Dos textos sobre Rosa Luxemburgo: Recuerdos para el futuro

Resumen Latinoamericano / 27 de enero de 2019 / Jörn Schütrumpf y Walter Jens

Comunismo…al demonio con su realidad, pero quiera Dios salvarlo como amenaza constante a las clases propietarias. ¡Dios salve al comunismo para que la insolente chusma no se vuelva todavía más insolente, para que la sociedad de aquellos con licencia exclusiva para el hedonismo (…) puedan al menos irse a la cama con ardor de estómago! Para que no se sientan al menos con ganas de predicar la moral a sus víctimas y dejen de gastar bromas a su costa.

Karl Kraus, 1920

En enero de 1919 asistí a una reunión del KPD [Partido Comunista Alemán] en la que hablaron Rosa Luxemburg y Karl liebknecht. Saqué la impresión de que eran los líderes intelectuales de la revolución, y tomé la decisión de que los mataran. Se les capturó siguiendo órdenes mías. Uno tiene que decidirse a violar las leyes…Esta decisión de hacer que los mataran a ambos no me resultó fácil…Y bien que mantengo que esta decisión es moral y teológicamente legítima.

Capitán Waldemar Pabst, 1962

La libertad es siempre libertad para el que piensa de forma distinta [R.L.]

Sólo rara vez ha conseguido la izquierda política transmitir sus abstractas ideas de libertad y emancipación del individuo, y de la sociedad en su conjunto, de tal modo que las personas menos politizadas puedan verse reflejadas en ellas, y atraídas de hecho por ellas. La izquierda política ha tratado a menudo de compensar esto haciendo que los luchadores por la libertad de un pasado lejano atestiguaran sus buenas intenciones. Recordemos a Espartaco, a los Gracos, a Thomas Müntzer o Tommaso Campanella, a Jacques Roux, Gracchus Babeuf, Charles Fourier o Robert Owen, a Friedrich Engels, Mijail Bakunin, Ferdinand Lassalle o Piotr Kropotkin. Y más tarde, también se invocó a contemporáneos como August Bebel y Clara Zetkin, Vladimir Ilich Lenin y Augusto Sandino, Karl Liebknecht, Lev Trotski, Josef Stalin y Mao Zedong, Patrice Lumumba, Ho Chi Minh y Frantz Fanon. Sin embargo, si se acude hoy en día a manifestaciones, no importa en qué lugar del mundo, resultan casi notorios por su ausencia.

Sin embargo, hay varias excepciones. Un judío alemán de Treveris sigue presente de modo constante, pero es tan ubicuo que a menudo se le olvida: Karl Marx. Aparte de él, hay tres personas más cuyas imágenes aparecen en casi todas partes: una judía polaca que fue atrozmente asesinada en Alemania, un argentino cuyos asesinos le dieron caza en Bolivia en 1967, y un italiano que fue finalmente excarcelado por el fascismo en 1937, después de años de prisión. Son Rosa Luxemburg, Ernesto Che Guevara y Antonio Gramsci. Los tres representan no sólo una rara unidad de palabra y activismo, sino también una independencia de pensamiento no subordinada a ninguna doctrina o aparato. Y los tres pagaron sus convicciones con la vida. Sin embargo, fueron asesinados por sus enemigos, por oposición a lo que es morir a manos de enemigos del propio bando, como sucedió tan a menudo en el siglo XX.

Rosa Luxemburg y Antonio Gramsci tienen algo más en común: nunca llegaron a ejercer ellos mismos el poder del Estado, ni tuvieron que manchar su nombre participando en un régimen dictatorial o totalitario. Socialdemócrata y cofundadora del Partido Comunista Alemán, Rosa Luxemburg no vivió para ver el ascenso de Stalin; en enero de 1919 la golpearon con un arma y la mataron luego de un tiro por la espalda. Socialdemócrata y fundador del Partido Comunista Italiano, Antonio Gramsci fue encarcelado en Italia desde 1928 hasta que se convirtió en un enfermo crónico. Sólo Ernesto Che Guevara gobernó en la Cuba revolucionaria, aunque él, partisano, no seguiría allí mucho tiempo.

Guevara sigue siendo inspiración de la juventud en el presente; Gramsci lleva atrayendo desde hace años sobre todo a los intelectuales; cuando abordamos a Rosa Luxemburg, con todo, a la mayoría le resulta familiar sólo su nombre y su destino, pero no su pensamiento y su obra.

El presente texto quiere contrarrestar esta tendencia. Se propone despertar el interés en su obra y su persona, la de una figura absolutamente única en la historia de la izquierda europea. Fue una mujer que se negó a que la trataran de modo preferente por razón de su género, sabiendo que ese tipo de conducta sólo servía para legitimar la desigualdad de género. Fue una pensadora que se batió por la igualdad mediante la libertad y la solidaridad, sin subordinar la una a la otra.

El siglo XX, tan abundante en asesinatos, traiciones y torturas, es una pesadilla que sofoca a la izquierda política. La izquierda sólo será capaz de liberarse de esta pesadilla si recuerda sus virtudes originarias, de las que se le despojó en las cámaras de tortura, así como en innumerables congresos de partido. Son estas: honradez para con sus propias acciones tanto en el pasado como en el presente; pensamiento de veras, sobre todo cuando se vuelve incómodo; decencia, especialmente con sus enemigos, puesto que la falsedad fomenta dictaduras, pero no la emancipación de la explotación y la represión. Rosa Luxemburg representa todas estas cosas.

Texto inicial de “Entre el amor y la ira: Rosa Luxemburg”, en Rosa Luxemburg, or the Prize of Liberty, Karl Dietz Verlag, Berlín, publicado originalmente en 2008, reeditado en 2019.

Una vida breve

El hombre se volvió un colador, la mujer

Tuvo que nadar, la puerca,

Para sí misma, para nadie, para todos…

El Landwehrkanal [1] no rugirá.

Nada flaquea.

Paul Celan

[1] El Landwehrkanal es el canal berlinés al que fueron arrojados los cuerpos de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg

Una vida breve: llena de persecuciones, espiada constantemente, viviendo una y otra vez en la ilegalidad o presa, liberada y luego encarcelada de nuevo, viviendo en los márgenes de la sociedad. Llegó al matrimonio para conseguir un pasaporte alemán; su rostro delataba al final las cicatrices del martirio con pleno conocimiento de lo que estaba por llegar; ella, que quiso morir “en su puesto”, en batalla abierta, cayó en manos de asesinos de uniforme, sin ir acompañada de ninguno de sus camaradas: “Aquí llega Rosita, la vieja puta”, gritaron los soldados cuando entraba en el Hotel Eden para sufrir abusos y malos tratos. Uno de sus agresores puso luego a la venta un zapato que la víctima perdió en esa danza de la muerte inconcebiblemente lúgubre.

Nuevamente: una vida breve llena de persecuciones. Poco antes de su ejecución a manos de quienes, en la noche del 15 de enero de 1919, demostraron ser tal como Rosa Luxemburg los había descrito: inhumanos y despiadados.

Una vida breve, pero una vida que – como muestran sus cartas –  se caracterizó por el entusiasmo y la inspiración, por grandes triunfos y batallas ganadas para la izquierda socialdemócrata. Una vida caracterizada por audaces historias de amor que oscilaban entre el éxtasis y la separación, por historias con hombres más jóvenes y, luego, por amistades con mujeres mayores, aventuras y paseos por la cuerda floja entre lo personal/privado, entre el gran amor y el pragmatismo de las pequeñas revelaciones.

De “Rosa Luxemburg – Weder Poetin noch Petroleuse”, recogido por Jörn Schütrumpf en su libro Rosa Luxemburg, or the Prize of Liberty, Karl Dietz Verlag, Berlín, publicado originalmente en 2008, reeditado en 2019.

Jörn Schütrumpf es historiador del movimiento sindical alemán, es en la actualidad director de investigación de la vida y obra de Rosa Luxemburg en la fundación alemana que lleva su nombre. Su libro Rosa Luxemburg: Der Preis der Freiheit [Rosa Luxemburg o el precio de la libertad] apareció en alemán en 2006 y en versión inglesa en 2008.
Walter Jens (1923-2013), fue filólogo, historiador de la literatura y crítico, fue miembro del Grupo 47 de escritores de la postguerra, catedrático de Retórica General en la Universidad de Tubinga y presidente de la Academia de Artes de Berlín, además de un referente moral e intelectual en la República Federal Alemana.

Fuente: Rosa Luxemburg Stiftung, enero de 2019

Traducción: Lucas Antón, SP

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