuela, Brasil, Perú, Uruguay y Argentina.

Del tronco político que él creó se escindieron -por contradicciones con su política y su proyecto- formaciones políticas como el Mapu y la Izquierda Cristiana.

Ya es historia.

Encabezó el importante gobierno democrático y reformista de 1964 a 1970, sin tener herencia (lo sucedió Salvador Allende) y fue por ello llamado por la derecha, hoy en el gobierno, el Kerensky chileno.

Tres años después fue uno de los artífices del derrocamiento de la Unidad Popular y su gobierno y calló ante los atropellos a los derechos humanos.

Fue asesinado nueve años después del golpe y dos años después que empezó a encabezar la oposición política a Pinochet. Esto es, fue asesinado como un demócrata.

Fue un político de centroizquierda desde 1937 a 1958, y un político amigo y respaldado con y por el imperialismo desde los años sesenta hasta su fallecimiento. EEUU no reaccionó ante su muerte.

Sus contradicciones fueron también características del partido que él fundó y que a él debe, en primer lugar, haber llegado a ser la fuerza electoral más ancha de la historia de Chile.

La DC, que ha estado en el último tiempo debilitándose al extremo como partido, podría ahora, con el conocimiento nacional del asesinato de Frei por parte de la dictadura, recibir del gran político un último y fuerte aliento, un servicio mayor desde el más allá.

Fuente: El Clarín de Chile

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