Brasil /Neoliberalismo económico y autoritarismo político: la conexión Bolsonaro-Pinochet
Por Grazielle David /Resumen Latinoamericano, 19 octubre 2018
Admirador de Augusto Pinochet, Bolsonaro utilizará la represión para avanzar con su programa neoliberal / Reproducción
Un argumento que está siendo bastante utilizado para alegar que Bolsonaro no representa un riesgo a la democracia es que no hay como clasificarlo como autoritario, dado que su programa de gobierno defiende una propuesta de economía neoliberal, formulada por Paulo Guedes. Sin embargo, la historia de países post-globalización en los años 1960, y especialmente después de la crisis económica global de 2008, revela una escalada tanto de la adopción de la austeridad económica y del autoritarismo político de extrema derecha.
La pauta central del neoliberalismo económico es la desregulación, dejar el mercado completamente libre del Estado. Sin embargo, el nombre debería ser re-reglamentación, ya que la reglamentación sigue existiendo, pero en el sentido inverso. Esto es, en el neoliberalismo el mercado pasa a regular el Estado, retirando la política económica del control de los representantes elegidos democráticamente y, consecuentemente, de la propia sociedad. Un ejemplo clásico observado en diversos países es el de las pautas económicas siendo superiores a las sociales, como la adopción de límites presupuestarios a los gastos públicos, que en Brasil se concretó con la Enmienda Constitucional 95, conocida como ‘techo de los gastos’ sociales y de inversión.
Sin embargo, la cuestión es aún más amplia, ya que el neoliberalismo requiere no sólo una re-regulación económica, sino también social y política.
El programa de gobierno de Bolsonaro afirma que “pondrá a cero el déficit fiscal en un año” y que al mismo tiempo “reducirá la carga tributaria”. La política fiscal en este aspecto es matemática, si pretenden reducir el déficit fiscal en tan corto tiempo asociado a la reducción de la carga tributaria, necesariamente serán realizar recortes presupuestarios aún más severos en las políticas públicas y en las inversiones. Lo que también consta en el programa.
Para ello, profundizará las políticas de Temer al reducir aún más la financiación para los servicios públicos, como salud, educación, ciencia y tecnología y medio ambiente. Sin embargo, desconsiderando el hecho de que Brasil ya está en su menor nivel de inversiones en los últimos 50 años, mantendrán el techo de los gatos. Por último, llevarán adelante la propuesta de capitalización de la previsión, haciendo que deje de ser un derecho. Esta es la parte de re-regulación social del neoliberalismo, con reducción de derechos vía restricción presupuestaria y legal.
El costo social y el atraso para el país que esas propuestas representan ocasionarán convulsión social, con consecuente necesidad de represión agresiva. Es aquí donde entra la re-regulación política, con el autoritarismo siendo esencial para el control de las personas revueltas con las medidas adoptadas que les retira derechos y empeora la vida. En ese sentido, Bolsonaro ya afirmó, un día después del 1º turno, que terminará con toda forma de activismo. La vía más fácil para ello: encuadrar movimientos sociales y ONGs en la ley antiterrorista, para perseguirlos.
Revolta, represión, muertes, instauración del miedo, ampliación de la pobreza y de las desigualdades, reducción de derechos; todos los resultados no sólo son posibles en los países en los que se ha adoptado esta combinación propuesta. El ejemplo más clásico es de Chile que, bajo la dictadura de Pinochet en los años 1970 y 1980, constitucionalizó el neoliberalismo, con derechos reducidos y protestas contenidas con asesinatos.
Aún hoy el pueblo chileno vive las consecuencias sociales del período autoritario, con más de 3.200 muertos y 38 mil presos y torturados, son más de 100 mil personas familiares de víctimas; salud y educación sin derecho a ser ofrecido por el Estado; derechos laborales flexibilizados, con el 70% de los nuevos puestos de trabajo tercerizados y con salario por debajo del mínimo; la previsión capitalizada, de bajo acceso y valores pagados inferiores al salario mínimo, colocando a muchos ancianos en situación de calle.
Otro ejemplo es de Perú, bajo la era de Fujimori en la década de 1990, que también promovió una economía neoliberal asociada al autoritarismo político, con amplia persecución de opositores, además de la ampliación de la corrupción.
Edición: Pedro Ribeiro Nogueira
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